Entre las 24 marinas participantes figuran, aparte de la de los Estados Unidos, las de Reino Unido, Alemania, Francia e Italia, todos países miembros de pleno derecho de la mencionada alianza militar trasatlántica, como lo son también en condición de “socios”, estos otros participantes: Argentina y la propia Colombia. O sea que en esta oportunidad UNITAS 24 es, en definitiva, un ejercicio naval de la OTAN, realizado en el Océano Pacifico, en momentos en los que Washington esta empeñado en potenciar los vínculos organic0s entre la OTAN y sus aliados militares tradicionales en la región Indo-Pacifico: Corea del Sur, Japón, Australia y Nueva Zelanda. En julio de este año, y en el contexto de un viaje del secretario de Estado Antony Blinken por varios países asiáticos, Kurt Campell, subsecretario de Estado declaró que Estados Unidos pretende “institucionalizar la relación de cooperación militar con la OTAN” con esos cuatro aliados. También por esas mismas fechas se difundió la información de que la administración Biden desea establecer una oficina de enlace de la OTAN en Tokio y otra en Kiev, indicando así su voluntad de establecer una conexión entre la guerra en Ucrania y la posible guerra con China.
La posibilidad de una guerra simultánea de Estados Unidos con China y con Rusia no es desde luego una invención mía. Que allí está el documento que define la Estrategia de seguridad nacional de los Estados Unidos aprobada por Joe Biden en 2020 que señala que sus dos grandes rivales y antagonistas en el mundo son Rusia y China. En ese orden. Y la semana pasada el New York Times, filtró la noticia de que, en marzo de este mismo año, Biden actualizó la doctrina militar de la potencia del norte, incluyendo la posibilidad de librar una guerra nuclear simultánea con Rusia, China y Corea.
Estos son hechos, hechos duros, que nos advierten de la posibilidad cierta de que nuestra marina, así como el conjunto de nuestras fuerzas armadas, se vean arrastradas a lo que vendría a ser una auténtica guerra mundial sin que los colombianos hayamos tenido siquiera la oportunidad de debatir y decidir sobre si esa guerra nos conviene. Y lo que aún es peor: sin tener tampoco la oportunidad de debatir y decidir si deseamos seguir perteneciendo a la OTAN en la condición de “socio” subalterno, que ocupa el escalón más bajo posible en su estructura de mando: nuestros soldados obedecen, pero no deciden. Insisto. Es urgente y necesario un debate sobre nuestra política nacional. La que tenemos, si es que puede llamarse así una política que relega a nuestras fuerzas armadas a “la lucha contra la inmigración ilegal y el crimen organizado trasnacional” bajo la tutela del Pentágono, no nos sirve. Colombia es lo suficiente grande e importante como para merecer otra que reafirme su independencia y su soberanía.
Carlos Jiménez
Foto tomada de: BBC
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