De acuerdo con lo expuesto por Petro al final del encuentro, durante el mismo la conversación se desarrolló alrededor de cuatro ejes. El primero de ellos fue la educación debido al papel que desempeña en la productividad. El siguiente punto abordó la cuestión de la inclusión de los territorios a la dinámica nacional, con énfasis en la costa Pacífica, la Guajira y la Orinoquia colombiana, con el propósito de impulsar una mayor equidad entre regiones. El tercer punto se centró en el uso de la tierra y en la necesidad de convertir grandes extensiones de tierra fértil en uno de los mayores potenciales del país. Finalmente, se trató la necesidad de desarrollar la economía popular mediante su inclusión al sistema financiero y a posibilidades de crédito para sacar de la pobreza a quienes no tienen mayores capacidades económicas.
Quedó pendiente la elaboración de una hoja de ruta, el cronograma y fechas para mesas de trabajo que el propio presidente anunció para concretar lo que él ha denominado el “gran acuerdo nacional”. Sin embargo, con la reunión celebrada con los empresarios más importantes del país, el Gobierno ha dado un paso fundamental hacia el mencionado acuerdo, rescatando la idea que lanzó el 20 de julio de 2022. Una idea que parecen compartir empresarios y gremios que están dispuestos a trabajar para llevar a buen puerto reformas que necesita el país.
Después de semanas de enfrentamientos y de estigmatizaciones, el clima vuelve a una cierta cordialidad y se abren de nuevo las puertas al diálogo y la búsqueda de acuerdos. “Para que la paz sea posible en Colombia necesitamos dialogar, dialogar mucho, entendernos, buscar los caminos comunes, producir cambios. La paz implica que cambiemos, indudablemente”, escribió Petro en su perfil de X. En el mismo tono, Bruce Mac Master, presidente de la Andi, afirmó en una entrevista hecha por el diario El Tiempo: “Todos debemos poner de nuestra parte para generar un diálogo constructivo”.
La voluntad de diálogo manifestada por el Gobierno nacional llevó también a una reunión con Álvaro Uribe, líder de la oposición y una de las figuras más críticas del Ejecutivo y sus reformas, para discutir el futuro de la reforma a la salud. Si bien de ella no surgió ningún acuerdo y la principal conclusión a la que se llegó es que las diferencias entre los sectores son notorias, ambas partes destacaron la importancia de los espacios de diálogo.
A la luz de lo acontece en el país cabe preguntarse a qué se debe el clima de aparente entendimiento que dista mucho del que se vivía hace pocos meses cuando todo diálogo parecía imposible.
La explicación se encuentra en los cambios que se han dado en el entorno. Petro, sabedor de las dificultades que tendrá que enfrentar en 2024, tanto en el plano interno como en el externo, está obligado a instaurar un clima político menos crispado que el actual para generar consensos y recuperar una mayoría que se aglutine a su alrededor.
En el ámbito interno, los partidos políticos han sido reticentes a la idea de acuerdo nacional, han frenado la estrategia del Gobierno y estancado sus reformas en el Congreso; su fraccionamiento ha impedido concretar el acuerdo nacional y las fricciones de ciertos sectores liberales y verdes con el Gobierno los han llevado, inclusive, a plantear dejar la coalición de gobierno. A Petro, harto de las resistencias que se generaban dentro de su propio Gobierno a las reformas que quiere emprender, lo invadió una sensación de urgencia y apeló a las marchas en la calle con un resultado negativo al previsto por lo que su popularidad bajó dramáticamente poniendo en riesgo su administración. A esta circunstancia se suma que la economía no va bien, afectada por los aires recesivos que se sienten en el ambiente. Por ello el presidente ha dado un giro en su estrategia y buscado a los verdaderos dueños del país para hacer frente a la tormenta que se avecina.
En efecto, la economía del mundo se ha desacelerado y está ad portas de una recesión que ya afecta a algunos países europeos como Alemania, Francia y España mientras amenaza a Estados Unidos. Esta situación tiene consecuencias negativas para Colombia y el país se ve abocado a preparar un plan de choque para reactivar la inversión y mantener el empleo so pena de ver cómo se profundizan las tensiones sociales que afectan la convivencia.
En las circunstancias actuales resurge la necesidad de un acuerdo nacional que elimine las fricciones entre el sector público y el privado, garantice cierta seguridad a la inversión y permita afrontar de manera conjunta los grandes retos que tiene el país. En este orden de ideas la reactivación de la economía exige como condición previa frenar la polarización que impide el reconocimiento del otro y, sobre todo, recuperar la confianza tanto en las instituciones como en el prójimo.
Si de verdad se impone la necesidad de trabajar hombro con hombro para sortear las dificultades que afloran en el horizonte, la reunión con los cacaos en Cartagena habrá sido el primer paso en la senda de la reconciliación y el inicio de una nueva etapa en la vida política del país. De lo contrario, si persisten las rencillas internas y las palabras se las lleva el viento, el futuro será gris.
Rubén Sánchez David
Foto tomada de: El País
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