Liz Foley, mechas rosadas, amplia sonrisa y un pequeño piercing en la nariz, entrega a su amiga Maurine una camiseta con la imagen estampada de Jeremy Corbyn. “Yo creo que es de algodón orgánico”, le dice. Su amiga le entrega a cambio una copia de Nuestra revolución, el libro que el estadounidense Bernie Sanders —candidato en las primarias demócratas en las que perdió frente a Hillary Clinton— acaba de presentar en Bristol, en una de la serie de conferencias que está ofreciendo en Reino Unido, y en la que este sábado fue jaleado por decenas de personas; muchas de ellas fieles de Corbyn.
“En las anteriores elecciones no voté y mira ahora”, comenta Foley. Apostará por el veterano laborista de rostro afilado, el hombre que primero fue desdeñado e ignorado, después ridiculizado y contestado por su propio partido, y que está experimentando un resurgir en parte gracias a la conexión con gente como Foley. Personas seducidas por su mensaje contra la desigualdad y por la justicia social que ha calado en miles de ciudadanos que no se sienten representados por las élites y que desprecian la vieja política.
Una narrativa y un camino cada vez más similar al de Sanders, demócrata y socialista de 75 años, que logró sacudir el orden político de Estados Unidos (EE UU) con un discurso que cuestionaba el sistema en el que se ancla su partido. Ambos se alimentan de la energía y la rabia de unos votantes insatisfechos, indignados y cansados tras años de recortes y de escuchar los mismos mensajes de unos políticos que les resultan demasiado similares; sean del partido que sean. Ambos han conectado, además, con los votantes jóvenes, una generación tradicionalmente alejada de las urnas, que está acercándose a la arena política.
“El tiempo que vivimos está clamando por un Jeremy Corbyn”, dijo Bernie Sanders el viernes ante una embelesada audiencia en un festival en Brighton, ante la que mostró su apoyo al candidato laborista. “Creo que lo que Corbyn está haciendo es tratar de revitalizar la democracia, introducir mucha gente nueva en el proceso político”, apuntó el demócrata. Y esa revolución política es lo que necesitan todos los países del mundo, volvió a reiterar el sábado en Bristol, donde animó a los jóvenes —mayoría en el auditorio— a votar, a participar, a involucrarse y a hacer escuchar su voz.
Desde que el político, al que muchos veían como una figura tan gris como su cabello, asumió el liderazgo de los laboristas hace dos años, su partido ha sumado 190.000 militantes. Y cada vez más activistas se están involucrando, sin formar parte del partido, en una campaña mucho más moderna. De esa revitalización que se nota en las encuestas en los últimos días —los laboristas están a cinco puntos de los conservadores de Theresa May— tiene buena parte de culpa la energía que acumula Momentum, un grupo de presión de izquierdas con más de 24.000 miembros y 200.000 simpatizantes que ve en Corbyn la figura que puede cambiar de una vez por todas la política británica.
“Corbyn, como Sanders, representa la honestidad, la ética. Ha sabido canalizar la insatisfacción de la gente, que se han identificado con su discurso contra la desigualdad, la austeridad y el neoliberalismo. Ambos representan la esperanza de que se pueden cambiar las cosas”, apunta Phil Bates, ingeniero informático de 50 años y uno de los coordinadores de Momentum en Bristol, una de las ciudades en las que la organización acumula más miembros. El grupo también tiene una mesa para ofrecer información a la salida de la conferencia de Sanders. Bates y su compañera Annie Thomas, profesora jubilada de 68 años, comentan que la maquinaria de este movimiento social es cada vez mayor. Y más involucrada en la campaña por las elecciones del 8 de junio.
Momentum, muy activo en las redes sociales, ha recibido el apoyo del equipo de la campaña de Bernie Sanders. En las últimas semanas, parte de los grupos que ayudaron al senador por Vermont en su carrera a la nominación contra Hillary Clinton y que acuñaron lemas tan tuiteados y pegadizos como #FeelTheBern (Sentir a Bernie), han ofrecido varios seminarios a los activistas británicos. En ese “entrenamiento”, apuntan Bates y Thomas, practicaron cómo abordar temas incómodos con personas de ideologías muy alejadas o “inicialmente reticentes”. “Se trata de involucrar a la gente, de buscar una conexión de comunicar”, dice Thomas, que cuenta que una de las recetas para lograrlo es compartir sus historias personales. La suya es una lista de razones por las que volvió a militar en el laborismo después de años alejada del partido que la había inspirado en su juventud. Y que ahora vuelve a hacerlo.
“Lo que Corbyn ha tratado de hacer en el Partido Laborista es similar a lo que nosotros tratamos de hacer en el Partido Demócrata. Y esto es hacer un partido mucho más abierto y acercarnos a la clase trabajadora y a los jóvenes en vez de dejar que las élites liberales tomen las decisiones desde arriba”, apuntó Sanders. La misma estrategia que cultivan sus bases.
Sanders perdió en la carrera hacia la nominación, pero logró entusiasmar a millones de estadounidenses por el cambio social radical que proponía. Metas, ideas, que a algunos les parecieron absurdas para los viejos estándares de la política que se hace en Washington, pero que encendieron el país. Y que aún siguen haciéndolo cada vez que el presidente Donald Trump abre la boca, rompe un pacto o publica un tuit. “Sanders logró encender el debate”, afirma tajante Bates: “Y aquí, pase lo que pase el jueves en las elecciones, esto es sólo el principio”.
María R. Sahuquillo:
Fuente: http://internacional.elpais.com/internacional/2017/06/03/actualidad/1496515113_007221.html