El discurso de Macías, matizado luego por Duque (como si fuese una puesta en escena) obviamente dejo al sector agropecuario y en general a la ruralidad como si estuviesen en un olvido total. A continuación, mostraremos que esto no es así, pero si se requiere de un nuevo impulso, una nueva visión frente a la ruralidad, expresada incluso en la Misión Rural y en el punto uno de los Acuerdos de La Habana.
Tomando cifras oficiales del DANE, el comportamiento del crecimiento porcentual del Producto Interno Bruto a partir del primer período de Santos ha sido moderado, ha registrado variaciones positivas e incluso alcanzo un tope de 8% en el año 2013. Es de rescatar que a partir del año 2010 el crecimiento del PIB no ha tenido valores negativos aunque si se ha evidenciado volatilidad, propia de un sector, que al igual que el manufacturero, dejó de ser objeto de políticas sólidas de incremento de la productividad, sin embargo esto ya data de tres décadas atrás. Cuando Santos recibió la Presidencia, el sector se encontraba en recuperación, venía de tres años seguidos con situaciones negativas.
El sector agropecuario ha registrado un crecimiento constante del valor agregado durante los últimos 18 años, con tan solo un momento de estancamiento en el 2007. Ahora bien, se debe recalcar que dicho desempeño es gracias al rubro de cultivo de otros productos agrícolas y a la producción pecuaria, los cuales superan en gran magnitud a la producción cafetera. Esto último generado especialmente por el abandono que ha tenido el sector cafetero durante los últimos 20 años.
No obstante, a pesar del pobre comportamiento del café, se han empezado a evidenciar mejoras en diferentes productos agrícolas. Por ejemplo según datos de la SAC, a partir del año 2000 la producción de cultivos frutales se ha incrementado notoriamente pasando de 2.260.534 en el 2000 a 4.307.024 toneladas en el 2017, esto le ha permitido posicionarse como el principal producto dentro del rubro de los (otros cultivos de ciclo largo). Asimismo, los cultivos del banano y plátano han tenido una actuación destacable, debido a que ha superado las 6.000.000 de toneladas en el año 2017.
Al observar el comportamiento de las exportaciones totales en los últimos cuatro períodos presidenciales, es preciso afirmar que estas han tenido una desaceleración principalmente en el Sector agropecuario, ganadería, caza y silvicultura. Desde 2002 hasta el presente año las exportaciones en el sector han disminuido en alrededor de un 8%. Este escenario demuestra que el modelo económico utilizado en los últimos cuatro períodos presidenciales, ha tenido su base en el extractivismo, puesto que mientras las exportaciones agropecuarias disminuyeron, las referentes a la minería aumentaron en casi un 30%, tan solo con una caída por el bajo precio del petróleo en los años 2015 y 2016.
Las exportaciones, así como la producción dan cuenta entonces de un modelo fallido que ha hecho prevaler los tratados de libre comercio sobre las políticas de producción. Tanto la industria como el sector agropecuario han reducido no solo su participación porcentual en el PIB, perdiendo relevancia en la estructura económica del país, sino que aunque han crecido en estos años, algunos subsectores se han reducido por la pérdida de valor agregado. Esto no es otra cosa que el efecto de una pésima gestión del tema de las importaciones, dejando al libre albedrío a la producción nacional, bajo la competencia de productos extranjeros y muestra también los errores en las formas de los TLC y las política de competitividad, que es la misma desde el gobierno de Andrés Pastrana y bajo la batuta de la actual vicepresidenta Marta Lucia Ramírez.
A todo esto se suma el tema de la pobreza y la desigualdad. Un logro destacable durante todo el siglo XXI ha sido la gran disminución de la incidencia de la Pobreza Monetaria, debido a que se ha logrado reducir en 25.7 puntos porcentuales, con una disminución de mayor significado en el período de Santos, sin que por ello se reconozca que es lo suficientemente alta como para tener que seguir implementando políticas que conduzcan a un mejoramiento de los ingresos de las familias campesinas. En cuanto a la pobreza multidimensional, que para el sector rural fue del 36.6%, la reducción en el gobierno de santos, donde hay información disponible, también fue significativa, ya que en el 2010 era del 53.1%
Frente a la desigualdad, medida a través del Índice de Gini, debe decirse que los resultados fueron menos significativos. A los enormes problemas de concentración de la tierra, la cual tiene un Gini de 0.86 y que ha sido el resultado de un proceso violento de expropiación y concentración; se suma que la inequidad frente al ingreso en el mundo rural alcanzó en el año 2017 el 0.46, contra un 0.52 en el año 2002. La volatilidad en los primeros años de este período (Uribe) se estabilizó en el período Santos, pero ha dejado de disminuir para mantenerse en los últimos ocho años, bordeando el 0.46.
Dice el refrán popular que primero cae un mentiroso que un cojo, y esto es lo que le ha pasado al Centro Democrático y al alfil de Macías, que hizo la tarea encomendada y celebrada por su jefe, su mecenas y toda la bancada. Pero en realidad no es claro que celebraban, mientras se deleitan con culpas hacia Santos, las cifras demuestran que el período de Santos fue incluso más importante para el sector que lo hecho en el período de Uribe, que además estuvo mediado por el escándalo de Agro Ingreso Seguro, programa bandera del Gobierno y culmen de la corrupción, donde la prevalencia absoluta fue el gran capital y por el cual el entonces ministro de Agricultura Andrés Felipe Arias hoy se encuentra condenado a 17 años de prisión e intenta parar su extradición desde los Estados Unidos para cumplir la condena en Colombia.
Esto no los exime a ninguno, en los últimos 20 años, de lo sucedido en el sector agropecuario y del mundo rural en Colombia. Hoy el sector pierde ante la competencia mediante los TLC, no cuenta con una diplomacia integral (productiva, comercialización, sanitaria) que lo promueva y tampoco se vislumbran alternativas válidas y fiables para garantizar, al menos la implementación como es debido de los acuerdos de La Habana. Un sector que sueña con que los post acuerdos le den un nuevo aire, donde este pueda ser alternativa de vida y de sustento económico no solo para quienes lo habitan, sino para el país que reclama de él la anhelada seguridad y soberanía alimentaria, además de los productos que puedan sustituir al minero energético como garante de la acumulación de capital.
Jaime Alberto Rendón Acevedo y Sebastián Gutiérrez Villamil
Observatorio Rural Universidad de la Salle
Universidad de La Salle
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