“Tenemos una sociedad que concibe la riqueza solo a partir del valor de cambio, que solo gana a través del valor de cambio, que solo ve al humano como un ser para el valor de cambio”. Esta frase recuerda el comienzo de El Capital donde Marx señala que “la riqueza en las sociedades donde impera el modo de producción capitalista se nos presenta como un inmenso arsenal de mercancías…”. Pero hay diferencias significativas con los planteamientos de Petro. Primero, Marx plantea que la riqueza en la sociedad capitalista se presenta bajo la forma de mercancía, no es que la sociedad “conciba” la riqueza solo a partir del valor de cambio de la mercancía, sino que la riqueza se presenta, existe, bajo la forma de mercancía. La mercancía tiene una doble característica, tiene valor de uso y valor, es decir es un objeto útil que satisface alguna necesidad pero al mismo tiempo tiene un valor, que se expresa como valor de cambio. Por tanto, la riqueza se presenta no solo como valor de cambio sino también como valor de uso; la afirmación de Petro no es precisa.
Para Marx la mercancía tiene valor de uso, una propiedad natural, y valor, una propiedad social; este valor se expresa en precios, que son la expresión del valor mediante el dinero. A diferencia de otras sociedades donde hay valores de uso simplemente, en el capitalismo los productos el trabajo son objeto del intercambio entre los productores y por tanto su trabajo se expresa bajo la forma de valor. Dice luego Petro que esta sociedad solo gana a través del valor de cambio, es decir, si entendemos bien, la ganancia se realiza mediante el intercambio de mercancías, lo cual es cierto parcialmente, y nos lleva al tema que examinaremos luego sobre la naturaleza de la ganancia. Finalmente, en esta breve línea inicial dice que esta sociedad “solo ve al ser humano como un ser para el valor de cambio”; esta es una manera poco clara de decir que es una sociedad donde los capitalistas contratan a los trabajadores asalariados por el valor de su fuerza de trabajo (salario) para obtener una valor superior un plusvalor. Los capitalistas no venden su fuerza de trabajo, luego esta parte de los humanos no es “vista” como un valor de cambio. Aunque escrito de una manera poco cuidadosa y precisa, vemos que Petro se fundamenta aquí en El Capital de Marx y dice, no explícitamente, que la mayoría de la población (su capacidad de trabajo) se ha convertido también en una mercancía que se vende y se compra en el mercado.
Sobre la ganancia: Afirma a continuación que “tenemos también hoy, unas relaciones entre seres humanos construidas para que unos ganen”. Aquí Petro destaca el concepto de Marx y de Engels de las relaciones (le faltó solo decir sociales de producción, pero seguramente lo estaba pensando) como fundamento distintivo de nuestra sociedad: el capitalismo es básicamente una relación social de producción entre capitalistas y trabajadores asalariados donde el fundamento es la obtención de plusvalor (la ganancia en sus diferentes formas) por parte de “unos”, los capitalistas. Quizá Petro para abreviar no lo dice todo el tiempo pero se trata de los capitalistas. El motor de este sistema es la obtención de plusvalor, es su razón de ser, su finalidad última, que se expresa subjetivamente en el afán de obtener ganancias, de enriquecerse.
En este afán la producción se organiza como un proceso de producción de plusvalor, que se ve impulsado y complementado por la apropiación de la tierra en manos privadas, para la producción agrícola, pecuaria, minera, etc. Y destaca Petro una característica de la producción capitalista, la tendencia agotar la naturaleza, a exprimirla; Marx en El Capital se enfocó principalmente en la tendencia a exprimir a los trabajadores al máximo, a agotarlos hasta donde sea posible, pero marginalmente mencionó también la tendencia a la destrucción de la naturaleza. Petro identifica muy bien algunos rasgos destructivos del capitalismo, aunque aquí le da énfasis solo a una de las dimensiones.
En esta línea de análisis afirma una hipótesis: que la promesa de un “mundo de abundancia”… “no llegará”. Es curioso decir esto cuando lo que muestra el capitalismo actual es que tiene una capacidad productiva tal que puede producir en exceso para satisfacer todas las necesidades humanas, que incluso lo que se observa es que las industrias no operan a plena capacidad y que en muchos casos los productores botan o destruyen sus productos por no poder venderlos. En la sociedad capitalista se produce para obtener plusvalor, la abundancia se concentra en unas pocas manos y se somete a la mayoría de las clases trabajadoras a la pobreza material. Petro es consciente de que “bajo nuestra actual economía” no se puede lograr la satisfacción de las necesidades de todos y además reitera, acertadamente, que el móvil de la ganancia no lleva a ningún paraíso, sino a un infierno; quizá solo cabría precisar que en términos estrictamente materiales lleva a un paraíso a los capitalistas y al infierno a la mayoría de los trabajadores asalariados.
Afirma luego que la “vértebra central (sic) de la teoría económica del establecimiento, que devino en neoliberalismo, ha fracasado estruendosamente”. Seguramente se refiere aquí principalmente a la teoría económica neoclásica o marginalista, la cual, ha fracasado en la explicación de nuestra sociedad, punto en el cual coincidimos, pero hay que reconocer que ha triunfado en las facultades de economía y en las mentes de los gobernantes y funcionarios públicos. Puede ser una pésima teoría pero domina la interpretación del mundo con respecto a la economía. Continúa, con respeto a la teoría económica del establecimiento, diciendo que “el mercado libre no maximiza el bienestar de los individuos ni asigna eficientemente los recursos productivos”, con lo cual ratifica el fracaso de dicha teoría.
Pero en la práctica, en el funcionamiento del capitalismo el asunto de fondo no es el mercado libre, es la libertad para que los capitalistas se aprovechen del trabajo de los asalariados, y en esto el capitalismo y bajo su modalidad neoliberal, ha sido profundamente exitoso: ha logrado concentrar la riqueza y los ingresos en pocas manos en detrimento de la mayoría. A los capitalistas prácticos los tienen sin cuidado las demostraciones matemáticas de los economistas a su servicio, pero les son muy útiles porque cumplen un extraordinario papel por su papel apologético del capitalismo. Ellos saben que el propósito de una sociedad de mercado no es maximizar el bienestar de los individuos ni asignar eficientemente los recursos productivos, la meta en esta sociedad es producir las mayores ganancias posibles.
No es posible estar de acuerdo con la afirmación de Petro de que estamos ante el “fracaso de este paradigma ideológico”. Sería un fracaso muy peculiar dado que dominan el mundo de las ideas económicas y sirven de soporte al modo de producción dominante.
Hasta aquí, aunque con varias imprecisiones, el discurso de Petro es interesante, nos está mostrando aspectos del capitalismo y su carácter depredador y explotador. Pero de repente, da un giro. Cuando parecería que va a hablar del conflicto entre las dos grandes clases de la sociedad capitalista, los capitalistas -junto con los terratenientes-y los trabajadores asalariados, plantea que la sociedad mundial (suponemos que es la sociedad mundial capitalista), se divide en dos grandes secciones: “de un lado, quienes buscan como sobrevivir a los estragos que ocasiona en su territorio la crisis, quienes se mueven por detener un mercado expansivo sustentado en una producción y consumo de combustibles fósiles que originan gases efecto invernadero, quienes caminan y actúan por defender la vida; y por otra parte, quienes quieren mantener el actual sistema de derroche autodestructivo del trabajo y las ganancias en contra de la vida de la gente y del planeta, los defensores de la economía fósil”.
Aquí Petro mezcla el conflicto con relación a los combustibles fósiles (que no es la única fuente de deterioro ambiental) con el conflicto de clases con respecto a la explotación de los asalariados. El capitalismo podría hacer algunas transformaciones hacia otras formas de energía menos contaminantes, pero no dejará de ser capitalismo en su esencia, es decir una sociedad de explotación de los trabajadores asalariados, las ganancias en contra de la vida.
Y a partir de esta dicotomía que mezcla asuntos de diferentes naturaleza la exposición se hace aún más confusa; nos dice que el conflicto vital se expresa en muy distintos fenómenos: los éxodos masivos, la inmigración desbordante, en las guerras por el petróleo, el empobrecimiento de millones de agricultores, hambre creciente, desempleo creciente, aumente del derroche el trabajo humano, y en la destrucción democrática. Petro se salta la explicación de los mecanismos del capitalismo que conducen al desempleo, al hambre, al empobrecimiento de los agricultores, en la migración, etc. Simplemente lo afirma pero no expone en detalle el funcionamiento del capitalismo y sus consecuencias.
La naturaleza del capitalismo se ha puesto aún más en evidencia en la pandemia. Se ha privilegiado la ganancia, la producción a costa del riesgo de la muerte de los trabajadores, se ha dado prioridad a salvar a los dueños del dinero y no a la gente. Aquí vuelve Petro a insistir en la crítica teórica. Nos dice que la riqueza no nace del dinero sino del trabajo, que esta es una gran lección económica, la pandemia “destruyendo todos los manuales de la teoría económica del establecimiento y sus premios nobeles de las últimas décadas, comprobó que la riqueza solo nace del trabajo”. Bueno, aquí habría que precisar que la riqueza material, los valores de uso nacen del trabajo y también de la naturaleza, esta que tanto quiere defender Petro. Y entonces descubre Petro el agua tibia: “Solo es con la gente, la gran fuerza laboral del mundo, que se puede garantizar que una capa ínfima de la población pueda llamarse (¿solo llamarse?) rica, consumir y despedazar el planeta a su antojo, exponer a toda la humanidad a la muerte. Solo es con la gente sencilla en el trabajo que se construye la ganancia y el poder. Sin ella en el trabajo, todo el mundo fáustico se desvanece”. Este mundo solo se desvanece en la mente de Petro. Pero además la afirmación no es suficientemente precisa. La riqueza nace del trabajo, de la naturaleza en términos generales, pero en la sociedad capitalista nace de la organización capitalista de la producción; el trabajador no es dueño de los medios de producción y por tanto no puede crear riqueza por sí mismo, solo puede hacerlo en la medida en que es contratado y vinculado a un proceso de producción dirigido por el capitalista y sus funcionarios. Los capitalistas saben, obviamente, que necesitan a los trabajadores porque son la fuente de sus ganancias y además en esta sociedad son los responsables de organizar la creación de la riqueza.
Del diagnóstico al papel de profeta
En la parte final del artículo aparece el Petro profeta que anuncia el cambio, sustentado más en el deseo que en la realidad. Simplemente afirma que aparecerá una “sociedad renovada deseosa de transformar las cosas que solo llevan a la muerte y al derroche destructivo del trabajo”. En esta sociedad se plantearán varias cosas: tener un sistema de salud global y público, como un bien común global, como el agua y la naturaleza, como el oxígeno; se detendrá al mercado en su aspecto más nocivo, la propagación de los combustibles fósiles; se cambiará la relación con la naturaleza; se planteará la insurgencia de un nueva cultura espiritual y productiva. Habrá llegado una nueva era. Y aquí aparecen los progresistas, como los líderes políticos que van a llevar el mundo hacia esas metas, que van a coordinar los esfuerzos de…la humanidad. Petro no aspira a cosas pequeñas. Esta humanidad “espera liderazgos, banderas, nuevos símbolos. Gente que abandone la política correcta acartonada y proponga la audacia que se necesita para reconstituir la vida.” Es decir, la humanidad que espera que Petro la lidere. ¿Megalomanía?
Esa nueva sociedad “clama por nuevas relaciones sociales de producción (por fin dijo el término completo) y de consumo”, pero no consiste en “un viejo socialismo sin libertad y sin individuo”. Entonces ¿será un nuevo socialismo con libertad e individuos? Y si no es socialismo, ¿qué es entonces? No es claro el planteamiento; nos dice que además de un “cambio en las relaciones entre las personas” (después de haber llegado al rico y preciso concepto de relación social de producción retrocede a relaciones entre las personas) y se refiere ahora al poder, no solo el poder visible del Estado sino al invisible “que penetra cada centímetro de la existencia humana, el verdadero poder”. Y nos anuncia que en esa nueva sociedad, el poder será más femenino, más infantil, más negro e indígena, más de los parias de la tierra, más de los excluidos (Nótese que para Petro no existen los trabajadores asalariados, no le aflora el concepto). Termina diciendo que “la manera de producir y consumir que tenemos en el mundo ya no garantiza el desarrollo de la humanidad”. Pero no hizo un planteamiento claro del nuevo modo de producir y consumir.
La lectura de este texto muestra un Petro que parecería por momentos tener una interpretación clara y precisa de la sociedad capitalista, de sus relaciones sociales fundamentales, del plusvalor como finalidad del sistema, de las consecuencias nefastas para los trabajadores. Pero son apenas destellos, atisbos que se pierden luego en una maraña de planteamientos confusos, ilusos y utópicos que no proponen la superación de las relaciones sociales capitalistas.
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[1] https://www.sur.org.co/comentarios-sobre-la-propuesta-de-pacto-historico-de-gustavo-petro/
[2] https://cuartodehora.com/2020/08/02/el-progresismo-de-hoy/
Alberto Maldonado
Foto tomada de: Las2orillas
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