La crisis ontológica-civilizatoria que es revelada y profundizada por la pandemia[2], pone acento en la pregunta central de la teoría crítica: ¿existe un interés epistémico emancipador?[3].
Este ideal se ha distorsionado dentro de la sociedad capitalista. Por un lado, puede rastrearse la configuración del conocimiento como mercancía ficticia en las denominadas economías del conocimiento. Siguiendo el marco interpretativo de Polanyi[4], el conocimiento, como los seres humanos, la tierra y el dinero, sin ser “producidos” en el mercado, se convierten en mercancías, esto es, quedan supeditados a la lógica del beneficio y la acumulación, a la competitividad y la productividad. En la medida en que el mercado capitalista se constituye en el único espacio para la supervivencia de las mayorías, crea como dispositivo mercantil también al conocimiento. Este fenómeno explica en parte la limitación del conocimiento científico en general para dar soluciones a la pandemia. En estos circuitos de rentabilidad se ha perdido la pertinencia social de muchas investigaciones, por ejemplo, aquellas orientadas a estudiar “la primera enfermedad desconocida del siglo XXI”, la epidemia SARS (Severe Acute Respiratory Syndrom) en 2003, las cuales no contaron con presupuesto ni con voluntad política para su realización.
Así mismo, el conocimiento se convierte en uno de los instrumentos a través de los cuales el Estado ejerce poder[5]. Esto se expresa en el Supervisionsstaat, modalidad del Estado contemporáneo que supervisa y que ejerce el control mediante sus capacidades supervisoras y disciplinarias, apoyado en su monopolio relativo sobre los imaginarios colectivos[6]. Desde esta perspectiva, el conocimiento se reduce a recopilación de información, cálculo político y vigilancia, lo que implica también una degradación de la democracia en el escenario de la política del espectáculo, la construcción mediática de la realidad y un marcado colonialismo. Claramente esta dimensión se exacerba con las medidas de emergencia que ante la pandemia adoptan los Estados, las cuales ponen en suspenso los derechos en virtud del estado de excepción y, en general, replican la lógica de la contrainsurgencia que ya se ha naturalizado en la sociedad y que construye al virus como el nuevo enemigo interno por el que se libra una remozada guerra en nombre de la vida[7].
Adicionalmente, la manifestación más crítica del conocimiento como mecanismo de dominación se da en el poder de la tecnocracia que crea regímenes de verdad, discursos de justificación y de legitimación del statu quo. Además, la pretendida autoridad del “saber experto” despolitiza la sociedad y limita el pensamiento crítico. En las actuales circunstancias de incertidumbre, vulnerabilidad y fragmentación social ésta amenaza a las democracias es patente.
A pesar de lo anterior, la esperanza de la teoría crítica pervive. Las nuevas luchas que se despliegan, así como las que precedieron la pandemia, dan cuenta de que hay en la naturaleza humana un interés por superar la alienación, las dependencias y la heteronomía y de allí emerge el conocimiento emancipación.
Por ello, la apuesta de la Universidad como espacio de universalidad y pluralidad de saberes, como campo fértil de pensamiento disruptivo y concepción de utopías, como espacio de cultivo de la Conducta crítica que permita una intersubjetividad libre de coerción y dominación, es hoy más urgente que nunca. En un escenario en el que se amplifica el doble movimiento del que habla Polanyi y entra en disputa un nuevo orden mundial, la semilla del conocimiento emancipación es indispensable para que se propicie el poder constituyente de la multitud, esto es, para que la crisis se convierta en oportunidad de cambiar la correlación de fuerzas por caminos no violentos y de gestar transiciones hacia a una bio-civilización donde haya lugar para pluriversos, post-desarrollos y “buenos convivires”.
Es de resaltar entonces el poder político de un viraje epistémico toda vez que, como lo explica Boaventura de Sousa Santos[8], las injusticias sociales y ecológicas que padece el mundo contemporáneo y que se recrudecen por la pandemia, han emergido de injusticias cognitivas que posicionaron la mirada patriarcal, universalista y colonial del saber.
Berry a finales del siglo pasado describió la “gran tarea” de propender por la convergencia de una cuádruple sabiduría: la sabiduría indígena, la sabiduría de las mujeres, la sabiduría de las tradiciones clásicas y la sabiduría de la ciencia[9]. Es momento de re-crear espacios académicos para escuchar las voces silenciadas, subalternas y periféricas, para apreciar las prácticas ancestrales y experiencias milenarias de pervivencia, resistencia y re-existencia como fuente de inspiración para pensar y creer en pluriversos alternativos.
Así, con la democracia de saberes y la diversidad epistémica en los ámbitos de la educación y la investigación puede nutrirse la creatividad para pensar salidas a la crisis civilizatoria, para concebir otros mundos posibles. La confianza anida en el interés epistémico emancipador, en el compartir intergeneracional e intercultural, en una ecología de saberes.
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[1] Véase Emisión Noticias Uno/ 22 de marzo de 2020 https://www.youtube.com/watch?v=n4rHZK-za5Y
[2] https://www.sur.org.co/pandemia-paradojas-y-transvaloracion-de-los-valores/
[3] Véase Honneth, Axel (2017) Is there an emancipatory interest? An attempt to answer critical theory’s most fundamental question. European Journal of Philosophy 25: 908–20
[4] Polanyi, K. (1992); La gran transformación, México, FCE.
[5] El sociólogo alemán Helmut Willke postula cuatro instrumentos del Estado para ejercer el poder: la fuerza, la ley, el dinero y el conocimiento.
[6] Véase Jessop, Bob (2017), “El Estado. Presente, pasado y futuro”, Catarata, Madrid y Monedero, Juan Carlos (2018), Nuevos disfraces del leviatán. el papel del estado en la globalización neoliberal, Madrid: Akal
[7] Véase, por ejemplo, la alocución del Señor Presidente de la República de Colombia Iván Duque Márquez – 20 de marzo de 2020: https://www.youtube.com/watch?v=18RWEvBSbHI
Emmanuel Macron planteó: “estamos en guerra”. Igual la presidenta interina de Bolivia. Un análisis pertinente: El coronavirus como declaración de guerra de Santiago López Petit disponible en https://lapeste.org/2020/04/sopa-de-wuhan-pensamiento-contemporaneo-en-tiempos-de-pandemias/
[8] Santos, B. (2010). Descolonizar el saber reinventar el poder. Ediciones Trilce-Extensión universitaria, Universidad de la República: Uruguay
[9] Berry, T. (1999) The Great Work: Our Way into the Future (La Gran Tarea: Nuestro Camino al Futuro). Nueva York, NY: Bell Tower.
Mariluz Nova-Laverde, Universidad de La Salle
Foto tomada de : laciudadrevista.com
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