Colombia, no ha sido ajena a esta herencia y desde la invasión Ibera, hasta hoy, la violencia visible ha estado presente, con variada intensidad.
A partir de la revolución industrial, emerge un nuevo tipo de violencia que hoy se asocia con el cambio climático y la degradación de las fuentes de vida en el planeta: La contaminación del aire, las aguas, los suelos, los alimentos. Una violencia invisible y “silenciosa”, que hoy, como en el caso de Bogotá, causa miles de muertes al año, no es solo Bogotá, también en Barranquilla, Medellín, Cali y otras ciudades inmetemedias, pero también causa muchas muertes y sufrimiento en zonas apartadas como el Chocó Biogeográfico, la Amazonía, diferentes lugares de las cuencas de los grandes ríos, como el Magdalena, Cauca, San Jorge, Sinú, Meta, Inírida, Guainía, Timbiqui, Dagua, San Juan, entre otros.
El vertimiento de sustancias toxicas, venenosas, sin información alguna de su peligro a quienes pueden resultar afectados, es una evidencia de esta violencia invisible, ejercida por gentes escolarizadas, al frente de empresas comerciales, industriales, agroindustriales, mineras.
Tampoco las autoridades públicas, intervienen adecuada y oportunamente para prevenir y evitar estas funestas prácticas, que ponen en peligro la salud y la vida, no sólo de humanos, si no de la fauna que comparte con estos los diversos territorios y ecosistemas naturales.
El “Desarrollo Sostenible”, debe tener como propósito el poner término a estos sistemas productivos, desde los cuales se ejerce esta violencia invisible y funesta.
Está bien, por ejemplo, que Colombia haya puesto fin al uso del mercurio – que puede mantenerse mediante un mercado negro del metal, amparado en las diversas manifestaciones de corrupción, conocidas- no obstante, surgen las siguientes preguntas: ¿Qué manejo se hará del mercurio depositado en nuestro medio natural a lo largo de trescientos años de uso imprevisivo de este metal en diversas regiones del país?.. ¿Qué medidas se han dispuesto para atender idónea y oportunamente a las víctimas de la enfermedad de Minamata que hoy padecen este mal en muchos humildes hogares en nuestro País?.
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Jorge Eliécer Rivera
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