No es trivial que Trump controlará los tres poderes del Estado –el Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial, en última instancia– si logra imponer su propuesta para la Suprema Corte.
La principal amenaza a la vida en el mundo es la negación del cambio climático de Trump y su decisión de poner a Scott Pruitt a la cabeza de la Agencia de Protección Ambiental (APA) para que desmonte las regulaciones ambientales. Pruitt tiene relaciones muy cercanas y probadas con el sector energético y ha promovido 14 demandas contra las regulaciones de la agencia que ahora va a dirigir. Completa así a Tillerson, ex gerente de la EXXON, empresa que ha negado el cambio climático a pesar de sus investigaciones que lo comprobaban hace casi 50 años.
El 24 de enero el gobierno de Trump prohibió además a la APA dar información científica sobre cuestiones ambientales y cerró su página de Internet. Ese mismo día Trump expidió una orden ejecutiva para reabrir la construcción de los oleoductos Keystone XL y Dakota Access, que contribuirán sustancialmente al cambio climático.
Como si fuera poco, la principal institución de salud pública y de investigación del Departamento (secretaría) de Salud, el CDC, canceló una conferencia internacional sobre el impacto del cambio climático en la salud humana, la cual fue rescatada por ONG y se celebrará en el Centro Carter sin ningún apoyo oficial, incluso parece que los expertos del CDC no podrán participar.
Otra colectividad, cuya vida está amenazada es la de las mujeres. Las órdenes ejecutivas de Trump demuestran su misoginia, rechazada en movilizaciones de millones de mujeres en Estados Unidos y en el mundo unos días después de su toma de posición. También dejan en claro su decisión de suprimir el aborto y los derechos sexuales y reproductivos. Aparte de su orden ejecutiva de suspender los fondos federales a ONG que trabajan en este campo, ha puesto al ultraconservador Thomas Price como secretario del Departamento de Salud e intenta nombrar a Neil Gorsuch, un juez fundamentalista, para la Suprema Corte. Con ellos es de esperar que el derecho de las mujeres de decidir sobre su cuerpo determinado por la Suprema Corte en 1973 (sentencia Roe vs Wade) se anule.
El embate contra el Obamacare en favor de las aseguradoras (ver mi artículo de diciembre) empezó con una orden ejecutiva el día de su toma de posición y se consolida con el nombramiento de Price. No deja de ser paradójico que las primeras víctimas de esta medida serían justamente la base dura de Trump, los hombres blancos de mediana edad con bajo nivel educativo. Son justamente ellos cuya esperanza de vida ha bajado en el periodo 1999-2013, principalmente por suicidio, adicción a drogas y alcohol y cirrosis hepática (www.pnas.org/content/112/49/15078.full).
Las órdenes ejecutivas sobre migración, tanto la referida a la frontera con México como la prohibición de entrada de nacionales de siete países árabes demuestran el supremacismo blanco de Trump. La información filtrada sobre sus planes de mandar tropas a México para proteger a Estados Unidos contra migrantes y traficantes prefigura la caza y deportación a gran escala. Es una amenaza grave a la vida de decenas de miles de refugiados económicos y políticos, particularmente a la de los centroamericanos que desde antes son los más expuestos a la desaparición forzada, cuyo número es desconocido y seguramente sobrepasa los 25 mil registrados.
Está comprobado de manera contundente que dificultar la migración con muros y persecuciones armadas, no la detiene, sólo la hace más peligrosa y provoca más muertes.
La amenaza definitiva a la vida en la Tierra es el guerrerismo trumpiano. No le interesa convencer, él impone. Tiene control total sobre el código nuclear de Estados Unidos y cuatro minutos después de que dé la orden estalla la guerra.
Asa Cristina Laurell – La Jornada de México
Fuente: http://www.other-news.info/noticias/2017/03/las-amenazas-de-trump-a-la-vida/