Lo que se denomina agricultura en el sentido amplio, explicada, según cifras de BUR3, 55,59% del total de las emisiones de GEI (CO2, CH4 y N2O) en Colombia, 155.290 millones de toneladas de CO2 equivalentes, sobre 279.199 del país.
Otra terminología que se utiliza es la de AFOLU, que en inglés significa agricultura, ganadería, forestación y otros usos del suelo.
En el cuadro 1 se presenta una discriminación de estas emisiones, divididas en agricultura y ganado, y silvicultura y otros usos de la tierra.
La agricultura y el ganado explicaban 20,0% de las emisiones nacionales, con la fermentación entérica 15,2%, fundamentalmente del ganado bovino y algo de cerdos.
Silvicultura y otros usos de la tierra 44,11%, que es casi en su totalidad deforestación, principalmente de pastizales y tierras forestales.
Se tiene entonces, que las emisiones de AFOLU son 64,11%, pero al disminuirlas por las absorciones, es decir, factores que retienen el CO2, quedan en 55,59%.
Ahora, los residuos y desechos explicaban en 2018, 20.474 miles de toneladas de emisiones de CO2 equivalentes, un 7,33% del total nacional, emisiones en cemento y otros procesos que no son resultado de quema de combustibles eran 3,78%, que, al sumarlas, da que 66,7% de las emisiones de GEI en Colombia no tienen nada que ver con el sector energético.
Este explicaba, entonces, en 2018 el 33,30% de las emisiones, en comparación con 90% para los países desarrollados y 73%-77% para el promedio mundial.
En el sector energético, las emisiones fugitivas de metano en oleoductos y gasoductos representaban el 3,28%, quedando propiamente la utilización de combustibles en 30,02%.
De este 30,02%, 13,55% corresponden a transporte por el uso de gasolinas, diésel y gasolina de aviación. El consumo de gas natural, carbón y combustibles líquidos en los sectores industrial, residencial y comercial estaba en 7,22%, la mayor parte de gas natural.
La industria energética, con 8,79%, incluye producción de electricidad y calor, refinación de petróleos y fabricación de combustibles sólidos y otras industrias energéticas. De este total, el sector eléctrico y calor con solamente 2,97% de las emisiones, un porcentaje bastante bajo, de ahí que este sector no es ningún problema. Sorprende como las discusiones sobre el cambio climático en Colombia se concentran totalmente en la generación de energía eléctrica, perdiendo de vista que los verdaderos problemas están en la agricultura, ganadería, silvicultura y pesca.
Finalmente, la utilización de combustibles, gasolinas y diésel, en el sector agrícola equivalía a apenas 0,46%, porcentaje que debe agregarse a las emisiones de los sectores agrícola, silvicultura y pesca, para un total de 56,05%.
Pero, si se incluye el procesamiento, transporte y empaque de alimentos se llega a un total de 62,0% que tiene que ver con la producción de alimentos, en comparación con 25% para el promedio mundial según Our Word in data.
Conclusiones
El problema del cambio climático en Colombia tiene su razón de ser en los sectores de agricultura, ganadería silvicultura y uso del suelo con un porcentaje de 55,59% en comparación con 33,30% para el sector energético, 7,33% para desechos y residuos y 3,78% para procesos industriales como cemento.
Al agregar los gastos en combustibles en la agricultura, el procesamiento, transporte y empaque se llega a casi 62% en la producción de alimentos.
O sea, en Colombia el problema del cambio climático está aquí, no en la generación de energía eléctrica, y en segundo lugar, en el sector transporte. Estas tienen que ser las prioridades.
Hay que trabajar, igualmente, en la adecuación al cambio climático por las emisiones mundiales de los países capitalistas desarrollados que nos están impactando gravemente.
Por supuesto hay que tratar el sector energético, pero el problema aquí está concentrado en el transporte, cuya descarbonización es un asunto de por lo menos 50 años.
El problema de Colombia no está en montar parques eólicos y solares como erróneamente se repite por unos ambientalistas. El no tener en cuenta esto hace tomar decisiones equivocadas.
Sin embargo, las energías solar y eólica sirven para regiones alejadas del sistema eléctrico y se puede pensar en lo que se llama la revolución de los tejados, es decir, colocar paneles solares en edificios, residencias, no por razones ambientales sino porque resulta más barata esta energía utilizada individualmente, aunque no puede satisfacer todas las demandas y requiere apoyo del sistema nacional del sector eléctrico para dar firmeza al servicio.
Diego Otero Prada, Presidente de la Asociación Colombiana de Economía Crítica-ACECRI y miembro de la junta directiva de la Asociación Colombiana de Economía-ACCE
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