Afortunadamente son ya numerosas las reacciones a favor del Papa y desautorizando a Viganò y a sus aliados.
Héctor Alfonso Torres Rojas
Licenciado en Teología y Sociología
Antes de continuar, es preciso recordar los nombres de los cardenales abiertamente contra el Papa: Carlo Cafarra, Joaquín Meisner, Walter Bradmüller, Raymond Burke, Gerardo Müller… Ya murieron tres. A su alrededor se teje una red de arzobispos, obispos, clérigos y católicos de a pie.
Pero son mayoría las y los católicos a favor de Francisco-Papa.
Es positivo también tener en cuenta una afirmación de Germán Gorraiz López, cuyo texto más amplio se encuentra en este artículo, en la pág: 8 “… el establishment vaticano sería “el grupo élite formado por la unión del lobby europeo centrista, el lobby curial, el lobby masón y el lobby gay”, grupos de presión que serían los verdaderos detentores del poder en la sombra y del que serían rehenes los últimos Pontífices…”
Carlo María Viganó ha sido la cabeza de lanza….
Detrás hay un sector de personas, dentro y fuera de la Iglesia y de la eclesiástica, que la conciben como su propiedad privada y su crónica aliada para sus “negocios” sucios y sin ética, a diferentes niveles, y por la vía del silencio: no escribir, no publicar, no denunciar, tapar… Ese sector ha recibido con bombos y platillos el texto de Viganò.
De Viganò se dice, que desde la Nunciatura, estuvo siempre en los altos círculos de las derechas políticas y económicas de Estados Unidos, complotando contra las reformas de Francisco. Así como de sus relaciones estrechas con las directivas del banco de El Vaticano, mal llamado Banco del Espíritu Santo, en los años en que ese banco lavó, desvió y malgastó dineros.
Además, a Viganó le dio “calentura” porque el Papa no le extendió por más años el cargo diplomático y no lo seleccionó como cardenal. Lo mismo que sucedió con el ex presidente de la Inquisición, el alemán Gerardo Müller. Como no se le dio un segundo periodo, se fue contra el Papa. Y hasta le exigió renuncia al Pontificado.
Existe una “mafia” vaticana, teológica, y política, que comenzó a organizarse durante el Pontificado de Juan XXIII, e hizo todo lo posible por frenar el Concilio Vaticano II, y las reformas que fue introduciendo El Papa Bueno. Alguien de la “mafia” vaticana de aquel entonces planteó también la renuncia de Juan XXIII, porque suponían no estaba bien sicológicamente hablando, al convocar un Concilio ecuménico. Según ellos, no había nada que cambiar en la Iglesia. Pero la Iglesia se estaba hundiendo. ¡Y no se daban cuenta!
El periódico oficial de El Vaticano, El Observatorio Romano”, publicó la noticia de la convocatoria al Concilio, en una muy breve nota, sin ninguna importancia.
Durante el pontificado de Pablo VI, esa “mafia” no le aceptó que aprobase algunas formas de control natal, por fuera de las llamadas “naturales”. La encíclica “De la Vida Humana” (1967) fue el primer gran desencuentro de creyentes y no creyentes, con la Iglesia del post Concilio y con Pablo VI.
Juan Pablo I, elegido el 26 de agosto 1978, anunció que seguiría en el camino de Juan XXIII, y pronto se encontró con la muerte, a un mes de su elección. No convencen las informaciones según las cuales murió de muerte natural. Pesa mucho la interpretación de un asesinato por inteligencias y manos “santas”, dentro de las murallas vaticanas. Se le encontró muerto, en su cama, al amanecer, el 28 de septiembre de 1978. ¿Un envenenamiento? Las autoridades vaticanas no han permitido una autopsia.
“El enigma de la muerte del papa Juan Pablo I, 40 años después”
El 26 de agosto de 1978, Albino Luciani es elegido Papa y toma el nombre de Juan Pablo I. El 28 de septiembre se le encontró muerto. Foto El Tiempo
Nelson Fredy Padilla, a propósito de la publicación de “tres libros contradictorios”, comenta este tema-cuestión, en su artículo del 25 de agosto, en El Tiempo: “El 26 de agosto de 1978 Albino Luciani fue elegido sumo pontífice de la Iglesia Católica, en reemplazo de Pablo VI, pero el 28 de septiembre siguiente amaneció muerto y aún persiste la duda de si fue asesinado”.
Con Juan Pablo II (1978-Octubre), el polaco, la Curia vaticana, no tuvo la menor dificultad. Sabían muy bien a quién habían elegido. Lo mandaron a viajar por el mundo, mientras los dueños de El Vaticano hacían de las suyas. Ahí comenzaron los frenos para el cumplimiento del Concilio Vaticano II y el desorden que heredó Benedicto XVI, y que ya no pudo contener. Esa fue una de las razones de peso para su renuncia. Carecía ya de fuerzas, y la “mafia” vaticana le llevaba la delantera.
Bajo Juan Pablo II se persiguió la aplicación de la Teología de la Liberación y de todas las teologías progresistas de todos los continentes. No hay una cifra exacta de los teólogos y de las teólogas que fueron llamados a juicio por la Inquisición bajo el mando del cardenal Joseph Ratzinger. Pero la cifra mínima de 150 personas, de todos los continentes, parece realista.
Esa “mafia” se apropió de la selección y nombramiento de obispos, de mentalidad conservadora y poco proclive a poner en práctica el Concilio Vaticano II.
A menos de cinco años de su pontificado, le estalló la crisis del Banco Vaticano, dirigido por un Arzobispo corrupto, de apellido Marcinkus, que permitió la apertura de cuentas bancarias para los mafiosos, clérigos y no clérigos. El Gerente terminó colgado en un puente sobre el Río Támesis, en Londres. ¿Se suicidó o lo “suicidaron”?
Bajo Benedicto XVI vino la filtración de documentos, los llamados “Vatileaks”, entre otras cosas. Viganò colaboró en esa filtración.
El ex-nuncio en Estados Unidos, Carlo María Viganò. Foto Religión Digital
Desde el mismo día de su elección, el estilo de Francisco no gustó a la “mafia” vaticana. Como se negó a vivir “encarcelado” en los llamados aposentos pontificios, en el aislamiento total, se alarmaron. Vivir en un apartamento pequeño, en el hotel de paso, celebrar la misa para el público todos los días y dialogar al final, comer con el conjunto de funcionarios y pasearse a su antojo por los pasillos y jardines, permitiría hablar con personas y recibir documentos e informaciones… Para la “mafia” vaticana esto fue grave, muy grave. El Papa se les salía de su control… Querían un Papa imperial, en su torre de marfil, aislado y dependiente de su información.
El Papa devenía en una persona normal y dejaba de ser sacrosanta, cercana y no lejana e inalcanzable, un ser de carne y hueso y no un personaje imperial…
Muy pronto se conformó un grupo de unos siete cardenales “contra”, para atacar sus planteamientos relacionados con el matrimonio, la separación matrimonial, el divorcio, los matrimonios mixtos (entre católicos y otras religiones), la comunión para el cónyuge no católico,…
Se le acusó de dividir la Iglesia, de posturas teológicas heréticas, de relativizar la moral…
La carta de once páginas “de” Viganò
“¿Quién este nuevo acusador del Papa que se ha unido a la escuadra de los rigoristas? El arzobispo Viganò es un alto curial, hijo de una acaudalada familia italiana. Nacido el 16 de enero de 1941 en Varese, es ordenado sacerdote en 1968 y, de inmediato, entra en la carrera diplomática, para ocupar los puestos destinados al alto clero”, (según Juan Manuel Vidal).
Viganò no escribió, pero acompañó el proceso de redacción. La redactó uno de sus amigos, católico recalcitrante, Marco Tosatti, enemigo del Papa. Manipula “falsas verdades” y “mentiras a medias”. El texto de once páginas no cita fuentes para dar seriedad a sus afirmaciones. Obvio, la responsabilidad última es de Viganó, y solamente de él, que sugirió, aceptó, firmó y publicó.
Las lectoras y los lectores me van a perdonar varias citas de analistas, para entender mejor la encrucijada.
“Los cardenales norteamericanos desmontan las acusaciones de Viganò”. “Wuerl niega que el ex nuncio le comunicara sanción alguna contra McCarrik. Tobin expresa su “conmoción, tristeza y consternación” ante el ataque de los ultras al Papa. Di Nardo pide “respuestas que sean concluyentes y basadas en evidencias”, pues de lo contrario “los culpables pueden repetir errores del pasado”… (Jesús Bastante, Religión Digital, 28 de agosto de 2018).
El periodista italiano, Andrea Tornielli, escribió un largo artículo, publicado en español por la revista virtual chilena “Reflexión y Liberación”, donde muestra “las falsas noticias” de Viganó. Y sobre todo recuerda que Viganó, siendo nuncio en USA, no le hizo cumplir al arzobispo-cardenal McCarrik, los castigos impuestos por Benedicto XVI. Y muy al contrario, anduvo públicamente con el cardenal en conferencias, reuniones e invitaciones.
Leamos algunos párrafos
“La operación anti-Bergoglio
La clamorosa decisión del diplomático vaticano de violar el juramento de fidelidad al Papa y el secreto profesional representa el enésimo ataque contra Francisco desplegado organizadamente por los mismos ambientes que hace un año trataron de llegar a una especie de “impeachment” doctrinal, después de la publicación de la Exhortación “Amoris laetitia”. Aquella estrategia no funcionó. Viganò es, efectivamente, uno de los que firmaron la llamada “Profesión”, en la que se dice que el Papa Bergoglio es un divulgador del divorcio, y tiene muy buenas conexiones en los ambientes conservadores tanto en Estados Unidos como en el Vaticano. No es simplemente el desahogo de un hombre de la Iglesia cansado de la suciedad que ha visto a su alrededor, sino una operación bien calibrada que trata de presionar al Pontífice para que renuncie. Lo demuestran tanto el momento como la participación de la misma red mediática internacional que desde hace años está propagando (a menudo sirviéndose de anónimos) las instancias de quienes pretenden cambiar el resultado del Cónclave de 2013. Y lo demuestran los mismos testimonios escritos en diferentes blogs por los periodistas que publicaron el “dossier” Viganò: en primera fila, como siempre, en la defensa de la familia tradicional, sin preocuparse por lanzar la “bomba” precisamente el día en el que Francisco concluía con una gran misa el Encuentro Internacional de las Familias”.
“La denuncia de 2000”
“Nada, pues, los hechos, presumiendo que cuanto afirma Viganò sea verdadero. El 22 de noviembre de 2000, el fraile dominico Boniface Ramsey escribió al nuncio apostólico en Estados Unidos, Gabriel Montalvo, para informarle sobre los rumores que ha escuchado según los cuales McCarrick había «compartido la cama con seminaristas». Un día antes, el 21 de noviembre, Juan Pablo II nombró a McCarrick arzobispo de Washington. Viganò anota que esta señalación enviada por el nuncio a la Secretaría de Estado, guiada por el entonces cardenal Angelo Sodano, no tuvo ningún eco. Hay que recordar que la primera denuncia que llega a la nunciatura y de allí al Vaticano es inmediatamente posterior al nombramiento en Washington. Podríamos preguntarnos por qué, si estos rumores sobre McCarrick eran tan conocidos e insistentes, no frenaron el nombramiento como auxiliar en Nueva York (en 1977, al final del Pontificado de Pablo VI), el nombramiento como obispo de Metuchen (en 1981, a comienzos del Pontificado de Juan Pablo II), el paso a la archidiócesis de Newark (en 1986, con Papa Wojtyla), la promoción a Washington (2000) y la creación cardenalicia (2001)”…
Benedicto XVI recibe a McCarrick, supuestamente castigado, en febrero de 2013.
Foto Religión Digital
“También aparece Viganò al lado de McCarrik”
El mismo Viganò, que mientras tanto había sido alejado del Vaticano por decisión de Benedicto XVI, quien le dio la “promoción” a nuncio en Washington, no se veía muy preocupado por la situación. Hay documentos que demuestran su participación en eventos públicos con el purpurado abusador, como concelebraciones en Estados Unidos y la entrega de un premio a McCarrick (el 2 de mayo de 2012, en el Pierre Hotel de Manhattan), ceremonia durante la que Viganò aparece en una foto para nada avergonzado o indignado al lado del viejo cardenal. ¿Por qué, entonces, puesto que tenía el poder de llegar directamente a Benedicto XVI, en calidad de uno de sus representantes en una de las sedes diplomáticas más importantes del mundo, el nuevo nuncio no se rebeló, no actuó, no pidió audiencia, no llamó a respetar las disposiciones restrictivas?…
De izquierda a derecha, la segunda persona sentada es McCarrick, y a su lado, el tercero es Viganó, en mayo de 2013. Foto Religión Digital
“Involucrar a Francisco”
“El actual Papa, verdadero y único blanco de toda la operación, entra al escenario en junio de 2013, pocos meses después de su elección. Recordemos: McCarrick, de más de ochenta años, no participó en el Cónclave, porque era un cardenal jubilado, aunque hiperactivo. Sigue viajando por el mundo, dictando conferencias, presidiendo celebraciones. Viganò va a una audiencia con Francisco. Y es el Papa quien le hace una pregunta sobre McCarrick; Viganò le explica que el cardenal «ha corrompido a generaciones de seminaristas y sacerdotes» y que en el Vaticano hay un informe que lo demuestra. Cuidado: no es Viganò quien, preocupado, saca a relucir el tema. Es el Papa quien le pide un parecer. El nuncio no dice haber entregado a Bergoglio ningún informe sobre el caso ni haber pedido su intervención. Ahora, indignado, Viganò escribe sobre las sanciones de Benedicto XVI, mismas que nadie conoce, pero (presumiendo su existencia) él, como nuncio, no parece haber actuado para que se respetaran. Esa respuesta es todo lo que comunica al Papa”…
Germán Gorraiz López, en ALAI-ALAINET, Quito, 28/08/2018, en artículo titulado:
“¿Está EEUU tras el complot contra el Papa Francisco?
“Parafraseando a Wright Mills en su libro “The Power Elite” (1.956), el establishment vaticano sería “el grupo élite formado por la unión del lobby europeo centrista, el lobby curial, el lobby masón y el lobby gay”, grupos de presión que serían los verdaderos detentores del poder en la sombra y del que serían rehenes los últimos Pontífices tras el golpe de Estado virtual urdido en los sótanos del Vaticano y que concluyó con la misteriosa muerte de Juan Pablo I. Así, Albino Luciani se impuso como tarea vital el desarrollo de los postulados de un Concilio Vaticano II lastrado desde sus inicios por el filibusterismo del establishment conservador vaticano, pero para lograrlo debía antes desinfectar las estructuras del Vaticano de los virus patógenos inoculados por dichos lobbys de presión””…
Otra cita, tomada también de ALAI-ALAINET, viene de Ricardo Carnevali, del 28 de agosto de 2018, que tiene por título:
¿Por qué los ultraconservadores arremeten contra el Papa Francisco ¿un intento de golpe? Escribe el autor: “Las acusaciones –o las fake news- de Viganò, que tienen detrás al mismo lobby ultracatólico que financió buena parte de la campaña electoral de Donald Trump, y que en Italia defiende las políticas antiinmigración del italiano Salvini, se van desinflando sin necesidad de que Francisco, como anunció en el vuelo papal, tenga necesidad de decir una sola palabra.
Carlo María Viganò, de 77 años, vivió durante más de una década en los órganos de poder de la Curia vaticana, primero en Secretaría de Estado durante los últimos años de Juan Pablo II, y después como secretario de Gobernación de la Ciudad del Vaticano. Desde allí, tuvo acceso a multitud de documentación que, antes de ser enviado a Estados Unidos, contribuyó a filtrar, en lo que se conoce como ‘Vatileaks I’, el escándalo detrás del que muchos ven la verdadera causa de la histórica renuncia de Benedicto XVI.
Detrás de la carta de Viganò están los grupos ultraconservadores que achacan a Bergoglio haber sacado del debate central el aborto, la eutanasia o las relaciones sexuales, obsesiones durante las últimas décadas, especialmente entre los católicos estadounidenses y el Opus Dei, con un paralelismo evidente a lo que sucede entre los grupos tradicionalistas italianos y españoles.
Denunciador ahora del drama de los abusos, fue acusado de destruir documentos para parar investigaciones contra varios obispos estadounidenses durante sus años como nuncio. Pese a lo que es habitual, hace dos años Francisco no renovó a Viganò al cumplir los 75 años, aceptándole la preceptiva renuncia casi de inmediato.
Desde entonces, Viganò forma parte del selecto grupo de cardenales y obispos de la Curia (junto a Carlo Cafarra, Joaquín Meisner, Walter Bradmüller y Raymond Burke, y el exprefecto de Doctrina de la Fe,) que han pasado de la crítica silenciosa a la oposición abierta a Francisco””…
El sacerdote español, animador de comunidades populares o de base, Juan Cejudo, en Blog, del 28 de agosto, escribe: “Este grupo de ultraconservadores prefiere que la Iglesia siga siendo un “poder”, que la curia siga mangoneándolo todo en la Iglesia, que los trapos sucios de la Iglesia no se saquen a la luz pública y se silencien…y sobre todo, poder seguir con sus privilegios y prebendas desde lo más alto de las instituciones de la Iglesia, como la Curia romana. No quieren ser conscientes que este modo de proceder en las últimas décadas es lo que ha provocado la caída libre de la Iglesia en muchísimos países, sobre todo del mundo occidental”.
Jesús Bastante, tituló el 27 de agosto, su artículo en Religión Digital:
“EL REDACTOR JEFE DE AMERICA MAGAZINE DESTROZA LA VERSIÓN DEL EX NUNCIO EN EEUU
La realidad desmiente a Viganò: McCarrick participó en numerosos encuentros con Ratzinger entre 2010 y 2013. El propio prelado concelebró con el cardenal supuestamente condenado por Benedicto XVI en 2013.
La realidad desmonta las principales acusaciones de Viganò, aunque la Santa Sede, y el propio Papa, crean que la mejor estrategia (como ya ocurriera en el caso de los Dubia) es la del silencio. Un error que no hace sino hacer crecer la bola de nieve
Carlo Maria Viganò miente. O, si no lo hace, Benedicto XVI, y él mismo, también fueron encubridores. La programada y mediática acusación del ex nuncio en EEUU, acusando a Francisco de encubrir los abusos del cardenal McCarrick no se sostiene, por mucho que entre los sectores más ultraconservadores se pretenda decir que el Papa emérito “cree recordar” algún tipo de sanción para el purpurado. La realidad desmonta las principales acusaciones de Viganò, aunque la Santa Sede, y el propio Papa, crean que la mejor estrategia (como ya ocurriera en el caso de los Dubia) es la del silencio. Un error que no hace sino hacer crecer la bola de nieve en que los sectores ultraconservadores quieren convertir la acusación del ex nuncio de EEUU y forzar la dimisión de Francisco”.
Con Viganó podría haber comenzado la estrategia hacia la próxima elección pontifical
La acción de Viganò no es un hecho aislado. Es una nueva acción para socavar el compromiso evangélico de Francisco-Papa. Y para unir las fuerzas católicas de las derechas y el centro, de cara a continuar “la batalla” por la elección del futuro papa.
Se nos presenta una coyuntura en algo semejante a la muerte de Pablo VI. No se quiere un papa-profeta, un papa-renovador, un papa solidario de los pobres del mundo.
Se buscará un candidato estilo Juan Pablo II, que le asegure tranquilidad al “establecimiento católico” y al “establecimiento vaticano”, así como a sus aliados.
En tal caso, la crisis de la Iglesia católica será mucho más profunda y la desbandada de feligreses se contará por millones, al menos en Occidente.
____________________________________________________________________________
Héctor Alfonso Torres Rojas: Licenciado en Teología y Sociología
Foto obtenida de: Aciprensa
Deja un comentario