La alta demanda de agua dulce ya ha causado conflictos con las comunidades afectadas en varios países. Google ha tenido como política no dar datos de su consumo de agua, declarándolo “secreto comercial”. Sólo luego de perder juicios por parte de poblaciones afectadas, Google reveló el consumo realizado o proyectado en algunos centros. Así fue en el caso de Uruguay, donde en un contexto de escasez de agua para consumo humano, Google proyecta un centro de datos que consumiría 7 millones 600 mil litros de agua potable diarios, el equivalente a lo necesario para 55 mil personas cada día (https://tinyurl.com/yjupa4s2).
Ante la multiplicación de juicios y protestas, Google decidió hacer público el consumo de agua de sus centros de datos a nivel global. Informa que en 2022 consumió aproximadamente 21 mil 200 millones de litros, que según Google es el agua que se usa para irrigar 37 campos de golf. Ya sabíamos que los campos de golf son nocivos para el agua y el ambiente, además de innecesarios, pero es la imagen que eligió Google para desviar la atención del verdadero problema: que según sus propios datos toman el agua que necesitan cerca de 420 mil personas en un año o más de 150 millones de personas en un día.
En América Latina los países que tienen más centros de datos “la mayoría de titanes tecnológicos” son Brasil, Argentina y México. En Chile, hay resistencia de asociaciones vecinales a la instalación de centros en Cerrillos y Quilicura, en la periferia de Santiago, por la alta demanda de agua y otros impactos.
Zeewolde, una pequeña ciudad de Holanda está en lucha contra lainstalación de un centro de Meta (dueña de Facebook), tanto por la demanda de agua, como de energía y por la ocupación de tierras del propio centro (https://tinyurl.com/3rut49tj).
La población de Talavera del Río, en Toledo, España, organizada en la asociación “Tu nube seca mi río”, está en lucha contra la instalación de un centro de datos de Meta, por la alta demanda de agua y la ocupación de 180 hectáreas de tierras.
Estados Unidos es el país con más centros de datos, la mitad de todos los que existen a nivel mundial. En The Dalles, Oregón, un periódico local logró este año, luego de 13 meses de batalla legal, que las autoridades de la ciudad revelaran que el centro de datos de Google consume más de 25 por ciento del agua potable de la ciudad. Al igual que en Uruguay, Google había sellado la información como secreto comercial y fueron las propias autoridades, usando recursos públicos, las que defendieron a la empresa (https://tinyurl.com/t7cnkhuj).
Meta y Microsoft también han sido objeto de protestas y denuncias similares por el alto consumo de agua en sus centros de datos en varias regiones de Estados Unidos y Europa.
Según un estudio de Virginia Tech, los centros de datos están entre las 10 industrias que consumen más agua en Estados Unidos, además de ser uno de los mayores usuarios de energía: usan 2 por ciento de la energía en ese país. El estudio señala que la cuarta parte de esos centros se instalan en zonas en estrés hídrico, por ejemplo en ciudades pequeñas en áreas de clima árido, cerca de grandes ciudades. Las grandes tecnológicas buscan lugares donde además de agua, puedan proveerse de fuentes de energía, preferiblemente solar o eólica, para alegar que son de bajo carbono o que están compensando los gases de efecto invernadero (GEI) que generan. Eso conlleva ocupar extensas áreas aledañas para parques solares o eólicos, o competir por el uso de parques existentes para otras actividades que lo requieren para salir de la dependencia del petróleo. Por tanto, lo que hacen en realidad es desplazar emisiones GEI a otras actividades, para presentarse ellas con menor huella de carbono (https://tinyurl.com/2adktacf).
Además del alto consumo de agua, mayormente para refrigerar los miles de computadoras que funcionan en los centros, su instalación implica también uso de tierras, de materiales, energía y otros recursos adicionales generados en toda la cadena de actividades relacionadas. En general, los impactos por usos previos y paralelos no los cuentan las empresas en sus informes.
El aumento y proliferación de la digitalización en todas las industrias, también de servicios y entretenimiento, conlleva impactos socioambientales muy negativos sobre los que aún hay muy poco debate, salvo en las poblaciones que ya están perdiendo su agua y otras afectaciones. A la reacción usual de “pero necesitamos Internet, servicios digitales, etcétera”, hay muchas cuestiones a debatir. El uso individual y suntuario de enviar caritas y otras sandeces en mensajes, es uno de ellos. Pero el más grave y urgente, es la altísima concentración corporativa del sector. Son los titanes tecnológicos los que requieren estos gigantescos y voraces centros de datos, entre otras infraestructuras e industrias conexas de altos impactos sobre el agua, el ambiente y las comunidades.
Silvia Ribeiro, Investigadora del Grupo ETC
Fuente: https://www.jornada.com.mx/notas/2023/08/12/economia/las-guerras-del-agua-no-son-virtuales/
Foto tomada de: Análisis Digital
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