No obstante, quisiera ocuparme de analizar otro de las variables que explica el triunfo de Biden, con el objetivo de derivar aprendizajes para Colombia, esta tiene que ver con el influjo de Bernie Sanders en la campaña. Sanders es un Senador de Vermount que alcanza un lugar histórico en la política estadounidense, a partir del movimiento Ocuppy Wall Street, que tenía como expresión, el rechazo a Wall Street como la representación de la corrupción y el poder político incontrolado por las exenciones y evasión fiscal del 1% más rico. El Senador de Vermount logra interpretar estas ideas del movimiento ciudadano, que interpelan el corazón mismo de la política norteamericana bipartidista, y la desafección ciudadana ante la ausencia de respuestas a sus problemas cotidianos como el acceso a la salud y a la educación de manera universal. Este fenómeno político consolidó una corriente progresista al interior del Partido Demócrata, en el entendido que en el análisis de estos sectores políticos, era difícil construir una tercería en el contexto del implacable sistema bipartidista de este país.
En ese contexto, esta corriente se convirtió en la contradictora de los demócratas centristas corporativos, desplegando un intenso debate sobre una agenda de cambios profundos para el país en el marco de las primarias libradas en este partido entre Biden y Sanders, este último fue derrotado en las primarias, pero logró que el país del norte hablara de temas que se habían abandonado, como el nuevo pacto verde para abordar la crisis climática, el seguro de salud universal, el acceso a la educación, la protección de los trabajadores con salarios decentes. Sanders se jugó a fondo en lograr una hegemonía intelectual y moral y en posicionar una agenda que conectara con millones de ciudadanos, la misma que había sido desconocida por el establecimiento demócrata en el gobierno de Obama, dedicado al defensa de los grandes intereses corporativos, de los grandes capitales en menoscabo de los derechos sociales de los ciudadanos, esto le costó a los demócratas la pérdida de 900 escaños parlamentarios según registra la revista Jacobin.
Ante la derrota en las primarias, Sanders aceptó el resultado y se dispuso a apoyar a Biden bajo la premisa de introducir algunas de las agendas propuestas por los ciudadanos que representaba, dos de ellas, de importancia mayúscula en el mundo, es la detención de la crisis climática, la segunda es el acceso universal a la salud de los ciudadanos, en el contexto de un sistema de salud que tiene las mayores inversiones del PIB del mundo (15%), pero que no supera una cobertura del 60%, un desastre completo.
Contrario a lo que pensaba el conservador establecimiento demócrata, que la coalición con el progresismo les haría perder las elecciones contra Trump, la respuesta fue la contraria, en Michigan, fue evidente la influencia de los líderes y lideresas cercanos de la corriente liderada por Sanders para llamar a árabes, jóvenes y mujeres progresistas a votar por Biden. La base social de la corriente socialista del partido demócrata se movilizó para apoyar a Biden, bajo el entendido que si bien, el ex vicepresidente de Obama no representaba un cambio profundo para el país, era necesario su triunfo para detener el retroceso en el que una administración de Trump sometería a EEUU y al mundo. Su tarea ahora será hacer cumplir el acuerdo programático establecido con Biden, este último se equivoca si pretende continuar con la impopular política de Obama que envalentonó a Trump, quien se presentó como una mejor alternativa para la clase obrera, bajo la perspectiva de un proteccionismo económico, que pugnaba por nacionalizar el trabajo de las transnacionales gringas en el mundo, trayendo de nuevo las empresas al país, ante la crisis de los millones de trabajadores, esto caló muy bien, y allí los demócratas perdieron esta base social. Biden y Harris deberían acercar su política a las ideas de Sanders y Ocasio Cortes, incluso por la supervivencia misma del partido demócrata. La ciudadanía espera cambios y estos no se pueden adelantar bajo la ortodoxia neoliberal globalista que representan Biden y Harris.
Los aprendizajes para Colombia
Lo que ocurrió en EEUU fue lo que no pasó en Colombia, esa es la razón por la que gobierna Iván Duque, con un mandato de características facistoides, que está llevando al traste uno de los procesos de transición democrática más importantes en Colombia, como el proceso de paz con las FARC-EP, que ha costado cientos de miles vidas a los colombianos. El error histórico de permitir que Colombia haya quedado suspendido en este tránsito, se encuentra en el centro político, específicamente en Sergio Fajardo, que no entendió la necesidad de asistir a unas primarias con la izquierda en cabeza de Gustavo Petro, para construir un acuerdo programático mayoritario que evitaría que la extrema derecha que atentaría contra el proceso de paz llegara al gobierno. A esto se sumó inexplicablemente Humberto de la Calle, quien había sido parte de la arquitectura de los acuerdos de paz. Solo esta agenda debió ser suficiente para tener la grandeza de fraguar un acuerdo de unidad y un mecanismo de consulta con el sector político de la izquierda colombiana.
Se acerca el 2022 y existe conciencia de esta garrafal equivocación en amplios sectores políticos del país, el tercer gobierno del uribismo no da tregua, y es demoledor. El ajedrez comienza a moverse, el partido verde, contrario a lo que piensan sectores políticos de la izquierda, que erróneamente los quieren lanzar a una coalición con la centro derecha, denominándolos fachiverdes, ha logrado la claridad en amplios sectores de sus bases y de su dirigencia, de que se debe llegar a una consulta interpartidista sin vetos, que incluya a Gustavo Petro y a Colombia Humana, que permita construir una mayoría capaz de derrotar un posible cuarto mandato del uribismo.
El Polo Democrático, hizo lo propio, recientemente fraguó una escisión, en donde el MOIR, sector representado por el Senador Jorge Enrique Robledo, se separó del resto del partido que incluye 4 senadores entre los que se encuentran figuras como Iván Cepeda y Wilson Arias. La razón fundamental de la escisión, es la decisión mayoritaria del Polo, de asistir a una consulta amplia de centro izquierda, sin vetos, el MOIR no aceptó esta premisa, dado que sustenta un veto contra Gustavo Petro, y considera que el acuerdo de coalición debe ser de centro centro, esto es un imposible para un partido como el Polo, que fue fundado como una coalición de izquierdas, y profesa un ideario que pugna por cambios profundos. Se debe reconocer la decencia, estética y cordialidad con que se ha fraguado este debate, que ha terminado en la escisión pactada en la cual el Moir que ha decidido construir su propio partido denominado Dignidad.
Por el lado del liberalismo, diversos sectores que incluyen a un sector del partido de la U han decidido configurar una nueva colectividad, los principales exponentes son los senadores Roy Barreras y Armando Benedetti, que sostienen acercamientos con Gustavo Petro en el marco de un referendo que busca revocar el mandato del presidente Iván Duque, y posicionar otras agendas como la salud, las pensiones, la educación y el proceso de paz.
Gustavo Petro, quien representa la mayoría del espectro político de la izquierda, ha sostenido que estaría dispuesto a asistir a una consulta de centro izquierda mediante un acuerdo programático, así lo hizo en el 2018, debería mantener esa postura generosa y de apertura, como lo hizo Sanders , sostener una agenda de profundos cambios para este país. Esto pasa por forjar entre sus seguidores una ciudadanía democrática dispuesta a entender la necesidad de un posible acuerdo de centro izquierda para sacar al país de un orden fascista que se dibuja en el horizonte. Entre la muerte y la vida no hay voto en blanco, si se logra esa consulta, Petro debe luchar por posicionar un programa de cambio profundo, aceptar los resultados y apoyar con grandeza y generosidad al ganador, si él es quien gana debe disponerse a acordar la mejor agenda de cambio posible con la dirigencia centrista y sus bases.
De otro lado, Sergio Fajardo, ha sostenido en una reciente entrevista en el periódico el Tiempo, que no sostendrá ninguna alianza con Gustavo Petro, se mantiene en la fallida postura de 2018, Fajardo pudo ser el Presidente de Colombia, a mi juicio, hubiera podido derrotar a Petro en una consulta interpartidista, y fácilmente haberle ganado a Duque, él mismo se fraguó su derrota, y de paso la del país, que enfrenta un baño de sangre que pasa por mas de 70 masacres en lo corrido del año, el asesinato de cientos de lideres sociales y excombatientes de las FARC, en una embestida a sangre y fuego contra el proceso de paz. Un gobierno de Fajardo hubiera sido muy diferente al de Duque, tal vez no en materia de políticas económicas, pero el país se hubiera podido evitar un baño de sangre y continuar en el proceso de transición democrática del proceso de paz. Pero Fajardo no entendió el momento histórico, y parece ser que aún no lo entiende, las fuerzas democráticas tendrán que persuadirlo de la necesidad de fraguar un acuerdo de centro izquierda para derrotar al uribismo, sino su destino será aislarlo, que le pase el tren de la historia en su narcisa impavidez.
Un posible acuerdo de la centro izquierda, deberá tener una agenda de mínimos de transición democrática para Colombia: la reforma a la salud que reglamente la ley estatutaria, el acceso universal a la educación, la soberanía alimentaria mediante una reforma agraria, el transito hacia las energías limpias, la defensa del proceso de paz, la reforma política que supere los vacíos que dejó la constitución de 1991, la reforma tributaria que grabe a los grandes capitales, unos mínimos que le permitan al país vislumbrar una esperanza de cambio. Se debe aprender del proceso electoral de los EEUU.
Carolina Corcho Mejía, Médica psiquiatra y politóloga, presidenta de la Corporación Latinoamericana Sur
Foto tomada de: https://www.florez-morris.com/
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