Mi itinerario empezó a las 8:30 am en la entrada de la Universidad Nacional, me acompañaron dos amigas y compañeras externadista, seguimos las indicaciones de hacernos donde estaban las demás universidades privadas. No pasó mucho tiempo cuando llegaron los demás estudiantes del Externado, verlos nos llenó de orgullo y nos hizo sentir que no estábamos solas. Nos dijeron que empezábamos todos desde la Plaza Che, los estudiantes de la Nacional nos aplaudían mientras nos dirigíamos hacia la plaza. Y desde allí, empezó todo, eran las 9:00am y un río de jóvenes empezaban a marchar con arengas alegres y muy representativas. Marchamos desde la Calle 26, pasando por la Av. Boyacá, luego la Calle 80 hacia el occidente hasta la Reserva ALO. Fueron aproximadamente 16 kilómetros y casi siete horas marchando.
Nunca dejaron de sonar los tambores ni dejamos de cantar las arengas: ¡A Parar para avanzar, viva el Paro Nacional!, ¡Hay que ver las cosas que pasan, hay que ver las vueltas que dan, con un pueblo que camina pa´ adelante y un gobierno que camina para atrás!, ¡Vecino, vecina, salga a protestar, para que sus hijos puedan estudiar!, ¡Amigo, mirón, únase al montón, su hijo es estudiante y usted trabajador! y mi favorita, ¡Por qué nos asesinan, si somos la esperanza de América Latina!. Y lo son, los estudiantes de hoy serán los profesionales de mañana. Pero nadie quiere profesionales mal formados, eso no le sirve al país, como tampoco le sirve el conformismo de quienes no se unen a exigir educación universitaria pública y de calidad. Son los estudiantes poseedores del don de la creatividad y es esta la que impulsa el motor del desarrollo social y económico.
Basta con salir a marchar junto a ellos para reconocer cuán creativos son, para apreciar su arte. El espectáculo estuvo cargado de vehemencia, verdades indecibles y de mucha cordura disfrazada de locura. Nos sorprendimos de ver el esfuerzo que estaba detrás de cada pancarta, detrás de cada frase, detrás de cada arte. Mientras unos danzaban, otros llevaban el ritmo con las batucadas y las gairas, otros realizaban acrobacias en tela desde los puentes, otros movilizaban un colorido dragón de unos cinco metros de largo que decía 18 billones (lo equivalente al déficit de la universidad), otros lanzaban fuegos artificiales, un grupo de jóvenes creativos marcaron una línea roja con pintura electrostática en el piso en un kilómetro de distancia y un sinfín de estudiantes llevaban figuras artísticas representativas como una mazorca, una patrulla, un tractor, una tumba, un diente, una calavera y hasta María Fernanda Cabal con un letrero de “estudien vagos”.
Lo mejor de toda la marcha fue asimilarnos a la indignación que sienten los estudiantes de la universidad pública al estar desfinanciados, endeudados con el Icetex y desmotivados por la estigmatización que pueden generar algunos vándalos con los que son igualados. Pude ser testigo de que no son para nada vándalos, son jóvenes que buscan mejores condiciones educativas, que pueden ser nuestros hijos, hermanos, vecinos y amigos. “Son los héroes del país”, decía un letrero de un señor que se plantó en toda la mitad de la calle a darles su apoyo. “Gracias por luchar por mi futuro”, el letrero de una niña que salía por su ventana a aplaudirlos. Lo cierto es que la gente los esperaba en los puentes con los brazos arriba, los aplaudían desde sus ventanas, los acompañaba con el pito de motos, autos, buses, camiones y tractomulas.
Si bien es cierto que en la marcha de la Universidad Pedagógica (en la Calle 80 con Av. 68) y la de la Universidad Distrital (en la localidad de Kennedy) hubo enfrentamientos y disturbios entre estudiantes y el ESMAD; en la marcha de la Universidad Nacional (acompañada de las universidades de las regiones) no hubo ningún acto de violencia. Fue totalmente alegre y pacífica. Incluso evidencié cómo entre los líderes estudiantiles se ponían de acuerdo para identificar a los encapuchados y alejarlos para que no se mezclaran entre nosotros. Realmente era más el cansancio y la esperanza de llegar al punto de encuentro tras caminar por casi siete horas, que las intenciones de provocar violencia contra la Fuerza Pública.
Fue satisfactorio el resultado con el que calificamos la marcha los estudiantes de la universidad privada. No sería justo comparar las otras marchas con la de la Universidad Nacional, porque estos jóvenes mostraron altura y compromiso con su lucha, porque ni la intensa lluvia ni el inclemente sol los detuvo, porque con los aplausos de la gente cantaron más duro, porque fueron creativos y le están devolviendo la dignidad a Colombia para ser noticia y ejemplo en el mundo entero. Si estos jóvenes son el futuro del país, yo me siento orgullosa de ellos y los invito a que salgamos a marchar con ellos, porque nos están dando una lección de resistencia y de inconformismo que nos falta a muchos.
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Ángela Fernanda Bedoya Horta: Estudiante de Gobierno y Relaciones Internacionales Universidad Externado
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