Petro, así como Robledo, han venido haciendo un esfuerzo enorme por aparecer presentables e inocuos para el capitalismo. A pesar de esto, los capitalistas no les creen. Tampoco el centro. Recientemente Juan Manuel Ospina, presidente del partido político Dignidad, afirmó lo siguiente: “Ahora juega a centrista porque políticamente le ve futuro, un centrismo improvisado y epidérmico que le durará mientras considere que le sea útil para sus propósitos personales. Hoy defiende un capitalismo nacional sacado del cubilete del mago, sin antecedente ni en sus planteamientos ni actuaciones. Es ingenuo si piensa que el empresariado, y no solo el gran empresariado, va a cerrar filas con él y que sus fieles seguidores lo van a acompañar en esa pirueta.[3]”
Desde cierta perspectiva, Petro es socialista. Para muchos capitalistas y sus defensores en partidos políticos, la academia y medios de comunicación, se entiende por socialismo casi que cualquier intervención del Estado, especialmente en favor de los trabajadores, que afecta el libre juego de la oferta y la demanda y la competencia “perfecta”. Es necesario, por tanto, tratar de entender en qué consiste eso del socialismo y del comunismo.
En la política actual colombiana salvo el Partido Comunista y otras organizaciones, igualmente marginales en materia de representación política, ninguno otro plantea explícitamente cambiar el modo de producción capitalista por una organización socialista o comunista. Dentro del Pacto Histórico se encuentra el Partido Comunista, pero su propuesta táctica en el momento actual es principalmente de reformas al estilo de lo propuesto por Colombia Humana.
Las nociones de socialismo y comunismo
Las nociones comunes en la opinión pública se refieren a socialismo como: a) la intervención excesiva del Estado en la economía, especialmente en favor de los trabajadores: b) la social democracia o los Estados de Bienestar que establecen un sistema con una redistribución amplia de ingresos; c) los sistemas políticos y económicos de algunos gobiernos progresistas en América Latina, y en especial del socialismo del siglo XXI, bajo la dirección de Chávez y Maduro; d) los sistemas, existentes o desaparecidos, que se auto denominan socialistas o comunistas, como la Unión Soviética, los países del este europeo, China, Corea del Norte, Vietnam y Cuba. Usualmente las referencias son más frecuentes al socialismo que al mismo comunismo. Como puede verse, la etiqueta de socialismo incluye formas de organización económica y política muy diversas.
Las ideas socialistas y comunistas, así como organizaciones políticas y sociales con dichos propósitos y sus acciones, son resultado del propio capitalismo. Con el nacimiento del capitalismo y sus nefastas consecuencias para los trabajadores, surgen análisis y propuestas de cambio. Diversos autores como Robert Owen, Charles Fourier, etc., elaboran propuestas de una nueva sociedad donde la forma de organización sería diferente al capitalismo; igualmente, surgen movimientos sociales y políticos, inicialmente en Inglaterra y Francia, denominados socialistas y comunistas, que buscaban realizar dicha transformación. El socialismo y el comunismo, como análisis, propuestas y organizaciones, existían ya cuando Marx y Engels iniciaron sus estudios sobre el capitalismo. Y claramente se involucraron en dichos debates y movimientos y escribieron el famoso Manifiesto Comunista o Manifiesto del Partido Comunista.
Dado que la propuesta de los comunistas consiste en una sociedad que transforme el modo de producción capitalista es importante examinar los rasgos esenciales del capitalismo: a) es una sociedad organizada a partir de productores privados autónomos y formalmente independientes, que compiten en la búsqueda de sus intereses y no una sociedad cooperativa; b) es una sociedad basada en una división en clases, siendo la fundamental la división entre capitalistas dueños del dinero y los medios de producción, y los trabajadores asalariados dueños solamente de su fuerza de trabajo y obligados a venderla para subsistir; c) por lo anterior, la fuerza de trabajo se convierte en una mercancía que venden los trabajadores y en un costo para los capitalistas, que tratan de reducir al mínimo; d) la finalidad el modo de producción capitalista y el objetivo particular de cada capitalista es obtener la mayor ganancia posible; su propósito no es producir valores de uso para satisfacer necesidades.
Estos grandes rasgos y la dinámica del capitalismo a partir de allí conducen a una serie de situaciones lesivas para los trabajadores. La tendencia constante es la reducción de los salarios, incluso por debajo de mínimos que garanticen una adecuada alimentación; igualmente, la acumulación del capital genera permanentemente una población desempleada y subempleada y, adicionalmente, un conjunto de trabajadores degradados que caen en la mendicidad, la delincuencia y la prostitución forzada.
Los comunistas proponen, básicamente: a) eliminar la forma de organización social a partir de la competencia entre privados; b) eliminar la relación social asalariada, lo que implica necesariamente una reorganización de la propiedad. La propuesta general es establecer una sociedad cooperativa, una asociación de seres humanos libres que deciden qué producir, cómo producirlo y cómo distribuirlo. Esta sociedad tendría como finalidad satisfacer las necesidades de sus miembros, es decir, producir valores de uso, y no la obtención de ganancias. En términos operativos esto significa que los medios de producción deben ser propiedad de todas las personas, no del Estado; segundo que no habrá propietarios dueños y trabajadores que venden su fuerza de trabajo, sino que todos serían trabajadores, aunque obviamente habría diferentes lugares en la estructura administrativa -toda orquesta necesita un director para funcionar adecuadamente-; los trabajadores deben definir quienes los dirigen y decidir sobre el proceso de trabajo; la asociación de trabajadores libres se debe encargar de programar la producción nacional y establecer la distribución de los trabajadores entre las distintas ramas de producción para satisfacer las necesidades de todos los habitantes. Obviamente, estos son elementos básicos y generales que deben ser precisados, junto con muchos otros aspectos. En el caso colombiano, en términos jurídicos, se trataría de cambiar algunos “articulitos” de la Constitución, como por ejemplo el 17, para prohibir no solamente la esclavitud y la servidumbre, sino también la esclavitud y la servidumbre asalariada.
Las experiencias reales de superación del capitalismo, existentes hasta el momento, encontraron que al tomar el poder político todavía el aparato productivo estaba en manos del sector privado, especialmente de los capitalistas. Por esta razón se estableció una fase de transición en la cual los Estados, bajo el control de partidos que representaban los interereses de los trabajadores, estatizaba o nacionalizaba gradualmente la producción y establecía mecanismos de planeación y coordinación centralizados. Esta situación fue más necesaria aún porque todas las experiencias socialistas nacieron en medio de la hostilidad, la guerra, el sabotaje y el bloqueo por parte de las potencias imperialistas. A este esquema se le llamó socialismo. En realidad, hasta el momento no se ha creado una sociedad comunista post- capitalista.
De otra parte, las sociedades socialistas realmente existentes, en mayor o menor grado se transformaron, en buena medida debido a las amenazas externas, en formas de producción y organización política autoritarias, en ciertas fases dictatoriales, con prácticas represivas crueles en muchos momentos de su historia; no se conformó realmente una asociación de seres humanos libres que poseen colectivamente el aparato productivo y deciden democráticamente, aunque se produjeron experiencias muy relevantes de autogestión. Los partidarios del comunismo en muchos casos reaccionaron frente a esto y lo criticaron fuertemente; un caso emblemático es el Trostky, quien fue expulsado por el gobierno soviético dirigido por Stalin y posteriormente asesinado por uno de sus agentes. Pero en ningún momento Trostky renunció a la teoría marxista ni a la búsqueda del comunismo; su objetivo era reorientar la revolución que consideraba había sido traicionada.
Por tanto, en sentido estricto, no ha existido comunismo ni un socialismo ampliamente democrático. Los propios partidarios del comunismo reconocen esta situación, aprenden de las experiencias y las tienen en cuenta en la perspectiva de no repetir los errores. Es evidente que en otros aspectos, las experiencias socialistas han mostrado que: a) es posible explorar formas de producción diferentes al capitalismo; b) que los países de socialismo real mostraron numerosos resultados positivos en cuanto a garantizar unos mínimos a toda la población; incluso países pobres materialmente como Cuba y sometido a un embargo criminal, ha logrado mostrar mejores resultados que casi la totalidad de países latinoamericanos en servicios como la educación, el alfabetismo, la salud, la nutrición, el deporte. Recientemente, ha sido evidente que los países socialistas, cuyo objetivo es satisfacer necesidades y no hacer ganancias, han tenido un manejo mucho mejor de la atención y control de la pandemia del Covid, que la gran mayoría de países capitalistas.
Además de las experiencias socialistas anteriores, existen los casos de China y Vietnam, países dirigidos por partidos comunistas que se apartaron del esquema soviético y se abrieron a permitir la producción capitalista con muchas de sus consecuencias. El caso más relevante es China, que ha logrado a partir de esta política mejorar sustancialmente las condiciones de vida de su población y convertir al país en una potencia mundial que está retando la hegemonía de los Estados Unidos. China no es un país comunista, pero está dirigida por un partido comunista, el más grande y poderoso del mundo. ¿Se trata de un estrategia de desarrollar las capacidades productivas para poder dar el paso a un socialismo y comunismo con elevado nivel de vida? ¿O es simplemente una forma de capitalismo de Estado autoritario y poco democrático? Es un asunto en debate. Lo que si es destacable es que los dos casos de mayor crecimiento económico continuo durante las últimas décadas, son precisamente dos países dirigidos por partidos comunistas. Han resultado más eficaces los partidos comunistas para expandir la producción capitalista que los propios partidos capitalistas.
Las experiencias de gobiernos progresistas latinoamericanos no han sido comunismo, ni socialismo del estilo del realmente existente, a pesar de la utilización del nombre de socialismo del siglo XXI. Se ha tratado de gobiernos alternativos, favorables en principio a los trabajadores, partidarios de una mayor intervención del Estado en beneficio de los trabajadores, restringiendo los privilegios de los capitalistas; en algunos casos, además, con un componente indígena muy importante. Pero han seguido siendo sociedades capitalistas con Estados capitalistas.
Los Estados de bienestar, especialmente los europeos y los nórdicos, son de carácter social demócrata, pero no comunistas. Han logrado efectivamente una redistribución más o menos grande en favor de los trabajadores, pero su organización económica está basada en la producción capitalista. Los demás Estados, aunque no hayan logrado el nivel de Estado de bienestar de los nórdicos, realizan, en mayor o menor grado intervenciones del Estado orientadas a la redistribución en favor de los trabajadores y hacia la reducción de la pobreza, pero evidentemente tampoco son comunistas.
Solamente en mentes sectarias y personas muy poco estudiosas, y además con objetivos electorales, como muchos miembros del Centro Democrático, cabe la idea de que todas las formas anteriores de organización económica y política son comunismo, e incluso socialismo. Acusar a Juan Manuel Santos de castro-chavismo es claramente una barbaridad, pero muy útil para las votaciones, como lo demostró la intervención del Centro Democrático en las elecciones en la Florida.
Las críticas erróneas al comunismo tienen claramente la intención de impedir o dificultar que los trabajadores piensen y busquen una sociedad no capitalista.
La propuesta de construir una sociedad comunista se basa principalmente en ideas de Marx y Engels, pero ninguno de estos autores escribió nunca un estudio o texto en el cual se diseñara una sociedad comunista. Muy jóvenes los dos, escribieron el Manifiesto del Partido Comunista donde dieron unas primeras pinceladas, pero las propuestas incluidas allí se parecen más a las propuestas de un partido social demócrata. Después de la Comuna de París Marx escribió un texto en el cual analizó la experiencia de gobierno de los trabajadores, que duró apenas unos meses y extrajo algunas orientaciones sobre lo que podría ser el gobierno en una sociedad comunista. Pero no escribieron nunca un manual o estudio sobre el socialismo; además, salvo las líneas generales, no tiene sentido hacerlo, es algo que se desarrolla en la práctica.
La obra principal de Marx, a la que dedicó la mayor parte de su vida, es El Capital, que consiste en una explicación sobre qué es el capitalismo y una crítica a la economía política; en el texto hace algunas referencias a una posible sociedad comunista, pero no se trata de un desarrollo a fondo.
Sobre la violencia
Los maestros de la violencia, es decir los gobiernos capitalistas, hacen todo lo posible por resaltar la violencia y el autoritarismo en los países socialistas realmente existentes, y en tratar de establecer una relación causal entre las teorías de Marx y dichas experiencias. Se hace alusión con frecuencia a frases de Marx y Engels sobre la lucha de clases y sobre la violencia como partera de la historia. Es evidente, incluso para María Fernanda Cabal que las “democracias capitalistas”, surgieron mediante una lucha de clases expresada en guerras y violencia; sin ir muy lejos, nuestro libertador Simón Bolívar dirigió la guerra contra las españoles y cometió un numero destacado de actos violentos. Marx registró hechos reales.
¿Tendría que ser el cambio hacia el socialismo necesariamente mediante una guerra? La experiencia muestra que hasta el momento la confrontación política en el tránsito de Estados capitalistas a estados pretendidamente socialistas ha implicado guerras civiles y externas, más o menos violentas. Los poderes dominantes y especialmente los capitalistas no ceden voluntariamente y con agrado su poder político y económico. Cuando han sido confrontados han respondido con una violencia extraordinaria, como en el caso de la comuna de París, o de la revolución rusa y china, o en las experiencias de Vietnam y de Corea. Cuando se han consolidado estas experiencias, han buscado mediante diversos métodos, incluyendo los violentos, ahogar a los países socialistas, como ocurre con Cuba. Pero también lo han hecho con los movimientos legales y pacíficos en favor del comunismo. La matanza de comunistas en Indonesia es un modelo replicado en todo el mundo y los Estados Unidos después de la segunda guerra mundial, cuando la Unión Soviética amplió su rango de influencia, dirigió una campaña masiva, interna y externa, dirigida a combatir a los comunistas mediante diversas formas, incluyendo ampliamente la violencia. Y cuando en un país los socialistas ganaron democráticamente las elecciones, organizaron el golpe de Estado y la represión, como en el caso de Chile y el derrocamiento de Allende.
Marx y Engels consideraban que muy probablemente los cambios hacia el comunismo implicarían la lucha violenta; pero en alguna oportunidad Marx manifestó la posibilidad de que se diera un cambio por la vía pacífica en el caso de Inglaterra, considerando el mayor desarrollo de la producción capitalista y la mayoría numérica de los trabajadores en las elecciones. La experiencia de la independencia de India de Inglaterra muestra el potencial de la resistencia pacífica, liderada por Gandhi. Formalmente, podría pensarse con el deseo que los 22 millones de trabajadores colombianos (que agrupan cerca del 96% de la población ocupada), podrían en algún momento decidir democráticamente, mediante el voto, que quieren una sociedad comunista, una gran cooperativa donde no existen dueños y empleados. ¿Respetarían los capitalistas la voluntad de los trabajadores? La experiencia violenta de los capitalistas y el Estado en Colombia indica que es muy poco probable. Pero esto no deja de ser una pura especulación.
Los capitalistas y sus voceros hacen énfasis en que el comunismo se acabaría con la propiedad personal de todas las personas. El comunismo no pretende acabar con la propiedad personal. Busca precisamente que todos los miembros de la sociedad sean propietarios de todos sus medios de producción. En el capitalismo la gran mayoría de trabajadores no tiene ninguna propiedad significativa. Han sido expropiados por el capitalismo. La riqueza está concentrada en unas pocas manos.
Desafortunadamente las clases trabajadoras en Colombia no ven actualmente una alternativa al capitalismo y temen al comunismo y aborrecen al marxismo, basados principalmente en prejuicios e ignorancia.
En la coyuntura actual, la mejor opción política para las clases trabajadoras es la coalición del Pacto Histórico y votar por sus candidatos al Congreso y por Gustavo Petro a la presidencia. Con seguridad las políticas de dicho gobierno apuntarían a ampliar la participación de los trabajadores en el producto interno bruto y a mejorar sus condiciones de vida; a garantizar cierta mejoría en las condiciones democráticas formales; a reducir la violencia estatal y de sus aliados; y a limitar el daño ambiental generado por la producción capitalista. Pero en todo caso seguirá siendo un gobierno cuya función central es administrar el capitalismo y por tanto enfrentará todas las limitaciones derivadas del hecho de que el poder real continuará en manos de los capitalistas. Desde una perspectiva comunista es necesario señalar esto y convocar a los trabajadores a pensar en las soluciones de fondo.
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[1] https://www.noticiascoopercom.co/2018/08/27/duque-en-la-democracia-las-reglas-son-ciertas-pero-los-resultados-inciertos/. Entre muchos otros, el presidente Duque repite esta obviedad.
[2] https://www.elespectador.com/noticias/politica/intencion-de-voto-a-favor-de-petro-se-dispara-y-se-ubica-hoy-en-el-383/
[3] https://www.elespectador.com/opinion/las-mil-mascaras-de-petro/
Alberto Maldonado Copello
Foto tomada de: https://www.las2orillas.co/
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