Y es, en este escenario donde el quehacer político del nuevo gobierno se la juega por una gobernabilidad que le permita hacer realidad los tres objetivos centrales de su programa de gobierno, la paz, la justicia social y la justicia ambiental. Para ello es importante referenciar el concepto de campo de Pierre Bourdieu (2006)[1], “Campo como un espacio de juego, históricamente constituido, que está compuesto por instituciones y obedeciendo a reglas determinadas que lo rigen. En el campo los actores tienen posiciones determinadas; establecen relaciones entre dichas posiciones, en lucha para preservar o transformar esta configuración”.
En el campo, se crea un espacio social en torno a la valoración de hechos sociales como el arte, la ciencia, los derechos humanos, la religión, la política, la participación; espacio ocupado por agentes con distintos habitus (como formas de obrar, pensar y sentir originadas por la posición que se ocupa en la estructura social) y la competencia por los recursos materiales y simbólicos del campo (capitales). Es en el campo donde se crean las condiciones para la imposición legítima de una forma de expresión y, por ende, para la dominación simbólica.
El autor define a la sociedad como un sistema relacional de diferencias en el que se dan una serie de campos con sus reglas de juego particulares. Esta definición permite analizar las posiciones (relacional), disposiciones (habitus) y la toma de posición (elecciones) de los actores que intervienen en procesos por ejemplo de conformación de un gobierno (campo político).
Es en el campo donde se crean las condiciones para la imposición legítima de una forma de expresión y, por ende, para la dominación simbólica. Son espacios sociales constituidos por instituciones, agentes y prácticas. Está estructurando en la medida en que posee formas de reproducción del sentido, con un conjunto de normas y reglas no siempre explícitas que establecen lógicas de relación entre los agentes adscritos.
Para Bourdieu (2007)[2], se accede al Estado para favorecer los intereses de quienes están en él; hacer parte o participar en él da la posibilidad de agencia, es decir, de transformar, modificar o perpetuar ese campo, el cual, está estructurado por una serie de competencias determinadas por los capitales económicos, sociales y culturales, que lo configuran como un campo de fuerzas (diferentes actores compitiendo por sus intereses) y un campo de luchas para acceder al control del poder.
En este sentido, el Pacto Nacional convocado por el electo presidente Petro, se convierte en un campo de acción política, en el cual, se crean las condiciones para la construcción legítima de un proceso de transformación progresista en donde se expresen los diferentes intereses (capitales) y el gobierno consolida su legitimidad social y política en un proceso de concertación y participación política de carácter vinculante y con capacidad decisoria. Por lo tanto, no hay que tener temor a los diálogos que el presidente Petro adelante con los sectores políticos y gremios económicos que históricamente han gobernado este país.
Un gobierno y un pacto nacional concebidos así, son campos en permanente tensión, hacen presencia los intereses definidos de varios actores con concepciones propias respecto de la gestión pública y de los problemas que se pretenden solucionar, frente a lo cual, se posicionan en favor o en contra de acuerdo a sus intereses. Cada grupo de actores compromete en la acción, en pro o en contra, recursos (materiales, cognitivos y simbólicos) definiendo su responsabilidad institucional/organizacional; interés o expectativa que cada actor tiene con respecto a la acción propuesta, lo cual expresa su interés, aspiración y motivación con respecto a un gobierno progresista y, en donde se manifiestan conflictos de interés, patrones de cooperación y alianzas.
Sin embargo, la apuesta del electo gobierno con una agenda de transición democrática construida con la participación de la ciudadanía, academia, organizaciones sociales, políticas, culturales, ambientales, etnias, jóvenes, mujeres, campesinado…es la agenda de la transformación progresista, la cual hará parte del Plan Nacional de Desarrollo para estos 4 años y es ahí, donde debemos estar para ser garantes del proceso de transición democrática.
Por lo tanto, el llamado al que debemos acogernos es a la calma, prudencia y sensatez frente a: 1. Las designaciones ministeriales y de los equipos de empalme; 2. Las noticias falsas que pululan en las redes sociales y medios de comunicación que buscan generar inquietud, aflicción y congoja; 3. Los generadores de sospecha que a través de informaciones triviales y sin evidencias pretender confundir. Buscando configurar conocimiento, situaciones, realidades y discursos determinando con ello, aquello que puede ser dicho y que no en este proceso.
Es en este campo político donde hacen lo necesario para crear las condiciones sine qua non para la imposición legítima de una forma de expresión, constituyendo unas prácticas discursivas que están determinadas por la posición social, las condiciones materiales y del contexto, en las cuales el sujeto construye su discurso, obedeciendo a unos intereses y asignando un sentido a su acto de enunciación.
No obstante, no podemos caer en la desesperanza. Un gobierno que sin posesionarse ya lo quieren “tumbar”. No caer en el juego y fuego de quienes tienen como misión generar la zozobra en un nuevo gobierno que tiene la posibilidad en 200 años de historia republicana de darle un rumbo nuevo a la gobernabilidad y generar las transformaciones que requiere nuestra sociedad.
Desde estas líneas reiteremos y exhortamos al respeto a la dignidad del presidente Electo, a la solidaridad, responsabilidad y tolerancia como virtudes públicas que orientan un proceso de transformación en donde los sectores progresistas y democráticos aportan con sus diferencias, reflexiones, propuestas y diversos puntos de vista a la construcción colectiva de una Colombia donde se dignifica la vida y se cultive la paz.
No ha sido una dulce espera ni algo natural, gobiernos insensibles a las masacres, al hambre, a la miseria y pobreza; mucho tiempo imaginábamos un país donde el menosprecio y la angustia correría por los ríos al mar; un país donde el recuerdo sería el espejo para no repetirnos más; un país para trabajar, para reír y querernos. Lo imaginábamos y anhelábamos con tanta avidez que por eso estamos llenando la piscina antes de tirarnos a ella, por eso vamos pa lante que empujan atrás…
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[1] Bourdieu, Pierre. (2006). La lógica de los campos. Disponible en http://pierre-bourdieu.blogspot.com/
[2] Bourdieu, Pierre. (2007). El sentido práctico. Buenos Aires, Argentina. Siglo veintiuno editores. 1ª ed
Luis Ángel Echeverri
Martha Cristina Osorio says
Muy válida su recomendación; en hora buena ojalá está reflexión de analizar sin pasiones viscerales estuvieran en el interés de cada uno de los Colombianos en procura de aportar cada uno esa pequeña parte que nos toca..
FRANCISCO JAVIER GRISALES GONZÁLEZ says
El actual momento democrático que por fortuna ya empezamos a vivir con el Presidente electo Gustavo Francisco Petro Urrego, es con el que se va a probar si nuestras fuerzas militares y policiales son en verdad demócratas, pues les ha sido muuuuuy fácil serlo frente a Presidentes de Derecha y Ultraderecha. Gústeles o no, es su DEBER Constitucional y Democrático rendirle Homores desde el próximo 7 de Agosto en que se posesionará y hasta el fin de su mandato que debemos acompañar todos, porque él es su máximo comandante, su Presidente, nuestro Presidente, el.Presidente de todas y todos. como ya será usual decir.