Después de este duro golpe al periodismo crítico que durante años ejerció este Noticiero, es poco lo que se puede esperar de los noticieros RCN, Caracol y CM&, para hablar solo de los informativos televisivos.
Lo más probable es que los directores y periodistas de esos noticieros se estén frotando las manos por el mayor logro político del uribismo y del Grupo AVAL: deshacerse del incómodo Noticias Uno. Quizás pensarán, unos y otros, que sus emisiones aumentarán el rating, el mismo que pierden a diario por la equivocada línea editorial pro-establecimiento asumida y por los negativos tratamientos periodísticos dados a hechos de corrupción, el proceso de paz y en general, a asuntos públicos de interés nacional.
Lo cierto es que deberán esforzarse no para ganarse a los consumidores habituales del saliente noticiero, sino para tratar de matizar en algo sus evidentes compromisos e intereses por lavar la imagen de un gobierno, como el de Iván Duque, que, con inusitada convicción, está buscando que el Acuerdo Final de Paz fracase en el mediano plazo. Saben los directores y periodistas de los señalados medios, que la guerra es el único escenario que les puede garantizar la recuperación de la audiencia perdida y por esa vía, la recuperación económica. Aunque realmente ese asunto poco le debe importar al gran banquero colombiano. Si le toca subsidiar la actividad periodística lo hará con gusto, pues con ello asegura que una parte importante de las audiencias en Colombia sigan desinformadas y sin comprender qué es lo que realmente pasa en el país.
Eso sí, hay una realidad que no se puede esconder: la opinión pública cambió, así como los mecanismos y canales de generación. Hoy en Colombia hay millones de colombianos que dejaron de consumir la información emitida por RCN y Caracol, porque entendieron que esos dos noticieros trabajan denodadamente para incumplir con aquello que dice la Carta Política de “entregar información veraz e imparcial”. Además, las redes sociales, los medios alternativos y los blogs, han venido ganando espacio y simpatía en los jóvenes y en otros segmentos poblacionales que paulatinamente abandonan el consumo de la información contaminada que entregan Noticias Caracol y Noticias RCN. A lo que suma, el bajo consumo de su oferta cultural televisiva, con la que se insiste en las manidas historias de narcos y de las “muñecas” de la mafia. O insistir en producciones en donde se insiste en representar al colombiano como tramposo, improductivo y de insistir en el machismo y en los principios de la sociedad patriarcal (ejemplo, Yo soy Betty, la fea).
Hay que lamentar, eso sí, el estruendoso silencio de las Facultades de Periodismo y de otros agentes de la sociedad civil, ante la mordaza financiera y política que se impuso sobre Noticias Uno. Eso prueba la débil cultura democrática que exhiben no solo los agentes de la sociedad civil que debieron manifestarse preocupados por la salida del aire del incómodo Noticias Uno, sino de los ciudadanos en general. En una sociedad consciente de lo que significa el cierre de un medio de comunicación, lo acaecido con Noticias Uno daría para marchas de protesta o para iniciativas encaminadas a exigir, a los medios que quedan, seriedad, rigurosidad y ética a la hora de abordar las complejas realidades de Colombia.
Un pueblo desinformado es fácil presa de líderes mesiánicos y autárquicos que, con un discurso patriotero, ocultan sus reales objetivos: enriquecer a los miembros de su familia y consolidar un Estado mafioso-privatizado, al servicio de unos pocos. Ya el país vivió, entre 2002 y 2010, bajo ese ethos mafioso[2] que escaló a todos los niveles y estamentos de la vida societal colombiana.
Y hay que recordar que para esa época el ÚNICO noticiero que se enfrentó al gobierno de Uribe Vélez fue Noticias Uno. Los demás medios aportaron cada uno lo suyo para consolidar un espantoso y peligroso unanimismo ideológico y político. El mismo que hoy está de regreso en Colombia. Por lo anterior, ya sabemos de antemano lo que le espera al país una vez deje de emitirse Noticias Uno.
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Germán Ayala Osorio, comunicador social y politólogo
Foto obtenida de: https://lavibrante.com/
[1] Véase el libro De la democracia radical al unanimismo ideológico (UAO, 2011).
[2] Véanse estas columnas: https://www.sur.org.co/ethos-mafioso-paz-territorial-algo-esperanza/; https://www.sur.org.co/duque-y-el-regreso-de-un-ethos-pernicioso-insano-y-mafioso/
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