García Márquez habla de cómo el sistema educativo se ha encargado de buscar que los pequeños encajen en un país que no está hecho a su medida, generando procesos de apatía al conocimiento y desconexión total con un mito fundacional territorial que les permita tener raíces, de su ombligo al centro del territorio que habitan, despojando así a los infantes del beneficio de la creatividad y del asombro o búsqueda de la novedad. Convirtiéndolos así en esclavos de una cotidianidad cercenada, como dirían algunas escuelas críticas de la educación manteniéndonos en un modelo prusiano, en el cual debemos tener todos, el mismo estándar y no puede haber divergencias, porque rompen el molde, así el proceso mismo está dado para que no haya nada que “pueda salirse”.
En el contexto, también recordaba hace poco como en procesos de juntanza internacional latinoamericana desde Brasil de hecho resaltaban que en Colombia somos drama, en esta proclama García Márquez también nos recuerda que somos desmesurados, tanto para “lo malo” como para “lo bueno”, convirtiéndose en explicación para hechos como la celebración del hundimiento de una reforma laboral que regresaba derechos que habían sido adquiridos previamente y que fueron retirados por gobiernos anteriores, sumado a situaciones como que en este país en una votación pública se eligiera el no a la al proceso de paz, un proceso de paz que acabaría con el conflicto armado interno más viejo del continente, y es allí donde esta radiografía lo recuerda, como desde el mismo proceso pedagógico de la construcción de los seres, desde niños, por supuesto, pero también de la construcción de un tejido social, es de gran relevancia para poder generar procesos a mediano y largo plazo de construcción de un verdadero Estado Nación, para más adelante poder hacer construcciones reales de soberanía.
El texto nos señala que tenemos el mismo nivel de rencor político y de olvido histórico, seguramente esta combinación ocasiona que esas historias que parecieran inverosímiles se conviertan en el diario vivir de ese macondo, donde el realismo mágico no se convierte en algo poético, sino que termina siendo, con la crudeza de las palabras del premio Nobel, la condena perpetua que tiene esta tierra de no salir de los Cien años de soledad.
En este sentido, debemos de refundar la educación si realmente soñamos con cambiar el estado de las cosas, con que el conocimiento sea un bien público y un derecho universal, que nos permita construir soberanía real, ¿por qué?, porque en muchos de nuestros municipios y departamento tenemos el privilegio de poder hacerlo.
La proclama fue hecha para un consejo de sabios y es allí donde se lee irónico la parte en la que se resalta el papel que ha tenido Colombia en la ciencia latinoamericana, pero también se resalta como la misma cultura del colombiano enaltece, pero también se burla y desprecia el conocimiento, el ejercicio científico académico, llevándonos a un país donde los destinos y los designios del mismo son dejados en manos de influenciadores, generadores de videos que se hacen famosos por ser el que más duro grita, el que lleva el mensaje más a “las vísceras”, pero su actuar ni siquiera se corresponden con el ejercicio mismo de las dignidades que este mismo pueblo, que es muy crítico les otorga, sin más ni más.
Y es que en esta tierra dicotómica no se entiende cómo puede sacar pecho el colombiano de todas las riquezas que regala este territorio, pero a su vez, como critica el autor, exterminar o feriar para que vengan otros y exterminen toda esa riqueza que tenemos de hecho muchas veces con un accionar que contradice las dinámicas expresadas, sobre las del orgullo de esas riquezas.
Dejo textual la frase que más me impacta y a la vez refleja nuestra dicotomía: “Por la misma causa somos una sociedad sentimental en la que prima el gesto sobre la reflexión, el ímpetu sobre la razón, el calor humano sobre la desconfianza. Tenemos un amor casi irracional por la vida, pero nos matamos unos a otros por las ansias de vivir.”
Parece con este fragmento poder analizar cómo, en ese diagnóstico de nuestra situación, debemos de ser más reflexivos, es un llamado urgente a primar la razón sobre la fuerza de los intestinos, de el sentido de supervivencia de desconfiar, pero que no llegue más allá de lo suficiente, sumado a tener como base la búsqueda de la comprobación de que el amor por la vida realmente prime.
Por ende, el llamado urgente es a que dejemos de matarnos entre los pobres, de siempre, para enriquecer a los poderosos, de siempre. No siendo más, les deseo que la proclama completa mueva en ustedes las emociones y sobre todo las acciones que movió en mí hace aproximadamente 8 años, que se generen procesos reales, desde abajo, comunitarios, tejidos racionales: pensados, amados y soñados; procesos que permitan que esta tierra de leche y miel realmente alcance el potencial que tiene la capacidad de aflorar.
Pueden encontrar la proclama completa en: https://diariodepaz.com/2018/10/10/por-un-pais-al-alcance-de-los-ninos/
Jiomar Estefanía Bohórquez Pérez
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