Reactivar, aunque suene a broma, no es otra cosa que volver a activar, a poner en funcionamiento algo que dejó de estarlo. Y acá aparece la primera gran dificultad del proceso: Colombia, se ha demostrado desde diferentes instancias y estudios, ha tenido en tiempos neoliberales, procesos que la han conducido a una desindustrialización y desruralización, han sido distintas las causas, pero entre ellas sería necesario mencionar al menos dos: primera, una fe absoluta en los mercados que nos ha llevado a firmar TLC en condiciones poco favorables para la producción nacional (asimetrías), donde abiertamente hemos tenido una apertura fenomenal a las importaciones; y segundo, unas políticas públicas que han desalentado las intervenciones del Estado y, por el contrario, han enaltecido las decisiones individuales y con ellas el control de los mercados por quienes tienen el músculo financiero y productivo para hacerlo.
La pandemia dejó entonces al descubierto lo que tal vez por aquello del éxito y de la competitividad nos hemos negado. Nuestra estructura productiva es débil, financieramente no soportada y el empleo que es capaz de generar es frágil y en su mayoría es informal; es decir, se soporta en el rebusque diario y está desprovista de cualquier elemento de protección social. Dado esto entonces, la reactivación de la que se habla no se sabe a ciencia cierta a que se refiere, esto es, si se trata de intentar volver a los niveles de producción y de consumo de febrero, antes del confinamiento, o si se trata de replantear el modelo de desarrollo y con ello realizar los cambios estructurales necesarios para diseñar otra economía y otra sociedad posibles.
Como esta segunda opción no será, parece que nos deberemos conformar con intentar volver a un escenario de escaso crecimiento y desempleo creciente que eran las condiciones de comienzos del año. El problema es que las características de ese crecimiento o mejor de ese comportamiento económico se basa en el comercio, tanto formal como informal, en las actividades de esparcimiento (bares, restaurantes, cafeterías…) y en el empleo estatal, fundamentalmente. El confinamiento hizo que las dos primeras se vinieran a la baja, con decrecimientos superiores al 40% en el comercio y del 90% en la segunda. A la par, el sector productivos las Miymes en particular, pero igualmente la gran empresa, han debido soportar un confinamiento largo que marchitó sus ahorros, y donde las ayudas gubernamentales si bien han estado en el camino correcto, y lo seguirán estando por los próximos seis meses, han sido insuficientes por la poca magnitud de los subsidios, tanto a empresas como a las familias, lo que no ha podido soportar el consumo y menos los empleos, los cuales se han perdido en un a cifra impensable de 5 millones.
Siendo así, la reactivación dependerá de lo que menos pregona el neoliberalismo: El Estado tendrá que emprender un ambicioso plan de facilitar recursos a las empresas y complementar con obras públicas para generar empleos de emergencia. El Conpes para la reactivación que está en proceso de aprobación tendrá que generar un enlace entre lo que se había pensado hacer en el plan de desarrollo y en lo necesario para poder, en estos dos años que restan de gobierno, realizar las acciones necesarias para dejar la economía en una senda definida de crecimiento.
Pero esto no será sencillo más si se obra con las mismas actitudes que hasta ahora han caracterizado las acciones gubernamentales. Algunos elementos que deben caracterizar la reactivación podrían enunciarse de la siguiente manera:
- Una política monetaria con menos ortodoxia que permita no solo el financiamiento con recursos del país (Emisión, reservas internacionales, renegociación de deuda), sino que explore alternativas para fortalecer los procesos de crecimiento y generación de empleo.
- Apoyos financieros directos a las empresas para capital de trabajo, así como para mantener y generar empleos, que trasciendan los subsidios escasos a las nóminas y las garantías al endeudamiento.
- Fortalecer el ingreso solidario a las familias, tanto en el monto como en el número, de tal manera que se pueda aumentar ingreso de la población y por ende la capacidad de consumo. La propuesta de Renta Básica de Emergencia debería ser el camino de esta alternativa.
- Los sectores comercio, restaurantes, bares y hoteles son los principales empleadores, hay que rescatar a estos sectores y tener una decisión clara para recuperar los empleos perdidos allí. Esto trasciende la reapertura, habrá que garantizar que se mantengan abiertos, con medidas fiscales benéficas y apoyos directos a las actividades. La demanda va a estar a la baja por la caída generalizada de los ingresos, la confluencia de las distintas medidas de reactivación irá fortaleciendo las dinámicas de estos sectores.
- Este es el momento para que la gran empresa y desde allí distintas unidades productivas se puedan integrar para fortalecer de manera solidaria y cooperada sus actividades. Acciones de creación, consolidación y fortalecimiento de las diferentes cadenas manufactureras de valor tendrán que vigorizarse con procesos de compras nacionales (estatales y privadas) y generar así espirales virtuosas de producción y consumo nacional.
- Es urgente emprender no solo un nuevo impulso que acelere las obras públicas en marcha y las que están en proceso de licitación, sino darles fuerza a vías terciarias entre otras que puedan hacerse de manera inmediata. También al sector de la construcción a través de subsidios directos y a las tasas de interés. Este sector es como ningún otro generador de encadenamientos progresivos que contribuirán al dinamismo de todos ellos.
- El mundo rural requiere de acciones inmediatas, particularmente en el sector agropecuario que es el segundo generador de empleo en el país. Se ha dicho ya que las economías campesinas lograron mantener una adecuada oferta de alimentos, facilitando no solo el abastecimiento de las grandes ciudades y centros urbanos, sino incluso hacerlo sin generar presiones sobre la inflación.
La distribución de la producción agropecuaria campesina se puede fortalecer en circuitos cortos y se demostró su capacidad de soportar la demanda, sin que tenga el apremio de las importaciones de alimentos sean del campo o procesados, que entran a precios favorables gracias a los TLC. Esto debe hacerse a partir de decisiones locales y acuerdos territoriales. Al igual que con la industria manufacturera, la integración de las economías campesinas con las producciones extensivas y de agroindustria, deben partir de criterios de solidaridad, cooperación y asociatividad. No hay mejor momento que este para posibilitar acuerdos productivos y de comercialización que garanticen los procesos desde las siembras hasta que llegue al consumidor final, sea en los mercados locales, nacional o internacional.
Esta también es la oportunidad para concentrar inversiones en la ruralidad y en la Colombia profunda, a través de apoyar desde el nivel nacional a los gobiernos regionales y locales en los planes de desarrollo territorial en materia de infraestructuras, sea de servicios públicos y en particular de vías, ya que esto aumenta la demanda y genera empleo y lo hace de forma inmediata. Así mismo debe fortalecerse la infraestructura educativa rural, la pandemia demostró las enormes brechas existentes pero también los esfuerzos de maestras y maestros rurales por educar.
En últimas, la reactivación requerirá de más que anuncios, so pena de tener que recorrer un camino tortuoso a una recuperación lenta. Como he insistido desde el inicio del confinamiento, no es tiempo para ortodoxias económicas y mucho menos para profundizar en las medidas neoliberales y de mercado, esto si por lo menos se quiere salir de esta larga noche de manera relativamente rápida. Otra cosa, que podría hacerse en paralelo, sería aprovechar todo esto para que, además, podamos como sociedad pensar en un modelo de desarrollo diferente que permita subsanar las enormes dificultades, las grandes brechas sociales y económicas que la pandemia ha dejado en evidencia.
Jaime Alberto Rendón Acevedo, Director Centro de Estudios e Investigaciones Rurales, Universidad de La Salle
Foto tomado de: Gestarsalud
Deja un comentario