El mundo nos ha cambiado. Cientos de millones de personas en el mundo hemos “cerrado la puerta” de nuestras casas con nosotros dentro con un objetivo: frenar la expansión del nuevo virus COVID – 19. El impacto de este confinamiento global, la llamada crisis del coronavirus, ya ha cambiado el mundo. Pero cómo será cuando volvamos a cruzar los umbrales de nuestros hogares “aún no está escrito“, es un mundo que transita “lentamente” por la incertidumbre del mañana. Será la oportunidad para trabajar por un planeta más sostenible, sociedades más democráticas y solidarias, familias más tolerantes, un mundo de menos mercado y economías más resilientes, sociedades del conocimiento al servicio de la sociedad. Una educación, al servicio de territorios más seguros e incluyentes. Una educación que democraticé el saber y amplié oportunidades de inclusión.
La educación de la incertidumbre. En estos tiempos de reflexión recuerdo la lectura: “Los siete saberes necesarios para la educación del futuro” de Edgar Morin (1999) que nos invita a enfrentar las incertidumbres por conducto de la educación como parte constitutiva del quehacer de la especie humana, sostiene, que es situar la educación en el plano integral de sus deberes, que permita contextualizar los conocimientos, que posibilite resolver dificultades, que nos permita ser mejores personas y más comprometidos con la defensa de lo público, ocuparnos de la sociedad y ser actores activos y transformadores de la misma.
La incertidumbre que genera las dinámicas de la globalización y sus contradicciones imponen nuevos retos y desafíos a la acción educativa y con ellos al papel de la escuela y sus actores. Es necesario aprender a enfrentar las circunstancias que vivimos en una época cambiante donde los valores son ambivalentes, donde todo está ligado. Es por eso que la educación del futuro debe volver sobre las nuevas preguntas por el conocimiento con pertinencia.
Sin duda la incertidumbre es uno de los signos de nuestro tiempo. Pero esta no solo tiene en cuenta el futuro. Existen también las dudas sobre la validez del conocimiento, sobre la eficacia de los hechos, sobre la fuerza de las actitudes y, sobre todo, sobre el valor de las formas de hacer y de ser y, por lo tanto, sobre toda la incertidumbre derivada de nuestras propias decisiones.
Es cierto y de ello no cabe duda, que estamos viviendo en una sociedad planetaria de incertidumbres, pero es pertinente hallar punto de acuerdo que nos conduzcan a encontrar
caminos positivos y creativos, espacios de vida que nos sitúen en la frontera del nuevo conocimiento para enfrentar creativamente las respuestas a las preguntas del presente y el futuro. A propósito de la incertidumbre, hoy más que nunca debemos enfrentar el desafío de pensarnos y actuar desde la Cuántica Social: Incertidumbre, Complejidad y Creatividad.
Ya Aristóteles nos habló del asombro como motor del pensamiento.
Cuántica social. La unidad social no viene dada por la homogeneización del pensamiento, sino por aquella expresión colectiva que permite que el conocimiento alcanzado sea fruto de la experiencia común, en la que cada sujeto es protagonista y aporta, con sus vivencias, un matiz diferente, con lo que se obtiene una intensidad mayor del color del producto social logrado. En consecuencia, cualquier comunidad, en cualquier presente, es producto de los factores que laten en ese instante, con su propia impronta derivada de los elementos que están interactuando, para la configuración de esa realidad: económica, política, cultural.
Y es que con la física cuántica aparece también el concepto de realidad como un todo que no se puede fragmentar para ser explicado, tal como ocurre con un holograma. También, la realidad aparece como potencia para la creación, donde se dan, simultáneamente, infinitas posibilidades de formas de expresión, que se concretan según la voluntad del actor, el cual actúa como atractor extraño de dichas posibilidades de aprendizaje.
El aprendizaje humano es una construcción inductiva – deductiva que depende de cada persona (de su memoria, motivación, concentración, actitud y conducta), que logra modificar su estructura mental y alcanzar un mayor nivel de diversidad, de complejidad y de integración. Parte de la estructura mental que la persona trae (preconceptos) y reconoce el nivel de pensamiento lógico que posee para propiciar experiencias que promueven sus habilidades de observación, análisis, síntesis, evaluación y crítica.
Todo lo anterior se apoya en la estructura conceptual de cada persona, parte de las ideas y preconceptos que él trae sobre algún tema de análisis; prevé el cambio conceptual que se espera de la construcción activa del nuevo concepto y su repercusión en la estructura mental; confronta las ideas y preconceptos afines al tema, con el nuevo concepto que aprende; lo aplica a situaciones concretas (y lo relaciona con otros conceptos de la estructura cognitiva) con el fin de ampliar su transferencia.
El asombro. El desafío del presente y del futuro inmediato será pensar y actuar en la perspectiva del asombro como la opción de buscar nuevas líneas de acción. Debemos de manera inmediata poner a prueba nuestra imaginación social para que los sujetos políticos y las sociedades en su conjunto, actúen en defensa de lo colectivo y lo público y de esta manera se reconstruyan las sociedades en el espíritu democrático y la inclusión social y política.
La educación con pertinencia. La educación que nos deja la epidemia[3] del coronavirus es obligatoriamente distinta, la “pertinencia” hay que leerla en clave de las realidades territoriales, sociales, culturales, sociológicas, políticas, ambientales, de salud pública, etc., con las cuales nos enfrentamos hoy. Al regreso de nuestros niños, niñas, jóvenes, a la “Escuela” no será igual, desde el Plan Regional de Educación insistimos en la Educación con Enfoque Territorial, hoy más que nunca, esa tesis cobra vigencia. Las preguntas de nuestra comunidad educativa serán distintas y, por lo tanto, las respuestas deberán serlo.
Una educación con Enfoque Territorial la entendemos como la educación que requiere sin duda alguna de transformaciones en diversos órdenes sociales, uno de estos, es la educación, que provee a las personas y a los grupos humanos de las herramientas necesarias para comprender el mundo, interactuar con él y transformarlo.
Las particularidades territoriales del Eje Cafetero ameritan una postura educativa que tenga en cuenta las necesidades de formación que se derivan de los diversos fenómenos que se presentan en los municipios que presentan características diversas y variadas desde lo económico, social, cultural, étnico hasta lo ambiental y político. Es necesario que la educación que se imparta habilite a los niños y jóvenes para ser agentes activos del desarrollo de sus territorios y esto solo es posible en la medida que otros espacios, actores y saberes se introduzcan en los currículos educativos haciendo posible una educación más pertinente, contextualizada y útil.
En esta perspectiva se requiere entender la educación como un constructo social, la comunidad como sujeto de la construcción de conocimiento a partir de un dialogo activo de saberes, la acción educativa como el elemento transformador de las prácticas culturales y pedagógicas y la escuela y el territorio como espacios educadores.
El desafío de educar en, con y para el territorio se convierte en un elemento central de la política pública que se debe agenciar desde el Plan Regional de Educación. El aprendizaje situado es una postura pedagógica para gestar una educación con enfoque territorial dado que sitúa los procesos educativos como experiencias de formación que ocurren en el territorio. El desafío consiste en atreverse a pensar el territorio como entorno, vehículo y contenido de los aprendizajes y desarrollar innovaciones educativas que les permitan modificar las prácticas educativas, pedagógicas y didácticas para dejar entrar el territorio en los diferentes niveles del desarrollo curricular. Hoy “aprender a desaprender” cobra plena vigencia.
Los Planes de Desarrollo Territorial. Hoy nos encontramos formulando los Planes de Desarrollo Territorial de los departamentos y municipios, estos, desde el sector educativo no podrán formularse con los “viejos” indicadores del KIT – Territorial, 2020, ni con las mismas “metas resultado y metas producto”, y mucho menos con los “indicadores” preestablecidos, el mundo ha cambiado, está cambiando aceleradamente, hoy debemos repensarnos a la luz de lo que está enseñando el planeta; los niños y jóvenes cuando regresen a la Escuela no serán los mismos, y los maestros tampoco, de ahí que nuestros Planes de Desarrollo deben dejar planteados programas y subprogramas para atender la “emergencia” y sobre todo la fase de “recuperación” que nos tomará varios años seguramente. Al Plan Regional de Educación le tenemos que preguntar qué de ahí es válido y en qué debemos ajustarlo para poder estar acordes con las nuevas realidades territoriales.
En clave de la cuántica social, la educación con pertinencia, que no es otra que, con Enfoque Territorial, es una oportunidad para avanzar en la construcción de territorios resilientes y una educación al servicio de las nuevas realidades territoriales. Tenemos que ser muy imaginativos para poder brindar una educación con pertinencia. Hoy, la Educación debe pensarse desde territorios seguros[4] y resilientes para que nuestros niños y jóvenes sean capaces de leer los desafíos sociales y económicos que nos está planteando el planeta.
Los territorios seguros deben entenderse en doble vía, de un lado, desde el punto de vista del desarrollo se entiende como la capacidad de un territorio para ofrecerles a sus habitantes humanos las condiciones de “estabilidad” necesarias para avanzar de manera efectiva en el aprovechamiento integral de sus capacidades; y en segundo lugar, a los ecosistemas las condiciones de “estabilidad” necesarias para que puedan conservar su integridad y biodiversidad y, en consecuencia, existir y evolucionar de acuerdo con su propia naturaleza.
Los Planes de Desarrollo Territorial 2020 – 2023 deben mirar como atenderán la fase de la recuperación y desde el sector educativo, como esté se pone al servicio de unas nuevas realidades, que las reinterpreta para hacer de la Escuela un territorio que educador y un espacio seguro y como proyecto de vida.
Palabras finales. Es válido volver a García Márquez: (…) Creemos que las condiciones están dadas como nunca para el cambio social, y que la educación será su órgano maestro. Una educación desde la cuna hasta la tumba, inconforme y reflexiva, que nos inspire un nuevo modo de pensar y nos incite a descubrir quiénes somos en una sociedad que se quiera más a sí misma. Que aproveche al máximo nuestra creatividad inagotable y conciba una ética -y tal vez una estética- para nuestro afán desaforado y legítimo de superación personal. Que integre las ciencias y las artes a la canasta familiar, de acuerdo con los designios de un gran poeta de nuestro tiempo que pidió no seguir amándolas por separado como a dos hermanas enemigas. Que canalice hacia la vida la inmensa energía creadora que durante siglos hemos despilfarrado en la depredación y la violencia, y nos abra al fin la segunda oportunidad sobre la tierra que no tuvo la estirpe desgraciada del coronel Aureliano Buendía. Por el país próspero y justo que soñamos: al alcance de los niños”.
A su turno, acogemos las voces de la Comisión de Sabios (2019): “Queremos un país en donde todas las niñas y niños puedan estudiar, donde podamos tomar agua del rio, donde las personas sean alegres y vivan en paz. Un país libre de violencia y donde se pueda salir de la casa sin miedo. En donde haya convivencia y se cuiden los animales, donde no haya hambre y recibamos bien a los inmigrantes, donde se reciclen las basuras y usemos la tecnología para bien.
Un país donde la ciencia nos permita descubrir cosas fantásticas. En donde se respete a los indígenas y afrocolombianos, donde haya oportunidades para los campesinos, las personas de bajos recursos. Donde todos tengan los mismos derechos y los colegios no tengan problemas para recibir a niños discapacitados.
En donde la educación no se sienta como obligación y todos pueden aprender muchas cosas para lograr lo que quieren. En donde todos nos respetamos y se crea en las ideas de los niños y los adultos”.
Desde estas reflexiones acogemos la lectura que hace el Editorial de The Washington Post del 25 de marzo sobre la coyuntura: “O muere el capitalismo salvaje, o muere la civilización humana”: (…) La nueva pandemia ha quitado el velo ilusionista, y el maquillaje hipócrita de la Civilización; la Italia de Rómulo y Remo, de los Cesares, de Marco Polo, de Leonardo Da Vinci, de Galileo Galilei, de Luciano Pavarotti, de Benito Mussolini, de Silvio Berlusconi, de Andrea Bocceli, de Roberto Baggio, de Paolo Maldini, de Gennaro Gattuso; la Italia que pago el fichaje más caro de su historia por el portugués Cristiano Ronaldo, 122 millones de euros; si esa misma Italia que tuvo que desconectar la respiración artificial de sus ancianos, para luego verlos morir; y que no pudo responder de la misma forma como cuando organizaron el mundial de Italia 90; porque su sistema de salud expiro en los brazos del capital privado, haciendo de salud una mercancía; lo mismo está sucediendo con España, un país que presume de una monarquía; que se ha convertido en un adorno costoso para un país que no tiene camas para atender a sus pacientes.
La pandemia quito el antifaz del modelo económico de las naciones más poderosas del Planeta (Estados Unidos y China); y en el caso de Italia y España; ambos países miembros de la OTAN, que maneja un presupuesto de casi dos mil millones de dólares, se vieron como los más pobres del barrio, que fingían ser ricos, pero no tenían ni donde caer muertos. La realidad ha quitado el efecto de la anestesia del capitalismo salvaje; y ha tirado sus cartas sobre la mesa. Ha llegado la hora de replantear y de humanizar este modelo económico; y hacernos el siguiente planteamiento: ¡O muere el Capitalismo Salvaje, o muere la Civilización Humana! Como decía Albert Einstein: “Locura es hacer lo mismo una y otra vez, esperando obtener resultados diferentes”. No podemos seguir viviendo en un planeta donde más del 80% de la riqueza, está concentrada en un 1% de la población. Me resisto a defender con mi silencio un indefendible y despiadado statu quo que concentra la riqueza de nuestros recursos naturales, y medios de producción en pocas manos, capaces de derramar sangre inocente por mantener intacto ese statu quo. Yo no puedo defender este statu quo que privatiza el agua, la salud, la educación, el viento, el sol; Derechos Humanos Universales que se han convertido en mercancías, que se encuentran solo al alcance de una minoría rapaz, voraz e insaciable; mientras las grandes mayorías invisibles; solo son visibles en los procesos electorales, disfrazados de Democracia. Una gran realidad de todo lo que pasa a nivel mundial que nos quieren tener controlados a los vulnerables del planeta tierra porque la avaricia y la ambición y ansias de poder los tiene enfermos”.
Hoy, en el infinito mundo de posibilidades las partículas elementales son la base de la libertad humana y con ello de un nuevo planeta más sostenible y una sociedad más democrática y solidaria que ofrezca una educación con pertinencia.
Epílogo. El desafío del presente, es repensar nuestro Plan de Educación Regional 2019 – 2031, hacer honor a su lema: Aprender a desaprender. “Aprender a dudar es aprender a pensar”, escribió Octavio Paz, redundando en lo mismo. Y más allá fue Ortega y Gasset en su alabanza de la duda como método educativo: “Siempre que enseñes, enseña a la vez a dudar de lo que enseñas”.
De la incertidumbre social a la acción colectiva. Desde esta perspectiva, es posible la acción de sujetos históricos capaces de crear formas de vida alternativas al paradigma contemporáneo de existencia. Así pues, la crisis es también Kairós en términos griegos (momento adecuado), es la oportunidad de creación de otras formas de vida y de otros caminos de emancipación que emergen del fondo de la crisis. En toda cultura ha habido históricamente líneas de fuga, otras formas de hacer, sentir y buscar acciones emancipatorias. Estamos ad portas de encontrarnos en estas nuevas líneas de fuga. Que la epidemia sea una oportunidad para repensarnos como especie humana y la acción colectiva como sociedad como respuesta a la incertidumbre. Son los tiempos de imaginar otros mundos posibles.
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[1] Municipios: Armenia, Pereira, Manizales, Dosquebradas y los departamentos de Caldas, Quindío y Risaralda.
[2] El municipio de Pereira adopto el Plan Decenal de Educación y allí incorporó lo sustantivo y pertinente del Plan Regional de Educación.
[3] Recuérdese que las epidemias son producto de los procesos de urbanización que traen consigo nuevos desafíos en lo social y político.
[4] Para los efectos que nos ocupan (y sin entrar a cuestionar las muchas definiciones que ya existen de la misma palabra), entendemos por territorio como “el resultado emergente de las interacciones permanentes entre las dinámicas de los ecosistemas y las dinámicas de las comunidades (incluidas las instituciones) que confluyen a un mismo tiempo en un mismo espacio físico” (Wilches-Chaux. 2013).
Jahir Rodríguez Rodriguez, Coordinador del Plan Decenal Regional de Educación, Eje Cafetero 2018 – 2019. Licenciado en Historia y Geografía; Magíster en Educación; Magíster en Estudios Políticos; Experto en Planificación y Gestión del Desarrollo Regional; © Ph en Geografía con énfasis en Ordenamiento Territorial y Gestión del Riesgo. Pereira, abril 3 de 2020.
Foto tomada de: Semillerosdeportivos.com
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