No es sencillo superar esta práctica y tentación que puede catalogarse como una tradición en el ejercicio de la política nacional, consistente en declarar enemigo a su adversario político, y propiciar la polarización de la sociedad, mediante la satanización y estigmatización del diferente, esa fue la estrategia política que se empleó durante más de 150 años para sembrar el odio entre liberales y conservadores, que produjo como resultado decenas de guerras por el poder, hasta llegar a el periodo conocido como de la violencia (1948-1956) desencadenada por el magnicidio de Jorge Eliecer Gaitán.
Existe la ESPERANZA de que la sociedad colombiana luego de un periodo obligado de reflexión profunda, durante el AISLAMIENTO OBLIGATORIO, que evidenció las enormes brechas de desigualdad, la debilidad del Estado Social de Derecho, así como la concentración y abuso del poder político, tenga la sabiduría para transformar el ESTALLIDO SOCIAL convirtiéndolo en una verdadera opción de renovación de las elites tradicionales y sus prácticas políticas, apegados a un conjunto de principios éticos y una agenda programática que efectivamente permita generar oportunidad para los más vulnerables, superando las prácticas que nos mantienen en la cultura del odio, la descalificación, la estigmatización y la polarización, ojala las colombianas y los colombianos estemos maduros para pasar la página del miedo y el odio, y poder empezar escribir la página de la RECONCILIACIÓN y la EQUIDAD.
Constancia histórica o esperanza de transformación.
En palabras del uruguayo Pepe Mujica, parodiando a Albert Einstein, “Si quieres un cambio, no puedes seguir haciendo lo mismo”, al analizar las diversas expresiones políticas en las elecciones presidenciales de 2018, podemos constatar que la unidad de los sectores alternativos (izquierda + independientes), incluso estando unidos no alcanzaba para superar al candidato de las fuerzas tradicionales, encabeza del hoy presidente Iván Duque.
Una campaña que incentive el miedo y el odio contra el adversario, es el escenario que más favorece a las fuerzas más recalcitrantes que hoy gobiernan a Colombia, pues así ganaron la opción del No en el Referendo para refrendar el Acuerdo de Paz, y así llevaron a Iván Duque a la Presidencia de la República en 2018. Los jóvenes (milennials y centennials) tendrán que optar entre dejar una Constancia Histórica en el marco de una campaña al calor de la polarización, o dar el paso a una transformación tranquila, que permita consolidar el proceso de paz y generar un clima político de reconciliación, que renueve las elites y permita una transformación política de fondo y prolongada en el tiempo.
Para hacer posible un cambio real en las elites que han gobernado a Colombia, es necesario involucrar o sumar a los hoy definido sectores alternativos (Izquierda + Independientes), a un nuevo sector denominado la “Centro-Derecha”, que es el electorado progresista, que está a favor de la paz, la equidad, contra la corrupción y contra la concentración y el abuso de poder que ejercen las actuales elites; pero que ha estado votando en el pasado inmediato con el Partido Liberal, el Partido de la U, quizás algunos en el Partido Conservador, Cambio Radical e incluso sectores críticos al interior del propio Centro Democrático.
Esa es la opción de transformación profunda pero tranquila, que se viene construyendo desde los sectores independientes en la llamada Coalición de la Esperanza, por ello están allí, el Negociador del Proceso de Paz, Humberto de la Calle; y el ex–ministro Juan Fernando Cristo; pero también está una expresión joven y renovada del liberalismo como Juan Manuel Galán, y muy posiblemente se una el también ex–ministro y actual rector de la Universidad de Los Andes, Alejandro Gaviria; junto con quienes en 2018 conformaron la llamada Coalición Colombia, donde están Jorge Enrique Robledo, ahora con su Partido Dignidad, Sergio Fajardo y su proyecto Compromiso Ciudadano, y un sector mayoritario del Partido Alianza Verde.
Caudillismo o Construcción Colectiva.
En la construcción de la Coalición de la Esperanza se espera producir en las elecciones de marzo de 2022, una consulta que mida la favorabilidad y el apoyo a candidatos que vienen de diferentes orígenes, pero que están dispuestos a participar en un gobierno de coalición regidos por unas reglas éticas y un programa de transición democrática, en la que no existe un ganador predeterminado, esta consulta la puede ganar tranquilamente Juan Manuel Galán, Alejandro Gaviria, Sergio Fajardo o Ángela María Robledo. Incluso tendría chace un candidato de la Alianza Verde como Camilo Romero.
No es fácil y es inédito, que sectores con tan diversos orígenes, se hayan sentado a construir una opción política que los represente a todos en sus aspiraciones de país, y que se sometan a unas reglas construidas colectivamente. Eso ha sido posible gracias a la construcción de confianzas, de un profundo respeto por los diferentes, y se necesita que todos estén dispuestos a hacer concesiones, para garantizar un proyecto de unidad.
Seguramente, tendrán que superar muy diversas adversidades, desde los dos flancos les disparan, pero si llegan a una consulta en marzo de 2022 que logre obtener 6 o 7 millones de votos, sin duda será la ESPERANZA para la renovación política tranquila, superar el empleo del odio y la polarización, que nos podría permitir adelantar las transformaciones culturales, sociales, económicas y políticas que requiere Colombia, con liderazgos suficientes para mantener el rumbo durante varios periodos de gobierno, porque en 4 años se puede avanzar, pero se requieren décadas de continuidad para consolidar un proyecto de país incluyente, en paz y garantista de los derechos de todos los colombianos, especialmente de los más vulnerables e históricamente excluidos.
Del proceso de unidad de la Coalición de la Esperanza, depende el atraer hacia la opción de renovación de las élites y de la forma de hacer política en Colombia, al sector progresista que puede hacer la diferencia para la transición tranquila de Colombia hacia la paz y la inclusión social, económica y cultural que todos anhelamos.
Los demócratas y fuerzas progresistas, estamos llamados a saludar, respetar y ojalá impulsar este esfuerzo y proceso de unidad de sectores alternativos, que vigoriza las posibilidades de transformación y cambio de las costumbres y las elites que hoy gobiernan nuestro país.
Miguel Antonio Galvis, Consultor y analista político independiente.
Foto tomada de: Revista Semana
Deja un comentario