- “los megaempresarios colombianos siempre han estado en contra de reformas tributarias que les toquen el bolsillo y afecten sus abundantes dividendos y sus tradicionales exoneraciones.”
- El presidente de la ANDI afirma que la reforma tributaria va a ser una catástrofe.
- Los sectores económicos más ricos tienen la posibilidad de hacer aportes tributarios grandes.
- La superintendencia de sociedades informó que en 2021 las 1.000 empresas más grandes del país obtuvieron utilidades por 98 billones de pesos, es decir cuatro veces más que lo que se espera recoger con la reforma tributaria para todo el país).
- Entre 2016 y 2021 esas 1.000 empresas más grandes del país obtuvieron ganancias por 370 billones de pesos, cifra superior al presupuesto total de la nación en 2022 que fue de 350 billones.
- Para el obispo, estas cifras dejan sin fundamento las falsas alarmas del sector empresarial
- No se trata de que dejen de obtener ganancias, sino que se parezcan un poco al empresariado de Europa y Estados Unidos “en donde hay solidaridad con la ciudadanía y han contribuido a construir sociedades con bienestar para todos” (Bueno, el obispo idealiza a dichos empresarios, pero el punto es que aparentemente si pagan una tasa impositiva más alta).
- Por pagar impuestos justos no se han acabado las empresas en Europa y Estados Unidos.
- Otros ricos, dentro de los cuales están empresas que no hacen parte de las mil más grandes del país, los grandes comerciantes, los herederos de grandes fortunas, algunos profesionales y otras personas naturales también gozan de generosos beneficios, y podrían hacer un aporte significativo al país.
El obispo aclara que no es economista ni tampoco defensor del gobierno actual. Simplemente tiene una actitud crítica y considera que la información sobre las ganancias, a partir de datos oficiales, es incontrovertible. Además, le da tristeza “ver que el país puede seguir generando riquezas solo para los grandes empresarios, los banqueros, los terratenientes y otros ricos.”
El obispo invita a “pensar en las verdaderas causas del empobrecimiento del país y en las soluciones que se deben dar para transformar las condiciones de vida del pueblo colombiano”. Cita al papa Francisco quien invita a “estudiar y practicar una economía diferente, la que hace vivir y no mata, que incluye y no excluye, que humaniza y no deshumaniza, que cuida la creación y no la depreda”.
Más claro no canta un obispo
El obispo Barreto se expresa con claridad: “plata si hay”. Pero está en los bolsillos de los ricos y como bien lo dice la biblia, es más fácil que pase un camello por el ojo de una aguja que María Fernanda Cabal o Paloma Valencia en el reino de los cielos.” Los capitalistas saben muy bien para qué es el reino en la tierra y no están dispuestos a compartir sus grandes ganancias ni su riqueza acumulada. Poco o nada le importa la suerte de millones de compatriotas que no alcanzan siquiera a alimentarse bien.
Afortunadamente el obispo Barreto no es un economista porque si lo fuera estaría dedicado a inventar excusas disfrazadas de ciencia económica para justificar la oposición de los capitalistas. Apenas ven alguna amenaza sobre sus ganancias se transforman en héroes patrióticos cuya única finalidad en la vida es promover el desarrollo y generar empleo. Eso sí, amenazan en todas las formas posibles con irse del país si se atreven a tocarles el botín.
En el año 2020 de acuerdo con los datos del DANE en la Encuesta Manual Manufacturera, los 661 mil trabajadores crearon un valor agregado de $92 billones, pero solamente les pagaron $21 billones, es decir, apenas 23%. Sus católicos patronos, apenas 7.343 establecimientos se quedaron con $61 billones. La relación entre el excedente bruto de explotación y el valor pagado a los trabajadores fue 290%, una tasa de explotación muy interesante. Esto ocurre todos los años, la industria manufacturera es una fuente inagotable de ganancias que permite que un puñado de capitalistas aumenta más y más riquezas.
Bruce Mac Master, presidente de la ANDI, defiende el inviolable derecho sagrado a apropiarse del trabajo de los demás y a obtener las mayores ganancias posibles. Del total de 7.343 empresas, 212 (apenas el 3%) se embolsillan 25 billones de los 61 billones del excedente de explotación, es decir, el 41%, y las 97 empresas con más de 800 trabajadores (1,3%) se quedan con el 23% del total del excedente. Las cifras de la encuesta anual manufacturera evidencian el patrón usual de concentración de la producción, el valor agregado y el excedente en la economía colombiana, pero se observa una tasa de explotación mucho mayor.
El director de la ANDI en sus múltiples apariciones en los medios de comunicación no dice una palabra sobre esta situación.
Las cifras oficiales son apenas una aproximación
Las cifras oficiales son incontrovertibles, dice el obispo. Pero se basan en datos reportados por las empresas que muy probablemente esconden la magnitud real de las ganancias. El nuevo director de Planeación, Jorge Iván González ha señalado la necesidad de hacer y difundir mejores y más amplias mediciones de la desigualdad económica. Convendría que promoviera también un programa serio de auditoría sobre los estados financieros de las empresas con el fin de detectar y corregir todas las prácticas de los empresarios destinadas a ocultar las ganancias que obtienen.
Este programa podría ser una de las “misiones” en el marco de las recomendaciones de la economista Mazzucato para estimular el desarrollo. Las alianzas público-privadas deberían basarse en la honestidad de las partes, comenzando por una mayor transparencia en las cifras de los estados financieros. Sería muy importante vincular a Transparencia Internacional y Transparencia por Colombia que tanto se preocupan por medir la corrupción pública pero no profundizan en este tipo de corrupción privada, fuente de uno de los mayores desfalcos al Estado.
Esperemos que igualmente en el Plan de Desarrollo del Gobierno Petro se aborden las verdaderas causas del empobrecimiento, no del país, como dice el obispo, sino de millones de trabajadores asalariados y por cuenta propia. Los vientos de cambio deben implicar cambios en la interpretación de la situación.
Necesitamos más doctores en sensibilidad y menos doctores en economía. El obispo Barreto no es economista, pero analiza la situación en forma mucho más clara y precisa que la gran mayoría de economistas oficiales. El gobierno debería promover una alianza público-religiosa/cívica, para promover entre los capitalistas ricos la práctica efectiva de sus principios religiosos y/o éticos. Como mínimo, comenzar por dar de comer al hambriento y dar de beber al sediento. Esta alianza debería ser liderada por alguien como el obispo Barreto.
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[1] https://www.cec.org.co/sistema-informativo/opinion/el-estallido-de-las-elites
Alberto Maldonado Copello
Foto tomada de: El Catolicismo
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