La absurda prohibición de Lula se apoya en un proceso sobre una tal departamento, que nunca fue de Lula, al punto que el juez Sergio Moro dijo que lo condenaba no en base a pruebas – que nos las tenía -, sino en base a convicciones. Como si el derecho pudiera basarse en algo tan subjetivo como las convicciones y ya no en pruebas.
En base a esa condena, Lula fue apresado y le impiden ser candidato en las elecciones en que las encuestas le dan preferencias arriba del 40%, mientras que los otros candidatos sumados no llegan a esa cifra. Todos los que visitan a Lula coinciden en la fuerza moral con la que él enfrenta la situación y, al mismo tiempo, la indignación por la inmensa injusticia de que él es víctima.
“No me conformo de haber sido condenado y estar en la Ficha Limpia por un crimen que no ha existido. Los Tribunales Superiores, que podrían reparar la injusticia juzgando el mérito antes de las elecciones, no ponen el tema en la agenda. Van a juzgar cuando yo ya haya sido excluido del proceso electoral”. Esa fue la declaración de Lula respecto a su imposibilidad de participar en las elecciones en las encuestas lo colocan como el más favorito que en cualquiera de las anteriores que ha enfrentado, con todas las posibilidades de ser elegido de nuevo presidente de Brasil en primera vuelta.
Frente a esa circunstancia, Lula y el PT fueron obligados, para no correr el riesgo de ser excluidos de la campaña electoral, a escoger a un candidato sustituto de Lula hasta el día 11 de septiembre. Fernando Haddad fue estudiante de derecho y de economía en la Universidad de Sao Paulo, donde yo mismo fui su profesor en los cursos de posgrado que ha hecho, en filosofía y en ciencia política. Fue el mejor ministro de Educación que Brasil haya tenido, responsable directo de la gran expansión de sistema educacional del país, sea en las escuelas técnicas o en las universidades públicas. Fue posteriormente elegido alcalde de la ciudad de Sao Paulo.
Fue por su trayectoria como su ministro, principalmente, que Lula lo ha escogido como su candidato a vicepresidente y, no pudiendo participar, como su candidato a presidente de Brasil, teniendo como candidata a vicepresidenta Manuela Dávila, joven parlamentaria del Partido Comunistas de Brasil.
Haddad coordinó la elaboración del programa electoral de Brasil y, posteriormente, salió a recorrer los diversos puntos de Brasil, de forma similar a lo que había hecho Lula con sus Caravanas (de las cuales recién salió el bellísimo libro de fotos de la Caravana al Nordeste, que yo mismo edité). La recepción que ha tenido Haddad por las nueve provincias de esa región fue espectacular y confirmó lo que la derecha más temía: la trasferencia de la influencia de Lula, que tiene el 59% de apoyo en la primera vuelta en la región que siempre ha sido decisiva en las cuatro victorias electorales nacionales del PT.
Haddad superó rápidamente las resistencias dentro del PT y aparece como el mejor representante de Lula. Como coordinador del programa de gobierno de Lula, es quien mejor defenderá las posiciones de PT respecto a todos los temas del programa.
Hasta aquí las encuestas incluían a Haddad sin mencionar que sería el candidato de Lula. La derecha tenía las esperanzas de que la trasferencia de votos de Lula hacia él no se diera o se diera en pequeña proporción. Pero las encuestas ya apuntaban a que, designado por Lula, Haddad tiene el 33% de las preferencias, que dicen que seguramente votaran por él, además de otro 16% que afirma que podrían votar por Haddad. Lo cual, de partida, ya coloca a Haddad en la segunda vuelta, como favorito para ganar a Bolsonaro, pero abre incluso la posibilidad de una victoria en primera vuelta.
Lula mandó un mensaje a la dirección del PT, que se reunió en Curitiba, donde aprobó el nombre de Haddad para ser el candidato del partido a la presidencia de Brasil y lo anunció públicamente en la vigilia frente a la Policía Federal, donde Lula está preso desde hace más de 150 días.
“Nuestro candidato ahora es Haddad”, dice Lula en su mensaje público, leído en la vigilia frente a la Policía Federal. En términos muy emotivos, Lula reafirmó su esperanza de que sea reconocida su inocencia y de que el pueda unirse a Fernando Haddad en el gobierno de Brasil.
En seguida Haddad habló ya como candidato a la presidencia de Brasil, con un discurso vibrante, en el que hizo un reconocimiento de todo lo que Brasil le debe a Lula y de los desafíos que el país tiene por delante. Se revela un gran candidato, confirmando la opción correcta de Lula, en la circunstancia dramática de no poder ser el candidato.
Lula siempre decía que prefería que fuera alguien de una nueva generación el próximo candidato a la presidencia de Brasil. Pero la persecución política de que fue objeto lo llevó a afirmar su disposición de probar su inocencia, desmentir las acusaciones y ser de nuevo candidato a la presidencia. Una voluntad reafirmada en todos sus discursos y mensajes por escrito, hasta que se agotaron las posibilidades legales y la renovación que Lula prefería terminó imponiéndose.
La decisión de Lula y del PT hace que la campaña entre en su recta final, ahora con todos los candidatos definidos. La reacción del mercado – la bolsa de valores y el dólar – fue negativa, acusando el golpe de que el PT lograra superar los obstáculos para tener un candidato apoyado por Lula.
Los próximos pasos de la campaña electoral son las encuestas en las que Haddad aparezca como el candidato de Lula para la primera vuelta, el 7 de octubre. La difícil transición de Lula a Haddad como candidato, está realizada. Ahora la campaña electoral entra en su recta final. En octubre, Brasil tendrá un nuevo presidente, elegido democráticamente por su pueblo. Lula tiene confianza de que el elegido será Fernando Haddad.
– Emir Sader, sociólogo y científico político brasileño, es coordinador del Laboratorio de Políticas Públicas de la Universidad Estadual de Rio de Janeiro (UERJ).
Foto tomada de: El Desconcierto
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