Nicolás Gómez es un extraordinario erudito en diversos campos, pero no se destaca en sus conocimientos sobre el capitalismo; sin embargo, hay que abonarle que por lo menos sabe que existen la burguesía y el proletariado, aunque muy probablemente no pasa de las palabras y desconoce su contenido. Es destacable que sepa que existen clases sociales y también que los capitalistas y los asalariados tienen intereses opuestos, no está mal. Pero empieza a patinar cuando pasa de una clasificación de las clases según su lugar en la estructura productiva a utilizar el concepto de clase en forma banal para referirse a los que pagan impuestos y a los que no. Aquí demuestra Nicolás Gómez que tampoco sabe mucho sobre las clases. Pero además ¿cuál clase no paga impuestos en el capitalismo en Colombia? Hasta el trabajador más humilde y el desempleado paga el IVA por la cerveza que se toma de cuando en cuando, o por la compra de muchos productos de la canasta familiar.
La superficialidad de Botero no tiene límites. Pero no es seguramente por incapacidad intelectual (aunque queda la duda) sino simplemente porque sus intereses materiales limitan su pensamiento. Botero ataca en su columna a los gobiernos populistas en general, en América Latina en particular, y en Colombia, con el gobierno de Petro en singular. Su tema en este caso son los subsidios. Quiere demostrar que la mayoría de los subsidios, en vez de resolver la pobreza y la miseria la acentúan. Y para apoyar sus tesis se basa en afirmaciones de ilustres economistas.
En primer lugar, cita a Alejandro Gaviria, que cuenta entre sus méritos intelectuales el haber sostenido que una de las causas de la pobreza son los nombres horrorosos con que algunos padres agreden a sus hijos[1]. Dice Gaviria: “Los subsidios no van a resolver el problema de la pobreza. La clave está en el empleo y, sobre todo, en la generación de oportunidades laborales para los colombianos sin educación superior, sin habilidades laborales…En el mejor de los casos, los subsidios son un paliativo; en el peor, una forma de habituarse a la penuria.”
Alejandro Gaviria fue director del Departamento Nacional de Planeación y además ministro de Salud y de Educación, entre otros altos cargos públicos, fue investigador de Fedesarrollo, quizá el centro de investigación y consultoría más prestigioso de defensa del capitalismo, rector de la Universidad de los Andes y también candidato presidencial. Es de lo mejorcito que da la tierrita. Y qué producto tan pobre. Veamos con calma la profundidad de nuestro reconocido economista. Para resolver la pobreza, nos enseña, hay que dar empleo y especialmente oportunidades laborales a los colombianos sin educación laboral y sin habilidades laborales. Le faltó decir que si se les da empleo con salarios de 10 millones de pesos mensuales seguramente resolveremos por completo la pobreza.
El diagnóstico de Gaviria es de una profunda superficialidad. La pobreza se debe a que muchos trabajadores no tienen empleo (no lo dijo, pero asumimos que debe ser con salarios altos). Lo mínimo que uno esperaría de tan reputado intelectual es que nos explicara por qué la gente no tiene empleo. Además, debería tener en cuenta que muchos de los que tienen un empleo asalariado o un ingreso por cuenta propia actualmente ganan tan poco que son pobres en términos monetarios; Gaviria debería entonces explicarnos que no se trata solamente de tener empleo.
Muchos de los trabajadores sin educación superior podrían decir lo mismo que el intelectual Gaviria: la clave es tener buenos empleos con ingresos altos, como los que ha tenido siempre Gaviria y le han impedido caer en la pobreza. Pero muy probablemente, como Gaviria, no podrían responder la segunda parte con claridad: ¿Por qué no hay empleo para todos? ¿Por qué los salarios son tan bajos (a pesar de lo que opina contrariamente Carrasquilla, el ídolo de Juan Daniel Oviedo)?
Si Gaviria sabe cómo generar empleo con altos ingresos debería darle la fórmula al Gobierno de Petro. Estuvo en el Departamento Nacional de Planeación como subdirector y nunca contó y aplicó la fórmula. Y lo mismo les ha pasado a muchos otros colegas de Gaviria que tienen buenos empleos y altos ingresos como María Mercedes Cuéllar, Santiago Montenegro, José Antonio Ocampo, Juan Carlos Ramírez, Cecilia López, Juan Carlos Echeverry, Mauricio Santamaría y la propia hija de Mauricio Botero, Alejandra Botero Barco, que fue jefe del DNP del gobierno de Duque. Ninguno de ellos sabe cómo generar empleo e ingresos adecuados para todos. Ninguno sabe cómo cumplir los mandatos constitucionales. Tampoco lo sabe el sabio Jorge Iván González, quien, aunque viene de la Universidad Nacional comparte con sus colegas neoliberales la ignorancia en esta materia. La clave está en el empleo. Sí, pero ¿cómo? En la historia del capitalismo colombiano el “problema” no se ha podido resolver.
Botero, no contento con dos afirmaciones banales, decide añadir otra. Cita ahora al economista Roberto Angulo, quien para resolver el problema de la pobreza afirma que la mejor estrategia es “aquella que consiga elevar el PIB al tiempo que logre un cambio distributivo en favor de los pobres, y esto se va a dar no con cualquier transferencia de ricos a pobres, o con transferencias ilimitadas sino con el aumento del poder adquisitivo de los pobres por la vía, entre otras cosas, del acceso a recursos productivos.” Parece muy profundo, pero no dice nada: lo que plantea como estrategia son los resultados a alcanzar. Lo mismo que Gaviria. Para resolver la pobreza hay que aumentar la riqueza de los pobres. Nuevamente: ¿cómo? Roberto Angulo lleva décadas viviendo de buenos empleos bien pagos, muchos de ellos del gobierno. Quizá como Gaviria esta experiencia personal, después de profundos estudios, los ha llevado a concluir que la mejor manera de resolver la pobreza es obtener buenos empleos y salarios e ingresos altos y constantes. Vaya sabiduría
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[1] https://www.sur.org.co/la-influencia-del-nombre-en-los-ingresos-alejandro-gaviria-y-la-irrelevancia-de-los-analisis-de-la-economia-tradicional/.
Alberto Maldonado Copello
Foto tomada de: Las2orillas
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