Las cifras consolidadas sobre el crecimiento de la economía colombiana en 2024, arrojan un tibio 1.7%. Por supuesto, gremios, oposición y la ortodoxia neoliberal atacan y culpan al gobierno progresista, usando la expresión que más les gusta: incertidumbre, cuando son los culpables de la misma por razones que poco se pueden atribuir al actual gobierno.
La incertidumbre es una característica del modelo de mercado creado desde la constitución de 1991, porque nada puede tocar al mercado, tal cual muñeco de cristal. Sin embargo, este no tiene como objetivo superar la dependencia y desarrollar la producción, la sociedad, los territorios, las instituciones, y transformar el Estado para la estabilidad y el bienestar general. Esto explica la desigualdad, el atraso que trae la inmovilidad de la estructura productiva, la violencia cruzada, y la corrupción desaforada.
Cuando un modelo se caracteriza por sus desarreglos institucionales, genera incertidumbre que únicamente reformas sociales, económicas y del Estado, puede superar.
Colombia es una economía de menor crecimiento y desarrollo por eso es vulnerable, ilegal e incierta, porque así la pensaron e hicieron. Es una economía especializada en la captura de dineros públicos, ávida por la acumulación inmediata. Por eso es un sistema de negocios que va y viene según oscila la economía internacional. Sin embargo, hace parte del grupo de países de mediano o bajo crecimiento y menor desarrollo. Mientras China crece entre el 5 y 12% anual, la economía colombiana entre 0 y el 4%. Es la diferencia entre una nación emergente que ya es la primera superpotencia tecnológica y exportadora del mundo, y una economía como la de Colombia que es potencia en importaciones, corrupción, ilegalidad, extractivismo, baja productividad, inequidad, desequilibrios interterritoriales, y dependencia financiera y tecnológica.
Colombia decidió ponerse la soga al cuello con la regla fiscal, sin importar si esta debe ser luego del gasto y de la inversión en desarrollo, cambio energético, conocimiento y preservación de la biodiversidad ante el calentamiento global. Por supuesto, que es preferible tener un cinturón fiscal si un alto porcentaje de los recursos públicos se los lleva la corrupción de las alianzas público privadas, y de las alianzas político privadas con la ilegalidad.
En Colombia, las alianzas neoliberales por la corrupción son posibles, pero jamás para desarrollar la economía, la ciencia y la tecnología, la educación, la salud, la justicia y revisar la independencia de los poderes para la acción armónica entre ellos, con base en una interdependencia condicionada al beneficio de la nación y no de cada poder y sus intereses particulares. Colombia es una sociedad con un Estado en desorden y desequilibrio perfecto, incomprensible en una supuesta democracia.
Los culpables del bajo crecimiento
- Desde 1991 el neoliberalismo desbarató cualquier intento precedente para desarrollar la producción y crear condiciones claras y duraderas y con ello instituciones fuertes para transformar la nación, alcanzar la paz, llevar progreso a las periferias urbanas y rurales, y avanzar sin pausa en la generación de conocimiento asociado a la construcción de pensamiento propio porque la dependencia no permite explicar el desorden, el atraso, y explicar la singularidad positiva como cultura y biodiversidad según las potencialidades que tiene.
- La política, con la nueva constitución de 1991, se tomó los poderes del Estado, mientras el neoliberalismo capturó a manos llenas los recursos públicos creando empresas para su acumulación y no para beneficio de la sociedad. La cultura del gran enriquecimiento inmediato derivó en una abundante economía ilegal, baja productividad y elevada corrupción diseminada en la sociedad de arriba hacia abajo.
- Cuando una economía renuncia a generar alto valor agregado, renuncia a la educación de calidad, a la investigación científica y tecnológica, al emprendimiento sofisticado, a la salud preventiva, a la movilidad limpia, al progreso de la sociedad.
Sin embargo, se pierde el capital humano con altos estándares de formación, porque al no existir un proyecto para desarrollar la nación, su conocimiento solo sirve para mantener en des-equilibrio una economía con bajas tasas de crecimiento y de innovación, que aumenta las economías informales e ilegales, y amplía exponencialmente las brechas en los ingresos, porque los derrames de la innovación (efecto spillovers) en la producción y en la sociedad son escasos porque no es una economía en transformación permanente en torno a nuevas innovaciones. Es un sistema en estado deliberado de rezago porque en la medida que el cambio productivo y tecnológico es continuo, sostenido y acelerado, producir y explotar bienes primarios con poca transformación y tecnología importada, no es el camino. Así, un 70% de las potencialidades de sus recursos humanos se desperdician, pero se trasladan a las economías avanzadas ampliando las brechas de desarrollo entre naciones, porque la innovación que un país no hace, la hace otro.
Incluso, si una economía dedicada a la producción primaria se especializa en sembrar, cosechar, pescar, extraer y producir y desarrollar tecnología para aumentar la productividad de su especialización, su progreso es mayor, caso de Argentina, pero no le alcanza para lograr los niveles de economías con un proyecto de avance productivo superior que oriente la transformación permanente y conduzca a crecimientos altos y duraderos como en Asía y hace décadas en Estados Unidos y Europa.
Brasil creció mucho durante unos años, pero no le alcanzó para crecer más y por más tiempo, porque su progreso productivo y tecnológico ha tenido periodos de neutralización en gobiernos de derecha. Bolsonaro y Temer fueron nefastos para Brasil, y la potencia emergente que es hoy, se debe a Lula, Dilma y nuevamente Lula, como veremos más adelante.
La derecha latinoamericana se ha convertido en enemiga del desarrollo de sus países. Únicamente en Chile funcionó, pero no bastó para llevarla a los más altos estándares deseables de desempeño. La radicalidad de algunos impidió una nueva constitución que hubiera sido la carta al futuro. Cuando la izquierda se equivoca también hace mucho daño. El Pacto Histórico está petrificado por errores del presidente, la superioridad numérica de la oposición en el legislativo, y la actuación de las Cortes y del Congreso contra las reformas. Es decir, Colombia está cercada por sus poderes, y no se moviliza cuando poco tiene que perder, pero si mucho que ganar.
Ojalá las ministras y los ministros que se fueron cojan las banderas del progresismo (Carolina Corcho ya lo viene haciendo) porque de lo contrario la catástrofe nacional será absoluta de aquí al 2026 y luego a partir de ahí. Los Verdes ya se dividieron, y el ala centro disidente será el partido de Claudia López en 2026.
- La situación de la economía y de la geopolítica internacional de occidente está en crisis. Las economías están creciendo poco porque están ralentizadas en torno al neoliberalismo que, al ser acumulador, discriminador, succionador y neutralizador, no tiene manera de sostener y llevar los indicadores a escalas más elevadas de progreso.
No es la economía mundial en crisis, es la economía de occidente. Si no se entiende así, para Colombia será imposible construir agendas y acuerdos internacionales multipolares soberanos e inteligentes. China avanza día a día, Estados Unidos es superado día a día. Los BRICS avanzan día a día, Europa más neutralizada día a día. Hay que entender las dinámicas cambiantes del desarrollo mundial, incluida sus fundamentos teóricos, porque Colombia tiene más vitrinas, pero no más capacidades para potenciar e irrigar el desarrollo de la sociedad que debe ser.
- Las políticas de competitividad y de desarrollo productivo han sido desde 1991, un adefesio. Incluso, el gobierno progresista no ha podido con la política nacional de reindustrialización, por eso Mariana Mazzucato pasó sin pena ni gloria por Colombia, porque ni los gremios neoliberales ni el gobierno progresista, supieron que decirle y proponerle, a diferencia de Brasil, donde está orientando la política de neoindustrialización: Nueva Industria de Brasil (NIB), que tiene seis grande misiones: agroindustria, complejo industrial de salud, infraestructura, vivienda y movilidad, transformación digital, bioeconomía y transición energética, y tecnología de defensa, las cuales se enmarcan en el proyecto Plan Más Producción, que dispone en su conjunto de un presupuesto de US$100 billones al 2026, es decir, aproximadamente el 22% del PIB de Colombia. Son grandes cifras para dinamizar sus avances en esas misiones donde tienen productos y actividades en la frontera de la competencia mundial, por eso en 2024 invirtieron en innovación seis billones de dólares.
Mientras tanto, Colombia tiene una Política Nacional de Reindustrialización (PNR) y parece que visitantes de otro planeta la hubieran dejado en los despachos del alto gobierno, en los escritorios de las burocracias gremiales, de los rectores de las universidades, y de los centros de pensamiento o de estudio. El presidente y su equipo de gobierno aún no asumen con decisión el liderazgo de la reindustrialización, tampoco ni una palabra ni una voz de los gremios, de las grandes empresas y de los bancos, y pocos aportes de la academia.
Entre los déficits acumulados e impacto negativo de largo alcance, es su baja inversión en ciencia y tecnología. Sin investigación no hay educación de calidad, ni producción de tecnología, ni aumentos sostenidos de la productividad, y en el caso de Colombia, no habrá paz porque la violencia está asociada al pensamiento ajeno, discriminador y rezagado de la dirigencia.
La política de reindustrialización tiene cuatro grandes apuestas estratégicas: agricultura y agroindustria, industrias de salud, energías alternativas y movilidad y defensa y vida, y una apuesta transversal que se refiere a territorios, y debe incluir la Inteligencia Artificial como otra apuesta transversal junto a la electrónica.
Las bases conceptuales y las acciones para arrancar, están dadas, sin embargo, la voluntad, la innovación en la teoría, la acción y la concertación, no. Colombia sufre un severo déficit en la construcción de pensamiento propio en la encrucijada nacional y global.
Recomiendo leer a la filósofa colombiana Laura Quintana. Tiene una sólida comprensión de la realidad de este país y del mundo, sobre todo de la crisis de occidente. creo que el esquivo desarrollo nacional es un desafío interdisciplinar e intersistémico, donde la filosofía tiene la palabra y una nueva ciencia la razón.
Jaime Acosta Puertas
Foto tomada de: tuAgro.com
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