Con un retraso de tres horas, se inició la instalación formal de la mesa, anunciada semanas atrás, por el Gobierno Nacional y las disidencias de las FARC de alías “Mordisco”. Varias delegaciones regionales presentaron sus saludos y enviaron mensajes de esperanza sobre el futuro de paz que Colombia podría llegar conocer, algunos grupos artísticos ocuparon la tarima (con el propósito de entretener y ocultar que algo no iba bien), diferentes miembros de las delegaciones se movían presurosamente de un lado para otro, algunos ocupaban sus sillas, y los asistentes, tras cinco horas de espera bajo un calor soporífero en el coliseo de Tibú, (Norte de Santander), empezaron a inquietarse, y a exigir ¡cese al fuego ya!
“El coordinador de la delegación de Gobierno, Camilo González Posso, estuvo unos minutos sentado en la mesa y luego volvió a levantarse”[1]. Esto mismo ocurrió con varios delegados tanto del Gobierno como de la guerrilla, y algunos de ellos se mostraron tensos en la mesa hablando entre ellos o a través del celular. Sus expresiones dieron pie a varias especulaciones, a fin de explicar lo que estaba sucediendo, pues evidentemente era anómalo y reflejaba desacuerdos tras bambalinas. No fue un momento bochorno. Fue mucho más que eso. Fue la confirmación de que el país retoma un camino espinoso, complejo, tortuoso y necesario, porque la decisión de avanzar en la dirección correcta está tomada; falta ver si se logra.
Alguna prensa especuló que todos esos movimientos en la mesa se debían a que las delegaciones aún no habían llegado a un acuerdo sobre el cese al fuego, tema crítico que incluso puso a dudar sobre la instalación de esta mesa de diálogos. “El punto de discusión se centró en el decreto del cese, que debe emitir el Gobierno. Distanciándose del acuerdo firmado en la vereda Playa Rica, en Suárez, Cauca, el Gobierno propuso en la última semana un cese al fuego regional y escalonado, comenzando por la zona de Catatumbo, donde está prevista la instalación formal de la mesa. La disidencia, por su parte, ha insistido en que para instalar la mesa es necesario cumplir con lo acordado: un cese al fuego bilateral, pero de carácter nacional con vigencia de 10 meses”[2].
La tensión y falta de consenso sobre la forma y el alcance de lo acordado, llevó a que el alto comisionado de Paz, Danilo Rueda, en medio de un auditorio expectante, confirmara que la instalación se aplazaría hasta la próxima semana. La decepción fue enorme y las inquietudes sobre el éxito de un proceso que no termina de arrancar, al menos no de cara al país, coparon la mente ciudadana y los titulares de la prensa. La desconfianza y la falta del rigor en sus comunicaciones fueron evidentes.
Pero no todo fue frustración. El comisionado dejo abierto un recodo a la esperanza cuando aseguró que con el aval del mandatario se decidió declarar la suspensión de operaciones ofensivas a partir de la medianoche de ese domingo 8 de octubre.
“Las partes hemos definido suspender las acciones ofensivas como mecanismo para proteger a la población. El día 16 de octubre el Gobierno Nacional expedirá el decreto definitivo de cese al fuego para facilitar la continuidad de este proceso”, informaron en una declaración conjunta el Gobierno y el [Estado Mayor Central] EMC. En ese documento dejan en claro que el 16 de octubre culminará la etapa exploratoria y de alistamiento, “para dar inicio formalmente al proceso de Diálogos de Paz con la instalación de la Mesa”[3]. Ojalá.
Los expertos en procesos de diálogo y transición democrática, saben bien que lo más difícil en un proceso de paz es ganar la confianza, tanto entre las partes como de la sociedad. La búsqueda de la paz suele ser un proceso complejo y en extremo frágil, en el que todo o nada se puede lograr en la mesa de negociación; y por ello se insiste en que la paz no es un hecho aislado entre guerreros; la paz se construye con la participación y el compromiso de muchos sectores, los armados firman el acuerdo, pero es la sociedad organizada la que acompaña el proceso, impulsa sus avances, exige a los negociantes mantenerse en la mesa, abrir espacios para que las víctimas y la sociedad civil aporte su relato, brinde elementos simbólicos de memoria y reconciliación, y una vez sellado el acuerdo, de cuenta de su implementación en los territorios, con el acompañamiento de los países y las organizaciones garantes. Sin embargo, esta labor no es sencilla, nunca lo es, y más cuando otras organizaciones armadas continúan, con violencia, ejerciendo control en diferentes zonas del país. Una paz precaria o fragmentada se convierte en matriz de nuevas violencias y conflictos. Lo sabemos. Por ello la Paz debe ser total.
En el libro Acuerdo Posible, su autor, el profesor Marc Chernick, cita al economista británico Paul Collier, cuando este concluye que “los acuerdos de paz, tanto los agenciados como los impuestos, se rompen casi la mitad de las veces. Incluso casos de negociaciones “exitosas” a menudo no logran encarar los problemas que dieron origen a la violencia colectiva, por lo cual dejan establecida una paz precaria que quizás resiembra las semillas de un conflicto futuro”[4].
Este nuevo Acuerdo, de lograrse, debe vencer muchos obstáculos, físicos, políticos, históricos y mentales, procurar transformaciones posibles que resuelvan las causas estructurales del conflicto sin gerenciar mayores resistencias entre quienes se oponen vehementemente a las salidas negociadas, y debe garantizar la solidez de una plataforma para avanzar, la cual no es otra que la mutua confianza, también depositada en lo que se habla, se acuerda y se escribe. Días antes de la fecha elegida para iniciar formalmente la mesa de diálogo, las declaraciones dadas por delegados de la guerrilla como del Gobierno Nacional, parecían indicar que la confianza no se había consolidado totalmente entre las partes, y que la celeridad por informar al país sobre sus presuntos avances, sin haber logrado precisión y consensos previos, además de generar fatiga y frustración, proyectaba la peligrosa sensación de improvisación y sabotaje. El 6 de octubre el grupo armado afirmó que el Gobierno hizo cambios unilaterales al documento del cese al fuego, y a través de un mensaje en redes sociales, le pidieron al presidente Petro que fuera “coherente en el discurso”.
La disidencia también afirmó que el “Gobierno incorporó dentro del documento del cese al fuego un punto sobre la georreferenciación (ubicación de las unidades y frentes de esa guerrilla) que debe eliminarse porque “se acordó discutirlo en la mesa de diálogo” [5].
El grupo armado sostuvo que “durante 15 días, previos a la reunión de Playa Rica, Suárez, Cauca, con el acompañamiento de la ONU, MAPP-OEA, Iglesia Católica y el Consejo Mundial de Iglesias, en la ciudad de Bogotá, se elaboró un documento de acuerdo de Cese al Fuego y otros protocolos (Mecanismo de Veeduría, Monitoreo y Verificación (MVMV)), los cuales ya estaban en un considerable estado de avance. El documento de Acuerdo de Cese al Fuego solo le faltaba eliminar un punto que está en rojo que se refiere a la georreferenciación y del cual se acordó discutirlo en la Mesa de Diálogo. El documento del gobierno, luego de la firma de Playa Rica, llega con resaltados en amarillos (que indican) que tardarían varios días, probablemente hasta semanas para concretarlo, lo que deja en duda la realización de la instalación de la Mesa el 8 de octubre, porque en lo acordado en Playa Rica es que para el día de la instalación de la Mesa debe estar el Decreto de Cese al Fuego”[6].
No es detalle menor. Alterar un documento producto de un acuerdo previo, sin advertir a la contraparte sobre la intención de modificarlo, mina la confianza y lleva a un desgaste innecesario en el que cada parte empieza a mostrarse los dientes, cuando deberían mostrarse hechos de paz, y demostrarse que luego de tantas décadas lidiando con intentos de paz fallidos y medio exitosos, tenemos como país la suficiente madurez y experiencia para reconocer los errores del pasado, aportar una agenda plural y transparente, y tomar decisiones audaces que confirmen decisión, voluntad y compromiso de asumir con responsabilidad histórica el objetivo nacional de vencer la guerra y ganar la paz.
En el mismo comunicado, la disidencia cuestiona las acciones militares en el territorio. “Cada día nos levantamos con noticias repletas de intervenciones del presidente Gustavo Petro, la vicepresidenta Francia Márquez y el ministro de Defensa, Iván Velásquez, azuzando la guerra llamando a avanzar los operativos”.
El EMC -integrado por un promedio de 3.200 combatientes- denuncia además que sus muestras de buena voluntad son “respondidas con agresiones militares que continuamente son infructuosas, con bajas sensibles en contra de los agresores, pero esas acciones que el presidente admite abiertamente ordenar, humillan a las comunidades”. Esto lo reiteraron en el documento firmado por la subcomisión de ajuste a los protocolos para el cese al fuego. Sin embargo, mantener e implementar estrategias de seguridad a nivel nacional es deber constitucional. Hace un año, el ministro de Defensa, Iván Velásquez, afirmó que las operaciones militares y policiales se mantendrían a pesar de los anuncios del Gobierno de avanzar en su política de paz total. Es deber del Estado garantizar la vida y la paz en todo el territorio nacional, especialmente a las comunidades más vulnerables, como los líderes sociales, los defensores de derechos humanos, sindicalistas, los pueblos indígenas y los desmovilizados de procesos de paz anteriores. Por ello el ministro propuso, en aquel momento, coordinar los componentes judicial, militar y policial. “El militar, al que han llamado Plan Perseo, se centra en realizar operaciones conjuntas de las tres Fuerzas Militares contra los diferentes grupos ilegales”[7].
Tres días antes de conocerse el comunicado del EMC, el presidente Gustavo Petro les envió un duro mensaje desde El Tambo, Cauca, cuando presentaba su política de lucha antidrogas, y rechazaba la situación de violencia que se vive en el municipio de Argelia, a causa de los enfrentamientos entre el Ejército y las disidencias de las FARC. “Yo he dado la orden a todos los miembros del Ejército de tomar El Plateado. Yo la di, ahí no puede haber confusión. Sinceramente, después de que habían matado a policías por allá en otros pueblos. La di porque esta economía no puede seguir financiando la muerte de la sociedad colombiana, no puede ser, no nos podemos vestir de revolucionarios y ser traquetos en el alma, eso no se permite”[8], afirmó.
La humillación moral tal vez no sea el mejor recurso para ganar confianza en una mesa de negociación, pero si es necesario mantener coherencia con los mandatos constitucionales que ordenan la seguridad ciudadana y del territorio, mantener posiciones firmes (que no es mismo que inflexibles) y buscar por todos los medios, la implementación de políticas de protección de la población civil, tanto en medio de confrontaciones bélicas, aplicando las normas del DIH, los Convenios de Ginebra y sus Protocolos adicionales, como en procesos de diálogo, paz y negociación.
Colombia ha vivido toda su historia republicana enfrascada en una absurda, costosa y dolorosa guerra, que ha significado derrota para todas las partes, sufrimiento, muerte, atraso y destrucción. Nueve guerras civiles en el siglo XIX, entre ellas las de los Supremos y la de las Escuelas. El siglo XX arrancó con la guerra de los Mil días, entre una y otra se dieron asonadas, revueltas y violentas insurrecciones, luego vino a guerra civil partidista de los años cuarenta y cincuenta, un conflicto armado de baja intensidad, y un conflicto multipolar entre guerrillas, paramilitares y Estado, que dio origen a otras expresiones y fracciones en confrontación. La continuidad de la violencia a través de la historia no deja de sorprender, sobre todo porque ha sido ininterrumpida (en democracia), los llamados “factores objetivos de la violencia” siguen vigentes, y el conflicto es tan complejo y profundo, e intervienen tantos y tan oscuros intereses, que varios intentos de paz han fracasado. Sin embargo, hoy pareciera inadmisible, sobre todo después del éxito parcial del acuerdo de 2016, abrigar la posibilidad del fracaso, menos aun cuando tenemos un gobierno con una agenda social sólida, comprometido con la paz, y un jefe de Estado que hace uso de sus derechos políticos tras haber abandonado la lucha armada y haber aceptado una salida política negociada. Las condiciones están dadas, pero el mayor reto sigue siendo ganar la confianza; y demostrar que es merecida. Fracasar en la búsqueda de la paz no es una opción para Colombia. No bajo el gobierno del cambio.
//El pasado 7 de octubre, un día antes de la casi instalación de la mesa, hombres armados que se movilizaban en una mota, ingresaron al casco urbano de Guayabal y dejaron un sobre que contenía una advertencia, presuntamente firmada por el Estado Mayor Central de las FARC – EP, en la cual se declaraba objetivo militar a varios dirigentes sociales, algunos vinculados a AMCOP, a la cooperativa COOPABI, y pobladores de la ZRC Pato – Balsillas. Este tipo de comunicados, que durante años firmaron grupos paramilitares, bacrim y las llamadas Águilas Negras, puede haber sido escrito por cualquier bando interesado en socavar la confianza en un proceso que podría derrumbarse en cualquier momento o encontrar el camino para avanzar hacia una paz posible. En una guerra degradada, donde se pierde desde el honor hasta el objetivo político, todo puede suceder. Y cuando se llega a ese nivel de ruindad, inevitable en una larga confrontación, es deber hacer un alto, reconocer el abismo de espanto al que nos arrojan las guerras, cambiar de rumbo y hacer la paz.
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[1] El Espectador; “Tras posponer mesa, habrá cese de operaciones ofensivas con disidencia de Mordisco”. Redacción Colombia +20. Bogotá, octubre 8 de 2023. Ver en: https://www.elespectador.com/colombia-20/paz-y-memoria/gobierno-petro-y-disidencia-de-farc-de-mordisco-instalan-mesa-de-dialogo-de-paz-cese-al-fuego/
[2] Ídem
[3] El Espectador; “Tras posponer mesa, habrá cese de operaciones ofensivas con disidencia de Mordisco”. Bogotá, 8 de octubre de 2023. Ver en: https://www.elespectador.com/colombia-20/paz-y-memoria/gobierno-petro-y-disidencia-de-farc-de-mordisco-instalan-mesa-de-dialogo-de-paz-cese-al-fuego/
[4] Chernick, Marc; Acuerdo posible. Solución negociada al conflicto armado colombiano. Seis décadas de violencia, veinticinco de procesos de paz. Ediciones Aurora (2008). Pág 20.
[5] El Espectador; “En vilo mesa con disidencia: Mordisco reclama a Petro por cambios en acuerdo sobre cese”. Colombia + 20. Bogotá, 6 de octubre de 2023. Ver en: https://www.elespectador.com/colombia-20/conflicto/petro-y-disidencia-de-mordisco-hay-reparos-sobre-cese-al-fuego-antes-de-instalar-mesa-de-paz/
[6] Guaviare Estéreo; “Sub-comisión de Ajuste a los Protocolos para el Cese al Fuego de las FARC-EP preocupado por cambios en documento de cese al fuego”. Octubre 6 de 2023. Ver en: https://guaviareestereo.com/sub-comision-de-ajuste-a-los-protocolos-para-el-cese-al-fuego-de-las-farc-ep-preocupado-por-cambios-en-documento-de-cese-al-fuego/
[7] El País; El ministro de Defensa de Colombia presenta la estrategia de seguridad para complementar la ‘paz total’. Por Juan Miguel Hernández Bonilla. Septiembre de 2022. Ver en: https://elpais.com/america-colombia/2022-09-24/el-ministro-de-defensa-de-colombia-presenta-la-estrategia-de-seguridad-para-complementar-la-paz-total.html
[8] El Espectador; “No podemos vestir de revolucionarios y ser traquetos en el alma”: Petro a disidencias”. Redacción política. Octubre 3 de 2023. Ver en: https://www.elespectador.com/politica/no-podemos-vestir-de-revolucionarios-y-ser-traquetos-en-el-alma-petro-a-disidencias-noticias-colombia/
Maureén Maya
Foto tomada de: Infobae
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