A modo de réplica al artículo de Sánchez-Cuenca en ‘El País’
De todos los análisis que he leído estos días, seguramente uno de los más inteligentes y optimistas es el que publicó Ignacio Sánchez-Cuenca el 29 de mayo en El País, ‘No todo está perdido para la izquierda’. Sostiene el catedrático de Políticas de la Carlos III que “si el PSOE resiste y Sumar consigue integrar a las distintas fuerzas en un proyecto que despierte ilusión y movilice apoyos perdidos en ese espacio ideológico, cualquier cosa puede suceder” el 23 de julio.
Me temo que los errores cometidos por el PSOE y por todas las fuerzas a su izquierda, sin excepción, en los meses previos a la debacle vivida el 28 de mayo en las elecciones municipales y autonómicas, constituyen un lastre demasiado pesado como para movilizar masivamente a los votantes de izquierda que harían falta para impedir la victoria del PP y de la extrema derecha el 23 de julio.
Uno de los renuncios más importantes, me parece, lo cometieron a medias Pedro Sánchez (por acción) y Yolanda Díaz (por omisión), cuando dejaron solas a Irene Montero e Ione Belarra en la defensa de la Ley del solo sí es sí, mientras el PSOE se preparaba para votar junto al PP la contrarreforma de la norma. Aquello envió a los electores la señal de que la división en el Gobierno progresista era tan aguda que escondía en realidad dos crisis distintas: la complicidad entre el PSOE y Sumar (visible más tarde en el papel otorgado por Sánchez a Díaz en la pantomima de Tamames) para debilitar a Podemos, dejaba traslucir una fractura entre PSOE y Podemos, por un lado, y entre Sumar y Podemos, por el otro.
Esa concesión de Sánchez al marco punitivista de la extrema derecha –promovido desde medios corruptos como Ok Diario, Telecinco y La Sexta– decepcionó y desmovilizó a muchos electores de izquierdas, y especialmente a las feministas, y trasladó a los votantes progresistas la impresión de estar ante un gobierno ilegítimo y Frankenstein, etiqueta que, como señala Sánchez-Cuenca, la derecha utilizó desde el momento cero de la legislatura.
El artículo sostiene luego que, mientras Sánchez y Díaz arreglaban el país, Unidas Podemos se dedicaba a afilar “su perfil más ideológico, por un lado, centrándose en una parcela pequeña de las políticas públicas (todo lo relativo a la desigualdad de género y nuevos derechos civiles) y, por otro, metiéndose en batallas imposibles que no conectan con la ciudadanía (denuncia obsesiva de los medios y las empresas, frente antifascista, etc.): unos días parece partido de gobierno y otros de oposición”.
Dejando aparte que la lucha contra la desigualdad de género es una política pública crucial y una pelea básica para cualquier gobierno y electorado progresista, me gustaría centrarme en “las batallas imposibles que no conectan con la ciudadanía” porque una de ellas es una recurrente discusión del consejo editorial de CTXT. La revista viene denunciando desde su primer número (15/1/15) que el oligopolio de la propiedad de los medios y la corrupción periodística son dos de los problemas más graves que afrontan las democracias poscapitalistas, y en particular la española. A esta batalla que por cierto empezó liderando (si bien brevemente) Pedro Sánchez cuando fue destituido como secretario general del PSOE, se sumó Pablo Iglesias cuando se retiró de la política institucional, y en efecto se ha convertido en una de las principales señas de identidad del último Podemos.
El reparto de millones de euros de publicidad institucional desde las Comunidades Autónomas y los ayuntamientos (que CTXT y otros cuatro medios acaban de denunciar públicamente) es uno de los principales motores que mueven los engranajes de la prensa nacional. Ese riego de dinero del contribuyente es vital para muchos medios en tiempos de descrédito del periodismo y lucha encarnizada por las suscripciones, y creo que es uno de los factores, si no el primero, que ha contribuido al fulminante adelanto electoral decidido por el presidente del Gobierno. Llegar a unas elecciones generales sabiendo que los medios ultras de Madrid, Aragón, Valencia, Andalucía, Murcia, Extremadura y Canarias iban a pasar seis meses cociendo a fuego lento al Ejecutivo era demasiado incluso para Sánchez.
Lo que me extraña más de todo es que Sánchez-Cuenca minimice a estas alturas la importancia de los medios en la configuración de la agenda y del voto. La expansión y blanqueamiento de las ideas de extrema derecha; la legitimación del “que te vote Txapote”; los asesinatos de carácter contra los líderes de Podemos y de los partidos periféricos; los masajes continuos a personajes tan nefastos para el bien común como Ayuso, Almeida o Abascal; la imposición del relato que interesa en cada momento a poderosos como Florentino Pérez; la conversión del problema político de Catalunya en un asunto judicial; el encubrimiento de los desmanes del rey Emérito; el sesgo trumpista de la agenda política; la normalización de los pactos entre PP y Vox y la diabolización de los votos conjuntos del Gobierno bolivariano y Bildu… Todo este clima letal de mentiras, insultos, persecuciones y silencios se ha fabricado en y desde los medios de comunicación y las tertulias ultras durante los últimos años; y si denunciar ese estado de cosas es un error y una batalla perdida, entonces la democracia estará perdida también.
El párrafo tiene una parte indudable de razón y otra de dinamita. Porque, casualmente o no, el calendario “ganemos o perdamos pero que sea pronto” diseñado por Sánchez obliga a que esta síntesis de autocrítica, pragmatismo y contrición que Podemos debería realizar (Sumar al parecer no tiene más tarea que esperar sentada la rendición y el arrepentimiento del partido en declive), la deba realizar en solitario y en apenas nueve días.
En fin, el momento “paz sin territorios” ha llegado. Ahora sí, toca remar juntas. Seis años después de Vistalegre II, los electores siguen clamando “unidad”. Pero todavía hay partido, dice Pacho Sánchez-Cuenca, a condición de que Podemos entregue las armas. No me cabe duda de que Podemos pondrá si hace falta el dinero y la sede, pero espero que no entregue las armas. Porque, aunque sea una batalla inútil, o la gente se aburra, la izquierda debería seguir explicando las mentiras y las trampas de los medios corruptos y de las élites que los financian. Si no lo hace, y acepta bulo y pulpo como animal de compañía, se parecerá tanto al PSOE que ahí sí estará todo perdido. Y diría que para bastante tiempo.
Miguel Mora
Fuente: https://ctxt.es/es/20230501/Firmas/43082/ignacio-sanchez-cuenca-podemos-sumar-psoe-miguel-mora.htm
Foto tomada de: https://ctxt.es/es/20230501/Firmas/43082/ignacio-sanchez-cuenca-podemos-sumar-psoe-miguel-mora.htm
Deja un comentario