Eres bien bonita, pero mentirosa…”
En una de las transmisiones independientes en la que escuche la crítica de un youtuber sobre la maledicencia de la Revista Semana y su directora Vicky Dávila, el youtuber coloca de fondo la famosa y popular canción de Pastor López cuya letra inicia con la frase que titula este artículo. Más adelante en la letra de la canción Pastor López canta: “Dices: te quiero, te quiero, mi amor / Te amo con loca pasión/ Pero no lo dices con buena intención / Porque tú no tienes, tú no tienes corazón”. Si Vicky Dávila tiene o no tiene corazón a pocos nos importa. Pero que tiene mala intensión está más que probado y ello no habla muy bien de su ética periodística, refundida en uno de los peores basureros que ella misma y para sí misma ha creado.
De otro lado, el reconocido columnista del periódico el Espectador Julio Cesar Londoño[1] termina su artículo “Tan bellos los indiecitos” publicado en junio 16/2023, en el que se refiere irónicamente al rescate de los niños colombianos perdidos en la selva, con la siguiente pregunta al país: “¿Qué engendro de país han desovado nuestros sinuosos líderes para que unos niños se escondan 40 días en la selva y les teman más a los hombres que a la selva?”
Que podría pensar, sí es que aún le queda esa condición cerebral, esta señora Dávila si tuviera la posibilidad de comparar lo que hace, sin ninguna duda a favor de un estatus quo y los intereses de una pandilla de asesinos, delincuentes, corruptos y etc., con lo que se ha engendrado desde este poder en donde miles y miles de niños pobres y vulnerables de Colombia viven en unas condiciones de no futuro, al punto que prefieran sufrir el extravío en una selva que estar en el seno de sus familias, porque allí son violentados sin posibilidad de que socialmente o desde el Estado, sean reivindicados sus derechos que tan nítidamente están contenidos en la Constitución Política de Colombia. Qué podría pensar, entonces este patético personaje de su ejercicio como “comunicadora social”, cuando todas sus acciones son para garantizar que todo siga igual, y en particular la miseria y violencia contra los niños, especialmente vinculados con ese sector social violentamente calificado como “los nadie”. Lo más probable será que piense que ese no es problema de ella. Sus problemas, intereses y función “comunicadora” están vinculados, agazapados, ligados y febrilmente compactados con el poder, la corrupción, la delincuencia impune y los privilegios que de él se derivan para unos cuantos, incluida ella.
Es claro que Londoño hace una crítica profunda y seria sobre la forma en que se ha manejado la información sobre este caso, pues la celebración que en general del rescate se hizo, voluntaria o involuntariamente, consciente o inconscientemente, terminó ocultando una realidad atroz. La verdadera noticia estaba oculta, detrás del escenario y de los juegos de artificio que generaron la noticia, pues al fin y al cabo era función legal, ética o solidaria de las fuerzas armadas y de quienes colaboraron voluntariamente en la búsqueda y encuentro de los niños.
No faltará quien piense que lo que se afirma es que no debía haberse celebrado tan rimbombantemente el rescate de los niños, lo cual es una soberana estupidez. Pienso, en realidad, y creo que el mensaje del periodista, también, es que la función de los medios de comunicación se trivializa o se inclina subrepticiamente hacia algún interés particular como ya lo sabemos.
El artículo de Londoño es un llamado de atención pertinente, apropiado y sensato, que nos lleva a la necesidad de consignar, dada la “calidad” y poder de los delincuentes que quieren destruir al presidente Petro, -como ocurrió en el Perú- y de paso a las perspectivas y posibilidades reales y concretas de mejoramiento de las condición sociales y económicas de las mayorías, una crítica al gobierno del presidente Petro, que además está creciendo y que por consiguiente la considero necesaria y oportuna: el gobierno del presidente Petro adolece de una estrategia de comunicación entre él como líder de un proyecto humano y social, y su pueblo que lo sigue, que debe ser permanente, limpia, autocrítica, sistemática, transparente, eficiente y eficaz para lograr sus objetivos; y, fundamentada y coherente con los intereses del pueblo y sus mayorías. La tecnología y los medios están allí, disponibles, accesibles. Algunos comunicadores independientes han sugerido, creo que, con sensatez, que dicha estrategia se articule a los numerosos medios y redes sociales de información independientes que han surgido y que apoyan la necesidad de una transformación incluyente para todos, sin que ello conduzca a la complacencia con el gobierno o a la ausencia de crítica. Es absolutamente necesario implementar a la mayor brevedad la estrategia de comunicación sugerida, pues se exige dar respuesta contundente a la tenebrosa estrategia de comunicación ahistórica y mafiosa de la clase tradicional dirigente del país, esa sí, permanente, sucia, narcisista, sistemática, obscura, eficiente y eficaz para lograr sus objetivos; y, fundamentada y coherente con los fines de las minorías poderosas, mafiosas, corruptas, asesinas, etc. de este país (los de siempre).
Contar con esa herramienta estratégica de comunicación en el gobierno del presidente Gustavo Petro, contribuiría a hacer invisible e intrascendente a la ya hoy patética, con o sin corazón, Vicky Dávila y otros que comulgan con ella en el altar de la indecencia, y cercana a la ilegalidad, periodística. También contribuiría a que la sociedad, toda, pudiera participar con fuerza creciente en la discusión argumentada de las decisiones fundamentales de nuestro país y por tanto construir aspiraciones, relatos y consensos para beneficio de todos, con prioridad, como lo propone la Colombia Humana, de los más excluidos, débiles, frágiles y en general víctimas de la desigualdad social y económica generada por quienes han sido sus dirigentes.
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[1] Lodoño, J. C. (2016). Tan bellos los indiecitos. En: https://www.elespectador.com/opinion/columnistas/julio-cesar-londono/tan-bellos-los-indiecitos/ (fecha visita: junio 19/2023).
Álvaro Albán Moreno
Foto tomada de: El Nuevo Siglo
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