En dicho artículo destaco los siguientes puntos: a) la desigualdad es el problema principal y por tanto su superación debe ser la meta central del gobierno; b) relacionado con lo anterior, los niveles de pobreza continúan siendo muy elevados y es preciso tomar medidas para reducirlos significativamente; c) el crecimiento económico ha sido mediocre durante las últimas décadas y por tanto es necesario tomar medidas para impulsarlo. En la tabla siguiente presento algunas de las afirmaciones de Ocampo en el artículo mencionado.
En principio, en los propósitos generales parecería no haber mayor discusión: hay una acuerdo general sobre esto y no se necesita ser economista renombrado para pensar que sería bueno reducir la desigualdad, disminuir la pobreza y aumentar el producto social. Pero es necesario profundizar en los detalles, en las explicaciones y en la viabilidad de los objetivos.
Si se mira el comportamiento histórico se encuentra que las tendencias no son muy favorables. Como nos informa el propio Ocampo en este artículo, la tasa de crecimiento promedio anual del PIB ha sido mediocre: entre 1991 y 2019 de apenas 3,5% anual. Esto es algo que Ocampo ya había planteado en sus estudios incluidos en el libro Historia Económica de Colombia[1]. Esto muestra que los mejores economistas del país, que han dirigido la política económica durante las últimas décadas, dentro de los cuales se encuentra el propio Ocampo como jefe del Departamento Nacional de Planeación y Cecilia López, nueva Ministra de Agricultura, no han sido capaces de encontrar la “fórmula” que nos permita disparar el crecimiento económico y desarrollar por fin del capitalismo. De acuerdo con los propios estudios de Ocampo, el crecimiento del PIB disminuyó durante su período al frente del DNP y del Ministerio de Hacienda en el gobierno Samper.
En materia de desigualdad las estadísticas históricas tampoco son muy favorables. La desigualdad en materia de ingresos (Ocampo no se refiere a la desigualdad en cuanto al riqueza ni a la propiedad de activos productivos, salvo en lo relativo a la tierra) se ha mantenido elevada durante las últimas tres décadas; se observan algunas leves disminuciones en ciertos años pero la situación general no muestra mejoramientos relevantes. En la página 410 de Historia Económica de Colombia Ocampo muestra que el GINI urbano pasó de 0,52 en 1976 a 0,54 en 2004, con un valor mínimo de 0,47 hacia 1987. Durante el período en que Ocampo fue director del DNP y Ministro de Hacienda en el gobierno de Ernesto Samper, la desigualdad del ingreso creció.
En materia de pobreza, medida en términos monetarios, se han producido ciertos mejoramientos pero los datos continúan mostrando que una proporción enorme de la población no logra adquirir una canasta básica de bienes y otra proporción importante ni siquiera consigue los ingresos para satisfacer sus necesidades nutricionales mínimas; si se suma la población en pobreza y la población vulnerable, también a todas luces pobre, se encuentra que el 70% de la población colombiana se encuentra en una precaria situación de ingresos. Se han logrado mejores resultados en lo que se denomina la pobreza multidimensional que combina varias variables dentro de las cuales se encuentra el acceso a bienes y servicios públicos como la educación y el agua potable; sin embargo, aún aquí todavía proporciones importantes de la población continúan sin satisfacer adecuadamente sus necesidades. Como lo dice el mismo Ocampo, muchos de los logros en reducción de la pobreza multidimensional se han dado durante tres décadas de predominio de la política neoliberal.
La tasa de desempleo muestra grandes variaciones durante las últimas décadas y oscila entre un mínimo de 9% y un máximo de 20%, en correspondencia con los ciclos económicos; siempre hay desempleo abierto en la economía colombiana y tampoco se ha encontrado la “fórmula” para resolverlo. La situación es aún más grave porque al desempleo abierto se suma la gran masa de trabajadores por cuenta propia en ocupaciones miserables.
La causalidad.
Es notoria la ausencia de análisis explicativos sobre los fenómenos objeto de intervención por parte de la política pública. En el artículo de Ocampo no hay un esfuerzo serio por explicar las razones de la desigualdad, el bajo crecimiento económico, el desempleo y la pobreza. Es necesario deducir a partir de las propuestas las posibles causas. Por ejemplo, la desigualdad de ingresos es, aparentemente causada, por la reducida tributación, la insuficiente progresividad y el bajo nivel del gasto público; algo similar ocurre en el caso de la pobreza, que parecería se debe principalmente al reducido gasto social, pero, se añade también la poca eficiencia en el gasto (Ocampo no mencionó aquí la corrupción como factor adicional). En el caso del bajo crecimiento económico parecería que la causa es la carencia de políticas de desarrollo productivo más activas.
La pobreza del diagnóstico es extraordinaria. Pensaría uno que se debe en gran parte a que en un artículo de prensa no es posibles desarrollar a profundidad los temas, pero resulta que en los propios capítulos escritos por Ocampo en sus libros sobre estos asuntos no hay mayor explicación; se encuentran muchos datos y descripciones pero muy poca argumentación. Invito al lector a mirar dichos textos.
Supuestos incorrectos.
El bajo crecimiento económico se expone como un problema de la sociedad colombiana. Esto haría pensar que el objetivo de la sociedad es producir más bienes y servicios para satisfacer las necesidades de la gente, pero esto no es cierto. El objetivo de la producción en una sociedad capitalista es obtener plusvalor, bajo la forma de ganancias industriales, ganancias comerciales, ganancias bancarias, intereses y rentas de la tierra. Este es el motor de la sociedad capitalista y la finalidad de cada capitalista en particular. Esto no lo mira Ocampo. Puede ser que el crecimiento de la economía colombiana haya sido mediocre, pero durante las tres últimas décadas los capitalistas y terratenientes han capturado un plusvalor enorme, como lo muestran las cifras del DANE sobre el excedente bruto de explotación en la economía, y como lo evidencian las estadísticas compiladas por la Superintendencia de Sociedades sobre las ganancias de las empresas. Puede que la economía colombiana esté poco desarrollada, cuando se compara con los países más avanzados, pero es una fuente permanente de excedentes para un pequeño grupo de colombianos. Incluso durante la pandemia las grandes empresas continuaron obteniendo enormes ganancias.
La desigualdad es, aparentemente un problema grave. Pero el asunto no es tan simple. Una gran desigualdad de la riqueza y del ingreso significa simplemente que unos pocos, los capitalistas y terratenientes, obtienen la mayor parte de la torta y por tanto les va muy bien, mientras que a la gran mayoría les toca contentarse con las sobras y por tanto vivir en condiciones muy precarias. La desigualdad y la pobreza no son un resultado externo a la economía, son un resultado inherente a un modelo económico basado en relaciones de producción estructuralmente desiguales. La desigualdad no es un problema para sus beneficiarios.
El desempleo es también un problema: una tragedia para millones de personas que tienen unas condiciones deplorables de vida y una incertidumbre permanente. Pero para el sistema capitalista el desempleo es un resultado inevitable del proceso de desarrollo técnico, que es muy beneficioso porque conduce a que el mercado laboral sea siempre favorable a los patronos y les permite reducir al mínimo los niveles salariales.
La mirada de Ocampo es, en mi opinión, muy superficial. No va a las causas de fondo. Se enfoca principalmente en las fallas del mercado que deben ser resueltas por la intervención del Estado, lo cual no se logra porque también hay “fallas del Estado”: los “problemas”, desigualdad, desempleo, bajos ingresos, pobreza y bajo crecimiento económico, se deben, según su interpretación, a deficiencias del Estado: no recauda suficientes tributos, no tiene un esquema progresivo de tributación, no es eficiente en el gasto, y no es capaz de formular políticas activas de desarrollo productivo. Es una mirada moderada y muy respetuoso de los actores principales del desarrollo capitalista: los capitalistas. Es una mirada que no cuestiona la producción capitalista y sus relaciones sociales fundamentales.
La discusión, en el marco del capitalismo, se da entre una política neoliberal y una política intervencionista y con mayor peso del sector público. Son dos grandes opciones, “modelos” dentro del capitalismo, cuya finalidad es precisamente mantener el capitalismo. Desde la perspectiva alternativa del marxismo no hay posibilidad de resolver estos problemas. Pero más allá de los enfoques teóricos, de la existencia de diferentes visiones sobre el mismo país, como plantea el presidente eterno, el asunto debe mirarse en la práctica. Si la explicación de Marx está equivocada basta simplemente con que los hechos la contradigan mostrando resultados concretos: eliminación de la desigualdad, eliminación del desempleo, aumento de los ingresos y eliminación de la pobreza, y mayor crecimiento económico.
El primer gobierno de izquierda en 200 años corre el gran riesgo de no lograr resultados significativos y decepcionar a grandes masas de trabajadores que han puesto en él sus esperanzas e ilusiones.
Entonces, ¿no hay alternativas?
Me escribe una aguda lectora de mi artículo anterior[2] sobre los límites de la política económica del presidente Petro: “Me pregunto, ¿cuál sería la alternativa económica? Este es uno de los principales problemas de la izquierda: critica el modelo de desarrollo capitalista y dice que hay que implantar un nuevo modelo que resuelva la pobreza, la inequidad, la desigualdad, etc. Pero los teóricos no dicen cómo sería ese modelo. Además, el lío es que hay que pensar un modelo viable, pues muy pocos piensan ahora en una revolución socialista.”
Tiene toda la razón. En el escenario político colombiano no está planteada la opción del socialismo y menos del comunismo, a pesar de lo que piensa María Fernanda Cabal. La exposición teórica de Marx en El Capital sobre el modo de producción capitalista explica claramente las razones por las cuales dentro del capitalismo los trabajadores asalariados y por cuenta propia, en su gran mayoría, no tienen mayores perspectivas de una vida sabrosa en el capitalismo. Por esto su posición política es clara: es necesario superar el capitalismo, es decir, eliminar la relación de trabajo asalariado y construir una sociedad en la cual todos sean propietarios y la producción sea resultado de una asociación de seres humanos libres. Dentro del capitalismo se pueden obtener mejoras parciales: aumentos de los salarios directos o indirectos, pero siempre en un marco de conflicto y de lucha entre capitalistas y trabajadores, y donde por tanto hay retrocesos en los avances obtenidos.
En el escenario político colombiano se trata de tratar de resolver los problemas sin modificar la relación social capitalista. Esta es la posición de la gran mayoría, casi la totalidad de la población. Los modelos a seguir son experiencias como las de Corea, en cuanto a crecimiento económico y desarrollo industrial, y de los países europeos, especialmente los escandinavos, en materia de redistribución del ingreso. Pero el hecho concreto es que no hemos logrado ni lo uno ni lo otro, y sería necesario por tanto indagar por qué.
[1] https://www.elespectador.com/economia/la-economia-colombiana-bajo-la-administracion-petro/
[2] Ocampo Gaviria, José Antonio (compilador), Historia económica de Colombia, Planeta y Fedesarrollo, 2007: “La característica principal del comportamiento económico del país entre 1980 y 2006 fue el crecimiento lento e inestable del producto interno bruto. Entre 1980 y el 2006, el PIB creció a una tasa anual promedio del 3,3%, casi dos puntos porcentuales más baja que el período anterior” (p. 345); Ocampo considera este comportamiento como un pobre crecimiento (p. 346).
[3] https://www.sur.org.co/desarrollar-el-capitalismo-sin-sus-consecuencias-inevitables/
Alberto Maldonado Copello
Foto tomada de: El País
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