La razón principal de esta decisión fue la determinación del Congreso de seguir adelante con el procedimiento de «juicio político» contra él por una serie de casos de corrupción en los que estuvo implicado de forma más o menos directa. En realidad, desde el inicio de su mandato, Lasso se ha mostrado incapaz de gestionar un país atenaz por las consecuencias sociales y económicas del COVID, así como por la expansión -en los últimos años- de bandas de delincuencia organizada vinculadas a los cárteles mexicanos de Sinaloa y Jalisco. Cárteles que controlan importantes zonas de la costa del país desde las que parten los cargamentos de cocaína destinados a los mercados asiático y europeo. Lasso se enfrentó a una verdadera guerra interna entre las bandas por el control de los mercados y del territorio, que se desarrolló inicialmente en el interior de las cárceles y luego se extendió a varias ciudades y regiones, donde rige desde entonces el estado de emergencia.
Banquero guayaquileño y cercano al Opus Dei, Lasso se ha distinguido por sus políticas económicas y financieras destinadas a favorecer a sus élites dirigentes, y no ha dudado en utilizar la mano dura de la represión violenta contra los movimientos indígenas y sociales que habían marchado sobre Quito en junio del año pasado para exigir políticas sociales y el respeto de sus derechos. Una exigencia que se plasmó en un paquete de propuestas puestas sobre la mesa de negociación con el gobierno, condición para frenar las movilizaciones callejeras. Negociaciones que luego se estancaron por la falta de voluntad política del gobierno. Cabe destacar que el movimiento indígena en Ecuador (CONAIE – Confederación de Organizaciones de Nacionalidades Indígenas del Ecuador), siempre ha jugado un papel decisivo como actor social y político, mucho más que en otros países latinoamericanos.
La CONAIE ha sido siempre el catalizador de movilizaciones sociales, mucho más allá de las nacionalidades indígenas a las que representa, y a través de su brazo político Pachakutik ha expresado candidaturas presidenciales, participando en el pasado en el gobierno que siguió a la destitución del presidente Mahuad a principios de 2000, cuando el país se movilizó contra su opción de dolarizar la economía. En las últimas elecciones locales del año pasado, Pachakutik obtuvo importantes resultados, sólo superado por la formación política UNES, que se refería al ex presidente Rafael Correa, artífice de la «Revolución ciudadana» que gobernó el país durante dos mandatos, sólo para verse obligado a una especie de exilio en Bélgica para escapar a varias condenas por supuestos casos de corrupción que le implicaban a él y a su entorno. Entre ellos se encontraba el entonces vicepresidente Jorge Glas, posteriormente condenado a prisión por un caso de corrupción vinculado a las actividades de la empresa brasileña Odebrecht. Un caso que, pocos días antes de las elecciones, fue reabierto por una importante sentencia del Tribunal Supremo Federal de Brasil, que puso en duda las pruebas presentadas contra Odebrecht.
En un resultado parcialmente sorpresivo ayer en la primera vuelta electoral, la candidata del partido ‘progresista’ de la Revolución ciudadana, la parlamentaria saliente (correísta) Luisa Gonzales, obtuvo poco más del 30% de los votos, seguida por Daniel Noboa, también parlamentario e hijo menor del sempiterno de la política guayaquileña, ‘Alvarito’ Noboa, monopolista del sector bananero, expresión de una parte de las élites económicas de derecha de la costa y eterno candidato a la presidencia del país. Daniel Noboa, que se autodefine como de centro-izquierda y cuenta con el apoyo de una coalición que incluye al MOVER, partido creado a raíz de la salida del entonces presidente Lenín Moreno de las filas del correísmo, se disputó el segundo puesto con otros dos candidatos. Uno era el outsider Jan Topic, empresario y ex legionario, una especie de versión ecuatoriana del presidente salvadoreño Najib Bukele, distinguido por sus métodos decididos y sin escrúpulos, irrespetuosos de los derechos humanos, con los que persiguió al crimen organizado en el país. Otro candidato fue el periodista Christian Zurita, que ocupó el lugar del candidato Ferdinando Villavicencio, periodista y parlamentario siempre comprometido con la lucha contra la corrupción y asesinado la semana pasada en un acto electoral en Quito.
Un resultado sorprendente el de Noboa. Probablemente, una buena parte de ese 50% de indecisos antes del debate presidencial televisado se decidió por el candidato de 35 años, quien se presentó a la cita con un tono y un lenguaje más convincente que los otros candidatos, no caracterizado por la clásica polarización entre correísmo y anticorreísmo, que ha caracterizado al debate político en los últimos años. Además, muchos analistas coinciden en que, al haber comenzado su campaña electoral de forma discreta, no se encontró en el centro de la polémica y de los ataques de sus adversarios, pudiendo así expresar su propuesta política de forma menos confrontativa. Mientras que el leitmotiv de la campaña electoral de Luisa Gonzáles fue todo retrospectivo, evocando los logros de la Revolución ciudadana de Correa, Noboa, formado en los sectores académicos de Estados Unidos, insistió en los temas centrales de la seguridad y la inversión social, proponiendo incluso una «auditoría» de la deuda del país. Uno de los caballos de batalla históricos de los movimientos altermundialistas en el pasado.
En cuanto a los demás contendientes, Javier Hervás, empresario agroalimentario y candidato del partido socialdemócrata Izquierda Democrática, que en la última ronda electoral obtuvo un asombroso 11%, desaparece definitivamente de la escena política. También se desvanecen las ambiciones de Otto Sonnenholzner, ex vicepresidente con Lenin Moreno (presidente que precedió al saliente Lasso y que fue inicialmente candidato del correísmo pero luego se fue desplazando paulatinamente hacia la derecha).
Es interesante observar que la gran mayoría de los candidatos presidenciales proceden del sector empresarial, a menudo apoyados por cárteles políticos creados a propósito y sin verdadero arraigo territorial. Decepcionante fue el resultado del candidato indígena Yaku Pérez, quien, en la última ronda electoral, estuvo a punto de ganar una segunda vuelta con el candidato presidencial Andrés Arauz, ahora en sociedad con Luisa Gonzáles. En aquel momento, Pérez había obtenido el apoyo, aunque poco convencido, de la CONAIE, que quería presentar en su lugar a su presidente Leonidas Iza. Esta vez se presentó con una formación de pequeños partidos de izquierda sin el apoyo del movimiento indígena (y social) más importante del país, sino sólo con el concedido extemporáneamente por su expresión política Pachakutik, que desde hacía tiempo estaba plagada de profundos conflictos internos y de la que Pérez se había distanciado.
Otro elemento a tener en cuenta es que el correísmo, tras una importante afirmación en las últimas elecciones administrativas, es de hecho el partido mayoritario en el país y en el nuevo Congreso. No obstante, es casi una conclusión inevitable que en la segunda vuelta prevista para el próximo 15 de octubre (dado que Luisa Gonzales no alcanzó ni el 50% de los votos ni el 40% con una diferencia de 10 puntos respecto a la segunda, como exige la ley electoral), todos los votos de los candidatos de la derecha y «anticorreístas» convergerán en Noboa, que tendrá así grandes posibilidades de ocupar el palacio presidencial de Carondelet. Ciertamente una especie de victoria pírrica, dado que en este caso la factura a pagar a los derechistas será muy alta, y dado que el país entrará casi de inmediato en campaña electoral para las próximas elecciones presidenciales del 2025.
Esta posible victoria de las derechas en el país parece estar en desacuerdo con el resultado contemporáneo de la segunda vuelta de las elecciones presidenciales en Guatemala, que vio la histórica afirmación del candidato progresista, pero parece estar en sintonía con la rotunda afirmación de las derechas en las elecciones primarias en Argentina, y con la crisis que atraviesa el gobierno progresista de Boric en Chile. Otro discurso para la situación en Bolivia, donde de cara a las próximas elecciones presidenciales el movimiento MAS aparece dividido, entre el apoyo al actual presidente Arce y la candidatura de su histórico fundador Evo Morales. Una experiencia, la boliviana, que ha sido un referente importante para los movimientos indígenas en Ecuador y en todo el continente.
Paralelamente a la votación para las elecciones presidenciales y congresales, se realizaron dos importantes referendos, uno de importancia nacional, contra la extracción petrolera en la zona amazónica del ITT Yasuní, y otro local y limitado al territorio metropolitano de Quito, contra la expansión de las actividades mineras en el Chocó andino. En ambos casos ganó el SÍ. La concomitancia de estas consultas con las elecciones políticas debe contextualizarse, sin duda, en el contexto de la creciente violencia inducida por los narcos, quienes, con el asesinato de Villavicencio y otros atentados y tiroteos bastante sospechosos en los que estuvieron implicados más o menos directamente otros candidatos, entre ellos Otto Sonnenholzner, han entrado de lleno en la escena electoral, haciendo valer su influencia.
Sin embargo, esto demuestra que hay otro país que ha acudido a las urnas. Esos millones de ecuatorianos que han decidido por el futuro del modelo productivo, y por la salida del monocultivo extractivista. No es un asunto menor, y tiene trascendencia mundial dada la dependencia histórica de la economía del país de la extracción y exportación de combustibles fósiles y minerales. Esto hace justicia, al menos en lo que respecta al ITT Yasuní, a la perseverancia con la que han trabajado los movimientos sociales y ecologistas del país desde que se lanzó la propuesta hace diez años, durante la presidencia de Rafael Correa. Quien, si en un principio parecía estar a favor, más tarde, en una rápida marcha atrás, decidió ofrecer ese territorio rico en petróleo a las multinacionales petroleras. Y al mismo tiempo deslegitimó e impidió la celebración del referéndum, por el que habían trabajado los movimientos ecologistas y sociales, recogiendo más de 750.000 firmas en todo el país. Estas firmas fueron entonces invalidadas arbitrariamente por el presidente, que lanzó una dura campaña para criminalizar a los movimientos.
Tras años de disputas legales, el Tribunal Constitucional decidió hace unos meses validar las firmas y convocar el referéndum nacional. El resultado de la consulta sobre el ITT Yasuni muestra un país transversal, (algunos de los candidatos «de derechas» votaron convenientemente Sí en el referéndum sobre el Yasuni), que se transforma de hecho en su papel. Un país formado por electores que votaron Sí al Yasuní y al Chocó Andino, por sus derechos constitucionalmente reconocidos a la naturaleza, por sus especies únicas en peligro de extinción, por las comunidades indígenas y campesinas que los cuidan. Esos millones de ecuatorianos se convirtieron en «guardianes» y «custodios», votando en nombre de esos ecosistemas… votaron el «oso de anteojos», votaron los bosques, los pájaros, los monos, las orquídeas, los árboles, los microorganismos, el aire que respiran y el agua que fluye sin contaminar. Votaron a través de sus custodios y guardianes, exigiendo su protección. Una especie de ejercicio de autodefensa, una alianza entre especies. Un bloque «ecosocial» que, sin duda, hará valer su peso frente a cualquier futuro gobierno del país.
Las elecciones nos entregan así dos países, el de la violencia criminal y el de la violencia extractivista en comparación. La victoria del Sí, en Yasuní y Chocó Andino, abre la puerta a otro Ecuador posible. Una hipótesis que hoy parece tan remota en el contexto de la violencia desenfrenada, pero que se volverá indispensable para el futuro, no sólo del país sino de todo el planeta.
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Francesco Martone, Fundador y portavoz de la red italiana de ONG de apoyo a los defensores de los derechos humanos y asociado del Transnational Institute de Ámsterdam. Es juez del Tribunal Internacional de los Derechos de la Naturaleza y preside la Asamblea de Jueces del Tribunal. Fue senador italiano con los Verdes y después con la Izquierda Europea. Durante 7 años, miembro de las Comisiones de Derechos Humanos y Asuntos Exteriores del Senado, centrándose en, la paz, el desarrollo, las instituciones financieras internacionales, la globalización y el desarme. Tras haber trabajado durante varios años en Greenpeace Internacional, fue presidente de la Junta Directiva de Greenpeace Italia. Artículo enviado a Other News por el autor.
Fuente: https://www.other-news.info/noticias/otro-ecuador-es-posible/
Foto tomada de: El Heraldo
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