“O bien extraemos las conclusiones adecuadas de nuestra mutua dependencia global y disponemos de ellas en beneficio de todos, o ésta se convertirá, con nuestra complicidad abierta o tácita, en una catástrofe tras la cual pocos de nosotros quedaremos en pie, si es que alguno queda, para ponderar las virtudes y los defectos de alguno de los modos de vida en conflicto, o para discrepar con respecto a las diferencias entre civilización y barbarie”. Zygmunt Bauman en “La sociedad sitiada”
En los municipios del departamento del Huila, como es probable que ocurra en el resto del país/provincia, se está inerme ante la enormidad de los efectos de la pandemia en lo sanitario, lo alimentario, lo cultural y lo económico, para citar solo algunos campos. Una lectura de hechos, políticas y acciones en la región, pone en evidencia que las lógicas de interpretación, estructuración y acción de Estado, instituciones y sociedad son de una simplicidad manifiesta, y que “será necesario, finalmente, ver si hay un modo de pensar, o un método, capaz de estar a la altura del desafío de la complejidad” como sugiere Edgar Morin en Introducción al pensamiento complejo, que es un texto básico y de entrada sobre el tema.
Aunque se vean a lo lejos los verdes de todos los colores del paisaje de provincia de siempre, efectivamente es un hecho que se siente vivir como en el cuento de “La casa tomada” de Cortázar, o como en una sobrecogedora pintura surrealista: hay preocupaciones por evitar el contagio en cuerpo propio, de ahí el relativo éxito del confinamiento obligado en casa, pero también cierta tranquilidad interna porque las cifras de contagios y muertes a la fecha (abril 29/2020) no causan alarma mayor, esto en comparación con lo que se cuenta en Europa y Estados Unidos.
Esta forma de sentirse tranquilo ocurre, así los expertos señalen todo el tiempo el riesgo de que resulten absolutamente insuficientes, en cuestión de días, los servicios hospitalarios en la región; así se conozca que haya gobernantes que priorizan la necesidad de producir algo de riqueza por sobre la urgencia de evitar el riesgo de contagio a toda costa; así se considere que es el colmo que la corrupción y la politiquería no den tregua en las arcas públicas del Estado y se aprovechen de manera cruel de la emergencia; así se comprenda que cada vez lo local está más relacionado de manera insoslayable con lo regional, nacional y global; así se tenga claro que la vulnerabilidad es mucho mayor, casi infinita, en los más desfavorecidos por el modelo económico.
Municipios y departamento: se hace lo que se puede.
Al ocurrir algo tan inesperado, letal y prácticamente invisible como lo es la expansión del Covid-19, en los municipios se siente estar ante la amenaza de un fantasma planetario enorme. Ninguno de los nuevos alcaldes imaginó, tres meses antes, tener que estrenarse como jefes de gobierno ante un desafío como éste; a duras penas, y algunos con más desgano que responsabilidad, tenían escasamente sus propuestas de planes de desarrollo y más o menos organizada la primera línea de la nueva burocracia local.
Al llegar la amenaza del virus mostrada por los medios de comunicación, cada uno actuó a su leal saber y entender y desde la sorpresa, todo esto con la mirada en las noticias y en el gobierno Nacional, que no hay duda en ser evaluado como dubitativo, de reacción tardía y de cometer muchos errores por desconocimiento del país diverso y por el centralismo. Algunos alcaldes se volvieron policías, decretaron los confinamientos y amenazas, pusieron toques de queda y bloqueos en las entradas de los pueblos, se fueron enterando de cómo opera el sistema de salud y hospitalario, y hasta de que para Colombia existe desde hace años la obligatoriedad de consejos locales, departamental y nacional de gestión del riesgo y de manejo de emergencias, que en la práctica termina siendo lo más operativo y eficiente a nivel local.
Hallazgos en la región
Luego de revisar registros noticiosos y de opinión en medios y de un sondeo con algunos expertos independientes y servidores públicos de organismos de control y de administraciones locales y departamental, surgen algunas observaciones a esta altura del proceso de atención de la emergencia:
- Los alcaldes se sienten solos. Se carece de un proyecto de Nación en los términos que establece la Constitución política. Se tiene un gobierno nacional que ignora que el Estado será una República unitaria porque una, integre, articule, no porque se le imponga una autoridad que desconozca lo esencial de la autonomía de las entidades territoriales, de la descentralización, la participación y el pluralismo.
Prueba de ello es que ignora a los gobernantes de las regiones, la diversidad cultural, la diversidad geográfica y ambiental, las realidades de la economía de provincia, las comunidades étnicas y hasta desconoce el mismo sistema hospitalario público. Desaprovecha todo esto para tener información estratégica situada y no tan dependiente, se dice, de los intereses empresariales en las capitales. El gobierno nacional desconoce la complejidad del país, de los pueblos y de los barrios de ahí que, entre otros errores, se identifiquen lo erróneo de las orientaciones para reabrir las construcciones y la manufactura y para la entrega de alimentos del programa de alimentación escolar en las instituciones educativas, lo que en no pocos casos fue fuente de aglomeraciones y de pretexto para romper las cuarentenas y salir a la calle.
No se tiene una Nación que parta del reconocimiento de las diversidades y de la complejidad asumida como tejido de factores heterogéneos necesariamente relacionados, como aparecen evidentemente asociados en esta época como salud, educación, movilidad, productividad, servicios públicos, conectividad y alimentación, entre otros.
- Las mañas asociadas a la política tienen la oportunidad. La declaratoria de emergencia, que se estima que era absolutamente pertinente, ha facilitado el pago de deudas de campaña y de favores políticos en las entidades territoriales, pero además se ha convertido, por la libertad y velocidad en las formas de contratar, en aprovechamiento para la compraventa de bienes y servicios con sobrecostos y para saltarse el reconocimiento de productores locales. Por el momento, estas son aseveraciones a raíz de algunas denuncias en medios de comunicación y redes sociales, y en algunos casos, en proceso de investigación por entes de control, a la fecha sin conclusiones determinantes.
A esto se le suma que no se está presentando un control político sostenido y serio de parte de los concejos municipales ni de la Asamblea Departamental, lo que se comenta que ocurre porque todavía se está en época de luna de miel entre los nuevos gobiernos y esas formas de representación ciudadana.
En los municipios, la acción de control real es la que puedan, y decidan realizar, los personeros locales, quienes recogen en sí, además de funciones propias, las de la Procuraduría y las de la Defensoría del Pueblo en lo local. En esa figura, que se sabe con nexos de dependencia en muchos casos con los gobernantes locales, reside la esperanza del control sobre la corrupción y sobre la acción o inacción de los funcionarios públicos de cada municipio.
El control previo que realiza la Contraloría departamental tiene limitaciones de personal, sin embargo se creó un grupo especial de reacción inmediata respecto de los recursos de la emergencia y desde allí se anuncia que se hará un seguimiento minucioso sobre los dineros del Departamento y de los municipios, exceptuando Neiva, que tiene un Contralor propio.
- Queda a la luz lo que se sabía. Además de confirmarse problemáticas denunciadas históricamente en los municipios como la pobreza, el hambre y precariedad en vivienda en poblaciones marginales y la informalidad en la actividad económica de un porcentaje mayoritario de las poblaciones de cascos urbanos, han quedado expuestas con mayor claridad las dificultades ocasionadas por la privatización de la salud, de la educación y de otras acciones de política pública social. Se tienen dificultades por patrones culturales imperantes en la región que llevan a la delincuencia, a consumos de sicoactivos y de licor, a cierto tipo de desobediencia civil con el pretexto del rebusque y de la libertad de expresión y de movilización, y a la violencia y agresiones de manera personal y a través de redes sociales.
En el escenario de lo institucional, aparecen como problemas estructurales, y que se dice que deben ser recogidos con prevalencia en los nuevos planes de desarrollo, la carencia de sistemas de información unificados, actualizados y serios, el gobierno en línea, la formación del personal y la vinculación de expertos porque se carece de capacidad técnica y de experiencia institucional en casos como este, la infraestructura y logística del Estado, y definitivamente, la inclusión de una atención decidida de las precariedades y desatenciones en el sistema de salud y en la políticas sociales referidas a poblaciones vulnerables y de más bajos ingresos. Se esperan planes de desarrollo y de gobierno que privilegien lo social y lo ambiental, empezando por el agua, la alimentación, los hábitos saludables y una cultura de la solidaridad y la responsabilidad.
- Lo complejo. El principal aprendizaje está en que la vida en el planeta, la de las personas y la de las instituciones deben estar absolutamente articuladas: que lo local tiene que ver con lo global; que cada derecho de las personas tiene que ver con los demás derechos y con el ambiente, sea natural o artificial como el de las redes sociales y la informática; que el desconocimiento del derecho y la vulnerabilidad de una persona también afecta a las demás.
¿Qué va a pasar en las próximas semanas?
Así se tenga la sensación de que se están haciendo bien muchas cosas, y se goce de cierta tranquilidad dada la información disponible sobre el control a la infección, no hay optimismo ni conformidad. La precariedad en la que se encuentran el sistema de salud, el sistema productivo, la cultura ciudadana y las insuficiencias de recursos, información y logística en las administraciones locales, departamental y nacional, hacen ver que el panorama, para todos los consultados, es oscuro. Hubo quienes, lamentándolo como todos, hablaron de catástrofe, muy a tono con la cita de Bauman que abre este artículo.
Ya hay campanazos: habrá estallidos sociales y caos, desbordamiento del sistema hospitalario, quiebras y desaparición de muchas empresas, empobrecimiento generalizado, riesgos ante los cuales no bastan el romanticismo, el heroísmo y las buenas intenciones.
Se desea una mejor lectura de la complejidad y más recursos, tiempo y actores participantes mejor articulados para atrasar el pico de pandemia en el país y en la región y estar en condiciones básicas adecuadas para enfrentarlo con éxito, meta que hoy se ve lejana o casi inalcanzable. La idea básica es dejar de ser inerme y lograr salir indemne.
Basta decir: continuará y veremos
Fernando Rincón Trujillo, Consultor en políticas públicas.
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