“Marx escribió prolijamente sobre política durante el resto de su vida, pero resulta sorprendente que, a pesar de oponerse al capitalismo, lo analizara de manera objetiva para comprender adonde conducía a la humanidad y cuáles podían ser sus alternativas”.
Resulta sorprendente que sea sorprendente para Mazzucato que Marx analizara de manera objetiva el capitalismo. Realmente, en sentido estricto, Marx no escribió prolijamente sobre política durante el resto de su vida; si algo estudió en detalle, aunque no exclusivamente, desde 1850 hasta su muerte, fue la economía política y su intención clara y precisa era dotar al movimiento obrero de un arma teórica en su lucha por la emancipación. Recién publicado el tomo I en una carta Marx señaló que consideraba que su obra era el misil más fuerte lanzado contra la burguesía y los terratenientes[2].
“Marx desarrollo su propia versión de la teoría del valor-trabajo.”
Esto no es tan cierto. Efectivamente Marx siguió los pasos de la economía política y en especial de Smith y sobre todo Ricardo con relación a la teoría del valor, pero su producción teórica no se limitó a desarrollar una versión propia más de la teoría del valor-trabajo; incluso, autores como Heinrich sostienen que Marx no se refería a la teoría del valor trabajo sino simplemente a la teoría del valor. Su trabajo fundamental consistió en criticar a los economistas clásicos, empezando por su análisis del valor.
En el primer capítulo del tomo I de El Capital, sobre la mercancía, le dedica un espacio a mostrar su diferencia de fondo con dichos economistas, señalando principalmente que los clásicos descubrieron detrás de los precios, el dinero y sus oscilaciones, el valor y el trabajo como su sustancia y determinante de su magnitud. Fue un descubrimiento insuficiente, según Marx, porque no encontraron la diferencia entre el trabajo concreto y el trabajo abstracto y por tanto no entendieron un elemento fundamental para la comprensión del capitalismo.
Pero además de esto y principalmente, Marx les criticó haberse quedado en un nivel superficial de la categoría valor y no preguntarse la razón por la cual en esta sociedad el trabajo humano se expresa bajo la forma del valor y por qué los productos del trabajo humano se transforman en mercancías.
Parece que Mazzucato no entendió nada de esto. Puede ser que no lo haya captado directamente en la lectura del capítulo 1, dado que es un texto difícil, sobre todo para los economistas tradicionales, pero en la biblioteca de su universidad fácilmente podría haber leído “Ensayos sobre la teoría marxista del valor” de Isacc Rubin, escrito a comienzos de siglo, o “Crítica de la economía política. Una introducción a El Capital de Marx”, de Michael Heinrich, de hace unos años. En estos textos hubiera encontrado explicaciones relativamente sencillas que le hubieran ayudado a escribir algo más fundamentado.
“En el capitalismo las empresas producen mercancías -un término general para cualquier cosa, desde tuercas y tornillos hasta máquinas enteras-. Si las mercancías se intercambian -venden- se dice que tienen un valor de cambio. Si produces una mercancía que consumes tú mismo, entonces no tiene un valor de cambio. El valor de cambio materializa el valor inherente en las mercancías.”
En la teoría de Marx las mercancías se definen porque tienen valor de uso y valor (valor de cambio); si un producto no se vende no es una mercancía, no se realizó como valor de cambio, no adoptó la forma del valor, no se cambió por dinero. Por tanto, decir que hay una mercancía que no tiene valor de cambio es un contrasentido. Si alguien produce un objeto que él mismo consume, este objeto no tiene valor y por tanto no se convierte en mercancía.
En toda sociedad los seres humanos producen bienes (objetos y servicios) útiles que satisfacen necesidades concretas. Pero no en todas sociedades se produce con destino al cambio. Marx comienza su análisis en El Capital con la mercancía precisamente porque es el objeto más simple en el cual se expresa el trabajo humano y porque tiene una característica distintiva y particular: los productos del trabajo, además de un valor de uso, es decir de una utilidad concreta, tienen un valor de cambio. Antes del capitalismo se produjeron mercancías, pero era algo marginal o menor con respecto al conjunto de la producción. En el capitalismo todo o casi todo se produce con destino al mercado, los productores no producen para satisfacer sus propias necesidades, sino con el objetivo de cambiarlos por dinero, el cual a su vez usan para obtener los bienes que necesitan, tanto para vivir, como para producir. Mazzucato no logró comprender la naturaleza de la mercancía ni su carácter histórico.
“La fuente de ese valor inherente es la única mercancía especial que poseen los trabajadores: su fuerza de trabajo o -por decirlo de otro modo- su capacidad de trabajar.” “…los sueldos expresan el valor de los bienes que restauran la fuerza de trabajo”. “Introdujo la idea de la fuerza de trabajo como un estándar de valor objetivo e invariable, partiendo de la premisa esencial, compartida por economistas anteriores, de que el valor derivaba del trabajo.”
La fuente del valor (Marx utiliza el concepto de sustancia de valor) no es la fuerza de trabajo o la capacidad de trabajar; la fuerza de trabajo es trabajo en potencia. La sustancia del valor es el trabajo humano, el trabajo en acción, el trabajo vivo. Esto lo vieron Smith y Ricardo, pero consideraron que se trataba del trabajo humano concreto, específico. De acuerdo con esto, siempre existiría valor porque en toda sociedad hay trabajo.
Marx explica precisamente en el capítulo 1 de El Capital, que la sustancia no es el trabajo concreto, aunque es un presupuesto necesario: la sustancia del valor es el trabajo abstracto (o trabajo general y uniforme). Pero no el trabajo abstracto en el sentido de una abstracción mental, es decir, los elementos comunes a todo trabajo, que serían el gasto de fuerza humana de trabajo, de músculos, huesos, nervios, etc. Este trabajo abstracto existe en toda sociedad, no es algo propio del capitalismo. Lo propio del capitalismo es que mediante el intercambio de productos se relacionan los trabajos de los productores y se hace abstracción real de su carácter concreto, y se igualan. Pero se trata de un trabajo social, del trabajo socialmente necesario para producir las mercancías, no del trabajo individual de cada cual.
Un trabajador puede gastar todo un día elaborando una silla, pero si los demás trabajadores elaboran dicha silla en medio día o en apenas dos horas, no podrá exigir en el mercado a cambio su gasto de fuerza de trabajo durante 8 horas. El tiempo de trabajo socialmente necesario es apenas de 2 horas. Este es el trabajo abstracto que constituye la sustancia del valor que se expresa en dinero.
La pregunta siguiente es la razón por la cual el trabajo se expresa en dinero, es decir en valor. Los clásicos no se preguntaron esto. Tomaron lo dado, lo que se vive cotidianamente en el capitalismo. Pero Marx si se hizo la pregunta. Y su respuesta consistió en señalar que se trata de una organización social específica en la cual la producción no se realiza en forma consciente, ordenada y planificada. La producción se realiza por parte de productores privados, formalmente independientes, cada uno de los cuales buscando su propio interés.
En sociedades anteriores la producción era decidida conscientemente, por tanto, era una producción social desde el comienzo. En el capitalismo lo social es un resultado de la interacción de todos los productores en mundo de competencia. En sus escritos de juventud Marx consideraba que esta producción a partir de productores privados en competencia no era una producción humana y racional. Pero es la realidad cotidiana del capitalismo que se encuentra en la base de muchos de los problemas que enfrenta el sistema, como las crisis.
El hecho de fondo es que las relaciones sociales entre los hombres no son las relaciones propias de una comunidad que busca satisfacer sus intereses comunes, sino una relación entre competidores cada uno de los cuales busca su lugar en el mercado a costa de desplazar a los demás. Quien no consigue vender sus mercancías no logra ser parte del producto social: su trabajo concreto, sus horas gastadas, no tienen valor alguno. Igual ocurre con los trabajadores que no logran vender su fuerza de trabajo: esta carece de valor.
“Esta descripción de la fuente de valor seguía en gran medida a Ricardo. Pero Ricardo había intentado sin éxito encontrar una mercancía externa que pudiera servir como un “estándar invariable de valor” mediante la cual se determinara el valor de todos los demás productos”. “Marx solucionó el problema ubicando esta medida invariable en los propios trabajadores. Tuvo el cuidado de distinguir el trabajo invertido en la producción de la fuerza de trabajo, que es capacidad de trabajo. Así los trabajadores invierten trabajo no fuerza de trabajo. Y en dicha distinción reside el secreto de la teoría del valor de Marx. Los humanos pueden crear más valor del que necesitan para restaurar su fuerza de trabajo”.
En este párrafo Mazzucato evidencia otra gran confusión. La distinción entre el valor de la fuerza de trabajo y el valor del producto es la clave del secreto del plusvalor, no del valor. Mazzucato pasó rápidamente al plusvalor, que es el eje de la explicación de Marx sobre el capitalismo, y no estudió suficientemente el tema del valor.
“En las primeras sociedades de cazadores-recolectores y granjeros de subsistencia, la gente trabajaba lo suficiente para crear el valor que les permitiera sobrevivir, pero no un excedente más allá de eso.”
Aquí Mazzucato cae en el error de los clásicos que tanto criticó Marx. Piensa que en toda sociedad hay valor, dinero, capital, etc. Un granjero de subsistencia -si esto significa que produce lo que necesita para vivir-, no intercambia sus productos, no los cambia por dinero, no tienen valor. Ella misma lo dice en un párrafo anterior: si el producto no se vende, no tiene valor de cambio. Obviamente, si tiene valor de uso: el granjero de subsistencia elabora productos que satisfacen necesidades, pero no tienen valor. El valor solo aparece dentro de determinadas relaciones sociales de producción.
“Además en una sociedad de mercado capitalista, el intercambio de mercancías media en las relaciones entre personas. En una sociedad especializada donde existe la división del trabajo, los humanos producen juntos el producto social -la renta nacional neta- y dependen de otros humanos. Pero, precisamente debido a la división del trabajo, que Smith había ensalzado y que hacía que la mayoría de los trabajadores estuvieran enormemente especializados en aspectos concretos del proceso de producción, el creía que las relaciones sociales se convertían en relaciones entre mercancías (cosas)”
Mazzucato pasa de manera superficial por el asunto de la cosificación de las relaciones sociales, que es tan importante en Marx. En El Capital, desde el comienzo con el análisis de la mercancía y el dinero, Marx explica (no solamente cree) cómo las relaciones entre los productores se dan mediante el intercambio de sus productos; expone en detalle, en el apartado sobre las formas del valor, cómo la relación de valor entre las mercancías conduce a la apariencia de que los objetos tienen valor como consecuencia de sus propiedades naturales, y señala cómo el proceso de circulación de mercancías genera una situación en la que los creadores de dichas relaciones y dicha producción, terminan dominados por fuerzas autónomas, por las fuerzas del mercado.
No es debido a la división del trabajo como las relaciones sociales se convierten en relaciones entre mercancías (cosas). Es un tipo particular de división del trabajo. En sociedades originarias había división del trabajo, pero los seres humanos no se relacionan entre sí mediante la venta y compra de cosas; no eran productores privados independientes. Por el contrario era una comunidad de seres humanos que distribuía conscientemente su trabajo entre todos los miembros.
“La clave, en opinión de Marx, reside en que el trabajo es productivo si -y solo si- produce una plusvalía para el capital de producción, el motor del sistema capitalista; es decir, produce valor más allá del valor de la fuerza de trabajo.”
En su texto Mazzucato dedica la mayor parte a exponer el plusvalor y la distribución del valor producido entre trabajadores, capitalistas y terratenientes. Estos son temas fundamentales de El Capital. Incluso, es muy interesante que Mazzucato examina algunos planteamientos de Marx sobre el capital comercial y el capital a interés, que se encuentran en el tomo III, tomo que es poco leído. Se aproxima a estos textos desde la perspectiva de la discusión sobre el trabajo productivo e improductivo, lo cual le da luces para sustentar su enfoque sobre el carácter parasitario y rentístico de los terratenientes y los capitalistas financieros, que abusan de la sociedad. Pero el enfoque de Marx es diferente del de Mazzucato, algo que amerita otra columna.
Me parece que la exposición de Mazzucato sobre la teoría del valor de Marx es superficial y tiene muchas imprecisiones. No capta lo fundamental de la explicación teórica de Marx sobre la mercancía, el valor y del dinero. Recomiendo a sus lectores tener cautela, leer directamente a Marx y buscar como apoyo a verdaderos conocedores del tema, como los mencionados.
Ojalá tenga mayor idoneidad como asesora y consultora de gobiernos. Sin embargo, la lectura de su columna reciente en Cambio[3] “Construyendo en Colombia una economía orientada a la misión” no da muchas esperanzas. La lectura de ciertos pasajes hace pensar que estamos ante una especie de programa de actitud positiva de Duque Linares.
Afortunadamente el presidente electo Petro, como nos cuenta en su biografía, se leyó El Capital y asistió juiciosamente a tres cursos sobre Marx en la Universidad Externado. Tiene los elementos suficientes para no dejarse confundir por Mazzucato.
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[1] “El valor de las cosas. ¿Quién produce y quién gana en la economía global?, Mariana Mazzucato, Editorial Taurus, libro electrónico.
[2] https://wikirouge.net/texts/en/Letter_to_Johann_Philipp_Becker,_April_17,_1867
[3] https://cambiocolombia.com/articulo/economia/construyendo-en-colombia-una-economia-orientada-la-mision
Alberto Maldonado Copello
Foto tomada de: Letras Libres
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