La Paz no es la ausencia de conflictos, el desarrollo social no es la solución de las problemáticas sociales y el postconflicto no es por ende el final. Las circunstancias que vive actualmente el país son esperanzadoras en términos de que dan la posibilidad de hacer frente a viejos problemas de manera novedosa y proactiva, donde temas como la reforma rural integral vuelven a ser parte de la agenda pública y hay la decisión de producir políticas públicas para su atención, el sistema político al cual todavía le pesa la tradición excluyente y el clientelismo y que tendrá entre los retos la ampliación de la democracia y la garantías para el ejercicio de la oposición, también de resolver temas que surgieron con el conflicto armado como el de los cultivos ilícitos y las víctimas del conflicto y temas que surgen con el mismo proceso de negociación, la dejación de las armas, el fin del conflicto, la verificación de los acuerdos.
Avanzar en la paz como el reconocimiento de la diferencia, no solo étnica, sino política e ideológica significa construir las garantías para que ellas se puedan expresar sin que sus voces sean acalladas por las balas. Pero también significa que la política social avance en cada territorio del país, no es posible garantizar la expresión de las diferencias políticas si persiste la inequidad, la discriminación, la exclusión, y esta es la tarea en el postconflicto, construir la política pública que conduzca a superar las vulnerabilidades, la discriminación, la inequidad.