Cuando los ricos se hacen la guerra,
son los pobres los que mueren.
Jean Paul Sartre
Un asunto se ha hecho de vital importancia en el concierto mundial, y es pensar el significado que tiene la Paz para nuestras sociedades, para así comprender el papel que juega la protesta social y poder analizar las implicaciones que tienen los crímenes perpetrados por parte del Estado en los últimos tiempos, como son: la desaparición de personas, la violación de los derechos humanos, los falsos positivos y ahora la brutalidad policial, la cuales se han vuelto un hecho recurrente en todas las sociedades alrededor del mundo.
En la vida diaria me encuentro, con más frecuencia de la que yo querría, con un aparente juego antagónico sobre el concepto de la Paz, pero sin ninguna claridad conceptual. Es como si el sentido en el que comprendemos la Paz, obedeciera a una suerte de veleta, que apunta hacia donde mejor sopla el viento electoral. Los políticos entablan un juego bizantino y contradictorio en el que hay una ausencia de claridad absoluta sobre: ¿Qué es la Paz? ¿Para qué la Paz? ¿Qué significa la Paz? ¿Cuál es el sentido de la Paz en una sociedad? ¿Cómo y porque surge el tema de la Paz en el Estado? ¿Qué es la Política? ¿Cuál es el papel de la Política? ¿Qué papel cumple la protesta social en el establecimiento de la Paz? Etc.
Es decir, a menudo los conflictos en la práctica política surgen por la falta de claridad teórica sobre los problemas más fundamentales que atañen a la sociedad. Y al no tener claridad teórica-filosófica sobre: ¿Qué es la Política? el ejercicio práctico se desgrana en una serie de errores, guiados por las pasiones y los intereses de quienes participan del quehacer político. Lo que eso significa es que cada quien cree tener su propio concepto de la política y por lo general guían sus actividades hacia esos intereses. Por ejemplo, hay quienes creen que la política es una actividad empresarial o la imposición de una marca y la toma como tal. Pero nada es más errado que esa visión falaz de creer que el Estado es una empresa particular o de algunos pocos. Por ello es que encontramos casos como el de Odebrecht o el malogrado proceso de Paz en que vivimos.
Noto que hay una ausencia abismal de Sabiduría, y añoro en consecuencia los tiempos de la vieja Atenas, en la que encontrábamos aun Sócrates ocupándose de la Verdad en la vida pública, la cosa más esencial del Estado. ¿Preguntemos nosotros entonces que implicaciones tiene la búsqueda de la Verdad, en términos filosóficos, para una sociedad? La búsqueda de la Verdad en la filosofía cumple una función, que es la de establecer el fundamento real de las cosas, su esencia, en el caso de la política contemporánea, por ejemplo, la búsqueda atañe al sentido esencial de la vida pública, de las decisiones que concierne a la mejor forma de organizar el Estado. Es decir, la filosofía política trata de evidenciar lo que la cosa pública es y establece cómo se deben dirigir los asuntos públicos de una comunidad desde una perspectiva ético-social.
Sócrates tenía razón en algo, la vida pública necesita de un examen constante, porque a menudo quienes la dirigen no tiene mayor idea de lo que hacen, y la razón es porque han descuidado el ejercicio intelectivo de pensar la política, el arte más esencial para la existencia del Estado. De modo que, cuando no tenemos claridad sobre los fundamentos de las cosas, es cuando realmente erramos por ignorancia. Pensar la política es lo menos que les podríamos pedir a nuestros políticos. Por ejemplo, las preguntas que conciernen a ese ejercicio apuntan a la búsqueda de lo que significa, la Ética, La Libertad, la Justicia, la Igualdad, la Equidad, etc. Es decir, el propósito es cuestionar sobre su esencia y su sentido real, y es por eso que la indagación sobre esos temas surge siempre a modo de pregunta ¿Qué es tal cosa?
Del mismo modo es necesario ahondar en las siguientes cuestiones: ¿Qué es la Paz? ¿Qué sentido tiene la Guerra? ¿En qué momento las tensiones de la Guerra deben dejarse a un lado? ¿A quién beneficia el establecimiento de la Guerra? ¿A quiénes perjudica mayormente las guerras internas? ¿Defiende los amantes de la Paz o de la Guerra alguna ideología? Ahora, las preguntas más esenciales son: ¿Qué sentido tiene que una sociedad viva en Paz? ¿Por qué el Conflicto interno o la Guerra interna, es el mayor mal para una sociedad? ¿Qué relación hay entre la Paz y la Democracia?
El tema de la Paz no es un asunto nuevo, es tan viejo como la humanidad misma, y la filosofía política desde sus inicios se ha ocupado de ella (tanto la sabiduría de oriente como la de occidente). La razón principal radica en que ella es el tema fundamental de la existencia del Estado. Es decir, el Estado surge porque la sociedad necesita vivir en Paz y no ocuparse de manera permanente de la Guerra. Por consiguiente, no sería posible pensar ninguna Estado si la sociedad no es pensada en término de Paz.
Incluso, la Guerra es pensado desde la visión de una Paz futura, es decir, la pensamos cuando el orden social se desestabiliza y la Guerra se convierte en el último recurso necesario para resolver la desigualdad existente, pero siempre como un último recurso de Justicia. Esta es también la decisión más difícil para una sociedad, porque ella puede terminar agravando mucho más los problemas que pretendemos resolver, con lo que podríamos prolongarla hacia el infinito y destruir la existencia del Estado. Por eso la mejor guerra es la que logramos evitar, de allí que exprese Erasmo de Rotterdam: “La paz más desventajosa es mejor que la guerra más justa.”
Es decir, en realidad la Guerra sólo haya su legitimidad si esta tiene por fin último la instauración de un sistema político que garantice la Paz y hasta ahora la filosofía sólo ha ideado uno, que ha demostrado ser el más favorable y efectivo, tanto a los intereses individuales como a los colectivos, la Democracia. Aun cuando hay algunos reparos filosóficos en contra de su concepto.
Hagamos un repaso filosófico. El texto que se haya en los orígenes de la filosofía política es La República, de Platón, y hemos de volver a él para comprender que fue los que dio lugar a la estructuración del Estado y establecer aquí cuál es la pregunta que subyace en el fondo de toda organización político-social. Allí, en su texto, Platón plantea la siguiente pregunta: ¿Qué es lo justo? Es decir, el tema aquí es la Justicia. Este es el punto principal de indagación sobre los problemas de creación del Estado. No obstante, la obra trata, todos conocemos eso, de dos asuntos esenciales, primero la inmortalidad del alma, pero que aquí digámoslo no nos interesa, y el segundo tema, son los criterios de justicia de los actos humanos, la búsqueda de los fundamentos éticos para que estos actos puedan dar lugar a la creación de una Estado justo y sabio. Esta es la cuestión que atañe al problema filosófico de la política y el derecho. Y es también, la forma de Estado que persigue todo Gran Estadista: una Republica Sabia y Justa. Por ello es que Platón siempre soñó con la idea de formar un Filósofo-político, que estuviera siempre al frente de la dirección del Estado.
Pero mirando de manera más aguda esta también el problema de la Aléetheia (la Verdad) que se logra ver mejor en el libro VII de la misma República (en la muy conocida alegoría de la Caverna). La razón por la que Platón hace esto, la de relacionar los dos temas, es porque la experiencia filosófica enseña esto: en un Estado donde los criterios de Justicia y de Verdad no son plenamente claros, los hombres se comportan de un modo salvaje, Bárbaro lo llaman los griegos, y tienden a confundir lo justo con lo injusto y viceversa, y es por eso que allí, las leyes pierden toda razón y sentido de ser, por la confusión en la que se hallan inmersos los hombres por su falta de Sabiduría.
Es decir, que allí donde los criterios de Justicia y Verdad no son claros, el Estado está en manos del mayor de los riesgos: La Guerra. Sin estos criterios conceptuales, el clima político-social se desbarajusta y va camino a un conflicto constante de intereses particulares, porque todos creen tener la razón, ya no hay un norte que dirija realmente las cosas, porque no hay claridad conceptual sobre lo que la Justicia y la Verdad significan al interior del Estado.
Por eso la figura del hombre sabio en la cultura es un asunto esencial. La figura de Sócrates, por ejemplo, en el concierto de la vida pública es la del hombre íntegro, quien, por amor a la Verdad, vive de modo humilde, da todo de si a sus conciudadanos: su Sabiduría, y muere por amor a la Justicia, aun cuando en contra de él se lleve a cabo el acto más injusto.
La posibilidad de existencia en una Estado sin criterios de Verdad y sin normas ni Justicia, se vería degradada, sería un imposible. Es decir, allí donde no se tiene pleno conocimiento de los sentidos de Justicia y Verdad, el hombre confunde el ser con el no-ser y con la apariencia, y todo lo esencial y cardinal para la vida termina convirtiéndose en un disparate musical a causa de la ignorancia.
A este tema de la Justicia y la Verdad, valga decirlo, están ligados los de libertad e igualdad, concepto de los que somos heredero nosotros hoy día en la política contemporánea.
Ahora, cuando se pretende indagar por la mejor forma de Estado, está siempre va acompañado sobre el papel que juega la Paz en dicha organización social. Buscamos la Paz porque en un estado de Barbarie, sin Verdad ni Justicia, la vida se hace imposible, es demasiado frágil, no podríamos ocuparnos del elemento más vital del Estado, la concreción del Bienestar Social y la Felicidad humana.
Al pensar el concepto de Estado lo hacemos de forma tal, que el reparto de los derechos sociales, políticos y económicos se haga de manera justa, para que esa Paz sea más duradera y estable. Sin la Paz, la vida sería una incertidumbre constante, nos asaltaría a cada momento el temor a perder la existencia y de ese modo nos sería imposible vivir.
Está demostrado que los pueblos necesitan hacer un alto en la Guerra y construir la Paz y para ello se necesita de ciertos sacrificios, que nos permitan salir avante y no empecinaros en el rencor. Por esa razón los tiempos de Paz exigen mucho más fuerza, sabiduría y entereza que los tiempos de Guerra. Créanme limar el rencor humano conlleva mucha generosidad de nuestra parte, ponernos a salvo de nuestro propio odio es aún más difícil que matar.
Y recordemos aquí algo que es esencial para pensar nuestro Estado y que ya nos señalaba Aristóteles: “No hace falta un gobierno perfecto; se necesita uno que sea práctico.” Y la praxis nos enseña que la Paz es una necesidad para la existencia humana, sin ella la vida sería una pesadilla, no habría lugar al disfrute de las cosas más maravillosas y elementales que ella trae consigo.
Ahora bien, para concluir tenemos que el papel de la protesta social, como instrumento legítimo de desobediencia civil en una sociedad democrática, cumple un papel esencial, que es la de ser forma intermedia entre la Paz y la Guerra. Es el instrumento que nos permite hacer frente a las torpes decisiones del Estado, es decir, tiene por objeto oponerse a lo que la sociedad denomina una posición irracional y que atenta contra las libertades públicas establecidas y reconocidas en los instrumentos internacionales de Derechos Humanos. Así cuando el Estado perpetua actos como la de los falsos positivos o la brutalidad policial reciente que terminó asesinando 13 personas y lesionando a 248 más en Bogotá, mientras disparaba inmisericordemente contra ella, en un acto criminal por parte de la institución, es precisamente cuando se hace necesaria la desobediencia civil. Los actos criminales no solo deben ser condenables, sino que exige cambios institucionales al interior de la policía, transformarla de un cuerpo militar a uno civil, para poder garantizar el derecho fundamental a la protesta social.
Lo que se ha visto con posterioridad a ello por parte del Gobierno es una postura irracional que no ha tenido por objeto la defensa de las libertades públicas, sino el sostenimiento de un Statu quo que termina atentando contra los derechos humanos de las víctimas de esta violencia irascible por parte de la policía. Lo que considero es que, en la política de Estado, hay una abierta violación a los fundamentos que la estructura. Y cuando el Estado y los políticos desbordan el sistema con el objeto de mantenerse en el poder aun por encima de las libertades civiles y política, eso termina convirtiéndose en una Tiranía. Sino atendemos a los criterios de organización racional del Estado, la Paz será cada vez más inviable y terminaremos sumergidos en una Guerra interna mayor.
Nota. La visita de Duque a los CAI vestido de policía, no fue un acto de jefe de Estado, fue una ofensa a la Libertades Civiles y Políticas del mismo. Necesitamos que sea un Estadista: un Filósofo-político, pero yo sé que eso es mucho pedir.
Jorge Alfonso Cabas, Jorge Cabas es Escritor, Novelista y Cuentista, Filósofo, Ensayista, Poeta y Defensor de Derechos Humanos.
Foto toamda de: https://catalogue.immateriel.fr/
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