“El buen periodista hace periodismo con un objetivo. Esto consiste, según Gabriel García Márquez, en “cambiar algo todos los días”, y según Kapuscinski “el verdadero periodismo es intencional, es decir, se fija un objetivo e intenta provocar algún tipo de cambio. No hay otro periodismo posible. Si leéis los escritos de los mejores, comprobaréis que se trata siempre de un periodismo intencional. Están luchando por algo”1
Hay varios periodistas en Colombia muy críticos y valientes, a diferencia de la mayoría que son servidores obsecuentes de los poderes económicos y políticos dominantes. Investigar, denunciar y enfrentarse a Álvaro Uribe, al Centro Democrático y a los narcotraficantes es una labor muy peligrosa. Pero, me parece, que a pesar de esto su crítica no apunta a lo fundamental.
La atención se concentra usualmente en los escándalos de corrupción y en el narcotráfico. Por ejemplo, el señor Fiscal General de la Nación incumple las normas sobre cuarentena y utiliza bienes del Estado para uso de particulares, violando presuntamente el artículo 398 del Código Penal. Las redes sociales y los medios masivos de comunicación, y muchos columnistas se dedican a criticarlo. Hace unos días fue el caso de la vicepresidenta por no haber informado que había pagado la fianza de un hermano condenado por narcotráfico y por los vínculos de su esposo con paramilitares y narcotraficantes en negocios de construcción. Cada tanto estalla un escándalo de mayor o menor trascendencia que oculta el anterior. La compra de votos para la elección del presidente Duque, donde juegan un papel importante el Ñeñe Hernández y Cayita Daza, la asistente del senador Uribe, sigue ocupando la atención de los medios, lo mismo que el caso de Odebrecht. La lista de escándalos es enorme y se renueva con rapidez. Además, la serie Matarife, del abogado y periodista Daniel Mendoza llama nuevamente la atención sobre el historial del presidente eterno.
El objetivo de los periodistas críticos
Buena parte de los mejores periodistas dedican sus esfuerzos a investigar estas conductas, a escribir columnas críticas, a denunciar. Esto es coherente con lo que afirman en las encuestas los colombianos, que la corrupción es uno de los principales, sino el principal problema del país[2]; a lo cual se añade también por muchos analistas y políticos que el narcotráfico es el principal problema que enfrenta la sociedad colombiana[3].
La corrupción es un problema que se presenta tanto en Estados capitalistas como socialistas, e incluso en Estados vigilados directamente por Dios, como el Vaticano. Pero lo fundamental es la estructura del sistema económico, la corrupción es un fenómeno secundario. La corrupción es un problema sí, pero no es nada comparado con el daño que hace el capitalismo en Colombia a la mayoría de los trabajadores colombianos. Por una parte les extrae una parte enorme del producto que elaboran, por el otro los somete a bajos niveles de ingreso, a desempleo y a degradación. Miles de muertes y enfermedades son causadas legalmente por el sistema. Pero esto no se ve o no se quiere ver. Como dice William Robinson[4], más que la brutalidad policial lo que mata a los negros en Estados Unidos es el capitalismo. Sobre esto no dicen nada o casi nada los periodistas de investigación ni los progresistas críticos. No es un objetivo de su investigación.
La gran corrupción es el control del aparato estatal y los procesos electorales por parte de los grandes poderes económicos, ya sea por vías legales o ilegales. Los capitalistas controlan el poder Estatal mediante varios mecanismos, incluida la corrupción (la puerta giratoria, por ejemplo). Los políticos en su gran mayoría cumplen un papel muy importante de sostenimiento del sistema y de manipulación o coerción sobre los ciudadanos y además muchos de ellos cobran sus servicios, no solamente con sus sueldos sino con el producto de la corrupción.
Pero la madre de la gran corrupción es que un puñado de capitalistas se queda todos los años con buena parte del valor agregado por millones de trabajadores. Todo el producto nacional es elaborado por los trabajadores quienes además con su trabajo y el excedente producido ya han pagado con creces los capitales originarios. El narcotráfico, de otra parte, es un delito, pero es un delito cometido por capitalistas. Los narcotraficantes son capitalistas, como los dueños del grupo AVAL, de Bavaria o del sindicato antioqueño, su objetivo es obtener ganancias mediante la producción con trabajadores asalariados y la venta de mercancías. Esto es lo que hace que se entiendan tan bien y se mezclen fácilmente los capitalistas legales con los ilegales y se tolere a estos últimos. Los narcotraficantes hacen lo mismo que muchos capitalistas tradicionales (dominio de los funcionarios públicos, aprovechamiento de los recursos públicos, soborno de funcionarios del ejército, la policía, la fiscalía y la rama judicial, compra de las mujeres más hermosas, etc.) pero lo hacen de una manera brutal, burda y desafiante, sin la elegancia de las oligarquías tradicionales.
Los más destacados exponentes del periodismo investigativo y serio se dedican a atacar las consecuencias y no las causas. Posiblemente consideran que es posible un capitalismo bueno, sin explotación y degradación de las condiciones de vida de la mayoría de la población, sin corrupción. En Matarife las denuncias se concentran en una persona, con énfasis en sus rasgos sicológicos, pero no se menciona el sistema económico que con tanto vigor defienden Uribe y su partido. A lo sumo, algunos periodistas critican la desigualdad del ingreso pero no llegan nunca a cuestionar la desigualdad en la propiedad de los medios de producción ni la división en clases sociales que significa que los trabajadores deben someterse a los dueños. Esto no se investiga ni se cuestiona.
Pero además, usualmente los periodistas se autocalifican como “objetivos” y ajenos a cualquier filiación partidista. Su propósito principal es la verdad, pero solamente se quedan en la superficie, no escarban mucho para entender la realidad objetiva[6]. Además asumen claramente su posición de aparente neutralidad que simplemente es una complicidad con el capitalismo. Como dice Gerardo Reyes “El problema no es lo que se está haciendo sino lo que se deja de hacer”[7].
Juanita León de La Silla Vacía, por ejemplo, señala que no tiene filiación partidista. En columna anterior[8] comenté esta posición mostrando cómo hace parte del partido favorable al capitalismo aunque intenta escudarse bajo la insustancial tesis de que es partidaria de la Constitución Política.
Daniel Coronell escribe en tweeter aclarando que él no es de izquierda, que es solo un periodista: “Respetuosamente manifiesto mi desacuerdo con dos aspectos de la columna de Julio César Londoño: 1) Menciones de rabí y tora que no vienen al caso 2) Identificarme como una voz de la izquierda. Soy simplemente un periodista. Mil gracias.[9]” Gonzalo Guillén afirma enfáticamente que él no es de izquierda ni de derecha: “1) No soy militante de izquierda ni de nada. No pierdido (sic) el tiempo en eso[10]”. Igual que Juanita Léon. En este asunto resulta que los mejores periodistas y los más leídos son fajardistas, ni chicha ni limoná. Eso sí, muy probablemente están en contra del socialismo.
El resultado es que los mejores periodistas, los más capaces, son defensores explícitos o tácitos del capitalismo. Piensan que se pueden hacer reformas al sistema y tienen el infructuoso objetivo de acabar la corrupción y el clientelismo, algo prácticamente imposible en las condiciones de Colombia.
Son capaces de desarrollar una labor arriesgada a pesar del peligro y el temor que suscita. Enfrentarse a los narcotraficantes y a sus representantes políticos es casi un suicidio. Enfrentarse al presidente Uribe y su entorno requiere de mucho valor. Pero lamentablemente es una valentía estéril dado que no tiene como objetivo buscar una solución de fondo.
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[2] https://www.portafolio.co/economia/colombianos-ven-como-principal-problema-a-la-corrupcion-y-no-el-virus-540411
[3] “El narcotráfico es el mayor enemigo que enfrenta, no solo el Gobierno, sino toda la sociedad colombiana. Ante la coyuntura, hoy más que nunca es necesario elevar de nuevo este llamado a todos los ciudadanos.”, dice un senador uribista. https://www.larepublica.co/analisis/gabriel-velasco-400964/de-frente-contra-el-narcotrafico-2902924#:~:text=El%20narcotr%C3%A1fico%20es%20el%20mayor,llamado%20a%20todos%20los%20ciudadanos.
[4] https://www.sur.org.co/hacia-donde-va-la-insurreccion-anti-racista-en-eeuu/
[5] “La tarea primordial del periodista es la de servir el derecho a una información verídica y auténtica por la adhesión honesta a la realidad objetiva, situando conscientemente los hechos en su contexto adecuado.” Código internacional de ética periodística de la UNESCO, http://www.cca.org.mx/ps/lideres/cursos/platino_4/html/m6/t4/UNESCOcodigo.pdf
[6] https://www.youtube.com/watch?v=vU7yKmu1qZ4. En sus palabras al recibir el Premio Simón Bolívar a la vida y obra de un periodista.
[7] https://www.sur.org.co/detector-de-mentiras-a-la-silla-vacia-la-silla-vacia-tiene-filiacion-partidista/
[8] https://twitter.com/dcoronell/status/1251539078165794819
[9] https://twitter.com/heliodoptero/status/1263859384834277378
Alberto Maldonado Copello
Foto tomada de: http://www.alcarajo.org/
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