¿A la izquierda de qué? Pues, evidentemente, a la izquierda del apoyo al capitalismo. A pesar de sus enormes diferencias en diversos aspectos, tanto Petro como Sarmiento (y los demás capitalistas asistentes al encuentro) son defensores del capitalismo. Petro lo dijo claramente y lo escribió en muchas oportunidades: su propósito es modernizar el capitalismo, hacer las reformas (muchas de las cuales están aplazadas desde el gobierno de Alfonso López Pumarejo) necesarias para tener un capitalismo mejor y sobre todo más humano con los trabajadores y responsable con la naturaleza. Petro no pretende en ningún momento suprimir el capitalismo; por el contrario, considera que las reformas que propone lo van a fortalecer.
En otras palabras, Petro está de acuerdo con un sistema en el cual la mayoría de las personas son una mercancía (es decir, están sometidas a vender su fuerza de trabajo a los capitalistas para poder vivir) y en la cual el objetivo esencial y el motor de la actividad productiva y social es la extracción de un excedente a los trabajadores, un plusvalor, que se distribuye entre los diversos tipos de capitalistas bajo formas específicas: ganancias productivas, ganancias comerciales, ganancias financieras, intereses, rentas del suelo e impuestos.
En lo fundamental, Petro y los capitalistas asistentes a la reunión, están de acuerdo. Pero tienen diferencias, que pueden llegar a ser muy conflictivas, en algunos aspectos. Por ejemplo, Petro representa (parcialmente) a clases trabajadoras asalariadas y por cuenta propia que quieren mejorar sus ingresos y condiciones de vida, representa al sindicalismo económico que busca aumentar los salarios y prestaciones, pero que no pone en cuestión la relación social capitalista, y representa a parte de las masas trabajadoras que aspiran a que el Estado complemente sus ingresos mediante la oferta de transferencias monetarias, de ayudas crediticias, y de provisión de servicios subsidiados (educación, salud, cultura, deporte, vivienda, entre otros). Esto es, en buena medida, el programa de izquierda en asuntos económicos, que Petro abandera.
Sus huéspedes capitalistas, a pesar de sus diferencias personales, tienen entre ellos un objetivo común: conseguir las mayores ganancias posibles, año tras año. Su vida gira en torno a eso, su felicidad máxima se encuentra al recibir los estados periódicos de resultados de sus empresas, y al llegar a sus cuentas bancarias las ganancias y rentas que les permiten darse una buena vida de lujos en medio del mar de la miseria y la pobreza del país.
Por tanto, aunque hay coincidencia en la defensa del capitalismo, hay conflicto por el reparto del producto social capitalista. Así como los capitalistas han hecho durante la historia del país todos los esfuerzos posibles por destruir y debilitar a los sindicatos -con bastante éxito-, adelantan todas las campañas necesarias por tierra, mar y aire, para impedir que los trabajadores consigan leyes demasiado favorables a sus intereses o que el Estado se apropie de demasiados recursos vía impuestos para financiar la compensación de ingresos, en montos que lesionen sustancialmente la rentabilidad. Es una lucha por el reparto del producto social elaborado por los trabajadores, lucha que van ganando ampliamente los capitalistas. Lucha que se hace aún más fuerte si se tocan intereses particulares específicos que se han apropiado de cuantiosos recursos públicos destinados a la salud, las pensiones, etc.
Petro es como un dirigente sindical que va a pedir respetuosamente a los patronos un aumento salarial. Con miedo de que lo despidan. Los capitalistas son una forma de esclavistas y señores feudales. Petro representa, parcialmente, a los esclavos o a los siervos asalariados y trabajadores víctimas del sistema. En la foto ampliamente difundida se encuentran, con mucha cordialidad, los representantes de clases opuestas dentro de los límites del capitalismo.
Son los líderes de ejércitos enfrentados en la búsqueda de derechos opuestos, conflicto en el cual obviamente decide la fuerza.
Y la fuerza la tienen los capitalistas dado que disponen de: a) el poder económico que decide sobre la vida de millones de personas; b) el poder político en el Congreso donde tienen la mayoría de congresistas a su servicio; c) el poder ideológico ya que controlan los medios de comunicación (ahí estaban en el encuentro los dueños de varios de ellos), las principales universidades, los intelectuales (especialmente los economistas) y centros de investigación; al tiempo que reclutan para su causa las mejores mentes de las clases trabajadoras. Adicionalmente tienen a su favor que las ideas espontáneas de los propios trabajadores son conservadoras: la mayoría se enfoca en mejorar dentro del sistema, no en cambiarlo. Cuentan con la lealtad de las fuerzas armadas, de policía y de seguridad y con el apoyo del imperialismo norteamericano y europeo.
El otro bando, el de los trabajadores, es débil; no existe un solo partido de los trabajadores, ni una propuesta de sociedad en la cual se eliminen las clases y todos los trabajadores sean los “dueños” y decidan la producción. Las organizaciones sindicales representan una porción muy pequeña, han sido debilitadas sistemáticamente; no hay periódicos ni medios de comunicación masivos que defiendan los intereses de los trabajadores; la academia abandonó por completo el esfuerzo por comprender el mundo y sustentar un cambio. Los trabajadores están dispersos en múltiples causas programas y objetivos, prima la dispersión. En una palabra, el pueblo no está unido y por eso es siempre vencido. Las manifestaciones de rebeldía popular son conservadoras (no ponen en cuestión el sistema capitalista) y además han sido sometidas a una fuerte represión. Buena parte de ellos gasta sus energías en ilusiones como emprendedores. Una parte de los trabajadores realiza, en nombre de los capitalistas, las labores de explotación de sus colegas de clase (tanto en las empresas como en las casas): son los gerentes, directores, supervisores, etc.
Obviamente, hay competencia también entre los capitalistas. En la foto están representadas algunas de las facciones de la competencia entre ellos (Postobon y Bavaria, por ejemplo, Coca-cola y el grupo Ardila, etc.). Aquí hay también una guerra y conflictos muy fuertes. Pero los une su rechazo a las pretensiones económicas y políticas de los trabajadores. Un puñado de capitalistas concentra la producción y la riqueza y domina al conjunto de la sociedad, por medio de apariencias democráticas.
Petro sabía todo esto desde el comienzo. Sabía que no tenía mayoría en el Congreso para aprobar sus reformas. Y las masas trabajadoras no se han movilizado suficientemente en su apoyo, a pesar de su constante convocatoria.
Petro es un rebelde dentro del capitalismo. Pero, a su pesar, cumple un papel muy importante para el propio sistema: a) Sirve de ejemplo de la existencia de cierta democracia (mostrar un guerrillero de presidente); b) sirve para encauzar la rebeldía popular dentro de los límites aceptables para el sistema; c) su desgaste en el gobierno sirve para mostrar los “fracasos” de la izquierda y desmotivar a los trabajadores. Petro, de otra parte, no aprovecha su paso para mostrar a los trabajadores que no hay solución de fondo a sus problemas dentro del capitalismo. Lo preocupante es que los partidos cuyos programas políticos dicen fundamentarse en Marx tampoco lo hagan en el Congreso.
Alberto Maldonado Copello
Foto tomada de: El Colombiano
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