“Al presidente no le fue mal. Durante todo el semestre pasado presentó pocos proyectos y los sacó muy bien. En esta segunda legislatura se atomiza. Comete un error que no es propio de un ex senador y es presentar las reformas sociales en la misma legislatura…porque confiaba mucho en su maquinaria.” Observatorio Agenda Legislativa de la U. Externado, en ET, 22/06/23, 1.3.
“En nuestro país hay una tremenda contradicción. Es legal la marihuana desde 1986. Es tan legal que tenemos derecho al autocultivo de hasta 20 plantas…Lo que es contradictorio, que es un absurdo, es que una sustancia que es legal sea ilegal adquirirla… ¿Eso qué sentido puede tener? Juan Carlos Losada, representante liberal, ponente del proyecto de regulación del uso adulto del cannabis, en ET, 22706/23, 1.3.
En las dos últimas semanas, al cierre de las sesiones ordinarias del segundo semestre de la legislatura del Congreso, nadie de los seguidores y asociados en el Pacto Histórico da pábulo a la seguidilla de contrariedades experimentadas por Petro capitán del bajel del neoprogresismo, en términos de los resultados conseguidos en los frentes de la participación y representación política juntas.
El mismo martes 20 de junio se le juntaron dos escollos mayúsculos, con la intención de hacerlo encallar en público: la movilización callejera, la cuarta que convoca la oposición actual, es decir, la reacción y la derecha. El otro es el más grosero y descarado bloqueo y filibusterismo de las mismas fuerzas, quienes en gavilla legislativa vaciaron el quorum requerido para la reforma laboral en su primer debate, y sepultaron el consumo recreativo del cannabis en la “puerta del horno”, porque llevaba surtidos siete debates.
En el campo de batalla de la sociedad política, sin que nadie se lo explique, primero, hubo la ausencia de la ministra del trabajo, Gloria Inés Ramírez, porque viajó al exterior. Segundo, la falta del ministro del interior Luis Fernando Velasco, para persuadir a los congresistas uno a uno, y conseguir la votación del articulado de la reforma laboral.
Tampoco funcionaron las artes de Velasco para coronar la rebeldía contra el cacique máximo, César Gaviria, sirviendo a la causa de su copartidiario, el representante Juan Carlos Losada. Habrá que esperar hasta el 20 de julio para liberar, quizás, al país del flagelo de la ilegalidad de la marihuana que tampoco se le exige que haga milagros, y la mayúscula contradicción de un país que legaliza la marihuana, pero ilegaliza su adquisición.
El hundimiento de este proyecto es ejemplar prueba de lo que es el mercado de votos en el senado. Cambio Radical exigía conciliar el texto, y retiró sus 6 senadores ante la imposibilidad de conciliarlo. El día crucial fue el lunes pasado, porque como lo recuerda Losada, tenían 53 votos, y se necesitaban 54. Y Álex Flórez, parte del Pacto Histórico no llegó de modo oportuno, cuando algunos compañeros se retiraron de la plenaria del Senado. Losada concluye: “esto se hundió el lunes…Faltó el voto de Álex Flórez, así como el de los liberales Mauricio Gómez y Lidio García. Contingencias que son imposibles de medir…Cosas parecidas a lo de Humberto de la Calle, quien se fue de viaje durante el debate en Comisión I y eso nos hizo perder prácticamente dos semanas.” ¿Manes del Congreso? Losada añade, y prepara la nueva batalla: “Nunca tuvimos la suerte de que todos los que apoyaban el proyecto estuvieran en simultánea en plenaria…hubiéramos sacado 59.”
El régimen Parapresidencial y el Neoliberalismo resisten
“El orden político de 1886 fue desafiado democráticamente en lo electoral, de manera trágica, en 1946. La población pobre y trabajadora ensayaba una nueva identidad en el escenario político. Atendía al llamado reformista social de Jorge Eliécer Gaitán, crítico de la segunda República liberal. Un pueblo insumiso, superior a sus dirigentes, demandó con sus vidas democracia y paz, y sufrió una represión brutal. Miguel A. Herrera Zgaib. Del neopresidencialismo al parapresidencialismo. La degeneración democrática en Colombia, en Democracia, ¿El país de todos? Revista Javeriana, Bogotá, 2010, p. 48.
“Queremos que en la Cumbre que se va a realizar en París, que tiene que ver con la arquitectura del financiamiento de la lucha contra la crisis climática, por lo menos salga un equipo de expertos y de expertas que, de cara a la COP29, pudiese trabajar una propuesta, profunda, concreta…a escala mundial.” Gustavo Petro, anuncio del viernes, después de reunirse con el canciller Olaf Scholz en Berlín.
La Colombia subalterna, pasados más de sesenta años, sigue secuestrada en las manos criminales del país político, que ahora enseña los primeros mandobles de lo que Petro llama también un “golpe blando”. El régimen para-presidencial se mantiene, se resiste a morir, reúne a viejos y jóvenes “adalides” en la disputa por la hegemonía en la sociedad civil y en el gobierno de la comunidad política.
Atrincherados en las casamatas del Congreso, en el culto descarado al capitalismo político que se nutre del extractivismo, Miguel Uribe, María Fernanda Cabal, David Luna lanzan sus diatribas para descalificar de modo despectivo el gobierno del cambio, y aupar la continuación de la lucha de clase bajo la modalidad de la guerra social prolongada. Tal es el modelo que desde los años 40 y 50, escogió crecer por vía de la desposesión violenta de los trabajadores del campo, el campesinado, los siervos sin tierra y las minorías étnicas.[1]
A la par, en las ciudades, este capitalismo salvaje amasaba también en la ilegalidad las primeras fortunas alimentadas por el “vicio” in crescendo de la marihuana y los opiáceos, sumado el contrabando de toneladas de café, incentivado por los altísimos precios del café de exportación. A este cuadro de moldeamiento del sentido común en rebeldía se le añadieron a nivel nacional, primero, el ciclismo, y luego el entretenimiento de las multitudes que de las plazas fueron trasladadas a los estadios.
Fue la época dorada del fútbol colombiano, con el apoyo de la bonanza cafetera, montada sobre la huelga de los futbolistas argentinos, y el pago en dólares a las estrellas suramericanas que no resistieron aquella invitación. Millonarios, catalogado el mejor equipo del mundo, es el nombre más elocuente de aquel “paraíso artificial” que servía de cortina de humo a la violencia impuesta a campos y ciudades. Para que esto se repitiera fue necesario que pasaran casi treinta años, y que los carteles de la droga, en sordina, adormecieran a los públicos de las urbes con los triunfos meteóricos del Atlético Nacional y el América, que hicieron a un lado las glorias de los años cincuenta, Millos y Santa Fe. Pareciera coincidir el nuevo espectáculo de multitudes con la presencia de una tercera fuerza política, que disputa la hegemonía al bipartidismo. Este fin de semana sabremos quién será el campeón.
Este miércoles, precisamente, quienes se enfrentaron, y empataron fueron los heraldos de dos tiempos idos, Millos y Nacional. Ahora, reinan juntas, según los reportes del departamento de Estado del gendarme del Norte, la cocaína y la marihuana, que señala un crecimiento de tales cultivos. Antes, el gobierno de Joe Biden anunció que tampoco participa de la mesa de negociación de la paz con el ELN, y no saca a esta insurgencia subalterna de la lista de organizaciones terroristas.
Es en la misma semana en que hay una arremetida concertada en lo interno por la reacción en Colombia, cuando el presidente Gustavo Petro, en la Cumbre de París sobre la crisis climática, insiste en impulsar una agenda internacional independiente, que amplía su vocería global que reclamó en la Asamblea de la ONU, de darle un giro a la nefanda égida neoliberal, rescatar la Amazonia y salir del extractivismo de manera progresiva.
Porque son tantos desastres humanos que el capitalismo ha sembrado globalmente, con el remate del escenario de conflicto centrado en Ucrania, y el bloqueo estratégico de Rusia, quien se dispuso a instalar ojivas nucleares en su vecina Bielorusia, que ya es tiempo que los neoprogresistas de América Latina, la tripleta de México, Colombia y Brasil lideren con audacia y determinación otro rumbo.
Claro, la interlocución con China, visitada por estos días por Antony Blinken, la India y las economías emergentes, son fundamentales para inclinar la balanza en esta prolongación perversa de la guerra fría, por un escenario distinto a la guerra entre el imperio y la democracia, cuya decadencia imperial han trazado desde comienzos del tercer milenio, los volúmenes de Imperio escritos por Antonio Negri y Michael Hardt. Un diagnóstico que es acompañado por otros enfoques y debates.
Ayer y hoy, y el balance de la primera legislatura
“No parece un mal balance”. Luis Fernando Velasco, Mininterior.
Entonces, hace más de sesenta años, la derecha y la reacción lanzaron la guerra social, que aún no concluye. Fue la respuesta autoritaria contra una tercera fuerza política de corte popular que ganaba momento, con la jefatura de Jorge Eliécer Gaitán. Demandaba la paz llenando la plaza de Bolívar con banderas negras y en silencio sepulcral.
Luego del magnicidio de Gaitán, el bloque de poder se atrincheró para librar la guerra de posiciones política, en dos polos principales: Medellín como doble paraíso de la industria legal e ilegal, y Barranquilla, “puerta de oro” de Colombia. De aquellas ciudades partió, paradójicamente, la avanzada de la modernidad literaria tardía: el Nadaísmo y el grupo de La Cueva, que descubrieron los talentos Gonzalo Arango, Álvaro Cepeda Samudio y Gabo, acompañados por aristas de la talla de Cecilia Porras, la redescubierta Débora Arango, y Alejandro Obregón, quien pintó un impactante lienzo sobre la violencia.
El bloque de poder amenazado por la avanzada democrática de los subalternos sociales en ciudades y campo, desprendida del control tradicional bipartidista buscó, a toda costa, primero domar las rebeldías subalternas que, levantadas en Bogotá, Barranca y Cali, exigían juntas revolucionarias en los primeros días de abril de 1948.[2] A la vez, la alianza conservadora y liberal, pactó en Sitges y Benidorm, un gobierno bipartidista con alternación, que pasado el connato de insurrección espontánea, orientó su esfuerzo principal a “pacificar” a los campesinos levantados en armas en los Llanos contra la dictadura de Ospina Pérez y sus sucesores.
Traicionados los campesinos en armas, sus líderes principales, Guadalupe Salcedo y Dumar Aljure,[3] por la dirección liberal, a cuya cabeza estaba Carlos LLeras, después presidente del Frente Nacional Colombia, aceptaron la “pacificación”. Entregaron las armas al general Rojas Pinilla,[4] mediador dispuesto con el aplauso del bipartidismo dominante. Así se hundió una vez más la reforma agraria que era el centro de la reforma social. A sangre y fuego continuó el despojo de tierras y la imposición de la contrarreforma junker en favor de los terratenientes, en tres focos principales la Costa, el Magdalena Medio y los LLanos.
Ahora cumplidos los primeros diez meses del primer gobierno de oposición, de izquierda, lo dice el propio presidente Gustavo Petro, renuente en los tiempos de sus últimas campañas políticas a utilizar la distinción derecha e izquierda, e insistir en la coloratura variopinta del progresismo, recibe una nota de aceptable en materia de política nacional.
La matemática legislativa señala que, cerrada la primera legislatura, y en espera de que se convoque por el presidente a sesiones extraordinarias el balance arroja 11 iniciativas aprobadas, que incluyen 2 reformas constitucionales. Eran parte de un paquete de 25 iniciativas. En las extras que empiezan este jueves no se debatirán las reformas sociales, que quedan en turno para la siguiente legislatura.
Siguiendo el conteo del Observatorio legislativo de la U. Externado, estas son las cifras: el gobierno presentó 12 proyectos en Senado y 13 en Cámara. Es posible que los 11 aprobados, dos más lo sean de aquí al sábado, la adición presupuestal que es urgentísima, tanto como determinar el número de diputados a elegir para la elección de octubre y las que sigan.
Conviene recordar, los momentos de gloria de este gobierno, cuando funcionaba el Frente Amplio. Aprobaron la reforma tributaria, la ley de sometimiento a la justicia, se ratificó el acuerdo de Escazú. Hubo los apoyos concertados con conservadores, liberales, la U, Alianza verde y Comunes. En la segunda legislatura, quebrado el frente amplio, “salidos” varios ministros de la coalición, se presentaron pocos proyectos, y el ramillete de reformas sociales más la reforma política. Esta marcó la ruta con obstáculos, donde Roy Barreras, capitán de campo del Pacto Histórico mantenía especial interés. Sus propios compañeros contribuyeron a su hundimiento.
Después vino la operación tortuga que duró hasta este miércoles. Se puso a prueba la conducción tanto de la cámara como del senado, y la coordinación como nuevo mariscal de campo, en cabeza de Velasco, a la salida de Roy Barreras, al decretarse la nulidad de su elección. Con todo, se aprobaron en primer debate, las reformas pensional y de salud, que seguirán durante el próximo semestre.
Sin embargo, este martes se hundió la reforma laboral, y, por falta de trámite, la de sometimiento y la humanización de las cárceles. Pero, en cambio, hubo dos triunfos significativos, que reivindican al campesinado, subalterno social fundamental en la historia de más de medio siglo, la jurisdicción agraria y la declaración del campesinado como sujeto de derechos.
La calle y la guerra mediática
Este mismo miércoles, la muerte del teniente coronel Óscar Dávila, en una función especial, preparada por la fiscal Marta Mancera, con la ausencia de su superior Barbosa, divulgó con pelos y señales el dictamen de medicina legal y los cuerpos especializados, que probó con certeza el lamentable suicidio del oficial de la policía, involucrado en un episodio de la Casa de Nari.
Laura Sarabia y Armando Benedetti dieron comienzo a esta saga mediática que fue comidilla de redes y comunicadores mainstream, a la cabeza de los cuales estuvo Semana y su anchorwomen, Vicky Dávila, en medio de dimes y diretes, y conjeturas de toda especie. Las que en últimas buscaban conectar al presidente Petro, con sumas millonarias que supuestamente quedaron a cuidado de su jefe de gabinete.
Después, se ventilaron grabaciones de discusiones agrias entre Benedetti y su ex discípula Laura Sarabia, con duras recriminaciones. De lo cual se retractó el ex embajador en Venezuela, después que ambos fueran removidos de sus cargos. Ninguno de los dos ha acudido a las citaciones hechas con diligencia por la Fiscalía de Francisco Barbosa, pero los subalternos de la casa de Nariño, el coronel Dávila, sí iba a cumplir con la cita, que tronchó con su probado suicidio; y el otro coronel, Feria, su superior ya rindió declaración sobre el episodio que aún no se conocen.
Por último, esta semana, Nicolás Petro, presentó una recusación del magistrado ponente, que conocerá de la actuación contra él, porque se señala que tiene nexos con el fiscal Francisco Barbosa. Se solicita el nombramiento de un magistrado ad hoc en lugar de Castillo. Terna que, dice el acucioso periodista Coronell, tendrá que ser escogida por el mismísimo presidente. Y se pregunta, entonces, ¿tendrá que nombrarse también un presidente ad hoc para estos efectos?
A los ejercicios propios de los llamados “golpes blandos” se añaden ahora escaramuzas del lawfare, donde la Fiscalía es protagónica. La novedad está en que el campo de la guerra mediática, por fin, el gobierno del Pacto Histórico nombró gerente y subgerente de RTVC. Y este último es una figura probada, Hollman Morris, desde los tiempos de Contravía, y luego como director del canal Capital.
Todos esperaban, después del 7 de junio, cuando hubo cubrimiento de la convocatoria hecha por el presidente Petro de salir a la calle, y apoyar el trámite de las reformas, la nueva dirección de RTVC probara la objetividad en el cubrimiento de las manifestaciones de la Oposición, en particular, en Bogotá.
La verdad, muy poco supo de sus buenos oficios la opinión pública hasta hoy. Sí de una agresión a una periodista que cubría la manifestación que se autocalificaba como Mayorías de Colombia. El reporte que se dijo ofreció la Policía nacional, que tiene al frente al general Salamanca, quien estrena su cuarto sol, se indicó que el total de manifestantes fue de 92.000. ¿Cuáles fueron las participaciones discriminadas por ciudades? Aún no se conocen del todo. ¿Cómo hace sus cálculos la policía? Tampoco.
Pero, sin duda, el acto de informar y de comunicar es un faltante real en la agenda del Pacto Histórico, que desde ya tiene que ser suplida y reforzada para que la lucha política adversarial no degenere en manipulaciones y conteos amañados entre los rivales. La política liberal no es una de amigos y enemigos, sino una lucha agonal, antagónica entre rivales.
Tal será el paso que tendrá que darse cuando, en efecto, se desmonte el régimen para-presidencial cuyas secuelas Colombia sigue padeciendo. Para que el desenlace de la crisis de hegemonía tenga un desenlace menos traumático. Para lo cual, el Pacto Histórico y sus principales conductores tienen que hacer urgentes ajustes tanto políticos como mediáticos, así como fijar responsables y proyectar nuevos liderazgos de cara a las próximas elecciones.
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[1] Es el telón de fondo de la gran Violencia colombiana, primero, 1947/48- 1953, la pacificación de Rojas Pinilla; y segundo, 1954-1964/65, con la intervención abierta de EUA, el centinela hemisférico, y la creación de las organizaciones insurgentes subalternas de las Farc, Eln, y Epl.
[2] De allí nació el calificativo de esta insurgencia espontánea como “Abrileños”. Que se continuará, cuando la disidencia guerrillera se enmonte, y sea señalada por el congresista Álvaro Gómez Hurtado, como atrincherada en las llamadas peyorativamente Repúblicas Independientes del Pato, Guayabero, Marquetalia, y Riochiquito.
[3] Años después asesinados, uno en las calles de Bogotá, y otro en su residencia, Dumar Aljure, 1928-1968, en Granada, Meta.
[4] Formado como ingeniero militar en los EUA, en los comienzos de la Guerra Fría.
Miguel Ángel Herrera Zgaib, PhD. Director Grupo Presidencialismo y Participación, Profesor asociado, Ciencia Política. U. Nacional.
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