El viaje en el curso del gran Río Yuma o de la Magdalena fue apacible y transcurrió observando el comportamiento de la mayoría de los pasajeros distraídos con sus teléfonos celulares pegados a sus rostros y otros con miradas perdidas buscando salidas para sus preocupaciones. Cuatro de ellos y este relator degustamos con alegría la vegetación de las orillas en las cuales sobresalen varias especies de origen centenario, como son cedros, guarumos y cañabrava, acompañadas de algunas siembras campesinas recientes de Maíz. No sé si hubiera acompañado en su distracción a las 15 personas viajeras atentas al uso de sus celulares, en el caso de que el mío no hubiera estado averiado. No fue este viaje cómo aquel muy alegre de hace una década, cuando los diálogos entre pasajeros nos ponían, en pocos minutos, al tanto y con detalles sobre el estado del clima, la intensidad de las radiaciones solares, la calidad de los cultivos, los precios de sus productos y los efectos de la llegada de la tranquilidad a un territorio que fue azotado por la violencia política y los desplazamientos forzados entre los años 1980 y 2005.
La Chalupa anduvo rápida, el viaje tardó 40 minutos hasta el viejo muelle del legendario corregimiento de San Rafael de Chucurí, cuya extensión rural es mayor que su área urbana. Una vez subí las escaleras del puerto, encontré allí de cara al último peldaño a quien me esperaba sonriente, el señor Ramiro Suárez, líder del corregimiento que, con un fuerte apretón de manos saludo mi llegada y enseguida me condujo hacia la casa de la señora Georgina, propietaria de un predio en la puerta de la ruralidad con cultivos de plátano, cacao y maíz. Ella fue muy amable, y después de un delicioso tinto, disfrute en la sala de su rancho dos pescados bocachicos bien fritos acompañados con tajadas grandes de plátano verde; toda una verdadera delicia. Su interés por darme lo mejor en la estadía, me conmovió al darme la orden de comerlo todo, subrayó porque a campo adentro sabemos cuándo llegamos, si el viaje es bueno, pero no tenemos idea de lo que encontraremos allí; le cumplí, no deje nada en el plato.
Apenas salimos hacia los predios en la profundidad del campo con 5 pescadores a bordo de una vieja canoa de madera con motor 15 fuera de borda, acompañados por Ramiro, supe que este viaje también se hace con canalete en manos como remo movido por un gran despliegue de fuerza muscular. En esta labor antigua de transporte artesanal sobresale con méritos el señor Vitalidad quien ahora tiene 70 años y es fuente de admiración de muchos.
Constaté que los pescadores estaban abandonando su oficio practicado desde la infancia para pasar a participar de los avatares de las faenas agrícolas que les exigen una buena productividad por hectárea, de tal forma que con esta se permitan pagar los costos de producción y obtener beneficios para reproducir la vida familiar luego de expender sus productos a los intermediarios en el puerto o en Barrancabermeja. Antes, cuando su tarea principal era la pesca, sembraban en jornadas cortas, pero solo para obtener el sustento familiar del día. Vaya lección que les da la vida, pasan de ser pescadores netos para trabajar como agricultores productivos; ello debido a que la pesca desmedida en la Cienaga de Chucuri con el empleo de trasmallos les arruinó su existencia cotidiana. Aunque la Cienaga fue repoblada de peces y parece reanimar la prosperidad económica, los trasmallos no desaparecen por causa de la falta asociatividad entre pescadores y cultivadores y del establecimiento de acuerdos con la institucionalidad del Estado ausente para revivir la pesca sostenible, al mismo tiempo que se practique una buena agricultura. El ministerio de agricultura y pesca del gobierno progresista no se entera de esta situación que les ocurre a centenares de familias campo adentro de las orillas del Gran Río.
Ramiro contó en palabras bien expresadas cómo funciona la institucionalidad del Estado heredado de espaldas a la gente que, desde hace quince (15) años no reciben ayuda material y acompañamiento de la UMATA de Barrancabermeja (Unidad Municipal de Asistencia Técnica) y mucho menos de lo que hoy es la Secretaría de Agricultura y Pesca. Como hecho curioso pero aleccionador dice Ramiro que, hace cinco (5) años recibieron ayuda del municipio vecino de Cimitarra, a sabiendas que sus predios no hacían parte de su jurisdicción, la cual consistió en la realización de talleres de formación en el cultivo del cacao, materializados en la generación de plántulas patrones con servicio de injertación. Como un hecho puntual, se observó que el trabajo fue muy responsable, considerando el estado en el que encontraron las plantas cargadas de frutos. Así mismo, en esta visita no hubo observación de las problemáticas de la monilia y la escoba de bruja, dos enfermedades que limitan la producción en esta región del Magdalena Medio, y ello a pesar de la poca asistencia en poda y fertilización. El ministerio de Agricultura y Pesca del Gobierno progresista no se entera de esta situación y menos tiene la oportunidad de partir de su evaluación para diseñar políticas de atención campesina de amplia cobertura.
Este grupo de campesinos pescadores narran que la UMATA de Barrancabermeja se enteró del trabajo de apoyo realizado por el municipio de Cimitarra y llegó exaltada al corregimiento, solicitó una serie de informaciones, pero no volvieron más. Típico comportamiento de la gestión insensible y promesera que aleja a un gobierno del cambio de la base social de su continuidad.
Es de resaltar que en los primeros cultivos observados abundan los mosquitos, nos picaron sin piedad, pero aun así fuimos a visitar los otros tres predios sembrados de plátano hartón, maíz pullita y cacao, situados campo adentro, donde se denota falta de fertilización, al menos ecológica, falta de poda en el cacao, poco interés en la regulación lumínica y falta de manejo en el cultivo del maíz pullita. Quedó claro que allí urge acompañamiento en la construcción de programas ecológicos de fertilización y atención para superar el bajo nivel productivo de 1,5 toneladas de maíz por hectárea. Hace falta la construcción de módulos donde los productores preparen por lo menos tres tipos de bioles fundamentales líquidos para mejorar la producción. En suma, hay mucho por hacer, ojalá el programa Camposena participe allí en materia de acompañamiento campesino sostenible.
Blades lo ha cantado: “Plantación adentro es donde se sabe la verdad”. Urge que el Ministerio de Agricultura ponga la mirada y el apoyo en la comunidad de los productores del corregimiento de San Rafael de Chucuri del Distrito de Barrancabermeja, territorio donde existen desequilibrios y asimetrías en las ayudas con respecto a los campesinos laboriosos, por ejemplo, a los productores de limón en el Corregimiento El Centro, a las ayudas en subsidios se agregan hasta dotaciones de tanques para almacenamiento y distribución de aguas para cultivos.
La situación descrita abunda en los campos del Magdalena Medio próximo a la Barrancabermeja urbana, a pesar del enclave en su territorio de la Empresa Colombiana de Petróleos (Ecopetrol) muy ajena e insensible con sus billonarias ganancias a contribuir a su superación. En el mapa que se adjunta como cierre de lo dicho, aparecen los corregimientos que merecen atención de las entidades del gobierno progresista. Aguas arriba y aguas abajo, a lo largo de más de 100 kilómetros la desatención por el ministerio de Agricultura y Pesca para los pobladores del campo es similar. La gente pide un cambio a favor de sus anhelos de mejorar la productividad para el buen vivir.
Nelson Castillo Lozada
Foto tomada de: Ministerio de Transporte
Deja un comentario