Independientemente de la validez de dicha hipótesis, lo fundamental es que refleja uno de los vacíos de la izquierda que pretende combatir al capitalismo sin querer sustituirlo por el socialismo. El solo hecho de hablar de pobres, y de su complemento, los ricos, indica ya un análisis insuficiente, que se queda en la superficie de las categorías cotidianas y no profundiza ni explica el funcionamiento del capitalismo. Es comprensible que los capitalistas, las distintas organizaciones favorables al capitalismo y los gobiernos se refieran a los pobres y a los ricos y traten de eludir la existencia de clases sociales en conflicto. No les interesa que se conozca la naturaleza del capitalismo y es más conveniente hablar de categorías generales y eternas: pobres y ricos ha habido siempre. Esto a su vez se expresa en las políticas propuestas: no se trata de suprimir las causas sino simplemente de paliar las consecuencias.
En este enfoque de lucha contra la pobreza coinciden el papa, el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional, la CEPAL, las Naciones Unidas, todos los gobiernos capitalistas, Joe Biden, todos los gobiernos en Colombia, el Departamento Nacional de Planeación y el Banco de la República, todos los partidos políticos, incluyendo al Centro Democrático, a Alvaro Uribe y a…los partidos y movimientos políticos, de izquierda, y las diferentes organizaciones sociales y políticas. En este objetivo parece haber unanimidad. Habrá diferencias en los alcances, en las estrategias para lograrlo, que pueden ser muy importantes, pero aparentemente todos están en el mismo bando.
Dice Samuelson que aún los gobiernos más conservadores intervienen en el mercado para tratar de corregir sus fallas, incluyendo dentro de ellas la pobreza y la desigualdad. Y de hecho, muchos gobiernos capitalistas tienen logros importantes en reducción de la pobreza y conseguir la adhesión de sectores importantes de las clases trabajadoras. Incluso el gobierno del Centro Democrático tiene dentro de su plan de desarrollo estrategias para la reducción de la pobreza y realiza diversas acciones para complementar los ingresos de los trabajadores más pobres: familias en acción, jóvenes en acción, subsidios al adulto mayor, programas de vivienda, etc.
La realización de ciertas acciones para garantizar unas mínimas condiciones de vida a las grandes masas de desempleados y subempleados, y a los trabajadores con muy bajos ingresos, no es solamente un compromiso “ético” de los gobiernos capitalistas, es la necesidad de garantizar la disponibilidad de una fuerza de trabajo lista para ser ocupada cuando se la necesite y al mismo tiempo sumisa y leal al sistema capitalista. Es necesario para tratar de evitar la rebeldía y la protesta.
De hecho, muchos de los logros de la clase obrera en cuanto a reducción de pobreza y mejoramiento de sus condiciones de vida se da en contextos en los cuales han adquirido cierta fuerza y puede resultar amenazadora para el sistema; por ejemplo, el New Deal en los Estados Unidos en la década del 30 o el desarrollo de los estados de bienestar en Europa después de la segunda guerra mundial. No es simplemente bondad de los capitalistas, es la necesidad de evitar el desarrollo de conflictos fuertes y de aplacar y desorganizar a las clases trabajadoras. En esta perspectiva los gobiernos capitalistas llegan en algunos casos a establecer impuestos altos a los propios capitalistas como medio para financiar los programas redistributivos.
La gran mayoría de partidos que declaran representar o estar a favor de las clases trabajadoras tienen concepciones muy similares a la de los partidarios del capitalismo. Se refieren a la pobreza y a acciones para reducirla, especialmente en sus dimensiones más extremas. Pero no explican qué son los pobres, no profundizan. Compiten más o menos en los mismos términos conceptuales y políticos que los defensores del capitalismo y tratan de diferenciarse proponiendo medidas un poco más radicales con relación a la tributación a los ricos y la magnitud del gasto social. Pero el mensaje a las masas de trabajadores es, en lo esencial, el mismo. Por eso para estas masas tanto unos como otros son partidos que ofrecen mejoramientos cuantitativos, pero no un cambio sustancial de las relaciones de producción; tanto unos como otros proponen que sigan siendo esclavos asalariados, pero con cadenas menos pesadas. No es de extrañar entonces que después de un gobierno progresista pueda llegar un gobierno de derecha o de extrema derecha.
El presidente eterno de Colombia, Alvaro Uribe, dice en reciente columna en El Tiempo: “Hay que hacer esfuerzos como la prórroga del impuesto al patrimonio de los individuos y la creación, por una vez, condición incrédula, de un impuesto semejante a la riqueza de las personas jurídicas. La dificultad social lo impone. Es mejor privarse en consumos, viajes, lujos, que arriesgar la democracia”. Y añade “Con ciudadanos mercando en los basureros y otros disminuyendo el número de comidas, no hay democracia que se sostenga. La economía fraterna se vuelve imposible mientras haya motivos para la rabia social. Podemos estar a destiempo, actuemos.[2]”
Más claro no puede ser. Obviamente tiene en mente las elecciones de 2022 y las posibilidades de triunfo de un candidato de la izquierda. Propone prorrogar el impuesto al patrimonio a las personas y además, crear un impuesto a las personas jurídicas con el fin de financiar las transferencias a las personas más pobres. Y les recomienda claramente a los capitalistas la abstinencia: menos consumos, menos lujos, menos viajes, no se puede arriesgar la democracia, es decir, la explotación capitalista. Hay que aplazar varios gusticos para poder seguir teniendo el gusto de concentrar la riqueza que permite darse una vida muy gustosa en este valle de lágrimas. Habla de ciudadanos mercando en los basureros y otros sin poder hacer todas las comidas diarias, y no se está refiriendo a Venezuela sino a la democracia colombiana. Es necesario evitar la rabia social: hay que tomar medidas para impedir que esta rabia afecte el sistema económico y político dominante.
Muy hábilmente Uribe se apropia de las banderas “progresistas” y propone un programa de acción que se preocupa por mejorar la situación de los pobres. Pero su objetivo general, como lo dice claramente, no es ayudar a los pobres porque tenga un compromiso ético o político con ellos sino porque hay que evitar la rabia social, sobre todo teniendo en perspectiva las elecciones de 2022.
Fedesarrollo, uno de los principales centros de pensamiento pro capitalista, también asume banderas favorables a los pobres[3]. Propone: (i) una renta mínima para los más pobres; (ii) un seguro de desempleo para quienes ganan hasta 1,5 salarios mínimos; (iii) una pensión mínima garantizada para todos los colombianos y una reestructuración del sistema pensional; (iv) una reducción de los impuestos al trabajo para promover la formalización y la inclusión de los colombianos en el régimen de salud. Santiago Montenegro[4] considera que se trata de un ambicioso proyecto para transformar la política social de la Colombia pos-covid, que tendrá un positivo impacto sobre la pobreza, el cual se complementa con un conjunto de medidas tributarias: (i) una drástica eliminación de exenciones y regalos otorgados a las empresas en las pasadas reformas tributarias; (ii) un aumento del impuesto a los dividendos y postergar la eliminación del impuesto al patrimonio; (iii) la extensión del IVA a varios productos exentos y excluidos con una tasa del 8% con efectiva devolución para los más pobres; (iv) el estudio por parte del Congreso de impuesto al carbono y a varios productos dañinos para la salud.
La estrategia está en marcha. Los capitalistas y sus representantes políticos y académicos, están haciendo propuestas para mostrar su enorme “preocupación” por la situación de los pobres. Con esto buscan contrarrestar la propuesta de los sectores progresistas y alternativos que están promoviendo el proyecto de renta básica universal y otras medidas en favor, también, de los pobres. Hay una competencia por ganarse el voto de los pobres. Los progresistas y la izquierda no piensan en construir una nueva sociedad.
En una sesión celebrada en Florencia, Caquetá, en 1982, durante conversaciones de paz entre el gobierno y la guerrilla del M-19, la chiqui, famosa guerrillera que participó en la toma de la embajada de la República Dominicana, hizo una detallada exposición sobre los objetivos de su movimiento en materia de educación, salud, vivienda, servicios públicos y otros aspectos en favor de los pobres de Colombia. El senador Bula, irónicamente preguntó: ¿y ustedes se fueron a la lucha armada para proponer lo mismo que siempre hemos propuesto los liberales?
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[1] Mensaje enviado en un chat por Jorge Melguizo, teórico cultural, compartido amablemente por Juan Camilo Jaramillo, teórico de la comunicación social.
[2] https://www.eltiempo.com/opinion/columnistas/alvaro-uribe-velez/pobreza-desafio-democratico-de-la-pandemia-columna-de-alvaro-uribe-velez-573257
[3] Dentro de las cuales introduce varias medidas lesivas para los trabajadores y favorables a los capitalistas.
[4] https://www.elespectador.com/opinion/un-nuevo-contrato-social/
Alberto Maldonado Copello
Foto tomada de: Semana.com
Jaime Galarza S says
Bueno su articulo. Pero el análisis es incompleto. Es preciso decirle al lector que debe hacerse otras preguntas. Por eso el problema no es de solo favorecer a los pobres. Es también plantearse ¿como hacerlo? Y lo más importante ¿como garantizarlo? Sin tocar las esferas sociales, tales como la organización y movilización de los pobres para que estos defiendas sus conquistas, protejan sus derechos y los amplíen, sus logros serán pronto conculcados. Igual con reformas profundas al régimen político para democratizarlo de verdad, mejorar las condiciones económicas de los pobres tampoco durarían.