Coyuntura marcada por la tensión entre el uribismo en decadencia y el fuerte ascenso de movimientos políticos, sociales y poblacionales alternativos
El panorama político general colombiano se caracteriza en los años recientes y al momento, principalmente por la fuerte tensión entre el uribismo en decadencia y el ascenso de un fuerte movimiento alternativo que lo confronta, conformado por vertientes de izquierda, centro-izquierda y movimientos sociales, poblacionales del ámbito popular y vertientes de opinión democrática.
El uribismo -convergencia de fuerzas de derecha y extrema derecha que incluye con importancia sectores “emergentes” asociados al narcotráfico, el paramilitarismo y la corrupción-, ha tenido predominio en lo gubernamental e incidencia determinante en ámbitos estatales en las últimas dos décadas. Álvaro Uribe gobernó de forma repetida, entre 2002 y 2010, con la bandera de derrotar las guerrillas insurgentes, un programa radical en su orientación elitista y neoliberal y una forma de gobierno autoritarios que causó una grave crisis en materia de derechos humanos. Sin embargo, el siguiente presidente Juan Manuel Santos, que también fue reelegido, gobernó entre 2010 y 2018, aunque fue elegido con apoyo del uribismo asumió una ruptura con éste al retomar la política de solución política con las guerrillas que dio lugar al acuerdo de paz con las FARC y adoptar una ley de reconocimiento y reparación de las víctimas del conflicto, incluidas las de responsabilidad estatal. Esta situación significó la ruptura de un sector significativo de élite tradicional con el uribismo, el cual, al asumir la búsqueda de una paz con presupuestos democráticos, tuvo apoyo de vertientes de izquierda y progresistas.
La tensión se hizo más compleja e intensa. El uribismo en rechazo al acuerdo de paz y las medidas de democratización relacionadas, logró mediante una campaña de difamación y contra-información, ganar por ínfima minoría el plebiscito de 2016 que pretendía la refrendación ciudadana del acuerdo de paz, hecho que exigió algunas concesiones en su contenido. Con su partido Centro Democrático (CD) en 2018 consiguió la elección del actual presidente Iván Duque, con el apoyo de los partidos Conservador, Liberal, la U, Cambio Radical y Colombia Justa Libres, que reproduce una gobernanza elitista, autoritaria y altamente afectada por la corrupción, que hace todo lo posible por inaplicar el acuerdo de paz.
No obstante, durante este mandato presidencial se han fortalecido las fuerzas de la oposición conformada por agrupaciones políticas de izquierda como el PDA y la UP, de centro izquierda Colombia Humana, Alianza Verde, ASI, agrupaciones político sociales como MAIS -expresión indígena- y se han sucedido desprendimientos progresistas de los partidos Liberal, U y Cambio Radical, de forma que han conformado en el Congreso las llamadas “bancadas de la paz”, que han derrotado iniciativas gubernamentales destinadas a debilitar los soportes del acuerdo de paz. Y, ante la arbitrariedad, la violencia política persistente, la precarización del trabajo y el alto detrimento de las condiciones de vida, entre 2019 y 2021 se configuró el más amplio y fuerte movimiento social de protesta registrado en Colombia, que confronta al gobierno y sus medidas, el cual enarbola una plataforma de exigencias de acceso a derechos y garantías, que fue reprimido violentamente por el gobierno a través de la fuerza pública asociada con expresiones paramilitares.
El Pacto Histórico: respuesta a expectativas de cambio, inclusión y construcción de la paz
Se complementa el panorama político colombiano actual con la necesaria referencia al auge político que desde 2018 ha conseguido el liderazgo de Gustavo Petro quien con su proyecto Colombia Humana logró el respaldo de vertientes de izquierda, sociales y progresistas para proyectarse como real alternativa de gobierno en las elecciones presidenciales de ese año. En 2021, de nuevo con el liderazgo de Gustavo Petro y la convergencia entre Colombia Humana, partidos de izquierda, de centro izquierda, movimientos político sociales y vertientes progresistas procedentes de partidos tradicionales, se conformó la coalición Pacto Histórico, que se proyectó como la agrupación política de mayor reconocimiento y apoyo ciudadano en el país. Adicionalmente, otras vertientes de centro y centro izquierda conformaron la coalición Centro Esperanza, desde la oposición al uribismo, el rechazo a la violencia política y la defensa del acuerdo de paz.
En marzo de 2021 el Pacto Histórico fue conformado por los partidos con representación en el Congreso Decentes-Colombia Humana, UP, PDA, MAIS y ADA, a quienes se agregaron una treintena de agrupaciones políticas y político sociales de izquierda, centro-izquierda, ambientalistas, de mujeres, étnicas y territoriales. Luego de numerosos intercambios, paneles, talleres de trabajo y un seminario nacional, definieron ese año un programa consensuado que en líneas gruesa propone una serie de pactos sociales y ciudadanos en perspectiva de:
Reformas y medidas de democratización; la plena vigencia de los derechos y garantías constitucionales; reconocimiento y goce efectivo de los derechos sociales frente a su detrimento y privatización; cambio del modelo extractivista por un modelo eco-productivo rural y de industrialización y de economías diversas y solidarias; acceso a la tierra, defensa de los territorios; defensa del medio ambiente; tributación progresiva suprimiendo las exenciones y el favoritismo en beneficio de los grandes capitales, mayores rentas y propiedades; inclusión social y poblacional en rechazo a todas las formas de discriminación social, étnica, racial y de género; defensa de la vida y superación de la crisis en derechos humanos; logro y consolidación de la paz, superación de todos los factores de violencia e ilegalidad y generación de condiciones para la convivencia pacífica y la reconciliación.
En las actuales circunstancias políticas, se han producido cambios importantes en la relación de fuerzas y se reconfigura el mapa político. En las pasadas elecciones al Congreso, el 13 de marzo de este año, se erigió el Pacto Histórico como el movimiento político de mayor votación y logro de curules. Consiguió representación parlamentaria importante también la convergencia Centro Esperanza. A la vez, perdió notable presencia parlamentaria el CD y perdieron representación otros partidos tradicionales que han sido aliados del uribismo a distintos niveles.
La apuesta de Hernández: aparente ausencia de programa, continuismo y riesgos antidemocráticos
Rodolfo Hernández logró una sorpresiva y copiosa votación en la primera vuelta presidencial con la bandera de la anticorrupción, el rechazo a la política tradicional y mensajes de cambio sin sustento, pero con un discurso de crítica al uribismo. Sin embargo, Hernández es un empresario que ha hecho fortuna, como lo reconoce, a partir de negocios de construcción con onerosas cargas financieras contra sus participantes. Aunque se presenta como anti-político ha sido un actor político tradicional, concejal y alcalde, de forma que ha tenido entendimientos y acuerdos con el uribismo. Sus mensajes de renovación y cambio resultan contrarios a sus concepciones y actuaciones, abiertamente arbitrarias, violentas, de alusión con simpatía al nazismo y misóginas con negación expresa de la vinculación de la mujer a la vida política y los asuntos públicos.
El programa de gobierno de Rodolfo Hernández, “De Colombia para Colombia”, hace referencias con un discurso tradicional al Estado de Derecho, a desarrollo económico y social, a la modernización, la eficiencia y a subtemas normalmente referidos en este tipo de programas, incluso con matizaciones progresistas, exhortaciones a favor de la vida, del medio ambiente y la paz. Sin embargo, en la realidad se trata es de una presentación de enunciados formales, incluso no incorporados en el pensamiento, ni en el discurso, ni siquiera en el lenguaje del candidato a la hora de sus intervenciones y sus declaraciones. Hernández es monotemático con el tema de no corrupción, no robar y tomar medidas administrativas incluso abiertamente arbitrarias e ilegales con tal propósito, a la vez que llama a endurecer las medidas penales contra la corrupción.
Según lo afirma en su análisis Hernando Gómez Buendía, director de Razón Pública, Hernández es un candidato “sin ideas”, que rechaza el pensamiento político y la elaboración programática en consecuencia, para predicar lugares comunes simples, e incluso a conveniencia con las inclinaciones de la opinión y las revelaciones de las encuestas cambia o combina de forma incoherente propuestas, de manera que incluso retoma propuestas a conveniencia de su propio contrincante electoral cuando ellas cobran respaldo en la ciudadanía. Por tal razón, en su concepto, Hernández con el efectivo de su bandera anticorrupción y un estilo informal, agresivo y chabacano, podrá ser en medio de su absoluta superficialidad, incompetencia e incapacidad como estadista un exitoso candidato ante ciudadanía ingenua o afecta a su apuesta, pero sería el peor presidente:
“Cuando a uno no le estorban las ideas puede además disparar en cualquier dirección: uno mira en las encuestas cuánta gente está a favor del aborto, la mano dura, la adopción gay, el fracking, el desmonte del INPEC, las embajadas “en el extranjero”, el diálogo con el ELN, las EPS, la embajada en Caracas y cualquier cosa que le pregunten, añadiendo eso sí que de ese modo ahorraremos dinero y la chequera estará en buenas manos. Eso de mirar las encuestas sirve además para robarse (perdón por la palabra) las banderas populares del contrario. (…) Y la ignorancia tiene otra ventaja electoral enorme: la de ser sincero. Rodolfo cree en las cosas que dice porque jamás se ha complicado con ideas. (…) Por todo eso creo yo que Hernández es el mejor candidato y será el peor presidente que se ha visto en mucho tiempo”[1].
Pero el asunto con Hernández es de fondo, entre otras razones porque no puede desestimarse su talente, discurso y actuación arbitraria y violenta, que lo ha implicado incluso en hechos dolosos que han sido divulgados en medio de la campaña, los cuales no oculta, sino que reitera con provocadoras intervenciones –basta recordar la grave agresión verbal y física siendo alcalde de Bucaramanga contra un concejal que realizaba una acción de control político-. Situación que configura un gran riesgo para las posibilidades de la democracia en nuestra institucionalidad y nuestra sociedad.
Además, resulta un contrasentido el que Hernández esgrima la consigna de la anticorrupción, cuando es una persona incursa en un proceso judicial que lo sindica por grave delito de corrupción cometido en ejercicio de la alcaldía de Bucaramanga contra el erario público y en su beneficio y el de su familia, al punto de que si llegara a ser elegido sería un presidente sometido a juzgamiento por tal motivo.
Y, en términos reales, políticos y programáticos, Hernández, aunque se proclama ajeno a las alianzas políticas cuenta con el respaldo del uribismo y de sus sectores, sus políticas le son funcionales y acepta el apoyo expreso de sus voceros, a la vez que rechazó de manera des-obligante la oferta de apoyo con intento ingenuo de lograr acercarlo a posturas progresistas que hicieron unos sectores de la anterior coalición Centro Esperanza, liderados por su propio ex candidato Sergio Fajardo.
Hernández en términos electorales con su demagogia anticorrupción y su estilo ha logrado captar simpatías con sentido regionalista en los santanderes y otras regiones y capta votación también especialmente en las zonas donde ha predominado en elecciones recientes el voto de derecha y uribista: “…el núcleo cálido de Duque en 2018 y el de Hernández en 2022 es relativamente similar en el centro-oriente del país. Este inclusive se amplió en la elección de hace ocho días—municipios azules claros dentro de la aglomeración roja—, especialmente en Santander, Boyacá y Cundinamarca. Esto no es ninguna sorpresa, pues en 2018 Duque tuvo proporcionalmente más fuerza en Antioquia y el centro-occidente del país”[2].
Tendencia al avance de la opción progresista de Gustavo Petro y al estancamiento y posible retroceso de la opción proclive a la arbitrariedad y el continuismo de Rodolfo Hernández
La primera vuelta de la actual elección presidencial fue ganada por Gustavo Petro del Pacto Histórico con 8.5 millones, el 40,3% de la votación; seguido por Rodolfo Hernández a nombre de Liga Anticorrupción con 5.9 millones, el 28.2%; luego quedó Federico Gutiérrez de Coalición Colombia de partidos de derecha y el grueso del uribismo con 5 millones, el 23.92% y la última votación de importancia fue la de Sergio Fajardo de Centro Esperanza con 888 mil, el 4.2%. Como se ha puesto de presente, entre los votos de Petro, Hernández y Fajardo sacaron el 71.7% de los votos, de forma que el uribismo pasó a ser fuerza política minoritaria y sin capacidad para posicionar candidato para la segunda vuelta.
“…estos candidatos derrotaron a la más grande coalición de organizaciones políticas en Colombia. Los casi 80 senadores, las 54 castas políticas, el presidente, sus ministros, el comandante del Ejército, el fiscal general, el contralor, la procuradora y los recursos públicos no alcanzaron para acallar la voz de los ciudadanos que exigieron un cambio en las urnas”[3].
Sin embargo, ha resultado evidente y con expresas declaraciones, el que en estas condiciones el uribismo le apuesta a la opción por Hernández y al propósito de hacer parte y buscar captar su eventual gobierno, por lo cual, aunque se proclame y sea interpretado por algunas voces como una opción alternativa o de cambio, representa en términos de realidad política una opción claramente proclive al continuismo.
Si bien se discute con validez la relatividad de las encuestas electorales y se denuncias sesgos y manipulaciones interesadas que con frecuencia las afectan, también son un recurso que puede indicar tendencias en el curso de la competencia electoral. Está presente la exigencia de avanzar en una mejor regulación de las empresas encuestadoras para contrarrestar este tipo de problemáticas en abuso del recurso de las estadísticas de las preferencias electorales que se hacen. Al respecto, a pesar de tales limitaciones y sesgos que obran principalmente desde sectores de poder en detrimento de la opción electoral de la oposición, se evidencia en los datos suministrados la tendencia al incremento de la favorabilidad de Petro y Francia y al estancamiento y posible retroceso de Hernández.
El 31 de mayo una encuesta del Centro Nacional de Consultoría (CNC) contratada por el noticiero CM& indicó intención de voto favorable para Hernández de 41% y para Petro de 39%. El 4 de junio de nuevo el CNC contratada por revista Semana registró para Petro el 44.9% y Hernández el 41%. Lo cual permite inferir desde datos de esta misma encuestadora una tendencia al incremento de Petro que tan solo en cuatro días asciende un alto registro del 5.9%. Por su parte, Hernández aparece estancado con el 41%.
El 5 de junio se presentó la publicación simultánea de tres resultados de encuestas que reportaron de la siguiente forma: Guarumo y Ecoanalítica, otorgó en su informe mayoría a Hernández de 46.1%, frente a Petro con 43.6%. Esta encuestadora que agencia un ex secretario del presidente Iván Duque ha sido criticada por voces diversas por seleccionar los municipios con sesgo en su escogencia a los de predominio de la derecha y el uribismo, siendo en sus pronósticos en elecciones recientes la de menos acierto. En contraste, la encuesta de Yanhass contratada por el diario El Tiempo, estableció el favoritismo de Petro con 42% y cerca a Hernández con 41%. Y, simultáneamente, la Gran Encuesta de RCN reportó también a favor de Petro, con alto registro del 49%, mientras por Hernández una distanciada desventaja del 31%.
El 7 de junio la firma GAD3 con metodología de Tracking comparativo entre encuestas, contratada por el canal RCN, informó que Hernández tenía el registro favorable con el 47.8% y solo a un punto estaba Petro con 46.8%. Y el 8 de junio la firma Tracking, contratada para esta encuesta por la FM y nuevamente por RCN informó que Petro pasó a liderar con 47.8%, ante Hernández que estaría muy cerca con 47.1%. Es decir que con la misma contratación y metodología se podría inferir que según este tipo de encuesta se invirtió la mayor favorabilidad en intención de votación de Hernández hacia Petro.
Así las cosas, la propia revista Semana, que se ha reconfigurado como vocera de posiciones gobiernistas y de centros de poder de la derecha y el uribismo, reconoce en el análisis avances de Petro, a la vez que si bien reconoce de manera general un avance incluso más significativo de Hernández, que aparece como opción de menos posibilidad ante Petro, aunque tal avance constituye el agregado que se esperaba en mayores volúmenes desde los partidos tradicionales de derecha que antes conformaban la coalición Equipo Colombia, puesto que se esperaría que podría hasta duplicar la votación a su favor, pero tan solo se registra un incremento cercano al 13%.
“Si se comparan los resultados de la primera vuelta presidencial con la intención de voto (…) Petro ha ganado 4.56 puntos porcentuales, mientras que el crecimiento del ingeniero Hernández ha sido de 12.83 puntos porcentuales”[4].
De otra parte, también actúa a favor de la candidatura del Pacto Histórico el hecho de que esta agrupación política que al surgir pronto llegó a tener la mayor favorabilidad entre todos los partidos o agrupaciones políticas desde 2021, pero de forma que, si el año pasado registraba entre un 13% al 17%, en el presente año registra un 20%, siendo a la vez muy minoritarias las identificaciones con la ciudadanía de los demás proyectos políticos, al punto que más que triplica a quien le sigue. Así lo considera en actual encuesta el CNC: A la pregunta: ¿Con cuál partido o movimiento político se siente identificado? Las respuestas corresponden en orden de favorabilidad al Pacto Histórico en primer lugar con el 20.4%, luego el Partido Liberal 6.2%, el Partido Conservador 3.5%, Liga Anticorrupción 3.4%, Centro Democrático 3.2%, U 0.8%, Alianza Verde 0.7%, Centro Esperanza 0.7%, Mira 0.4%, Nuevo Liberalismo 0.1%[5].
En la segunda vuelta el dilema no es entre dos opciones progresistas, sino entre una de cambio democrático y otra de continuismo y riesgos para la democracia
El dilema se configura entonces entre la propuesta de gobierno de superación del régimen del uribismo con un programa de cambio hacia reformas y medidas democráticas con Gustavo Petro y Francia Marqués, o de un gobierno de Hernández que representa riesgos para la democracia y de real alianza con el uribismo y otras vertientes de derecha que serían su necesario soporte político, programático y parlamentario, bajo sus formas de arbitrariedad, incoherencia y seguramente crisis de gobernabilidad, dada su condición de estar enjuiciado por corrupción, por lo cual podría llegar a ser suspendido en el ejercicio del mandato.
En contraste, Gustavo Petro ha salido avante en todas las investigaciones y demandas judiciales en su contra, a todas luces producto de ser una de las formas de persecución política en su contra desde sectores defensores del estatus quo y opuestos y temerosos ante sus propuestas de cambio democrático. Solo la falta de visión política o el sectarismo pueden negar que Gustavo Petro constituye un fenómeno político de alto impacto por su grado de multitudinaria movilización popular y ciudadana a favor de su discurso y sus propuestas. A la vez, Francia Márquez emerge también como un nuevo y propio fenómeno político desde lo territorial, la lucha por la inclusión, el feminismo y contra la discriminación. Y el Pacto Histórico que los acompaña es un proyecto político que se despliega con entusiasmo y convoca como ningún otro simpatía y movilización popular y ciudadana creciente y entusiasta.
“Petro es un candidato con experiencia. Participa en su tercera campaña electoral para la presidencia y conoce las presiones de estos días. Además, recibió el mayor número de votos en la primera vuelta (40 %); por eso necesita apenas 3 millones de votos adicionales (en 2018 su aumento fue de 4 millones entre las dos vueltas). Petro puede conseguir ese número con la ayuda de sus seguidores, quienes difundirán sus ideas de forma voluntaria”[6].
Por tanto, el dilema no es entre propuestas de cambio progresistas como lo plantean de forma discutible algunas opiniones. “…los dos son candidatos “anti-establecimiento”. Ambos pretenden perfilase como el cambio frente al agonizante gobierno de turno, y contra los grupos políticos que han predominado durante las últimas décadas”[7]. Sino, por el contrario, es un dilema entre la opción del progresismo y la de un proyecto de continuismo, improvisación y medidas arbitrarias, incoherentes y regresivas.
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[1] “El Ingeniero”, Hernando Gómez Buendía, Razón Pública, 5 de junio de 2022. Consultado por última vez el 8 de junio de 2022 en: https://razonpublica.com/el-ingeniero/
[2] “¿Qué puede ocurrir en la segunda vuelta?”, Juan Pablo Milanese y Juan Albarracín Dierlof, Razón Pública, 5 de junio de 2022. Consultado por última vez el 8 de junio de 2022 en: https://razonpublica.com/puede-ocurrir-la-segunda-vuelta/
[3] “El final de las elecciones presidenciales”, César Caballero, Razón Pública, 5 de junio de 2022. Consultado por última vez el 8 de junio de 2022 en: https://razonpublica.com/final-las-elecciones-presidenciales/
[4] “Encuesta. La diferencia de intención de voto entre Gustavo Petro y Rodolfo Hernández cada vez es más pequeña, ¿qué está pasando?”, revista Semana, Últimas Noticias, Semana.com, 4 de junio de 2022.
[5] “Intención de Voto Elecciones Presidenciales”, Semana, Centro Nacional de Consultoría, Bogotá, junio 2 de 2022.
[6] “El final de las elecciones presidenciales”, César Caballero, Razón Pública, 5 de junio de 2022. Consultado por última vez el 8 de junio de 2022 en: https://razonpublica.com/final-las-elecciones-presidenciales/
[7] “¿Qué puede ocurrir en la segunda vuelta?”, Juan Pablo Milanese y Juan Albarracín Dierlof, Razón Pública, 5 de junio de 2022. Consultado por última vez el 8 de junio de 2022 en: https://razonpublica.com/puede-ocurrir-la-segunda-vuelta/
Álvaro Villarraga Sarmiento, Fundación Cultura Democrática
Foto tomada de: Atalayar
Francisco says
Muy buen artículo. Serio y fundamentado. Muchas gracias.
Miguel Ángel Herrera says
Valioso recuento de las últimas encuestas y lo que las tendencias indican de lo que se puede medir. Al tiempo de distinguir encuestadoras cuyas selecciones hacen poco objetivo el resultado de sus mediciones. Importante la atención de la medida del pulso día a día, para precisar el ritmo de las palpitaciones electorales de la nación.
Sin embargo, lo dicho no excusa el errático rumbo que siguió el equipo estratégico y los propios candidatos al no advertir y contemplar de modo suficiente a uno de los extremos del tridente “no pactado”.
Me refiero al accionar de Rodolfico, por una parte, y Fico por la otra, Y en el centro Sergio, quien ahora vuelve a enmascarar su compromiso de liberal tibio y “limpio” como se autodefíne.
Las fallas cometidas cobraron la “cabeza” de Roy, quien hasta el viernes devolvió mandibles a Semana, y a la jauría que le mordió los tobillos al PH. Pero pronto vendrá el lunes y el embalaje final que mostrará cómo se desinfla la llanta del ingeniero corredor.