Como bien es sabido, la historia de la imposición del neoliberalismo en Colombia se remonta a los años 90, durante el gobierno del liberal Cesar Gaviria -hoy jefe del anquilosado y retardatario partido liberal-, cuando, con su Ministro de Hacienda, Rudolf Hommes, establecieron a rajatabla la Apertura económica, la liberalización de los mercados, la mercantilización de la salud, de la educación, las privatizaciones en masa de empresas estatales -Telecom, Seguro social- y el desmonte de los derechos pensionales y salariales de millones de trabajadores.
Con esa cuota inicial se desato la orgia ultraliberal que encabezo Álvaro Uribe Vélez, -como senador y jefe del gobierno, durante dos periodos-, obviamente con el aporte del conservador Andres Pastrana, quien maniobro con los diálogos de paz en el Caguán con las Farc para darle cobertura a sus alianzas con el capital transnacional que asaltó los recursos minero energéticos del país y los mercados financieros.
El modelo neoliberal entronizo su hegemonía económica, política, social y cultural a lo largo de las últimas tres décadas, provocando un verdadero desastre social. La salud se convirtió en un negocio infame de las EPS y sus dueños -quienes hoy están sacando por toneladas del país billones de pesos robados al Estado-; las pensiones cobraron la forma de un ultra millonario mercado manejado por 4 fondos privados de pensiones, que controlan los principales banqueros; los trabajadores vieron cercenados sus derechos laborales, salariales y prestacionales; las principales áreas del Estado -comunicaciones, seguridad, vías, puertos, aeropuertos, empresa de energía y otras- fueron vendidas y privatizadas a precio de huevo.
El modelo neoliberal copo todo el entramado del sistema social y se convirtió en la base de la vida cotidiana, mediante la masificación del “individualismo metodológico” a través de piezas lingüísticas que elogian la viveza personal, el sálvese quien puede, sobrevive el mas fuerte y hábil, etc.
El neoliberalismo alcanzó el nivel de una referencia sagrada entre las castas oligárquicas para las que, como decía la Thatcher, es la única posibilidad que tiene la especie humana porque el resto es fantasía comunista.
El presidente Gustavo Petro ha hecho de su liderazgo político progresista una batalla denodada contra este peligroso y criminal sistema económico. Su triunfo como presidente de la Republica significó una derrota de esa máquina apocalíptica que arrasó nuestra sociedad, provocando hambre, miseria, violencia paramilitar, desplazamientos y muerte.
La propuesta de Petro es en esencia una agenda para erradicar el neoliberalismo y proyectar una ruta post neoliberal en los términos en que los acumulados políticos y las correlaciones de fuerza lo están permitiendo. Claro está que la voluntad política del presidente trasciende el mero posibilismo o el reformismo inercial, para ubicarse en un compromiso sinérgico que proyecta las reformas con un alcance estructural para cambiar el Estado, la economía, la sociedad y la cultura en las próximas décadas.
Ese el sentido de los cambios que se están proyectando con las propuestas legislativa en salud, pensiones y estatuto del trabajo.
Las EPS han montado una demencial guerra sucia contra el nuevo modelo de salud propuesto y contra la ministra Corcho que ha mostrado entereza, reciedumbre y convicción en su iniciativa. Igual en el área de las pensiones, pues los banqueros han canalizado inmensos recursos monetarios y mediáticos para impedir el más mínimo retoque al actual engranaje que implica el despojo miserable de los ahorros de los colombianos.
Las grandes corporaciones empresariales y los gremios anuncian el fin del mundo si se aprueba un nuevo Estatuto del trabajo que permita la sindicalización de los obreros, que le de estabilidad a la gente, que mejore las condiciones en las empresas y que recupere las prestaciones sociales cercenadas por las leyes neonazis del uribismo que utilizó la violencia paramilitar, judicial y mediática para imponer con el terror su neo esclavismo capitalista.
El presidente Petro ha convocado a la movilización social para defender sus propuestas post neoliberales. El movimiento popular -Centrales obreras, organizaciones campesinas, juntas comunales- ha reaccionado con entusiasmo para apoyar su llamado. De lo que se trata hoy es de realizar un potente desplazamiento molecular por todo el entramado capilar de la sociedad y el escenario político con sistemas pedagógicos y comunicacionales que permitan desenmascarar la cascada de mentiras de los grandes medios de comunicación al servicio del neoliberalismo, su vulgar y absurda manipulación de la opinión ciudadana para mantener las cosas tal cual las ha señalado el modelo del libre mercado y libre empresa.
Horacio Duque G
Foto tomada de: MAIS
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