Recordemos que el 08 y 09 de junio se conmemora en Colombia el Día del Estudiante Caído, como una fecha que reconoce la violencia sufrida por los estudiantes, la cual se ha vuelto a repetir contra los jóvenes en este paro nacional por la acción brutal de cuerpos del Escuadrón Móvil Antidisturbios -Esmad- y Policía. El Comité Nacional de Paro espera que concurran cientos de miles de manifestantes ante la dilación del gobierno en dar pasos que faciliten la negociación y por diversos hechos que el Comité denuncia, entre otros: uno, el gobierno deshizo el preacuerdo logrado el 24 de mayo pasado acerca de las garantías para la protesta y, dos, no ha derogado el decreto 575 de 2021 que expide medidas para la “conservación y restablecimiento del orden público” en ciertos departamentos, el cual ordena a los gobernadores coordinar con las autoridades militares y de policía la asistencia militar para levantar o evitar los bloqueos en las vías. Esta nueva convocatoria a las calles, es una apuesta por mantener con fuerza el Paro, inédito desde el Paro Nacional del 14 de septiembre de 1977, y tensa el pulso con el gobierno de Duque.
Aunque un preacuerdo no es un acuerdo, el pliego de garantías para la protesta consigna demandas encaminadas a que se cumpla la normatividad, la jurisprudencia y los estándares internacionales en el tratamiento de la protesta, pues se cuentan por cientos los manifestantes heridos, también hay muertos y desaparecidos, cuyas cifras según la Defensoría, autoridades locales y organizaciones de derechos humanos, son trágicas y perturbadoras. Igualmente, más allá de que el acompañamiento militar sea específicamente para los bloqueos, no para marchas y manifestaciones, esta medida genera un grave riesgo en la medida en que los soldados, que van armados, no están preparados, ni esa es su función, para sortear adecuadamente eventuales provocaciones o enfrentamientos con civiles que se opongan al levantamiento de los bloqueos o quieran imponer otros.
Sin embargo, aunque está plenamente justificada la exigencia de garantías para la protesta, la cual siendo pacífica es un derecho constitucional, cabe preguntarse por qué el Comité Nacional de Paro no planteó la instalación de dos mesas que trataran de manera simultánea dicho pliego de garantías y el pliego de medidas económicas y sociales, que justamente está al origen del paro en su momento ante los oídos sordos del gobierno nacional. Después de que el presidente Duque se vio obligado por la presión de la calle a retirar la reforma tributaria; de que se produjo la renuncia del ministro Carrasquilla; de que se cayó en el congreso la reforma a la salud; y de que Duque tuvo que anunciar la instalación de una mesa de negociación para tratar el pliego de ocho puntos, ¿por qué supeditar este primer pliego a la negociación previa del pliego de garantías para la protesta? ¿Qué consideraciones se tuvieron para no exigir negociar en paralelo ambos pliegos? Lo cierto es que ha pasado más de un mes desde el inicio del paro nacional y todavía no comienzan las negociaciones formales sobre los cambios económicos y sociales que se reclaman. La historia muestra que todo paro que se prolonga demasiado puede desgastarse, entre otras consecuencias.
En cuanto a los bloqueos, el Comité Nacional de Paro los ha justificado como expresión legítima de la protesta, con corredores humanitarios que permitan el paso de misiones médicas, alimentos esenciales y combustibles, para mitigar los efectos del Paro en la salud y la seguridad alimentaria en la población. La cruda realidad es otra, los bloqueos no respetan pinta y su permanencia por varias semanas, como ahora, afecta gravemente a campesinos, pequeños y medianos empresarios, desabastece los alimentos y todo lo encarece, aumenta el desempleo, quiebra la industria, perjudica enormemente al pueblo y al conjunto de la nación. Por si fuese poco, los bloqueos permiten al gobierno justificar la militarización y condicionar la negociación a su levantamiento. Es de saludar el reciente llamado del Comité Nacional de Paro a desescalar los bloqueos, pero el país espera una posición más allá, la de pedir el levantamiento total de los mismos.
El diálogo, la negociación y la concertación es el camino. Los colombianos de a pie esperamos los logros de un paro que ha traído tantas lágrimas y sufrimiento, y ha puesto de presente el carácter de este gobierno. Es tiempo de alcanzar acuerdos para aliviar la situación de la gente y atender los más sentidos requerimientos de la juventud que hoy es el 21% de la población. El Paro ha revelado una vez más el profundo malestar del pueblo, agravado por la pandemia del Covid-19: cerca de treinta millones de colombianos se encuentran en condición de extrema pobreza, pobreza y vulnerabilidad. Sin embargo, no hay que hacerse ilusiones frente a unas élites que por décadas han gobernado el país y lo han llevado a la situación actual. Colombia requiere de transformaciones de fondo y quizás éstas puedan comenzar en las próximas urnas. La juventud tendrá entonces de nuevo la palabra.
Mauricio Trujillo Uribe, Blog: www.agoradeldomingo.com
Foto tomada de: bluradio.com
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