El ELN comenzó, tardíamente si se quiere, a realizar conversaciones con el Gobierno de César Gaviria (1990-94) –en el marco de la Coordinadora Guerrillera Simón Bolívar que la formaban además del ELN, las FARC y el sector no desmovilizado del EPL-, luego lo intentó en los Gobiernos de Ernesto Samper (1994-98), Andrés Pastrana (1998-2002), Álvaro Uribe (2002-2010) y Juan Manuel Santos (2010-2018), pero la diferencia era que en estos casos era claro, con matices por supuesto, que para el ELN se trataba de ‘gobiernos enemigos’. El triunfo electoral del Presidente Petro, tomó por sorpresa al ELN, por así decirlo, igual que a sectores de las izquierdas colombianas. Para el ELN no es claro con el Gobierno de Gustavo Petro, con el cual parece existir identidades en muchas de sus políticas –seguramente no en todas-, que lo pueda caracterizar como otro ‘gobierno enemigo’.
Hay que reconocer que el Gobierno Petro desde su posesión le abrió la posibilidad de nuevo a esa insurgencia de retomar las conversaciones, que todos los gobiernos anteriores le habían abierto (Gaviria, Samper Pastrana, Uribe, Santos), con excepción del Gobierno de Iván Duque y eso fue importante. Pero de ahí a creer que la mayoría del ELN estaba convencido que la llegada del Gobierno Petro era la antesala o el inicio de una especie de ‘revolución’ como ellos seguramente la sueñan, creo que era y es equivocado. A partir de allí, se derivó la ‘creencia’ que la desmovilización del ELN era algo de cortísimo plazo –se pensaba por algunos, de manera ilusa, en meses—.
No he estado nunca tan seguro que la idea de forzar un cese del fuego era lo adecuado; sigo pensando que quizá era mejor seguir con la metodología de ‘negociar en medio de la confrontación’, pero acompañado, del lado del Estado, de una estrategia ofensiva real y de presencia en los territorios de la Fuerza Pública, que incluso sigue siendo una alternativa, como la planteó el consejero comisionado de paz, si esta insurgencia retoma la realización de secuestros –que sin duda sería una decisión lamentable-, pero que permitiría continuar con las conversaciones. ¿Por qué afirmo esto? Porque desde la reunión de Maguncia a mediados de 1998, allí el ELN planteó que cumplir cabalmente un cese de hostilidades implicaba resolver los temas de financiación de sus fuerzas y esto igualmente se colocó en el análisis en conversaciones llevadas a cabo en el exterior con la Comisión Facilitadora durante el gobierno de Andrés Pastrana. Es decir, tengo la convicción que si no existe una solución por el momento para este tema, sería más conveniente la modalidad de ‘conversar en medio de la confrontación’, entendiendo que es una prioridad de la política del actual gobierno para lograr disminuir los niveles de violencia y lograr alivios en las comunidades territoriales.
Dificultades para avanzar en las conversaciones
El ELN es una insurgencia con particularidades organizativas –descentralización y autonomía operativa, pero una conducción política centralizada-, lo que a veces genera la sensación de una organización fragmentada, apreciación sin duda equivocada. Es importante la presencia de liderazgos históricos con legitimidad y capacidad cohesionadora, como Nicolás Rodríguez, ‘Gabino’, que si bien está formalmente retirado del mando por razones de salud, sigue siendo el referente histórico a consultar; Antonio García, hoy día su primer comandante y quien tiene la legitimidad para conducir la organización en un proceso tan complejo como el tránsito de las armas a la política –recordemos lo que significa en una insurgencia las armas como elemento referencial- y Pablo Beltrán, un destacado líder y con una gran capacidad negociadora –guarda la memoria de todos los esfuerzos de conversaciones de esta insurgencia-.
Es necesario recordar que el ELN desde muy temprano en que inició los diálogos o conversaciones con diversos gobiernos, se caracterizó por ser altamente formalista, en el sentido de priorizar los aspectos procedimentales de las conversaciones. Esto probablemente fue influido por la historia colombiana de incumplimientos de acuerdos y pactos con distintos sectores sociales, la mayoría de veces hechos de ‘buena fe’ con los distintos gobiernos. Hay que recordar como el Pre-Acuerdo del Palacio de Viana firmado en Madrid en 1998 y que lo acordado era que solamente se debía hacer público una vez fuera electo el Presidente sucesor de Ernesto Samper, el ELN lo consideró no válido una vez que un diario español de derecha lo hizo público, antes de la primera vuelta presidencial.
Igualmente debemos mencionar que la elección como Presidente de un miembro del antiguo M-19, es decir un Presidente de centro-izquierda o mejor un liberal de izquierda, eso no significaba que una organización alzada en armas, como el ELN, necesariamente tenía que coincidir con la propuesta programática y política de ese gobierno –lo que no significa que no reconozcan que es un gobierno diferente a la mayoría de los anteriores- y de hecho desde el inicio de la elección, el primer responsable del ELN, Antonio García, siempre planteó críticas a propuestas como la de ‘Paz Total’ e insistió que ellos, el ELN, no estaban de acuerdo en que los mezclaran con los distintos grupos que iban a ser sujetos de dicha política y que esperaban que el gobierno planteara y respetara una Mesa de Conversaciones específica con ellos, siguiendo lo iniciado durante el gobierno Santos.
Esto lo reitera el ELN en el Comunicado público del COCE del 3 de Agosto de 2024, cuando señal: “El 3 de agosto se vence la prórroga del Cese Bilateral, Nacional y Temporal, si es de interés del Gobierno darle continuidad, y aprovechando que su Delegación de Diálogos ha manifestado que “existe una resolución presidencial en la que se reconoce de manera explícita el carácter político del ELN y su condición de organización armada rebelde”, entonces que haga efectivo el Decreto presidencial retirando al ELN de la lista de los GAOs. El ELN conociendo dicho Decreto presidencial se dispone para que su Delegación de Diálogos se reúna con la del Gobierno para evaluar el cese y decidir sobre su continuidad; así como también se revisen los incumplimientos del Gobierno que han sido motivo del Congelamiento del proceso de conversaciones.”
Este es uno de los primeros escollos presentes hoy día y reiterado por Antonio García en documento público del 12 de agosto/2024, cuando señala “Lo que el ELN está solicitando es que se cumpla un acuerdo firmado, que debía cumplirse en junio de 2023, ya más de un año, en concreto que se retire al ELN de la lista de los GAOs”. La solución de esto es fundamental. Ahora bien, si es verdad que se pudo haber firmado el compromiso sin valorar adecuadamente si se podía cumplir o no –desde el punto de vista legal-, podrían encontrarse opciones posibles en la Mesa de Conversaciones y eso remite al segundo tema importante, el de la bilateralidad.
El tema de la bilateralidad siempre ha sido considerado por el ELN como fundamental –históricamente rechazó la idea de hacer ‘gestos unilaterales’-. Por supuesto la bilateralidad no es la sumatoria de dos decisiones unilaterales, como pudieran pensar algunos, porque no se trata de sumar a una decisión unilateral otra decisión unilateral. Lo bilateral significa acordar entre las dos partes la modalidad, el tiempo, los métodos de seguimiento, los encargados de hacer ese monitoreo –internacionales y/o nacionales-, cómo resolver controversias y cómo hacer evaluaciones parciales y/o finales. Pero también comunicarlo públicamente de manera conjunta. Ya posteriormente el gobierno considerara si lo debe plasmar en una norma jurídica y de qué tipo.
Por ello el ELN enfatizó desde el inicio en sus pronunciamientos públicos la importancia de la Mesa de Conversaciones como el lugar donde se construyen los Acuerdos y la que los comunica públicamente y de manera conjunta. Y este es un aspecto del cual difícilmente el ELN se va a mover.
Sin duda el principal aprendizaje es el del tratamiento bilateral de las conversaciones y la Mesa de Conversaciones como el escenario privilegiado para el análisis, la construcción de consensos y la comunicación de los mismos.
Un tercer punto, tiene que ver con el caso del grupo denominado ‘Comuneros del Sur’; al respecto se pronunció el COCE en comunicado del 3 de agosto de 2024: “lo acontecido en Nariño es un hecho de irrespeto y desconocimiento del ELN como fuerza nacional insurgente y a su Comandancia Nacional y Regional y a la vez una muestra clara que en medio del Cese el Fuego adelantaba una operación de inteligencia con misiones ofensivas para golpear al ELN; que al ser descubierta, la tornó “un acuerdo de desmovilización”…”
Una vez que el Comando Central (COCE) ha dicho que ese grupo ya no forma parte del ELN y ellos mismos han expresado que no reconocen ni la autoridad del COCE, ni de la Dirección Nacional, queda claro que se trata de un grupo u organización que no es parte del ELN y que por consiguiente el Gobierno está en libertad de iniciar o continuar un proceso de conversaciones y definir si le reconoce o no su naturaleza política, estando claro para el Gobierno y así debe manejarlo en público y en privado, que no es parte del ELN –suponiendo que en algún momento seguramente si lo fue-. Con lo cual queda claro que hay una sola Mesa de Conversaciones entre el Gobierno y el ELN. Esto resuelve una de las causas que ha invocado la Delegación del ELN para la situación de crisis –de congelamiento, la llamaron- en que entraba la Mesa de Conversaciones. Sin embargo, no es claro en los delegados del Gobierno el tener presente esa distinción y no tratar de colocar el grupo de Nariño como un referente de nada.
Queda una discusión abierta, pero que no es de interés por el momento y es si se trata, como dicen los dirigentes del ELN de un grupo promovido en su actuar por funcionarios del Estado, especialmente de inteligencia militar, o, de un antiguo grupo regional del ELN, que se cansó, por la razón que sea, de mantenerse en condición de alzado en armas y quiere un proceso de desmovilización exprés con el actual gobierno, aprovechando la política de ‘paz territorial’. Esto debería ser de interés es de la dirección del ELN, porque si se tratara de esta segunda situación, deberían preguntarse con realismo, en que otros Frentes o grupos regionales podría estarse dando o incubando una situación similar y que respuestas ellos deberían darles.
Parece haber hecho carrera en algunos funcionarios del gobierno y estudiosos del ELN, que les incomoda el liderazgo de Antonio García como primer responsable, a quién atribuyen una posición radical, contraria a las negociaciones, creo que eso no tiene ningún sentido; algo similar se decía de Nicolás Rodríguez Bautista ‘Gabino’ responsable militar, en época del cura Manuel Pérez como primer responsable y ahora se dice que Gabino es un dirigente flexible. No, las posiciones de esos dirigentes dependen del rol que cada uno de ellos juega al interior de esas estructuras de mando. Algo similar pasa con otros dirigentes de las máximas instancias de esta insurgencia.
Considero que fue una buena noticia los resultados del VI Congreso del ELN, que muestran una insurgencia con una cohesión política y organizativa –ratificando las tesis que han orientado a esta organización desde hace tiempo-, una dirección reconocida internamente; una estructura de mando estable y con reconocimiento interno, acabando con las especulaciones. Para el país y para el Gobierno esto es fundamental, porque sabe que tiene un adversario-interlocutor con un mando responsable, unas tesis políticas que conoce aunque no comparta y una cohesión interna; lo peor sería una organización ‘pegada con babas’ y que al entrar seriamente en un proceso tan complejo, como lo son los procesos de paz, comenzara a desgranarse y entrara en un proceso de disgregación y multiplicación de grupos ilegales causantes de violencia y daño. Es mejor contar con un adversario que cuente con posiciones políticos claras, aunque no se compartan, que puede comprometerse porque controla su gente y unos dirigentes que representan esas posiciones y con quienes hay que llegar a acuerdos si se quiere avanzar en un proceso de conversaciones, o enfrentar con una clara política de seguridad y defensa.
Todo indica que hay ánimo en ambas partes para tratar de superar las dificultades y para ello es fundamental que se reúna de nuevo la Mesa de Conversaciones y las dos partes han hecho gestos y declaraciones en ese sentido; del lado del ELN, ante el fin del cese del fuego el 3 de agosto, el COCE señaló “en el marco de esa voluntad de paz, el ELN (Ejército de Liberación Nacional) no adelantará operaciones ofensivas contra las Fuerzas Militares, la Policía y los organismos de seguridad del Estado colombiano”… pero si aclaró que se defenderá “si unidades guerrilleras son atacadas o si las fuerzas del Estado avanzan amenazando” sus posiciones. Por su parte, el Presidente Petro, anunció que a través de la Delegación del Gobierno enviaba una propuesta confidencial al ELN para buscar superar las dificultades de la Mesa de Conversaciones y reanudar el proceso de conversaciones; sin embargo en pronunciamiento del COCE del 13 de agosto 2024, la cuestiona y dice que se requiere es “franqueza y claridad al país, tal como lo ha manifestado públicamente el Comando Central del ELN”. Y el consejero comisionado de paz en declaraciones a los medios dice que ‘el ELN dice mentiras para hablar de supuestos incumplimientos del gobierno’. Todo lo cual enrarece el panorama y si a ello se le suma los enfrentamientos de unidades del ELN en Arauca con las disidencias de las FARC y con el llamado Clan del Golfo en el Chocó, el panorama es bastante complejo.
Lo anterior llevaría a la conclusión que es posible, pero no seguro que en los próximos días o semanas se pueda superar el impase que congeló esta Mesa de Conversaciones, con un alto costo de en pérdida de confianza mutua; con lo cual lo que hay es grandes interrogantes acerca de reanudar la Mesa, pero la gran pregunta es si habrá posibilidad de éxito de este proceso antes del fin de este Gobierno y eso genera más interrogantes que certezas. Lo que pareciera posible, no seguro, es que se mantenga la Mesa de Conversaciones y en ese sentido, igual que en las otras Mesas de Conversaciones de la Paz Total, se mantendrá ‘una cierta esperanza’ y seguramente una disminución de los niveles de violencia, pero habrá una gran incertidumbre sobre el resultado final de los mismos.
Esperemos a ver, con un gran polo a tierra, si se resuelve la actual crisis y cómo continua funcionando la Mesa de Conversaciones, para poder valorar las posibilidades de avance en lo que resta del actual Gobierno.
Alejo Vargas Velásquez, Profesor Titular Universidad Nacional, Investigador Emérito de Min Ciencias, Centro de Pensamiento y Seguimiento al Diálogo de Paz
Foto tomada de: Isegoria
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