Durante 5 gobiernos se ha “negociado” con esta guerrilla y no ha sido fácil las conversaciones con el ELN, su marcada dirección confederada, con coordinación de la dirección nacional y el llamado coce, (comando central integrado por 5 comandantes), han incidido para no avanzar en la negociación política del conflicto armado que vive el país, se conversó en Maguncia -Alemania en el gobierno de Ernesto Samper, se pactó un punto de encuentro en el segundo gobierno de Álvaro Uribe Vélez, que sabotearon los paramilitares, y en el gobierno de Juan Manuel Santos se pactó un cese bilateral de hostilidades al final de su mandato que no se alcanzó a implementar, se partió con una agenda de 6 puntos acordada en Quito-Ecuador, país que renunció a ser sede de las conversaciones después del asesinato de 3 periodista en la frontera con nuestro país y el diálogo se trasladó a La Habana-Cuba.
Como muestra de la estrategia de “hacer trizas La Paz, el gobierno de Iván Duque no solo congeló los diálogos con ELN, sino pidió en extradición a sus negociadores violando los protocolos firmados por el Estado y apoyo la declaratoria de país terrorista de Cuba, exigencia de Estados Unidos, con la obediencia sumisa que ha caracterizado a los gobiernos de la derecha colombiana en una clara enemistad con un país como Cuba que se ha jugado por La Paz y reconciliación de los colombianos.
La participación de “la sociedad civil”, en las negociaciones ha sido la principal exigencia de esta guerrilla, la llamada convención nacional, ha sido uno de los puntos más álgidos exigido por el ELN, la falta de claridad de la dejación de Armas, siempre ha sido el obstáculo que no ha permitido el avance de negociación con este grupo armado, anotando que este es el mecanismo final de cualquier negociación ya que es lo único que garantiza un final del conflicto centenario que ha padecido la nación. Estos puntos entre otros han dificultado un avance con esta guerrilla que poco reconoce el significado avance de las negociaciones que adelanto el Estado colombiano con las extintas FARC.
Reanudar las conversaciones con el ELN, implica reconocer que después de los intentos con 5 gobiernos de derecha, hoy esta guerrilla aborda las negociaciones con un gobierno progresista y con clara vocación social y que plantea cambios en la estructura del Estado y que está empeñado en la lucha contra el hambre, la justicia social con equidad y que significa el primer gobierno progresista en la historia del país, plataforma de cambio que deja sin argumentos el discurso de “representación de la sociedad civil” que pretende enarbolar el ELN.
El pueblo colombiano le apostó a un gobierno del cambio que en sus primeros 10 meses ha logrado demostrar su profunda vocación por La Paz con la reforma de la ley 418 de 1997, la que dota de la arquitectura para no sólo negociar con esta insurgencia, sino también con las disidencias de las desaparecidas Farc y también con las llamadas organizaciones del multicrimen.
El gobierno de la potencia mundial de la vida, que han desarrollado los diálogos regionales vinculantes, donde participaron más de medio billón de ciudadanos y ciudadanas, quienes a varias manos construyeron el plan de desarrollo, que sumado a una inteligente política de alianzas, logrado con el apoyo de la mayoría del congreso de la República, los avances que durante muchos años no eran realidad, como la firma del acuerdo de Escazú, que protege el ambiente y a los dirigentes sociales ambientalistas, la reforma tributaria donde por primera vez quienes tributarán serán los poderosos y no como lo hacia la derecha que gravaba a los sectores más pobres de la nación.
El gobierno del presidente Gustavo Petro, de la vicepresidenta Francia Márquez, y el equipo de gobierno, le han planteado al país 38 reformas, siendo las más importantes, la de la salud, laboral, pensiones, sometimiento del multicrimen, propuestas de reformas que cuenta ya con el apoyo irrestricto de la inmensa mayoría del pueblo colombiano, con la oposición férrea de los poderosos, quienes con el apoyo de los grandes medios de comunicación, los partidos de la derecha, centro democrático, Cambio radical, fuerzas retardatarias, donde parece que el ELN se alineará con quienes agencian el llamado golpe blando y la oposición al cambio tan anhelado que requiere el país. El respaldo de más de once millones de colombianos mandatan al gobierno del presidente Petro para exigir del ELN que tengan la grandeza y sintonía con lo que está ocurriendo en el país, después de cerca de 200 años de gobierno de derecha y que sumados a la presión y anhelo de la sociedad civil de la nación que le piden al ELN ponerse a tono con los cambios que clama la República ahora que llegamos al gobierno.
Son muchos años los que la presencia del ELN y otros grupos armados han generado un drama humanitario al someter a las comunidades al desplazamiento, confinamiento, asesinato sistemático de los líderes sociales, y todos los vejámenes de un conflicto financiado por el narcotráfico, la minería ilegal, que sumado a la extorsión, el secuestro, hacen invivible la vida de las comunidades, donde el conflicto y la guerra arrecian y que demuestra la ausencia de una práctica política “revolucionaria”, realidad esta que es referenciada por el presidente Petro y que causa hilaridad por parte del ELN, quien se niega aceptar el veredicto de la historia y la realidad.
El ELN, debería conectarse con lo que ocurre en el país, y contribuir a la pacificación de la nación y con sensatez y grandeza le tienda la mano a los anhelos de transformación que está reclamando la nación y corresponde a la verdadera sociedad civil presionar con el llamado permanente a construir una nación en paz, que a no dudarlo le traería bienestar, progreso y respeto por la vida para una sufrida Colombia que ya está cansada con esta guerra absurda y cruenta y que reclama la paz y reconciliación, pilares fundamentales del plan de desarrollo de la potencia mundial de la vida.
Harold Ruiz Moreno
Foto tomada de: Seguimiento.co
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