En la tarde-noche de ese día se dio una respuesta, en buena medida espontánea, a nivel barrial, el ‘cacerolazo’ que terminó auto-convocando a muchos habitantes de los barrios, con fuerte presencia de los de clases medias y que sin duda es la manifestación de descontento y rechazó con el gobierno, percibido crecientemente como uno ausente de los problemas de los ciudadanos, ineficiente y que no pareciera tener un claro derrotero. Estos cacerolazos se volvieron repetitivos e igualmente los plantones y movilizaciones.
Frente a esto la respuesta del Gobierno fue convocar a una ‘Conversación Nacional’ alrededor de una agenda de temas del programa de gobierno; el gobierno pareciera querer un ejercicio de formulación de propuestas o recomendaciones en los seis temas que planteó, con la idea de que se elaboren documentos, que ya el gobierno decidiría autónomamente que se haría con los mismos y que claramente no fueran ni recomendaciones obligatorias, ni sugerencias que el gobierno deba cumplir en un plazo determinado, sino en el mejor de los casos, recomendaciones y lineamientos de políticas pública.
Pero el Comité del Paro por su parte, lo que exige es una Mesa de Negociación de los puntos que estaban en la agenda de demandas de los protestantes -trece puntos conforman ese petitorio-, Mesa donde se pueda discutir, negociar y concertar acuerdos sobre los temas. Se han producido tres reuniones entre delegados del gobierno -allí se debe resaltar el que se hubiera incorporado a un veterano negociador de estos pliegos, el ex vicepresidente, ex ministro y embajador Angelino Garzón- y el Comité de Paro, donde al parecer no se ha logrado mayor avance, ni sobre el carácter del espacio y menos sobre los temas de la agenda del Comité de Paro.
El gobierno ha actuado con la lógica de que él ganó las elecciones presidenciales y que por consiguiente tiene su propia agenda y no lo pueden obligar a co-gobernar con los grupos opositores, desconociendo que la gestión de los gobiernos debe ser dinámica e irse adecuando a las cambiantes condiciones de la realidad y las demandas ciudadanas.
El movimiento, que propiamente no se podría caracterizar como de un Paro –con la excepción de las universidades públicas y parcialmente en algunas privadas-, ha sido creativo en la expresión de las modalidades de protesta y ha combinado movilizaciones, plantones, ‘cacerolazos’, manifestaciones artísticas, clases en la calle, performances, etc. y adicionalmente el grueso del apoyo ha recaído en los jóvenes universitarios y de secundaria, en los movimiento feministas y otros sectores medios de la población. Ahora bien, es verdad que las direcciones partidistas, ni de izquierda, ni de centro y menos de derecha, han tenido mayor incidencia en la orientación y dinamización del movimiento –sí han estado presentes como dinamizadores líderes políticos individuales de diferentes partidos políticos de centro y de izquierda, pero igualmente líderes de opinión-, pero creo que también puede ser un poco exagerado decir que esto significa ‘la muerte’ de los partidos políticos –creo que en eso la prudencia en la valoración puede ser buena consejera-. Sin embargo, hay mucho por reflexionar acerca de la dinámica del mismo y de sus variadas formas de expresión, con un elemento central a destacar, el casi total rechazo al uso de formas de violencia.
También hay que decir que un sector de la opinión, especialmente algunos sectores sociales de menores recursos, que han sido afectados negativamente por efectos del movimiento con restricciones del servicio público de transporte, tienden a expresar fatiga con la permanencia del movimiento y en algunos casos actitudes de rechazo.
Frente a las oleadas de protestas ciudadanas de las últimas semanas, se ha cuestionado de manera creciente, el cuerpo especializado de la Policía antidisturbios –conocido como ESMAD-, por los atropellos a los ciudadanos y el abuso y eventual violación de derechos en su represión a las diversas modalidades de protesta social. Al respecto considero, que no se debe caer en la equivocación de criticar y poner en entredicho ni a la Policía como institución y menos aún al conjunto de la Fuerza Pública. La crítica debe centrarse en los cuerpos antidisturbios –que efectivamente existen en la mayoría de las sociedades, pero eso no es garantía de nada-. Al respecto se deben diferenciar de un lado, los hechos delictuales que se hayan presentado, incluyendo muertes de manifestantes, que deben ser investigados y juzgados sus responsables. De otra parte, y más allá de las protestas en curso, se debe apuntar a hacer transparentes y claros los manuales y procedimientos con que actúa esta fuerza policial, de tal manera que a futuro se eviten nuevas muertes de ciudadanos. Seguramente un estricto acompañamiento en terreno y control por parte de la Procuraduría y la Defensoría, junto con una actitud de control por parte de las nuevas autoridades locales –Alcaldes(as) y Secretarías de Seguridad-, junto al control ciudadano pueden garantizar un cumplimiento de sus tareas, sin incurrir en casos lamentables.
Otra característica relevante a destacar, sin duda, es el rol de las redes sociales, no sólo como mecanismo de convocatoria y animación de las distintas modalidades de protesta, sino también de control ciudadano del comportamiento de las autoridades, lo que se convierte en un efectivo mecanismo disuasorio de excesos o violaciones de sus normas. No hay duda que las redes sociales son hoy día un protagonista central de la protesta ciudadana.
Igualmente y como una especie de derivación de lo anterior, hemos encontrado que algunos medios de comunicación tradicionales –noticieros televisivos, radiales, periódicos- tienden a ser más imparciales en el análisis y cubrimiento de las informaciones, lo cual contribuye a una mejor información de la ciudadanía.
Ahora bien, ¿qué va a pasar con el movimiento durante el período de pausa de las festividades de fin de año? Todo indicaría, que habrá una baja de las actividades de protesta –puede que algunas se mantengan de manera más esporádica-, pero no hay duda que las festividades de fin de año incidirán en esa baja de actividad; dependerá de la dinámica que en los próximos días adquiera la Mesa con el Gobierno nacional; si hay avances en querer concertar acuerdos, por lo menos en algunos puntos, es probable una pausa prudencial antes de nuevas convocatorias. Si por el contrario, el gobierno mantiene su actitud de no ceder en ningún aspecto, muy seguramente desde mediados del mes de enero se vuelva a convocar movilizaciones y demás modalidades de protesta social, sin descartar incluso formas más fuertes de la misma y con extensión nacional.
Será también un factor determinante la actitud que asuman las nuevas autoridades regionales y locales que inician su mandato el 1 de enero de 2020; si asumen una posición de búsqueda de conciliación se pueden convertir en una especie de ‘facilitadores de facto’ para avanzar en construir acuerdos con el gobierno nacional.
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Alejo Vargas Velásquez :Profesor Titular de la Universidad Nacional
Foto tomada de: https://www.semana.com/
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