Un interesante estudio titulado “¿Sacudón en el nuevo senado? Una proyección electoral para el 2022”, divulgado por el portal la Silla Vacía, analiza las tendencias regionales y sus inferencias nacionales con relación a las simpatías y posibles respaldos electorales de la ciudadanía a los distintos partidos y movimientos que compiten para las próximas elecciones al Congreso. Concluye con la hipótesis de que ningún partido o movimiento conseguirá un triunfo de mayoría absoluta, sino que se registrará un resultado de minoritarias fragmentadas, de forma que podrían entregar avances en representación principalmente desde las fuerzas de las coaliciones progresistas Pacto Histórico y Centro Esperanza, a la vez que retrocesos en representación de los partidos de vertientes de defensa del estatus quo Centro Democrático, Liberal, Cambio Radical y Conservador.
“A nivel nacional, no existirá una lista que sea capaz de tener un dominio contundente a lo largo y ancho del territorio. Será un Senado fragmentado y dinámico, en vista de que ninguna fuerza tendrá más del 20% de las curules, pero tendrá una participación de fuerzas políticas alternativas y emergentes”[1].
En el contexto político explicativo que hace referencia al cambio en circunstancias políticas que se hacen favorables para el avance de las vertientes de izquierda y progresistas, sobre lo cual se destacan distintos factores, entre ellos con importancia el evidente descenso en la credibilidad y el apoyo de la ciudadanía al expresidente Álvaro Uribe, a su partido “Centro Democrático” y a su actual gobierno de Iván Duque. Vale recordar que el llamado uribismo representa una posición de extrema derecha adoptada durante las dos décadas recientes por parte de algunas fracciones de élite, que incluyen en buen grado las de carácter emergente desde mafias del narco-paramilitarismo, con proclividad al elitismo, el autoritarismo, el conservadurismo y posturas pro-fascistas. Entre las circunstancias que evidencian esta situación de decadencia del uribismo podemos destacar los siguientes factores:
- Pérdida de vigencia de su estrategia diseñada en el anterior contexto de abordar una intensa guerra desde el gobierno contra las FARC EP bajo la bandera “antiterrorista”, lo cual contrasta con el actual contexto de posibilidad de implementar el acuerdo de paz con esta anterior guerrilla y de posibilidad de simpatía ciudadana para que se intente una solución integral hacia las expresiones de guerra y de violencia política y sociopolítica.
- Descrédito creciente de Álvaro Uribe y sus mandatos presidenciales ante lo que significó su política llamada de “seguridad democrática”, que tuvo rasgos de gobernanza autoritaria, negación de derechos y garantías fundamentales y presión de resultados en bajas a las FFMM que redundaron en masivos asesinatos contra personas inermes y en condiciones de vulnerabilidad, las cuales fueron presentadas oficialmente por sus gobiernos consecutivos con falsedad como supuestas bajas causadas a las guerrillas en combates.
- Denuncias frecuentes contra Álvaro Uribe, miembros de su familia, personas allegadas y aliadas políticamente de relación con graves delitos de narcotráfico, corrupción y paramilitarismo. Luego de unas 200 acciones legales y judiciales que en general han quedado en la impunidad, prosperó una investigación de la Corte Suprema de Justicia que le imputó cargos por manipulación de testigos y otros delitos, en hechos relacionados con el narco-paramilitarismo. A pesar de que la Fiscalía –controlada en su dirección actualmente por el uribismo- ha pretendido desconocer este avance judicial, el caso sigue vigente, siendo víctima directa de los hechos investigados el senador Iván Cepeda, el caso sigue vigente en disputa judicial, llevó a que se decretara una orden de captura contra Uribe y han causado eco en la opinión las verificaciones de la justicia sobre su compromiso con acciones delictivas.
- Pérdida de notable espacio político interno e internacional ante su llamado a rechazar el Acuerdo Final de Paz con las FARC EP y ante sus reiterados intentos de derogar sus piezas principales, casos de los intentos de reforma legal contra la JEP y el de suspensión de las garantías políticas para la población excombatiente amnistiada o sometida precisamente a instancias de esta forma de justicia transicional en curso.
- Muy alto nivel de descrédito y de rechazo ciudadano a su actual gobierno del presidente Iván Duque, resultado de sus políticas de expreso favoritismo a los sectores de las élites económicas y de detrimento de los sectores medios, de trabajadores y populares empobrecidos; de inconsecuencia con la aplicación integral del acuerdo de paz; de corrupción con casos tan alarmantes como el reciente del ministerio de la tecnología y el de frecuentes nombramientos de personal incompetente como pago de favores políticos y con expresiones de nepotismo y amiguismo; y ante su forma de gobierno autoritario que rompió con el balance de los poderes públicos en beneficio de la imposición del ejecutivo y que desató graves violaciones a los derechos humanos contra los movimientos sociales de protesta y en especial contra jóvenes y personas participantes en las protestas del paro nacional del 2019 y del 2021.
Resulta diciente al respecto lo planteado sobre la actual coyuntura política bajo el gobierno uribista de Duque por la reconocida politóloga y columnista de prensa Elizabeth Ungar:
“Hechos como estos (la modificación de la ley de garantías electorales para debilitarlas y las inconsistencias referidas a los censos electorales del registrador), sumados a la cooptación y captura del Congreso, la Procuraduría, la Fiscalía, la Defensoría del Pueblo, el Consejo Nacional Electoral y la Registraduría Nacional; la promulgación, eliminación de leyes o las reformas a la Constitución para favorecer intereses particulares por parte del actual Gobierno y su partido; y los asesinatos de cientos de líderes sociales y desmovilizados, hacen que este cuatrienio pase a la historia reciente como uno de los más críticos en términos de las amenazas a la democracia y al Estado de derecho en Colombia. Un cuatrienio para no olvidar”[2].
En estas condiciones, se dice desde muchas voces que ya el uribismo no será quien pone el próximo gobernante. Álvaro Uribe ha tenido que abrirse al diálogo con otras vertientes de extrema derecha, de derecha e incluso algunas de ellas también entroncadas con sectores ligados a la emergencia política de las mafias, en búsqueda de acuerdos hacia la presidencia a elegirse en mayo de 2022. Su partido “Centro Democrático” registra crisis, tensiones y amagos de división. La coalición de precandidatos presidenciales de derecha Equipo Colombia se dividió ante opiniones encontradas sobre admitir o no a su seno al “Centro Democrático”, pues en perspectiva de la consulta prevista para definir un candidato unificado de estas vertientes, varios de sus participantes perciben ahora al uribismo como un factor de desprestigio y debilitamiento político.
Por su parte, el Partido Conservador que ha sido el aliado importante del uribismo y de su actual gobierno, no logra reaccionar con una apuesta propia o de mínima dignidad, de forma que mantiene sus redes políticas de tradicional estirpe clientelista, pero de manera que ahora sufre detrimento en opinión y respaldo ciudadano. Ha tenido en competencia varias precandidaturas presidenciales, siendo notables las de exministros de hacienda comprometidos con el modelo neoliberal que ha predominado. Resolvió escoger al senador David Barguil como su candidato presidencial, a pesar de que tiene en su contra un proceso de investigación ante las denuncias en su contra por haber radicado en el Senado excusas médicas fraudulentas para encubrir sus reiteradas ausencias a las sesiones.
El Partido Liberal sufre un proceso de progresivo debilitamiento reflejado en la deserción progresiva de sectores importantes. Su posición bajo la dirección del expresidente Cesar Gaviria, aunque formalmente se declaró de independencia ante el gobierno, ha sido de compromiso interesado y respaldo en cierto grado al actual gobierno y sus políticas. Esta situación llevó a que se diferencien a su seno de posturas críticas como las que asumen la defensa del acuerdo de paz y el rechazo a las expresiones autoritarias y violatorias a los derechos humanos del gobierno, dando lugar a rupturas políticas protagonizadas por sectores progresistas.
Así, se han alejado del Partido Liberal y de su actual dirección el exministro Humberto de la Calle; el exministro Juan Fernando Cristo que conformó la agrupación En Marcha; y el senador Juan Manuel Galán que retomó la agrupación Nuevo Liberalismo. Estos sectores políticos junto con otras vertientes conforman la Coalición Centro Esperanza. El Partido Liberal ha tenido como precandidatos presidenciales a Luis Fernando Velasco, Eduardo Verano, Luis Pérez y le ofreció la candidatura al exministro Alejandro Gaviria quien no la aceptó y se sumó a esta misma coalición. Simultáneamente, el senador liberal Luis Fernando Velasco lidera una importante corriente nacional al seno de este partido, la cual proclamó su vinculación a la coalición de izquierdas y sectores democráticos Pacto Histórico, argumentando que “la base liberal en las regiones se está yendo en bloque” para esta coalición. Producto de ello se realizó un encuentro nacional en 2021 de líderes liberales de todo el país con Gustavo Petro en respaldo al Pacto Histórico y el senador Velasco definió participar en la consulta para presidencia de esta coalición. Igualmente, la exsenadora liberal Piedad Córdoba que lidera la agrupación Poder Popular, públicamente renunció al liberalismo y se sumó con esta agrupación política al Pacto Histórico para integrarse a su lista de aspirantes al senado.
Entre tanto, la Coalición Centro Esperanza ha tenido dificultad para consolidar acuerdos de forma que no logró el propósito de una lista conjunta al senado liderada por Humberto de la Calle, de forma que el Nuevo Liberalismo lanzó su propia lista y los demás integrantes adoptaron por una unificada inscrita como Alianza Verde-Coalición de la Esperanza. Por su parte, un sector importante del Partido Verde se diferenció de esta coalición para vincularse al Pacto Histórico, de forma que el exgobernador de Nariño Camilo Romero participará en su consulta para candidato presidencial y proyectaron su propia lista al senado inscrita como “Verdes con el Pacto Histórico”. Y en términos de la consulta para candidatura presidencial de Centro Esperanza competirán Sergio Fajardo, Alejandro Gaviria, Juan Manuel Galán, Juan Fernando Cristo, el exgobernador de Boyacá Carlos Amaya integrante del Partido Verde y, de forma muy reciente, se sumó Ingrid Betancourt, tras conseguir revivir la personería de su agrupación partidista Verde Oxígeno.
Y en lo relativo a la coalición Pacto Histórico, se evidencia su consolidación como una potente alternativa política democrática actual, de manera que se configuró al inicio de 2021 y a pocos meses consiguió los registros de la mayor favorabilidad ciudadana entre los partidos políticos en las encuestas, hecho sin duda relacionado ante todo con el hecho del ascenso político de su líder más destacado, el precandidato presidencial Gustavo Petro, quien aparece de lejos en todas las encuestas con el mayor favoritismo de opinión ciudadana hacia las elecciones presidenciales.
En estas circunstancias, podemos destacar de manera resumida entre las principales fortalezas actuales del Pacto Histórico las siguientes:
- Es potenciado por la precandidatura presidencial de Petro que congrega multitudes en los distintos departamentos del país y que permite la concurrencia plural de vertientes de izquierda, sociales y democráticas tras el anhelo de un gobierno progresista. Destaca a la vez otros liderazgos importantes a través de las precandidaturas presidenciales hacia la consulta prevista en las elecciones a Congreso el próximo marzo como con relación a la diversidad de organizaciones y actores políticos y sociales que convergen en su estructuración.
- Se ha estructurado de manera plural por varios partidos políticos: Colombia Humana, Polo Democrático Alternativo (PDA), UP, MAIS, ADA, por sectores provenientes de los partidos la U, Liberal, Verde y por una veintena de agrupaciones políticas o político-sociales territoriales, campesinas, indígenas, negras, ambientalistas, de redes de mujeres, de población LGTBI, de defensores de derechos humanos y de la paz, de tal manera que han sorteando dificultades y tensiones en el complejo proceso de consensuar definiciones sobre su estructura, bases programáticas, reglas de juego y definición de la lista cerrada a senado y listas a cámara en su mayoría cerradas y algunas abiertas.
- Resulta ser la convergencia política y social más próxima y con mayor número de organizaciones sociales, sindicales, campesinas, indígenas, de redes de mujeres, ambientalistas y juveniles que tuvieron protagonismo directo en el histórico Paro Nacional decretado el 28 de abril de 2021 y que se prolongó por más de dos meses, de forma que adoptó un programa de demandas políticas, sociales, ambientales y de demanda de la paz, que puede potenciar de manera enorme sus posibilidades.
- Resulta ser la alternativa política más claramente delineada a tono con el anhelo de amplios sectores de la población sobre conseguir cambios y reformas democráticas en ruptura con los modelos neoliberales, autoritarios, de exclusión y discriminación estructural que han predominado en el proceso político colombiano de las décadas recientes. Responde a las nuevas demandas de recuperación democrática efectiva con atención integral de los derechos y garantías fundamentales, superación de la grave crisis social, recuperación del trabajo decente y justicia ambiental coherente con la defensa de los territorios, sus poblaciones y el medio ambiente.
En estas circunstancias políticas y del espectro de sus principales actores integrantes, puede preverse para las elecciones al Congreso de la República a realizarse el próximo 13 de marzo, que los proyectos políticos de la extrema derecha y de la derecha, opuestos a las transformaciones democráticas, de equidad social y de defensa ambiental efectiva requeridas sufrirán retroceso en su nivel de presencia. Hecho aunado a la propia crisis referida del uribismo y del Centro Democrático, sin desestimar sus nichos políticos, sociales y de actores que lo integran, incluidos los que tienen nexos con la ilegalidad y las mafias. Podrán ceder representaciones en la misma línea los partidos Liberal, la U, Cambio Radical y Conservador. Y podrán conseguir importante representación las vertientes proclives a los cambios de democracia política, social, no discriminación y defensa ambiental. Entre ellos, principalmente previsibles con el Pacto Histórico, pero también en parte con los sectores del Centro Esperanza, que portan importantes posiciones progresistas, congregan también vertientes democráticas, partidarias de la paz, de lo ambiental, contra la corrupción y con niveles de sensibilidad en lo social, aunque también tienen algunas de ellas ciertas herencias políticas, programáticas y de gobernanza ligadas a anteriores gobiernos –de los que hicieron parte- alineados con el neoliberalismo y medidas autoritarias.
Los estimativos hacia la elección en el Senado podrían llevar a considerar las posibilidades de que el Pacto Histórico con su lista cerrada podría tener sobre las 20 curules y de conseguir dimensionar con eficacia su proyecto en la población y la opinión ciudadana llegar a 30 curules o incluso más. El sector de los Verdes que se proclamó del Pacto Histórico con lista propia al senado podría tener varias curules, próximas a cinco o algo más. La vertiente política de izquierda Fuerza Ciudadana, con alto peso en Magdalena y la región Caribe, la cual se considera integrante del Pacto Histórico pero que presentó lista propia al senado, abierta o de voto preferente, podría tener al menos dos senadores. La coalición Verde-Centro Esperanza podría estar sobre las 15 curules y el Nuevo Liberalismo quizás al menos tres. Se adiciona en las vertientes progresistas las cinco curules de Comunes por el acuerdo de paz y las dos de los indígenas por jurisdicción especial.
Así, una hipótesis sobre posible reconfiguración del Senado, puede decir que los sectores progresistas, si bien no hay certeza de que ninguno de ellos ni ninguna vertiente o partido político cualquiera consiga una mayoría absoluta, de conjunto los primeros podrían llegar a tener un avance verdaderamente histórico, cerca de la mitad del Senado, sin excluir la posibilidad de llegar a ser de conjunto a configurar su nueva mayoría si superan las 55 curules, lo cual es su aspiración. Lo cual significaría un hecho de verdadera dimensión e impacto histórico, base para la proyección de reformas democráticas y de posible acompañamiento también en tal empeño a un nuevo gobierno de corte progresista, para dejar de ser bancadas de oposición y pasar a ser bancadas de un gobierno democrático progresista.
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[1] “¿Sacudón en el nuevo senado? Una proyección electoral para el 2022”, Andrés Miguel Sampayo Navarro, Red Social, La Silla Llena, https://www.lasillavacia.com/historias/
[2] “Un cuatrienio para no olvidar”, Elizabeth Ungar, El Espectador, 4 de noviembre de 2021, página 18.
Álvaro Villarraga Sarmiento, Fundación Cultura Democrática
Foto tomada de: Semana.com
Jaime says
Estamos hartos, de esta esclavitud, ha la que nos tienen sometidos, desde hace más de 200 años, los mismos, solo cambian de COLOR, Por fin llegó la hora del CAMBIO, y que por 1ra.vez le toque, ha los estratos: 1_2_3 y 4, un pueblo, dónde No deben existir los estratos SOCIALES, Son INFAMES, En los países más avanzados, NO los HAY.