Una visión de la historia que se convirtió en verdad de Estado e insignia de los 8 años del régimen uribista. La misma que en su momento impuso José Obdulio Gaviria desde las oficinas del Palacio de Nariño, como asesor ideológico de cabecera de Uribe, y que plasmó en su libro Sofismas del Terrorismo en Colombia, entre otros.
Así como la paz de Santos construyó una versión de la historia que diera soporte a la negociación con las FARC y la firma de los acuerdos, hoy el Centro Democrático considera urgente y necesario revisar la historia de la paz, reescribirla e implantar la historia del autoritarismo y el régimen de la seguridad democrática, la confianza inversionista y la cohesión social como verdad oficial. Por eso es apenas natural que para tal cargo busque uno de los suyos, un militante fiel y guardián de sus ideas, un pura sangre, que cumpla con la tarea de revisar la historia, una necesidad de todo régimen, y el que hoy nos rige no es la excepción.
Orwell y su magistral obra 1984 le enseñaron y recordaron a la humanidad que una condición esencial para instaurar un nuevo régimen político y social es reescribir, falsear, acomodar la historia. Eso lo sabían los historiadores de la época de Stalin que se dedicaron a escribir una historia oficial. La versión de la historia de China escrita por los maoístas es muy distinta a la historia bajo Deng Xiaoping; lo saben también los historiadores que en los últimos años se empeñan en reescribir la historia del fascismo para reivindicar a Hitler y legitimar el proyecto político de los neonazis en la Alemania de hoy. Igual cosa hará Bolsonaro para desterrar la historia de la era Lula.
En la obra de Orwell el encargado de revisar, tergiversas y acomodar la historia a las necesidades del Gran Hermano era el Ministerio de la Verdad, hoy en los Estados se le denomina de otra forma, más sutil, menos brutal, pero su cometido es el mismo. En el mundo escrito por Orwell el Ministerio de la Verdad tenía un único y gran propósito: reescribir y reinterpretar la historia. “En cuanto se reunían y ordenaban todas las correcciones que había sido necesario introducir en un número determinado del Times, ese número volvía a ser impreso, el ejemplar primitivo se destruía y el ejemplar corregido ocupaba su puesto en el archivo. Este proceso de continua alteración no se aplicaba sólo a los periódicos, sino a los libros, revistas, folletos, carteles, programas, películas, bandas sonoras, historietas para niños, fotografías…, es decir, a toda clase de documentación o literatura que pudiera tener algún significado político o ideológico. Diariamente y casi minuto por minuto, el pasado era puesto al día”. La misión de ese ministerio es sencilla: reescribir la historia de tal manera que esta nunca contradiga la doctrina del partido. En última instancia, el objetivo de cambiar la historia es mantener la ilusión de que al partido y su gran líder les asiste la razón.
https://webs.ucm.es/info/bas/utopia/html/1984_104.htm
“Quien controla el presente controla el pasado y quien controla el pasado controlará el futuro” nos enseña también Orwell. Por eso no extraño la puja por el nombramiento del Centro de Memoria Histórica. No es una discusión entre académicos o historiadores de oficio, es una batalla política. Y qué batalla, se ha quemado más de uno al momento de intentar nombrarlo. Las fuerzas de izquierda y sus historiadores cándidamente reclaman el nombramiento de un director “imparcial”, “objetivo”, “independiente”, lo cual resulta un imposible en medio de la polarización promovida desde el Centro Democrático y su decidida política de escamotear los acuerdos de paz. No se le pueden pedir peras al olmo, la historia y su interpretación es un campo de combate en el ejercicio del poder y Uribe lo sabe.
El régimen de Santos contó para su empresa de paz con el respaldo del Centro de Memoria Histórica, bajo la dirección de Gonzalo Sánchez, pero como el régimen cambio y las posturas frente a la paz también, es apenas elemental que el gobierno Duque necesite reescribir la historia, negrear a unos y blanquear a otros, denigrar de unos y exaltar a los salvadores de hoy, como ya lo están haciendo los textos de Historia de la Editorial Santillana.
Luego de fracasar tres veces en su intento de tomar las riendas del Centro de Memoria Histórica, el gobierno Duque busca un nombre entre los conversos de izquierda que hoy militan en el Centro Democrático. Lo cual provoca una gran irritación entre la izquierda y sus historiadores. “Los conversos por lo general fueron muy radicales en su militancia del pasado. Por ejemplo, algunos militaron en el Partido Comunista Marxista Leninista de Colombia, PCC (M-L) y elaboraron sesudos documentos y pasquines en favor del “glorioso” Ejército Popular de Liberación EPL, hicieron de China el vaticano de su fe comunista, consideraban que el régimen político colombiano era una “dictadura terrorista y sanguinaria”, promovieron la alianza obrero-campesina y justificaron la lucha armada como “históricamente válida”.
“Estos mismos radicales de izquierda de los años 70 se han convertido hoy en activos promotores políticos del Centro Democrático, son los amanuenses ideológicos del expresidente Uribe. Consideran que no hay conflicto armado sino “una acción terrorista y criminal” de las Farc y el ELN. Todos los males de Colombia “se deben a la combinación de todas las formas de lucha”. Parodiando a Marx, los conversos condenan hoy como subversivo y terrorista lo que ayer pregonaban como izquierdistas radicales”.
https://www.las2orillas.co/el-partido-de-los-egresados-de-la-izquierda/
“La historia será generosa conmigo, puesto que tengo la intención de escribirla” dijo Churchill y escribió su propia versión de la Segunda Guerra Mundial. Hoy Uribe quiere que se escriba su propia versión de la guerra, distinta a la de Santos, y que mejor si en esta empresa le ayudan el Centro de Memoria Histórica y su nuevo Director.
Hernán Suárez, Licenciado en Historia, editor de las Revistas Economía Colombiana de la Contraloría General durante 13 años, de la Revisa Foro, 20 años y de la revista Educación y Cultura de Fecode, 23 años. Ex asesor del Secretario de Educación de Bogotá y Subdirector del IDEP. Actualmente se desempeña como asesor editorial.
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