Ninguna situación que en Colombia implique a los poderes del Estado, se puede analizar sin tener en cuenta el juicio a Álvaro Uribe, porque fue quien impulsó reformas que hoy tienen a la gente en la calle, y su juicio y manera como pretende la prescripción es de una monumental inmoralidad y de un cinismo descomunal.
Si por alguna artimaña jurídica logra escapar a la justicia por inventarse veinte falsos testigos contra el senador Iván Cepeda, las declaraciones de exjefes paramilitares que extraditó a Estados Unidos para alejarlos y no comprometer su gobernabilidad, muestran con claridad que no solo estuvo al frente de las conformaciones paramilitares de los últimos 40 años, sino, que por haber llegado a los más altos cargos públicos fue determinador de miles de personas asesinadas y desaparecidas.
El miedo de uno de los ex paras que declaró a favor de él, se debe a que mientras estaba preso en Estados Unidos, en Colombia se habían asesinado a dos mil ex combatientes paras, cifra que hoy sube a cinco mil según el exjefe Salvatore Mancuso. Sobre esto, ni una palabra de nadie, porque para los asesinos asesinados no debe haber memoria colecgtiva. Sin embargo, no demoran en aparecer las madres de los exparamilitares asesinados, y un nuevo frente de terror y de miles de víctimas está por aparecer que llamará la atención y la actuación de cortes nacionales e internacionales. Para el genocidio ni perdón ni olvido.
Entonces, la oposición al gobierno progresista la lidera un imputado por delitos de falsos testigos y fraude procesal, con nítidas asociaciones con el paramilitarismo donde a la par de la guerra interna se definieron las reformas neoliberales que ya no sirven porque el mundo es distinto al de hace 15, 25 o 35 años.
Así las cosas, existe una correlación directa entre violencia, poder político y neoliberalismo. En este contexto, se establece la confrontación política entre gobierno nacional, corte constitucional y oposición al progresismo. Es decir, la tal independencia de los poderes y la relación armónica entre ellos, es mentira. Hay una disputa política promovida por la oposición y patrocinada por la dirigencia empresarial que no quieren ninguna reforma social porque así ha consolidado sus formas de acumulación a través de un modelo de crecimiento disfuncional que perpetúa la inequidad, la dependencia científica y tecnológica, y la condición de productor de bienes primarios con escasa agregación de conocimiento nacional. La crisis de Agrosavia muestra que la investigación también se ha entregado al clientelismo, es decir, al poder político y la irresponsabilidad neoliberal. Así no se pueden manejar los factores que hacen posible el cambio productivo y tecnológico para lograr altas tasas de crecimiento, productividad y bienestar.
El modelo de crecimiento de Colombia es un espejismo porque la gente vive para consumir, no para pensar, innovar, crear, vivir y consumir como un agregado más y no absoluto. Más importante que la cultura, el arte, la lectura, el medio ambiente, la ciencia y la distracción, está la marca del zapato, del pantalón, de la blusa y de la camisa. No importa si es original, falsificada, legal o de contrabando. Muchas de las grandes expresiones de violencia, corrupción, especulación financiera y delincuencia, está asociada al advenimiento del neoliberalismo en 1991, para ello hicieron reformas que informalizaron el 58% de la población. Con este tipo de economía y de cultura de consumo, Colombia tiene la más baja tasa de productividad laboral de la OCDE y un ingreso promedio mensual menor que en Brasil, Chile, Costa Rica y México.
La pérdida de derechos laborales; la salud negocio; y la educación pública empobrecida para abrir espacio a la educación privada, cuando es la única a la que puede acceder el 58% de la población de Colombia.
Son reformas de justicia social contra los privilegios desmesurados de unos pocos a costa de la pobreza de la mayoría, así como para abatir brechas y barreras entre lo público y lo privado a partir de nuevas reglas entre ambos. Aparecer en las listas de Forbes no significa estar en la frontera de la innovación disruptiva ligada a la investigación y el desarrollo tecnológico. Por eso, la industria perdió en 35 años 50% de participación en el PIB, la agricultura 25%, y las exportaciones de los dos sectores no alcanzan las exportaciones de los recursos fósiles. El neoliberalismo y el fanatismo ideológico con violencia asociada, han hecho de Colombia un país estructuralmente rezagado, abrumadoramente desigual, y desaforadamente ilegal y corrupto.
Reformas sociales y generación de empleo
Se equivocan el gobierno y la oposición cuando dicen que la reforma laboral, de salud y educación pública, no generan empleo. Las tres reformas deben estar relacionadas con las políticas de desarrollo productivo, ciencia y tecnología, y desarrollo regional. Al final todas se interrelacionan en un complejo sistema de justicia social, producción, equilibrio e innovación.
Con la estructura productiva y la concepción del neoliberalismo colombiano, por supuesto que la reforma laboral podría afectar – según como se reglamente -, a micro y pequeños negocios y a segmentos de población de medianos y menores ingresos, porque difícilmente pueden pagar prestaciones sociales, sobre todo la población con problemas de salud y negocios de subsistencia, o de la economía informal porque en su estructura no cabe la formalización que sería su inscripción en el sistema de seguridad social. Por eso, cínicamente Fenalco dice que la reforma laboral puede destruir empleo. Ni lo uno ni lo otro, mentirosos, porque la formalización no se puede imponer a la fuerza, simplemente porque es una economía poco diversificada y con escasos espacios en actividades de alta y nuevas tecnologías, que son las que multiplican las posibilidades de nuevas empresas, de nuevos y mejores trabajos, y de nuevos emprendimientos que serán más y mejores oportunidades laborales. Las políticas de competitividad de Gaviria a Duque, fueron un fracaso, y la de reindustrialización de Petro, va songo sorongo. Da envidia ver como avanza con Lula la Nueva Industria de Brasil o política de neoindustrialización.
De esta manera, si las reformas no están relacionadas, calculadas y pensadas en un nuevo marco de desarrollo desde la economía de la innovación, puede incluso ahogar la economía e incrementar los acuerdos bajo la mesa, y al mismo tiempo generar una cultura de desconfianza, desacuerdos y temores que pueden acabar de descohesionar la sociedad y la producción.
El histérico neoliberalismo colombiano creó profundos abismos e inmensas fallas en la economía, en la sociedad y en la creación de arreglos institucionales positivos y duraderos. Por el contrario, fracturó en mil pedazos la economía y en cinco grandes tortas los poderes del Estado. El conflicto entre el Ejecutivo, Senado y Corte Constitucional, es una expresión más de la fractura multidimensional de las instituciones, donde la tecnocracia hace las cuentas, y el gran empresariado mueve los hilos.
En la medida que la política de reindustrialización o de neoindustrialización, como la quieran llamar desde la heterodoxia de Schumpeter hasta Mazzucato, incluido el neoestructuralismo de Ocampo (mejor académico que ministro), y otras aproximaciones desde las ciencias sociales, como Laura Quintana, desde la filosofía, la formalización empresarial y laboral será creciente, acelerada y sostenida, de lo contrario, con reforma o sin reforma el modelo de mercado generará más y nuevas disoluciones que soluciones.
La reforma a la salud generará con el modelo de salud preventiva nuevas oportunidades laborales de mediana y alta complejidad y conocimiento superior, donde la formalización, el equilibrio y el desarrollo de industrias asociadas (reindustrialización) sí puede generar nuevos y avanzados empleos formales, con condiciones más justas y equilibradas para todo el personal. Para ello, la salud negocio debe transformarse en una salud por la vida y el desarrollo social, científico y económico. La principal reforma social en discusión es la de la salud, porque es tanto una apuesta social como una apuesta de política industrial, científica y tecnológica.
La exministra Carolina Corcho tiene muy claro: la salud como un sector de desarrollo multidimensional en un proceso de reindustrialización, equidad y bienestar social, donde la Inteligencia Artificial, IA, puede solucionar vacíos y desmanes administrativos, y lograr más calidad en procedimientos y tratamientos. Dice Mazzucato que se debe actuar ahora para que la IA tenga un propósito público y no solo la extracción de rentas que evite un feudalismo digital.
Sumando a las reformas laboral y de salud, la menguada reforma a la financiación de la educación pública, es clave si se asocia a una oportunidad no solo de acceso sino de generación de nuevo conocimiento, que está relacionado con la reindustrialización, la investigación, la salud y la generación de nuevas y formales oportunidades laborales.
En síntesis, la reforma laboral tendrá impacto positivo, y depende de cómo se transforme la economía, la investigación y la educación.
El problema de generación de conocimiento para desarrollar a Colombia, es preocupante. Los enfoques heterodoxos son escasos, y su traducción en discurso político y en políticas de desarrollo, aún no se evidencia, como se vio en la vergonzosa caída de la reforma laboral en el Senado. Cero inteligencia, pero mucha bestialidad y maldad se escuchó de los 8 sepultureros de las reformas.
La reducción de los salarios de los congresistas, es una propuesta coherente con el grado de inequidad, bajos salarios, corrupción legislativa, e ideologización perversa, porque es la política de los negocios y no de la inteligencia y el bienestar de todos.
Lo inexplicable de Colombia es el desconocimiento de la dirigencia al aval dado por los organismos internacionales a las reformas sociales, y la posición del FMI para inducir a los países en desarrollo a diseñar políticas industriales orientadas a la reindustrialización en un escenario global incierto y desafiante, porque los paradigmas previos se derrumban.
La consulta
El gobierno no puede devolverse, por más promesas que le hagan, porque lleva dos años negociando reformas y nada bueno ha resultado de la mano extendida. Debe tener máximo 8 preguntas, y atraer trabajadores, profesionales y sobre todo a los jóvenes. Si ellos se movilizan, apropian y arrastran, gana la consulta. De lo contrario, las maravillosas marchas no serán suficientes. El 18 de marzo fue el inicio de un sueño.
Mientras tanto, la oposición no tiene luces, tira piedras y bombas a través de los medios, y espera torcer la justicia para liberar a Uribe, el sujeto de la mala política, de las malas reformas y maldad ilimitada.
Jaime Acosta Puertas
Foto tomada de: Diario del Sur
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