En su primer mensaje a la nación colombiana después de la victoria Duque prometió trabajar para superar la división entre los colombianos y delineó los ejes prioritarios de lo que será su gobierno, afianzando su compromiso contra la corrupción, principal objetivo de Petro, y haciendo énfasis en la justicia, la seguridad y la paz. Enorme desafío en un país fracturado por los acuerdos del presidente Santos con las FARC que despierta la inquietud por saber hasta dónde el nuevo gobierno aceptará lo heredado y respetará lo acordado. En su mensaje a la nación, Duque reiteró que no haría trizas el acuerdo con las FARC, pero en su campaña precisó que no es partidario de que los líderes guerrilleros sean elegidos a corporaciones públicas sin pasar antes por la justicia.
En esta disyuntiva un límite es Uribe, mentor del presidente electo y máximo dirigente del Centro Democrático, y otro límite el volumen de votos de la oposición que, si bien quedó a doce puntos del ganador, cuadruplicó los votos obtenidos por la izquierda en la anterior elección presidencial.
Por el momento, Duque le ha ganado al gobierno el pulso en el debate sobre la Jurisdicción Especial de Paz pues ha logrado que en el Senado se paralice la discusión sobre las reglas de procedimiento de la JEP mientras la Corte Constitucional no se pronuncie sobre la exequibilidad de la ley estatutaria de la misma JEP, obligando a que el presidente convoque al Congreso a sesiones extras por el tiempo que sea necesario hasta que los congresistas legislen a favor de lo que él mismo considera es la columna vertebral de lo que se pactó con la guerrilla. La paz depende así mismo, entre otros factores, de que las FARC no regresen a la lucha armada. En la tensión que se vive un primer test será la actitud que adopte Duque con Jesús Santrich sobre quien pesa un pedido de extradición de los Estados Unidos que lo acusan de haber estado involucrado en una entrega de diez toneladas de cocaína al cartel de Sinaloa en fecha posterior a la firma de la paz. Otra incógnita está dada por el alcance que dará Duque a la justicia transicional para los crímenes de lesa humanidad.
Además de reducir la polarización de la sociedad colombiana, contener la violencia que todavía azota algunas regiones y concretar los acuerdos de paz, otro reto impostergable que debe afrontar el presidente electo es el de mejorar la economía. En este campo en el que también hubo confrontación con Petro, la fórmula de Duque es adelantar una reforma tributaria que reduzca la carga impositiva a las empresas, disminuir el gasto estatal, emprender una lucha frontal contra la evasión e incluir más personas en la base tributaria.
Con su proyecto de gobierno y el modelo neoliberal que lo sustenta, Duque entra a hacer parte del grupo de derecha de mandatarios latinoamericanos y a hacer parte del juego internacional con la Argentina de Macri y el Chile de Piñera. Fortalecerá la alianza con los Estados Unidos de Trump y radicalizará la discordia con la Venezuela de Maduro. Duque, quien el año pasado presentó junto a un centenar de congresistas colombianos y chilenos una denuncia contra el gobierno chavista ante la Corte Penal Internacional, se propone convocar a los principales líderes regionales para redoblar la presión sobre el régimen de Maduro, asumiendo un papel crucial respecto del país vecino.
Indudablemente, el triunfo de Duque es también el de Uribe, su mentor y figura política más destacada de los últimos lustros en Colombia, pero el nuevo presidente no podrá ignorar la voz de más de ocho millones de ciudadanos que apostaron por Petro quien asumirá en el Congreso el novedoso cargo de jefe de la oposición. Según el Estatuto de la Oposición que empezará a regir a partir del próximo 20 de julio, la oposición es un derecho fundamental autónomo que goza de especial protección del Estado, con la finalidad de proponer alternativas políticas, criticar, fiscalizar y ejercer el control a la gestión del gobierno. De este modo, la oposición tendrá un protagonismo que antes no tenía.
Otro factor a tener en cuenta son las elecciones locales y regionales que tendrán lugar en 2019 y permitirán terminar de dibujar el mapa político. En estas elecciones no se endosan votos y entran en juego las fuerzas de los caciques regionales en sus respectivos departamentos. En ellas el enfrentamiento estará marcado por el ambiente creado por la votación presidencial y las nuevas fuerzas que han surgido, representadas por Petro y Fajardo, así como estará presente también un nuevo actor, a saber, la Fuerza Alternativa Revolucionaria de Colombia (FARC) que hará su gran apuesta para conquistar los votos de las zonas donde tuvo influencia.
La elección de Duque ha sido presentada como el triunfo de una nueva generación, pero un estilo de gobierno nuevo no está dado por la edad. Si ello es así o no, se sabrá cuando se conozca la formación de su gabinete y los nombres de los que ocupen los principales cargos administrativos.
Rubén Sánchez David
Profesor Universidad del Rosario
foto tomada de https://www.mdzol.com
Deja un comentario