Vaya diferencia la que suponen seis meses. El paisaje político apenas sí es reconocible desde el día en que Theresa May apareció en el exterior de Downing Street para anunciar elecciones anticipadas. Los expertos esperaban un triunfo aplastante de los tories. Venían a coincidir en que las elecciones fortalecerían las bazas del gobierno en las negociaciones del Brexit y estabilizarían el país. El laborismo se enfrentaba a la nada.
El país pensaba de modo distinto. La pretensión de May de convertirse en “fuerte y estable” pasó de mantra a ser una piedra al cuello. Los conservadores parecían deficientes en todas las grandes cuestiones a las que se enfrenta el país. Se demostró que su gobierno era fuerte sólo contra los débiles, remiso a plantar cara a los poderosos y las élites.
El programa de los tories se hizo trizas de la noche a la mañana, a medida que los activistas conservadores se apiñaban en salas vacías. El laborismo, mientras tanto, disfrutaba de la batalla y aprovechó la oportunidad para hacer campaña en favor de nuestro programa con el fin de hacer concluir la austeridad y transformar la sociedad.
No tuvimos éxito en lo que se refiere a conseguir una mayoría laborista y tenemos que hacer más para infundir confianza y ganar apoyo. Pero logramos el mayor aumento del voto laborista desde 1945 y los conservadores perdieron su mayoría. La campaña electoral demostró el ansia de verdadero cambio en toda Gran Bretaña.
Cambiamos el debate y hemos fijado la agenda política. El gobierno ha tenido que desechar una tras otras sus medidas políticas más dañinas, de eliminar los almuerzos escolares gratuitos a establecer filtros para suministras calefacción a los mayores. Las medidas políticas por las que hicimos campaña atrajeron apoyos porque representan lo que quiere en realidad la mayoría de la gente.
Hemos cambiado el centro de gravedad político. Somos ahora la corriente política principal y tenemos la oportunidad de transformar nuestro país. Para llevar esto a cabo debemos hacer uso de nuestra nueva fortaleza dentro y fuera del Parlamento para poner a los conservadores en tela de juicio a cada paso…y prepararnos para formar un gobierno que cambie Gran Bretaña cuando se convoquen las siguientes elecciones.
Los tories están débiles y divididos. Carecen de mandato para lo que están haciendo. Allá donde podamos bloquearemos sus intentos de hacer pagar los recortes de impuestos a los ricos empeorando la vida de millones de personas en nombre de la austeridad.
Nos encontramos en un momento de grandes cambio: en la economía, en la política y en todo el mundo. Nuestro reto consiste en conducir estas fuerzas del cambio hacia los creadores de verdadera riqueza: y eso quiere decir todos nosotros. Y nuestra misión debe consistir en trabajar con la gente de Gran Bretaña para transferir riqueza, poder y oportunidades de unos pocos a la mayoría. Por primera vez en mucho tiempo, podemos ofrecer una política de esperanza y una política para el pueblo.
Estamos ahora en situación de campaña permanente. El número de militantes laboristas se ha triplicado hasta llegar a 570.000 en los últimos dos años. Compárese con los conservadores, que tienen menos afiliados y a los que respaldan fondos de inversión y multimillonarios, y no millones de personas de clase trabajadora.
Desde que perdieron la mayoría, los conservadores han ido buscando acaparar poder una y otra vez para mantenerse en el gobierno, sosteniéndose con un sórdido trato de 1.000 millones de libras esterlinas con el Partido Unionista Democrático [del Ulster].
El próximo gobierno laborista será diferente. Para ganarnos la confianza del pueblo de nuestro país, debemos mostrar lo que queremos decir cuando decimos que queremos devolver el poder al pueblo. Por primera vez en cuestión de años, le estamos devolviendo a nuestros afiliados el congreso del Partido. La política no se cifra en una especialidad técnica para una élite. La política consiste en que todos aunemos esfuerzos para decidir nuestro futuro. Recuperar el poder para la mayoría tendría que ser algo divertido y emocionante. No somos un patio de recreo para cabilderos. Será este un congreso cuyas decisiones importen.
El laborismo se prepara para gobernar y estamos ya profundizando y ampliando las medidas políticas que propusimos en nuestro programa electoral. Es el laborismo y no los conservadores el que está preparado para abordar los desafíos a largo plazo a los que se enfrenta nuestro país, entre los que se cuenta la automatización, las amenazas al medio ambiente, los costes sanitarios y una población que envejece.
Duele ver ese desbarajuste en el centro del gobierno: de los topes salariales en el sector público a las tasas de matrícula, los ministros conservadores van dando bandazos y se muestran incoherentes. Cuando hace poco llevamos estas cuestiones a los Comunes, el gobierno se vio obligado a reconocer que no tenía mayoría y se negó a una votación.
May dirige un gobierno débil en un momento crítico para el futuro de nuestro país. Quince meses después del referéndum de la UE, el gobierno todavía se mueve a trompicones en lo que respecta a qué hacer con el Brexit. Se hizo evidente en Florencia el viernes pasado que la primera ministra no tiene todavía claro cómo será nuestra relación a largo plazo con la UE.
El único avance parece ser que ha escuchado al laborismo y se ha enfrentado a la realidad de que Gran Bretaña necesita una transición en esos mismos términos básicos para proporcionar seguridad al empleo y la economía, aunque May y su gabinete pasan más tiempo negociando unos con otros que con la UE.
Los conservadores han dejado sobradamente claro que quieren utilizar el Brexit para desregular y recortar impuestos a los ricos. El laborismo presenta en cambio una defensa de un Brexit que pone los empleos por delante, que prioriza el acceso a los mercados europeos, recurre a poderes devueltos por Bruselas para invertir y poner al día la economía británica, para proteger y amplíar los derechos de los trabajadores y consumidores y la normativa medioambiental.
No aceptaremos ningún acuerdo con la administración Trump basado en la desregulación y protección de los inversores al estilo de los Asociación de Comercio e Inversión Transatlánticos, que es para lo que quiere utilizar el Brexit este gobierno conservador. No es de extrañar que trate de acaparar poder mediante su proyecto de ley de retirada de la UE en un intento de esquivar la democracia y arrollar con su actitud de carrera en espiral descendente.
Los comentaristas políticos nos dieron por perdidos el pasado abril. Pero las elecciones y los meses posteriores han demostrado que la gente no tiene por qué aceptar las reglas de juego del establishment, o lo que se les dice que es inevitable.
No tenemos por qué aceptar que millones de personas trabajen pero se encuentren en la pobreza. No tenemos por qué aceptar que haya cada vez más gente sin hogar, más bancos de comida y más contratos basura. No tenemos por qué aceptar precios energéticos que son una estafa ni una austeridad sin final. Tal como dije hace dos años tras ser elegido líder del laborismo, las cosas pueden cambiar, y cambiarán.
Seguimos en la oposición, por ahora. Pero somos un gobierno a la espera. La política ha cambiado y el laborismo ha impulsado ese cambio.
JEREMY CORBYN: Dirigente del Partido Laborista.
Fuente: The Observer, 23 de septiembre de 2017
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