Ante las frustraciones y descréditos en relación con la democracia, como las últimas elecciones municipales demostraron con una mayoría de no votantes y votos en blanco y nulos, cabe enfrentar el desafío de reinventar la democracia como proyecto. Para esto, pienso que la ciudadanía activa es un concepto teórico y una propuesta política esencial. Pienso la ciudadanía a partir de una concepción política donde tener ciudadanía es “tener el derecho a tener derechos”. A esta definición central sumo el tener derechos iguales con respeto a la diversidad. Hablar de ciudadanía es hablar de una relación política de reconocimiento donde todas y todos se reconocen con iguales derechos en su diversidad de género, etnia y visiones, opciones y propuestas. La diversidad no puede justificar la desigualdad, ni la igualdad negar la diversidad. Por lo tanto, la ciudadanía es una relación compartida, donde negar la ciudadanía a alguien es afectar la ciudadanía de todos. En esta concepción de ciudadanía, como relación política compartida, ella se vuelve una bandera fundamental en la lucha democrática contra las estructuras y procesos generadores de desigualdad y por el respeto a la diversidad, sin discriminaciones y dominios.
Como resultado de esta concepción de ciudadanía, he trabajado con el concepto de ciudadanía activa. Pienso que para que las democracias sean propuestas transformadoras es esencial considerar a la ciudadanía como la única fuerza instituyente y constituyente en su diversidad de sujetos colectivos ciudadanos en disputa. Al final, la democracia como propuesta y proceso se inscribe en el contexto de lucha de clases y de busca de sociedades más igualitarias, participativas y de buen vivir. Se trata de una forma de lucha de clases en el espacio público de la política, con respeto a los mismos derechos de todos. Pero la ciudadanía sólo es instituyente y constituyente como ciudadanía activa, como la práctica histórica demuestra. Las grandes transformaciones y revoluciones nunca fueron hechas por lo alto, fueron hechas siempre por movimientos venidos de abajo, de la base.
A partir de esto y ante la coyuntura es que propongo el desafío de reinventarnos como ciudadanía activa. Es claro que cada lucha, cada movimiento, cada iniciativa local, cada red y cada foro son esenciales. Sin embargo, la ciudadanía activa como fuerza instituyente y constituyente es un constructo teórico, social, político y cultural. La ciudadanía activa se hace y se renueva en la lucha, esta es una condición necesaria, no obstante, insuficiente. Como concepto y visión estratégica para la democracia de nuestros sueños y deseos, necesita de mucha reflexión y sistematización como base para una disputa contra hegemónica.
Aquí recuerdo las muy oportunas reflexiones y propuestas de mi amigo y gran pensador Boaventura de Sousa Santos, condensadas en su último libro publicado en portugués, La difícil democracia: reinventar las izquierdas. Boaventura subraya “… la necesidad de concebir la democracia como una nueva gramática social que rompa con el autoritarismo, el patrimonialismo, el monolitismo cultural, el no reconocimiento de la diferencia…”. Y agrega “En las sociedades contemporáneas estructuradas por los tres grandes tipos de dominación moderna – capitalismo, colonialismo y patriarcado – la democracia contra-hegemónica debe tener una intencionalidad anticapitalista, anticolonialista y antipatriarcal”*. En mi evaluación faltó incluir los “racismos” como forma de dominación extremadamente moderna y estructurante de las sociedades en su forma más violenta, donde ser antirracista es ser ciudadanía activa contra-hegemónica. También, es necesario agregar el otro lado de esta historia de dominación, la destrucción de la base natural de la vida, donde estar contra el modelo de desarrollo basado en la explotación de los recursos sin límites es estar a favor de la vida y la sostenibilidad socioambiental y, por lo tanto, contra la ciudadanía activa y la democracia.
A decir verdad, Boaventura nos recuerda de forma clara y radical que sin un pensamiento anticapitalista, anticolonialista, antipatriarcal y (como recuerdo) antirracista y anti-destrucción ambiental, no tenemos como renovar la ciudadanía activa y tener un proyecto de democracia contra-hegemónica. La cuestión desafiante es hacer esto agregando, articulando, sumando las luchas locales, las resistencias, insurgencias y emergencias como parte de una propuesta de imaginario movilizador y como fuerza impulsora de movimientos de ciudadanía activa irreversibles para una democracia transformadora de estructuras y procesos generadores de desigualdades sociales e insostenibilidad.
- Santos, Boaventura de Souza. A Difícil democracia: reinventar as esquerdas. Sao Paulo, Boitempo, 2016, p. 18-19.
Cándido Grzybowski, Sociólogo, director de Ibase, Brasil.
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